Apoyos de políticos cuestionados: ¿afectan en realidad las campañas?
En la recta final del pulso presidencial llueven los escándalos. Sin embargo, eso no parece ser determinante a la hora de sumar o restar votos. Petro, Gutiérrez y Hernández, los más señalados.
“Solo en términos estadísticos, una campaña presidencial necesita al menos 12 millones de votos. En términos prácticos, implica movilizar a todo un país alrededor de una promesa que el candidato está dispuesto a cumplir. En este sentido, decimos que las campañas son épicas, pues requieren un engranaje que llegue a todas las regiones y todos los hogares con un mensaje que avive la esperanza en torno a la posibilidad de un futuro mejor. Por eso mismo, el del candidato es un oficio ingrato, difícil, que no admite errores y en el que un paso en falso puede implicar la derrota”. La cita es extraída del libro ¿Cómo conseguir el voto de los colombianos?, de Carlos Julio Lemoine, director del Centro Nacional de Consultoría, y su hijo, Pablo David Lemoine. Y en esta recta final de la lucha por la Presidencia 2022, más allá de las propuestas, en una y otra orilla parecieran estar dedicados a escudriñar a fondo en las campañas rivales, apuntando no solo a la persona del candidato, sino a quienes lo rodean, en donde pueden estar los puntos débiles.
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“Solo en términos estadísticos, una campaña presidencial necesita al menos 12 millones de votos. En términos prácticos, implica movilizar a todo un país alrededor de una promesa que el candidato está dispuesto a cumplir. En este sentido, decimos que las campañas son épicas, pues requieren un engranaje que llegue a todas las regiones y todos los hogares con un mensaje que avive la esperanza en torno a la posibilidad de un futuro mejor. Por eso mismo, el del candidato es un oficio ingrato, difícil, que no admite errores y en el que un paso en falso puede implicar la derrota”. La cita es extraída del libro ¿Cómo conseguir el voto de los colombianos?, de Carlos Julio Lemoine, director del Centro Nacional de Consultoría, y su hijo, Pablo David Lemoine. Y en esta recta final de la lucha por la Presidencia 2022, más allá de las propuestas, en una y otra orilla parecieran estar dedicados a escudriñar a fondo en las campañas rivales, apuntando no solo a la persona del candidato, sino a quienes lo rodean, en donde pueden estar los puntos débiles.
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Mejor dicho, el objetivo es capitalizar al máximo los posibles errores o pasos en falso, y estos -es lo que creen- estarían en los apoyos que han recibido a lo largo de una contienda que arrancó el año pasado y que tuvo su punto más álgido en las movidas hechas de cara a las consultas y la elección del nuevo Congreso, en marzo pasado. Al fin y al cabo, como también lo consignan los Lemoine en su libro, “la gente no vota por programas, sino por personas. Se mueve a las urnas por emotividad”. Es lo que quieren mover, de ahí que, por ejemplo, la campaña de Gustavo Petro, el candidato del Pacto Histórico que puntea las encuestas, esté atravesando por una fuerte tormenta, precisamente, por tener en sus filas a Piedad Córdoba, senadora electa, inmersa en varios líos jurídicos y a quien le estalló esta semana un escándalo por las versiones que hablan de visitas a la cárcel La Picota, en las que habría tenido contacto con extraditables, supuestamente para hablar de apoyo político. Un tema tan delicado que Petro le pidió suspender todas sus actividades dentro de la campaña.
¿Guerra sucia?
El meollo del asunto es que lo de Piedad Córdoba tiene muchas otras aristas. Ella llegó en septiembre del año pasado al Pacto Histórico, y en ese entonces ya arrastraba duros cuestionamientos por su presunta relación con Álex Saab, quien fuera la mano derecha de Nicolás Maduro y que está actualmente preso en Estados Unidos enfrentando un proceso por presunto peculado y lavado de activos. Fueron esos vínculos los que la llevaron a rendir versión libre ante la Corte Suprema de Justicia y los que generaron fuertes discusiones en el interior del Pacto Histórico, pues desde un principio algunos se mostraron en contra de sumarla a la causa. La senadora electa, que en el pasado también ha estado en el ojo del huracán por su supuesta cercanía con las hoy desmovilizadas Farc, insiste en que se trata de una “persecución política” y una “guerra sucia” para afectarla a ella y a la candidatura de Petro, negando haber hablado con extraditables y ser ficha de Álex Saab.
Pero no solo es el caso de Piedad Córdoba uno de los puntos complicados de la campaña de Gustavo Petro. Desde antes de comenzar la puja electoral de manera formal se le cuestionó por varias de las adhesiones a su cruzada electoral. Una de las más controvertidas, sin duda, la de Armando Benedetti. El senador llegó a la campaña petrista hace casi más de un año. De hecho, desde el trámite y la aprobación de la reforma al Código Electoral en el Congreso, que hundió este jueves la Corte Constitucional, se observaban los puentes que se iban tendiendo entre el político barranquillero y el líder de Colombia Humana. Y tras su salida del Partido de la U, Benedetti confirmó que “iba en camino al Pacto Histórico”. Ahora es uno de sus pilares y el que le maneja la agenda, pero desde ese entonces se ha convertido en blanco de los ataques de los contradictores de la candidatura de izquierda.
Benedetti es identificado como parte del tradicionalismo político colombiano. Antes de llegar al petrismo fue uno de los férreos representantes del uribismo y del santismo. Le cuestionan que sin ningún sonrojo pasó a corrientes ideológicas opuestas. Pero más allá de este tema, el senador, que no aspiró en 2022, es cuestionado debido a las múltiples menciones en hechos de corrupción. Por ejemplo, su nombre ha salido a relucir en casos como el del Fonade, el de las pensiones del Magisterio de Córdoba, en lo de Odebrecht y ahora último en las supuestas irregularidades en la compra de un apartamento. La mayoría de estos procesos están quietos o se ha descartado participación alguna del dirigente político. Sin embargo, el último caso mencionado es uno de los más avanzados en la Corte Suprema y el que ha concentrado buena parte de su atención. Benedetti asegura que es una persecución política y hasta recalcó que su no regreso al Congreso se debía a este asunto.
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En el listado de adhesiones controvertidas a la campaña de Petro también está Roy Barreras. Es una situación muy similar a la de Benedetti. El político vallecaucano es asociado al tradicionalismo y se llegó a decir que el Valle del Cauca era parte de su feudo electoral. Además, ha sido mencionado en escándalos de corrupción, como el de Caprecom. No obstante, tampoco la justicia ha llegado a comprobar acciones que lo vinculen oficialmente con las irregularidades. Barreras también ha tenido un camino muy similar al de Benedetti. Fue uno de los defensores acérrimos del uribismo, luego pasó al santismo y ahora último dio su salto al petrismo. Aunque ambos han sido catalogados por los adeptos de izquierda como “sapos que se tienen que tragar”, miembros de la campaña de Gustavo Petro han destacado que, sea como sea, con su experiencia y recorrido, ambos fueron claves en el éxito electoral en las justas del 13 de marzo.
En el listado de apoyos cuestionados de la campaña del Pacto Histórico hay que mencionar los coqueteos con el liberalismo, que lidera el expresidente César Gaviria. Antes de lanzarse como candidato independiente, Luis Pérez, exgobernador de Antioquia y exalcalde de Medellín, intentó acercarse. A pesar de los escándalos que le rondan por supuesto clientelismo en sus gobiernos, nexos con grupos al margen de la ley y que la Operación Orión, en la que hubo excesos de la Fuerza Pública, ocurrió durante su mandato en la capital antioqueña, de todas maneras se puede decir que le abrieron las puertas. Incluso apareció en fotos con Isabel Zuleta, candidata para ese entonces y ahora senadora electa del movimiento de izquierda. Ante los cuestionamientos, Petro respondió diciendo que el Pacto Histórico “es entre diferentes, si no, no es Pacto”, recalcando que no estaba construyendo un partido, sino una forma de gobernar, “donde es imprescindible el acuerdo sobre lo fundamental que garantice realmente los derechos esenciales de las personas”.
El acercamiento con Pérez vino acompañado de los llamados de este a César Gaviria para que el Partido Liberal fuera parte de la coalición de izquierda. Para nadie es un secreto que una de las metas del petrismo, que también fue considerado como otro de los sapos a tragar, es lograr el apoyo de la oficialidad liberal. Y han sido varias las invitaciones a dar ese paso, con reunión entre Petro y Gaviria incluida, en la que, según ellos, solo se hablaron de acuerdos programáticos, que no lo cree nadie. Incluso en este diario el senador Gustavo Bolívar, cercano a Petro, comentó las intenciones de que llegara el jefe liberal. Sin embargo, Gaviria aprovechó un desliz verbal de Francia Márquez para bajarles el ritmo a las “negociaciones” de adhesión y todo apunta a que el partido del trapo rojo está ahora más cerca de Federico Gutiérrez.
El cuestionamiento a las adhesiones también se hizo presente cuando se anunció hace unas semanas que Alfonso Prada sería el director de debate de Gustavo Petro. Prada, que fue secretario general de la Presidencia en el gobierno de Juan Manuel Santos, ha sido identificado con la “politiquería” y fue mencionado en escándalos de corrupción durante su paso por la dirección del Sena, aunque la Fiscalía habría determinado que no hubo responsabilidad de este en las presuntas irregularidades. Y ahora último, las críticas por la búsqueda de apoyos han venido por las visitas de Juan Fernando Petro a la cárcel La Picota. Sin mayor claridad sobre estos encuentros con políticos condenados, una de las versiones que salieron fue la supuesta negociación de respaldo electoral a cambio de rebaja de penas. Un hecho muy similar por el que se cuestionó a Piedad Córdoba, ya que informes de inteligencia, según la revista Cambio, indicaban que se había reunido con tres extraditables por esta misma razón. No obstante, varios de los involucrados han desmentido tales versiones. Aun así, “el daño está hecho”, murmuran en el interior de la campaña de Petro y el Pacto Histórico.
Los “clanes” con Fico
Aunque con menos ruido, también hay varios políticos controversiales que se mueven en la campaña de Federico Gutiérrez, el aspirante de la coalición Equipo por Colombia, que según encuestas se consolida como la segunda opción para suceder a Iván Duque, después de Petro. Su candidatura camina dentro del espectro de la centro-derecha, así que allí aterrizaron la mayoría de estructuras políticas tradicionales, pero su apoyo no lo están haciendo público. Ocurre, por ejemplo, con el expresidente Álvaro Uribe, pues aunque no ha invitado a votar por el exalcalde de Medellín o se ha reunido con él, es claro que todo el uribismo está volcado hacia esta campaña, tras la declinación de Óscar Iván Zuluaga, que sí adhirió de frente a Gutiérrez.
Así lo han hecho saber varias voces del Centro Democrático, que además reconocen que el expresidente Uribe, a quien la Corte Constitucional ratificó como imputado en el caso que se lleva en su contra por presunta manipulación de testigos, está teniendo un perfil bajo no solo por esa investigación, sino por el descalabro que sufrió el uribismo en las recientes elecciones legislativas. Por eso, hasta el momento, Federico Gutiérrez no ha tenido una adhesión oficial del Centro Democrático ni ha explicado los acercamientos con nombres cuestionados dentro de ese movimiento político.
Es el caso de Luis Alfredo Ramos, recién condenado en segunda instancia por parapolítica. En la misma semana que estalló el escándalo por la visita de Juan Fernando Petro a la cárcel La Picota, se conoció una foto de un encuentro entre Alejandro Char, precandidato presidencial del Equipo por Colombia y quien se quedó con el segundo lugar de esa consulta con 707.007 votos. Ni desde la campaña de Char ni desde la de Gutiérrez se dieron explicaciones sobre la reunión, así como tampoco hubo aclaraciones por la fotografía del mismo candidato con la exministra de las TIC Karen Abudinen, quien dejó el cargo por el escándalo de Centros Poblados, al entregar un anticipo de $70 mil millones en un contrato con pólizas falsas.
La situación es más compleja en cuanto a clanes políticos. De las 54 estructuras políticas que hay en el país, 45 apoyan al candidato del Equipo por Colombia. Así lo señala el senador electo Ariel Ávila (Alianza Verde), quien presentó esta semana una campaña frontal contra la candidatura de Gutiérrez. En su condición de investigador y analista político, Ávila recopiló varias evidencias de los apoyos más que dudosos que estarían moviendo la candidatura en las regiones donde son fuertes. Dichas evidencias las empezará a hacer públicas Ávila desde la próxima semana.
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“Hay un montón de miembros de clanes políticos cuestionados detrás de la campaña de Fico. Los Gnecco, familia que ha gobernado el César y su actual gobernador está en prisión domiciliaria. El clan Barreto, del Tolima, liderado por Óscar Barreto y que tiene varias investigaciones en la Fiscalía. El clan Blel, con Nadia, que hizo pública su adhesión a la campaña. También el clan Merheg, del Eje Cafetero, y por supuesto, los Char”, resumió Ávila sobre algunas de las revelaciones que hará. Además, llamó la atención por “el apoyo sinvergüenza e ilegal del gobierno Duque” y por la excesiva cantidad de vallas y publicidad política que tiene la campaña de Gutiérrez.
¿Independiente?
Rodolfo Hernández ha logrado dar la imagen de candidato independiente a escala nacional. Sin embargo, para conocedores de la política santandereana, esto no habría sido del todo así. Aunque como alcalde de Bucaramanga se dedicó a erradicar las estructuras liberales que se enquistaron en la ciudad, se le ha criticado que su campaña presidencial y la de su lista a Cámara por Santander contaron con miembros de representantes de la política tradicional y clientelista. La lista que avaló Hernández, y que logró sacar dos escaños, contó con una cabeza de lista que ha sido relacionada con Édgar el Pote Gómez y Mario Camacho. El primero estuvo procesado por un caso paralelo al Proceso 8.000, aunque nunca fue condenado, y desde siempre ha sido asociado con estructuras clientelares del departamento. En el caso de Camacho, este fue condenado por peculado.
También se criticó que el hijo de Bernabé Celis estuvo en el esfuerzo de la lista de la Liga Anticorrupción. Celis fue uno de los grandes electores del departamento hasta que se desató el escándalo por haber golpeado a su pareja sentimental. Igual ha sido identificado como parte de esa vieja política santandereana a la que supuestamente se opone Hernández. Ante las críticas por estos apoyos, tanto el candidato como su equipo de trabajo han insistido en que no tiene poder para apartar a las personas que lo quieren apoyar y que de ninguna manera ellos tienen influencia en su campaña y que no la tendrían en un eventual gobierno, de llegar a ser elegido.
Ni suman ni restan
Son varios los escándalos y adhesiones cuestionables que han tenido los candidatos en las últimas semanas. No obstante, según analistas, eso no será determinante a la hora de sumar o restar votos a las campañas. De acuerdo con Nadia Pérez, investigadora del Instituto de Estudios Políticos de la UNAB, las encuestas de los últimos días demuestran que no hubo mayores afectaciones a las campañas que lideran en intención de voto. “Independiente de escándalos y apoyos cuestionados, el voto duro de derecha e izquierda no se verá afectado. Allí lo clave son los indecisos, y sobre ellos sí podríamos pensar que hay afectaciones por las alianzas”, explicó, poniendo como ejemplo que en el Pacto Histórico se tuvieron que tragar el “sapo” más grande con la llegada de Barreras y Benedetti, y eso no implicó que decayera el apoyo a Petro.
Felipe Botero, profesor de ciencia política de la Universidad de los Andes, aseveró por su parte que aunque eso puede ahuyentar algunos votantes, en estos momentos de radicalización de las posturas políticas solo se confirman los sesgos que tienen los votantes. El académico lanzó una pulla al cubrimiento que se ha hecho desde los medios a los escándalos de ambas campañas, pues cree que mucho de lo que ocurre con la candidatura de Gutiérrez ha pasado de agache.
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“Siento que ha habido un cubrimiento parcializado contra el Pacto Histórico. Los medios tradicionales han sido más benignos con Fico, y las personas que los consumen confirman esos sesgos anti-izquierda. Y, por otro lado, los votantes de Petro ven en los medios la injusticia del cubrimiento político”, dijo Botero, quien concluyó que esto ocurre cuando la contienda se centra más en la campaña negativa o de ataque y cuando es una carrera política entre personas y no entre partidos.