¿Cómo le fue en tecnología a la Registraduría el día de la primera vuelta?
Aunque no se presentaron inconvenientes técnicos, como los que se registraron en las elecciones legislativas, la entidad volvió a cerrar durante la jornada el acceso a otros de los servicios que ofrece. Esta es una solución práctica, pero técnicamente mediocre, argumenta el autor de este análisis.
Juan de Brigard *
Hay una importante diferencia entre las elecciones legislativas y las presidenciales. Éstas últimas son más sencillas y por eso el reto de qué pasa con el software de preconteo y escrutinio todavía está por verse. Poco podemos decir de ello por ahora, salvo que las auditorías (o la falta de) ya sembraron una desconfianza grave y que, una vez más, la mejor garantía que nos ofrece la Registraduría del siglo XXI es la tranquilidad de que nuestros votos siguen siendo de papel y es posible rastrearlos y contarlos uno a uno y sin computadores de por medio.
Lea también: “La confianza en la Registraduría, como garante en elecciones, está resquebrajada”
Pero, en otros temas, ¿qué vimos hoy en materia de tecnología durante estas elecciones? Acá les dejamos un breve análisis de dos puntos que vale la pena revisar:
La página web de la Registraduría Nacional
Con el precedente del colapso de la página web durante las elecciones de cámara y senado –en que la RNEC incluso se inventó un ciberataque que fue rápidamente desmentido por la Fiscalía– para la primera vuelta presidencial la Registraduría volvió a montar una versión recortada de su página web que permite sólo acceder a la información sobre las elecciones.
Esta solución, práctica, pero técnicamente mediocre, facilita hasta cierto punto la información de los votantes, pero ha traído otras consecuencias negativas que también eran predecibles. La primera es que se nos priva de todos los servicios de la página -como la solicitud de citas para sacar cédula- e información que no esté directamente vinculada con las elecciones pero que incluso puede ser clave para este proceso -como la de los resultados históricos de las elecciones-.
El otro es que la versión recortada no sólo genera frustración, sino que puede estar alimentando entre las personas que la consultan la sensación de que la página está caída, al punto que fue necesario que la Registraduría anunciara por sus redes sociales que el supuesto comunicado de prensa al respecto de la caída de la página que circuló por redes sociales en la mañana del día de votación era falso.
Lea también: A la “Registraduría del siglo XXI” le falló la tecnología en las elecciones
Esta es simplemente una expresión más de los problemas que ya hemos visto y descrito durante este año electoral: la precarización de la RNEC como institución por cuenta de sus reiterados errores, improvisaciones y soluciones parciales ha conseguido aumentar las dudas al respecto de su capacidad y minar la confianza en su correcto funcionamiento.
Es decir, ha logrado todo lo contrario de su tarea institucional que es brindar garantías y seguridades para el proceso electoral, abriendo la puerta a reclamaciones de fraude que cada vez tiene menos autoridad institucional para desmentir. Con cada paso en falso se vuelve más fácil inventar y poner a circular noticias falsas y se vuelve más complicado para el RNEC desmentirlas.
Biometría durante la jornada
Una segunda muestra de este fenómeno es el uso de biometría dactilar durante las votaciones. En todas las mesas del territorio nacional se está usando la biometría que ya conocíamos y vienen ensayando: los votantes deben poner su huella dactilar con tinta sobre el papel, además de entregar la cédula y firmar una lista. Pero, además, dicen que en poco más de 20.000 mesas hay ahora lectores biométricos de huella digital electrónicos y conectados a un computador o una tablet.
Su propósito, al menos en papel, es evitar la suplantación, es decir evitar que las personas se hagan pasar por alguien más para votar. Todos los demás mecanismos que se usan tienen el mismo objetivo: los y las jurados en las mesas comparan la foto de la cédula con el rostro de la persona que vota, la firma pretende constatar que la persona sí es ella misma y la huella en tinta es una garantía de lo mismo, que podría usarse posteriormente. En ese sentido, sumar los lectores electrónicos de huella digital no es una garantía adicional de nada, sino una prueba de la tecnología que se justifica como más eficiente para evitar la suplantación.
Sin cuestionar si realmente esta tecnología es la respuesta al problema, en el contexto de nuestro país, lo que sí evidenciamos es quejas por problemas con los lectores.
De lo que se ve en redes sociales de la experiencia es que están repartidos de manera absolutamente arbitraria en el territorio nacional. Hay más o menos un lector por cada cinco mesas de votación y las personas describen que éstos entorpecen el flujo de votantes. Apuntan que con mucha frecuencia no consiguen leer las huellas de las personas. Cuando esto sucede el procedimiento es simplemente ignorar este requisito y proceder como si el lector electrónico simplemente no estuviera ahí. Habría que ver cómo se refleja esto en la evaluación de las pruebas de esta tecnología, pues a juzgar por estas experiencias los lectores no son ni más seguros ni más eficientes.
Tampoco es posible saber qué pasa con los datos que se recogen. Las huellas dactilares son como los demás datos biométricos y esto en la ley colombiana significa dato sensible, que tiene además una gestión especial. De otra parte, según nos dijeron los problemas que el sistema acepta como “excepción” para no usar este lector cuando esté disponible es por dermatitis, mutilación o deformidad, toda información médica, que también es considerada dato sensible de especial protección.
Las preguntas que nos surgen son: ¿qué pasa entonces con las huellas y datos médicos recogidos a lo largo de la jornada en 20.000 lectores por todo el país? ¿Para qué sirven esos 20.000 aparatos? ¿Qué función cumplen realmente? ¿Habrá habido un solo caso en todo el territorio nacional en que esta inclusión de tecnología evitara la suplantación? Todo parece indicar que no.
Entonces, la pregunta final es ¿quién rinde cuentas por este otro ensayo y la ausencia de garantías?
* Coordinador del área de Autonomía y Dignidad, Fundación Karisma.
Hay una importante diferencia entre las elecciones legislativas y las presidenciales. Éstas últimas son más sencillas y por eso el reto de qué pasa con el software de preconteo y escrutinio todavía está por verse. Poco podemos decir de ello por ahora, salvo que las auditorías (o la falta de) ya sembraron una desconfianza grave y que, una vez más, la mejor garantía que nos ofrece la Registraduría del siglo XXI es la tranquilidad de que nuestros votos siguen siendo de papel y es posible rastrearlos y contarlos uno a uno y sin computadores de por medio.
Lea también: “La confianza en la Registraduría, como garante en elecciones, está resquebrajada”
Pero, en otros temas, ¿qué vimos hoy en materia de tecnología durante estas elecciones? Acá les dejamos un breve análisis de dos puntos que vale la pena revisar:
La página web de la Registraduría Nacional
Con el precedente del colapso de la página web durante las elecciones de cámara y senado –en que la RNEC incluso se inventó un ciberataque que fue rápidamente desmentido por la Fiscalía– para la primera vuelta presidencial la Registraduría volvió a montar una versión recortada de su página web que permite sólo acceder a la información sobre las elecciones.
Esta solución, práctica, pero técnicamente mediocre, facilita hasta cierto punto la información de los votantes, pero ha traído otras consecuencias negativas que también eran predecibles. La primera es que se nos priva de todos los servicios de la página -como la solicitud de citas para sacar cédula- e información que no esté directamente vinculada con las elecciones pero que incluso puede ser clave para este proceso -como la de los resultados históricos de las elecciones-.
El otro es que la versión recortada no sólo genera frustración, sino que puede estar alimentando entre las personas que la consultan la sensación de que la página está caída, al punto que fue necesario que la Registraduría anunciara por sus redes sociales que el supuesto comunicado de prensa al respecto de la caída de la página que circuló por redes sociales en la mañana del día de votación era falso.
Lea también: A la “Registraduría del siglo XXI” le falló la tecnología en las elecciones
Esta es simplemente una expresión más de los problemas que ya hemos visto y descrito durante este año electoral: la precarización de la RNEC como institución por cuenta de sus reiterados errores, improvisaciones y soluciones parciales ha conseguido aumentar las dudas al respecto de su capacidad y minar la confianza en su correcto funcionamiento.
Es decir, ha logrado todo lo contrario de su tarea institucional que es brindar garantías y seguridades para el proceso electoral, abriendo la puerta a reclamaciones de fraude que cada vez tiene menos autoridad institucional para desmentir. Con cada paso en falso se vuelve más fácil inventar y poner a circular noticias falsas y se vuelve más complicado para el RNEC desmentirlas.
Biometría durante la jornada
Una segunda muestra de este fenómeno es el uso de biometría dactilar durante las votaciones. En todas las mesas del territorio nacional se está usando la biometría que ya conocíamos y vienen ensayando: los votantes deben poner su huella dactilar con tinta sobre el papel, además de entregar la cédula y firmar una lista. Pero, además, dicen que en poco más de 20.000 mesas hay ahora lectores biométricos de huella digital electrónicos y conectados a un computador o una tablet.
Su propósito, al menos en papel, es evitar la suplantación, es decir evitar que las personas se hagan pasar por alguien más para votar. Todos los demás mecanismos que se usan tienen el mismo objetivo: los y las jurados en las mesas comparan la foto de la cédula con el rostro de la persona que vota, la firma pretende constatar que la persona sí es ella misma y la huella en tinta es una garantía de lo mismo, que podría usarse posteriormente. En ese sentido, sumar los lectores electrónicos de huella digital no es una garantía adicional de nada, sino una prueba de la tecnología que se justifica como más eficiente para evitar la suplantación.
Sin cuestionar si realmente esta tecnología es la respuesta al problema, en el contexto de nuestro país, lo que sí evidenciamos es quejas por problemas con los lectores.
De lo que se ve en redes sociales de la experiencia es que están repartidos de manera absolutamente arbitraria en el territorio nacional. Hay más o menos un lector por cada cinco mesas de votación y las personas describen que éstos entorpecen el flujo de votantes. Apuntan que con mucha frecuencia no consiguen leer las huellas de las personas. Cuando esto sucede el procedimiento es simplemente ignorar este requisito y proceder como si el lector electrónico simplemente no estuviera ahí. Habría que ver cómo se refleja esto en la evaluación de las pruebas de esta tecnología, pues a juzgar por estas experiencias los lectores no son ni más seguros ni más eficientes.
Tampoco es posible saber qué pasa con los datos que se recogen. Las huellas dactilares son como los demás datos biométricos y esto en la ley colombiana significa dato sensible, que tiene además una gestión especial. De otra parte, según nos dijeron los problemas que el sistema acepta como “excepción” para no usar este lector cuando esté disponible es por dermatitis, mutilación o deformidad, toda información médica, que también es considerada dato sensible de especial protección.
Las preguntas que nos surgen son: ¿qué pasa entonces con las huellas y datos médicos recogidos a lo largo de la jornada en 20.000 lectores por todo el país? ¿Para qué sirven esos 20.000 aparatos? ¿Qué función cumplen realmente? ¿Habrá habido un solo caso en todo el territorio nacional en que esta inclusión de tecnología evitara la suplantación? Todo parece indicar que no.
Entonces, la pregunta final es ¿quién rinde cuentas por este otro ensayo y la ausencia de garantías?
* Coordinador del área de Autonomía y Dignidad, Fundación Karisma.