Elecciones 2022 y los temores de la injerencia extranjera
Las declaraciones de la subsecretaria de Estado Victoria Nuland sobre una posible influencia externa en la justa electoral despertaron fantasmas y temores, a menos de un mes de la convocatoria a las urnas.
El pasado 8 de febrero, la subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos de EE. UU., Victoria Nuland, tuvo un encuentro en la Casa de Nariño con el presidente Iván Duque. Al final de este, en rueda de prensa, advirtió sobre posibles peligros de desinformación que podría enfrentar el proceso electoral colombiano de 2022 y habló del riesgo de “actores externos, los autoritarios y aquellos que no les desean bien a nuestras democracias”. Aunque no lo mencionó, muchos leyeron el señalamiento en clave de Rusia y Venezuela. Esto se confirmó al día siguiente en una entrevista con Blu Radio, en la que la funcionaria estadounidense hizo referencia a las tensiones en la frontera por cuenta de estos dos gobiernos y a la posible participación de estos en una influencia en las próximas elecciones.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
El pasado 8 de febrero, la subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos de EE. UU., Victoria Nuland, tuvo un encuentro en la Casa de Nariño con el presidente Iván Duque. Al final de este, en rueda de prensa, advirtió sobre posibles peligros de desinformación que podría enfrentar el proceso electoral colombiano de 2022 y habló del riesgo de “actores externos, los autoritarios y aquellos que no les desean bien a nuestras democracias”. Aunque no lo mencionó, muchos leyeron el señalamiento en clave de Rusia y Venezuela. Esto se confirmó al día siguiente en una entrevista con Blu Radio, en la que la funcionaria estadounidense hizo referencia a las tensiones en la frontera por cuenta de estos dos gobiernos y a la posible participación de estos en una influencia en las próximas elecciones.
Los señalamientos sirvieron como confirmación a las alertas que en días pasados hizo el ministro de Defensa, Diego Molano, que aseguró que informes de inteligencia evidenciaban presencia de oficiales rusos en Venezuela que estarían operando en cercanías a la frontera. Este mismo fue el que comentó en mayo del año pasado que se había detectado injerencia rusa en redes sociales para favorecer las movilizaciones del paro nacional. En ambas ocasiones, los señalamientos del ministro de Defensa fueron rechazados por la Federación de Rusia y trajeron una que otra complicación diplomática. Sin embargo, las declaraciones de Nuland tienen una lectura mucho más allá de entrar a respaldar lo que ha dicho la cartera de la Defensa en ocasiones anteriores.
Vea más sobre las elecciones 2022 en la Sección Política de El Espectador
La visita y las declaraciones de la funcionaria norteamericana se dieron en el marco de la escalada de las tensiones entre EE. UU. y Rusia por el asunto de Ucrania. Tal como explica la profesora y columnista Arlene Tickner: “Es muy claro que cuando EE. UU. advierte y secunda las especulaciones colombianas de Rusia en Venezuela, es un gesto recíproco que tiene como trasfondo la crisis en Ucrania”. Para esta, ni siquiera llegan a aportar pruebas que indiquen una injerencia de Moscú en el proceso democrático colombiano, y las alertas frente a la presencia militar en la frontera tienen una lectura claramente de advertencia por lo que está ocurriendo en Europa Oriental.
No obstante, Tickner hace una lectura bastante crítica del papel que está cumpliendo Colombia en esta situación. “El ministro de Defensa, Diego Molano, ha puesto al país en una situación problemática, por no decir peligrosa, al asegurar que desde Venezuela se estarían movilizando tropas con armamento hacia zonas limítrofes, con el apoyo de Irán y Rusia. Casi pone de peón a Colombia en una situación de escala mundial en la que no tiene que ver. Casi que la apuesta es poner a Colombia como víctima de Rusia”, expresó la internacionalista, que enmarcó la movida como parte de la obsesión del gobierno de Iván Duque por lograr una reunión personal con el presidente estadounidense, Joe Biden: “Es una movida de enorme torpeza. Pone a Colombia en el ojo del huracán y a enfrentarlo con una súper potencia”.
Al igual que Tickner, algunos de los consultados hacen una diferenciación de lo que buscaría Colombia y EE. UU. con las recientes declaraciones. Según el profesor David Castrillón, experto en temas relacionados con China y EE. UU., las alegaciones de una posible interferencia rusa son “de vieja data, desde la administración Obama” y responden a “la típica noción estadounidense de la intervención de potencias como una posibilidad de amenaza”, aun sin aportar pruebas. Crean un fantasma, según Castrillón, como “una respuesta política a que están perdiendo influencia en la región, la cual todavía entienden como su patio trasero”. En cambio, este ve como justificado la forma en la que Colombia observa con temor las crecientes alianzas entre Rusia y Venezuela.
Además: Subsecretaria de EE. UU. alerta sobre la desinformación en elecciones en Colombia
Para María Teresa Aya, docente y analista de asuntos internacionales, la primera lectura de este tema parte de una visión colombiana anclada a la Guerra Fría y de ver a Rusia como el “malo” de la película y a Estados Unidos como el “bueno”. Además, expresó que la denuncia de “intervenir en las elecciones es la moda” e incluso que “si vamos a hablar de eso, tenemos rabo de paja”, debido a lo hecho por algunos miembros del Centro Democrático, partido de gobierno, en las elecciones presidenciales estadounidenses. Aya indicó que, de cierta forma, lo hecho por Estados Unidos muestra ese temor que tienen al haber sido víctimas de la injerencia rusa en la elección que ganó Donald Trump, además del interés de saber quién gana en este proceso.
Ahí entra a jugar el temor que genera Gustavo Petro, tanto para el gobierno colombiano como estadounidense. Según Arlene Tickner, la posibilidad de intervención internacional a través de la desinformación puede venir de cualquier país, pero Estados Unidos se centró en Rusia, como si fuera esta decisiva. Para la académica, esto puede ser problemático porque pareciera que estarían “esperando un resultado, como una victoria de Petro, para decir que Rusia intervino”. Mientras que por el lado colombiano, según el profesor Vladimir Rouvinski, se ha asociado la tendencia de izquierda de Petro con una posible amistad con Rusia, olvidando que “Rusia es un país capitalista”: “Son supuestos y estereotipos de la guerra fría. En mucho sentido, Colombia todavía vive esa dinámica”.
¿Es posible la injerencia internacional?
En la rueda de prensa de Nuland no se aportaron pruebas de la supuesta injerencia, algo que señalan la mayoría de consultados. “No hay ninguna evidencia de algún intento ruso de involucrarse en el proceso electoral en Colombia, aunque tienen capacidad de hacerlo, pero también EE. UU. y Europa”, expresó el profesor Vladimir Rouvinski, que destacó que es cierto que en Rusia hay fábricas de trolles, pero no hay pruebas de que estén actuando en el país. Eso sí, comentó que la presencia de medios rusos en América Latina, como RT o Sputnik, puede ser tomada como un intento de desinformación, aunque no lo sea realmente: “No mandan fake news, pero sus enfoques son bastante equivocados”.
La profesora Tickner también hizo mención de medios como RT para decir que es una muestra que hay agentes externos que hacen actividades de desinformación, pero “una cosa muy diferente es influenciar las elecciones”. Incluso, señaló estudios financiados por el Departamento de Estado de EE. UU. que no encontraron actividades de influencia más allá de la acción de estos medios oficiales. Por otro lado, el profesor e internacionalista Rafael Piñeros apuntó a que las denuncias de EE. UU. tienen poco sentido cuando ni siquiera ellos pudieron “controlar lo que sucedía en redes sociales” en sus elecciones de 2016. Para este, es muy complicado probar y medir una posible injerencia de desinformación, porque “ningún Estado puede controlar 100 % lo que ocurra en las redes sociales. No pueden controlar lo que la gente lee”.
Además: Ojo: estos son los delitos electorales establecidos en el Código Penal Colombiano
Para la Misión de Observación Electoral (MOE), a través de su directora Alejandra Barrios, no se ha tenido “ningún indicio” que nos pueda señalar que se está tratando de intervenir el proceso electoral por agentes extranjeros. “Hay picos en redes de desinformación, pero no se pudo comprobar de un ataque externo”, añadió, aclarando que tampoco se puede negar una posible intervención foránea. Aunque en este caso, dijo, no se necesita algo tan complejo como una estrategia de redes sociales, sino que el país ya lo vivió con la financiación a la campañas por parte de la multinacional Odebrecht. Barrios también habló de una posible injerencia a través de la manipulación directa de los resultados electorales. En este punto comentó que no hay las garantías suficientes en el apartado de software debido a que no se ha podido realizar las debidas auditorías por parte de externos a la Registraduría: “sin pruebas, se tiene la posibilidad de ser susceptible a cualquier tipo de hackeo”.
Desde la Fundación Karisma hicieron una advertencia similar a través de Pilar Sáenz. La experta explicó que hay dos softwares encargados del escrutinio, uno que llega hasta el nivel departamental y otro que hace la recopilación nacional, y ninguno tendría las garantías suficientes. El primero, aportado por Disproel, viene siendo auditado por JAHV McGregor, pero esta empresa no ha dado mayor información de su auditoría, sin importar que ya se han presentado fallos en el tema de inscripción de cédulas. El segundo software, a cargo de Indra, no estaría listo a falta de un mes para las elecciones y este siquiera tendría asignada una auditoría externa, por lo que todo dependería de las garantías que dé la Registraduría y los errores que se encuentren en las jornada de tan solo un día que habilitó este ente para revisar los softwares. Para Sáenz, hay varios puntos frágiles debido a que no se sabe cómo se van a hacer, y esto podría favorecer a la manipulación de resultados, como ya ocurrió en 2014 con el Partido Mira.