Centro Democrático: radiografía de un declive
El partido de gobierno enfrenta su mayor crisis en casi una década de existencia: su bancada legislativa quedó a medias, sus máximos exponentes no gozan de favorabilidad y ahora ni candidato propio tienen a la Presidencia. ¿Cómo se explica la debacle y qué se puede hacer?
El péndulo del poder va y viene, pero pocas veces su movimiento es tan abrupto y agresivo. En solo cuatro años, el Centro Democrático (CD) pasó de ser un protagonista de la política colombiana -de poner presidente y jactarse de ser mayoría en el Congreso- a un actor secundario y relegado. Y es que los resultados legislativos del pasado domingo dejaron al desnudo la crisis que desde hace meses enfrenta el partido del expresidente Álvaro Uribe Vélez y, de paso, precipitaron la renuncia de su candidato presidencial: Óscar Iván Zuluaga. El panorama es desolador y no se ven salvavidas a la vista que puedan paliar el declive. ¿Qué queda y qué viene?
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El péndulo del poder va y viene, pero pocas veces su movimiento es tan abrupto y agresivo. En solo cuatro años, el Centro Democrático (CD) pasó de ser un protagonista de la política colombiana -de poner presidente y jactarse de ser mayoría en el Congreso- a un actor secundario y relegado. Y es que los resultados legislativos del pasado domingo dejaron al desnudo la crisis que desde hace meses enfrenta el partido del expresidente Álvaro Uribe Vélez y, de paso, precipitaron la renuncia de su candidato presidencial: Óscar Iván Zuluaga. El panorama es desolador y no se ven salvavidas a la vista que puedan paliar el declive. ¿Qué queda y qué viene?
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Los datos son dicientes. En Senado, el uribismo pasó de tener 19 curules a 14, mientras que en Cámara el descenso fue escandaloso: de 32 escaños, a solo 16 (ver infografía). Solo en Senado se pasó de una votación global de 2,5 millones de votos a 1,9 millones, mientras que en la Cámara baja se cayó de 2,3 millones de apoyos en 2018 a 1,6 millones. Lo anterior no hace más que ratificar el peso y la relevancia que no deja de ocupar Uribe, quien por primera vez en casi una década no concurrió a la elección y que hace cuatro años aportaba 875 mil votos.
“(Se trata de) un fuerte voto castigo para el gobierno de Iván Duque, quien no pudo unir al país en tres ocasiones claves: la consulta anticorrupción, la implementación del Acuerdo de Paz y durante la pandemia”, advierte un informe de la consultora de riesgo político Colombia Risk. A su turno, la politóloga Nury Astrid Gómez, especialista en comunicación política y magíster en imagen pública y neuromarketing, atribuye la debacle a “escándalos de corrupción en todos los niveles, incremento de la percepción de inseguridad y un olvido absoluto de las regiones de parte de quienes fueron elegidos. Asimismo, a la tardía reacción en acompañar relevos generacionales y liderazgos, lo que evidencia que no pudieron adaptarse al contexto suplicante de cambio”.
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Si algo le faltaba a la situación -con la desfavorabilidad de Iván Duque latente y la imagen positiva de Uribe a la baja- era quedarse, por primera vez en ocho años, sin candidato propio a la Presidencia, luego de que Zuluaga anunciara que adherirá a Federico Gutiérrez, quien por meses sonaba con el verdadero candidato del uribismo. Lo cierto es que esta crisis y la escasez de votos terminaron por opacar los resultados de Miguel Uribe (223.167) o María Fernanda Cabal (196.865), quienes se convirtieron en los congresistas más votados del cuatrienio.
“La decisión de Zuluaga tuvo que haber sido conversada con Uribe, quien tuvo que haberle recomendado -en términos de pragmatismo político- que lo mejor era no desgastarse, ni dividir a la derecha. Todo, para que el elector uribista empiece a construir desde ya esa imagen alrededor de Fico (…) Aquí el Centro Democrático, sin Uribe, va a ir desvaneciéndose y va a quedar como un partido minoritario, muy radical en temas de extrema derecha”, explica por su parte Jorge Iván Cuervo, profesor de teoría de políticas públicas e instituciones políticas colombianas en la Universidad Externado.
Con miras a tratar de conjurar la crisis y encontrar salidas que permitan que el descalabro no sea mayor, este martes el expresidente citó a una reunión en Bogotá, tanto con candidatos electos como congresistas actuales, así como con Zuluaga. Hay expectativa alrededor del encuentro, pues a la hora de buscar explicaciones y definir el rumbo, el silencio también manda la parada en la bancada. “Estamos golpeados como partido”, admite un representante electo, que advierte que el gobierno Duque no ha sabido comunicar. “Se gobernó de espaldas al partido, ¿cuál otro iba a ser el resultado”, indica una senadora. “No se puede endilgar todo al Gobierno. Nosotros también hicimos un mal trabajo”, agrega a su turno uno de los representantes quemados.
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La incógnita que queda en medio de todo es qué va a hacer Uribe y qué tan dispuestos siguen sus congresistas a seguirlo, pues como admite el profesor Cuervo, el Centro Democrático es un partido “construido alrededor de la imagen y semejanza” del expresidente. Sin embargo, para Nury Astrid Gómez, la pelota ya no está en el terreno de Uribe, pues se llegó la hora de que sus “huevitos” rompan el cascarrón y tomen vuelo propio. “Ya no le corresponde a Uribe, ahí fue donde se equivocó el partido. Un líder que se hace a un costado permite construcción desde lo común y colectivo, y fomenta el cambio para la evolución del partido. Ese sería el camino sensato”, precisa.
Por ahora el futuro inmediato del partido parece depender de qué tan buen recibo puedan tener con Fico Gutiérrez y qué tanto el exalcalde de Medellín pueda convertirse en un factor unificador no solo de la derecha, sino del propio uribismo. Quedará la nostalgia de la independencia y de la unidad que exhibían como partido, pero para subsistir y poder trascender, el Centro Democrático está llamado a buscar otras figuras que permitan sanar las fracturas internas y que les den cabida a nuevos liderazgos. El partido no se ha acabado, pero está cerca del precipicio. ¿A qué orilla los llevará el péndulo del poder?