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Escándalos van, escándalos vienen. A menos de un mes para que los colombianos acudan a las urnas a elegir el nuevo Congreso y las candidaturas únicas de las coaliciones que compiten por la Presidencia (Equipo por Colombia, Pacto Histórico y Coalición Centro Esperanza), la campaña se ha caracterizado más por señalamientos y ataques personales que por propuestas. No es una novedad. Desde el 2000 se vienen fortaleciendo las dinámicas de propaganda negra en el país, pero en esta ocasión se dan en medio de la tendencia de los partidos y movimientos a construir coaliciones.
Además de la lucha de egos que hay en la Coalición Centro Esperanza, donde en la última semana se evidenciaron las grietas y el ambiente sofocante que hay entre los cinco precandidatos presidenciales, las otras alianzas también pasan por dificultades, aunque no del mismo estilo. En el Pacto Histórico (PH) cayó como un torpedo esta semana la revelación que hizo Andrés Vásquez, exasesor jurídico de Piedad Córdoba, quien revivió y reforzó viejos acontecimientos que siempre le han achacado a la excongresista, como sus supuestos vínculos con las Farc y relaciones non sanctas con el chavismo. A eso se sumó la pelea entre Roy Barreras, jefe de debate del PH, y Alexánder López Maya, senador y candidato del Polo Democrático, por la forma de escogencia del vicepresidente.
Los episodios nivelaron el sonrojo que había hasta el momento en las toldas del Equipo por Colombia (EPC) por la compraventa de votos. Por un lado están las revelaciones que hizo Aida Merlano sobre su relación personal y, según ella, criminal, con Alejandro Char, a quien acusó de tener conocimiento y apoyar el delito por el que fue condenada. Pocos días después se conocieron chats y audios que involucraban en la compra de votos en el Caribe al senador Laureano Acuña, senador y candidato del Partido Conservador.
El efecto de la lluvia de escándalos, que ocurrieron en un plazo de apenas diez días, es imprevisible. No obstante, el análisis que hacen varios expertos es que afectará sobre todo en las elecciones legislativas, pero no tanto en las presidenciales, pues falta mucho tiempo para que lleguen y este podría ser apenas un calentamiento de lo que viene. Más allá de eso, advierten que estos episodios sumados al descontento ciudadano, que es evidente desde 2019, están armando un coctel perfecto para el ascenso de candidaturas independientes, alternativas o de outsiders, aquellos lobos solitarios o espontáneos de la política que hay en cada coalición e incluso por fuera de estas.
Esta nueva dinámica reafirma la debilidad de los partidos, que se ha evidenciado con el furor de las alianzas. El docente Yann Basset, del Grupo de Estudios Políticos de la Universidad del Rosario, lo ve como una muestra de que esas coaliciones incluyen tantas fuerzas que hay una incapacidad de imponer orden en sus listas. “Los partidos no se atreven a pedir que un político cuestionado en un escándalo se baje de la lista. Nadie se pone a pelear eso, porque se da por descontado que no afectará; pero sí podría afectar a todo el grupo y es algo que se subestima”, explicó.
En ello coincidió Nadia Pérez, investigadora del Instituto de Estudios Políticos de la UNAB, quien señaló que puede haber algunos efectos en la dinámica de las legislativas, relacionado con un voto de castigo a esos candidatos, pero igual entre las mismas tendencias. Por ejemplo, en el caso del Pacto Histórico, de acuerdo con Pérez, aunque el voto fuerte de la izquierda ya se “tragó el sapo” más grande con la llegada de Barreras, Armando Benedetti o Alfredo Saade, a otros votantes los podrán desilusionar estos sucesos, por lo que terminarían explorando otras opciones como las listas de Fuerza Ciudadana, Estamos Listas e incluso en la Coalición de la Esperanza y el Nuevo Liberalismo.
“No es el caso del EPC, porque la derecha es mucho más pragmática y dentro del equipo nadie se aprovechó de la situación de Char para atacarlo; pero el escándalo sí pudo frenar ese acercamiento que ha tenido Char a otras regiones fuera del Caribe con su discurso sobre lo hecho en Barranquilla. Se pudo afectar la posibilidad de captar votos distintos”, describió Pérez.
Un escenario un poco más complejo plantea Andrés Dávila, director del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Javeriana, y la analista política Marcela Prieto. Para Dávila, salvo que pase algo muy grave, esta campaña estará marcada por “escándalo tras escándalo y señalamientos, evidenciando un nivel enorme de descomposición de la contienda política”, además de episodios protagonizados por encapuchados como los ocurridos con Sergio Fajardo en la Universidad Tecnológica de Pereira y el de ayer en el hotel Radisson de Bogotá, que fue apedreado mientras se llevaba a cabo la reunión del Foro de Madrid.
Para Prieto, todo este declive de la calidad del debate en la campaña le dará más gasolina al momento histórico que atraviesa el país, cuando es incuestionable que hay un quiebre en la forma de hacer política. “Hace un mes, para mí, era un chiste que Rodolfo Hernández estuviera en la contienda. Hoy está en las variables del análisis político por la forma en que ha venido creciendo. Ese surgimiento, y el de otras figuras, es una reacción a todo ese cansancio con la clase política. La gente pensará que no tienen qué perder. Este es el espacio perfecto para que esas figuras personalistas surjan, como se ha dado en otras partes del mundo”, dijo la analista.
Para quienes están cansados de la actual campaña electoral, la mala noticia que tienen los analistas es que probablemente es apenas el inicio de una contienda mucho más turbia, con deslealtades, incumplimiento de compromisos y revelaciones que no están en la agenda. Y, claro, más escándalos.