Francia Márquez y la promesa de un poder para el pueblo
La abogada y lideresa ambiental caucana se convierte en la segunda mujer en llegar a la Vicepresidencia y en la primera persona afro en ocupar el segundo cargo más importante del país.
La poesía y la historia de las negritudes se encuentran y se entretejen. Se susurran mensajes de resistencia y se anuncian hitos alentados por esas voces del pasado. Hoy los versos de poetas negras afroamericanas, como Maya Angelou, son el vestido que cubre de dignidad a la próxima vicepresidenta de Colombia: “De las barracas de vergüenza de la historia / yo me levanto / desde el pasado enraizado en dolor / yo me levanto / soy un negro océano, amplio e inquieto, / manando/ me extiendo, sobre la marea, / dejando atrás noches de temor, de terror, / me levanto, / a un amanecer maravillosamente claro”, escribió Angelou en 1978.
Francia Elena Márquez Mina recoge el caminar de 171 años de la población negra en Colombia. Ella es un eslabón de la cadena, ella es la materialización de una lucha que ya no se hace con vergüenza, ni con dolor. Sí con rabia y mucha reivindicación. La cadena no acaba con ella. La vicepresidenta electa es la promesa de que el poder para el pueblo apenas comienza, se redistribuye y se ensancha. En sus palabras, “de vivir sabroso”.
Lea: “Vamos a reconciliar a esta nación, sin miedo”: Francia Márquez.
Ayer la historia no solo recayó en Gustavo Petro, quien se convertirá en el primer presidente de izquierda de Colombia, sino que la historia también la está marcando la lideresa y abogada de Suárez (Cauca). Ella será la primera persona afrodescendiente en llegar al segundo cargo más importante del país y la que representa todos esos frentes de luchas de la población negra en contra de la pobreza, el hambre, la desigualdad, el olvido estatal, el racismo, el sexismo interseccional, la falta de oportunidades y un no futuro.
Los caminos de la resistencia
Tiene de apellido un título nobiliario, pero nada en su vida le ha sido gratuito. A diferencia del privilegio, Francia Elena Márquez Mina creció en una familia llena de necesidades, en la que los más pequeños debían trabajar. Desde niña conoció la rudeza de las minas y de la vida. Las circunstancias la hicieron lideresa. Al igual que su mamá de joven, tomó la vocería en defensa del río Ovejas, de la vereda de Yolombó. Entendió que el cuidado de la vida es un todo, que la tierra es patria y que la comunidad es tribu, es unión y fuerza.
Se convirtió en madre soltera por primera vez a los 16 años. A sus 21 tuvo su segundo hijo. La joven que soñaba en convertirse en antropóloga y viajar a África tras las pistas de sus antepasados tuvo que reinventarse en la adversidad. Fue empleada doméstica y cuando pudo estudiar se decidió por el derecho. Alguien de la comunidad de La Toma debía ponerles el pecho a la minería ilegal y a la explotación de la tierra por parte de multinacionales con el amén de los gobiernos de turno.
Vea Francia Márquez: “Logramos un gobierno del pueblo”
Mientras estudiaba, tuvo que asumir precozmente el papel de abogada, fue una de las tutelantes en contra del Estado por vulnerar los derechos de identidad e integridad étnica, cultural, social y económica de las comunidades afrodescendientes. Este recurso llegó hasta la Corte Constitucional, que expició la Sentencia T-1045A de 2010, en la que exige la obligatoriedad de la consulta previa en territorios étnicos y ancestrales.
Graduarse para ella significó más esfuerzos y sacrificios. Las necesidades que pasó no la amilanaron, tuvo que suspender semestres, rebuscarse cómo pagar la carrera, hasta que obtuvo su título en 2020 por parte de la Universidad Santiago de Cali. Tras la sentencia de 2010, Márquez, junto a otras mujeres del norte del Cauca, encabezaron la “Marcha de los Turbantes” para exigir el cumplimiento de la jurisprudencia de la Corte.
Este hecho se tradujo en el reconocimiento de la reparación colectiva de 27 consejos comunitarios del norte del Cauca, aquejados por la minería ilegal, las concesiones a multinacionales para explotar los recursos de la tierra, la contaminación de las aguas, la presencia de grupos armados, la pobreza y la desigualdad. Ese liderazgo por el medio ambiente y su comunidad la convirtieron en objetivo de los ilegales, como víctima de desplazamiento y amenazas participó en los diálogos de paz con las Farc, aportando al capítulo étnico que adoptó el Acuerdo de Paz.
En 2018 fue galardonada con el Premio Goldman, considerado el Nobel del Medio Ambiente. “Soy parte de un proceso, de una historia de lucha y resistencia que empezó con mis ancestros traídos en condiciones de esclavitud. Soy parte de la lucha frente al racismo estructural. Soy parte de quienes luchan por seguir pariendo la libertad y la justicia. De quienes conservan la esperanza por un mejor vivir. De aquellas mujeres que usan el amor maternal para cuidar su territorio como espacio de vida. De quienes alzan la voz para parar la destrucción de los ríos, de los bosques y los páramos”, fueron algunas de sus palabras aquel 24 de abril de 2018.
También: Francia Márquez: la primera persona afro en llegar a la Vicepresidencia.
Ese mismo año se lanzó a la política electoral como candidata a una de las curules afros en la Cámara por el Consejo Comunitario del río Yurumanguí. No ganó, pero tampoco perdió, porque desde entonces cosechó, y este domingo recogió los frutos. En 2020 anunció su aspiración a la Presidencia alrededor del proyecto político “Soy porque somos”. En 2021 se unió al Pacto Histórico y en 2022 logró la tercera votación de todas las consultas interpartidistas, con casi 800.000 votos. Ese caudal electoral la puso como la fórmula vicepresidencial de Petro.
La Vicepresidencia
Desde que fue nombrada fórmula de Gustavo Petro, Márquez Mina dio luces sobre la vicepresidenta que sería. Una que no se queda callada y sumisa, que señala el inconformismo y que mete el dedo en la llaga dentro de un sistema político racista, machista y patriarcal, en el que opera el mismo Pacto Histórico. En estos meses de campaña mostró la transición de la lideresa a la política, sin dejar el activismo y la denuncia, de su capacidad de convocar y representar a unas mayorías sociales que poco se identificaban con la política tradicional.
Por sentirse “irrespetado” por ella, César Gaviria cerró toda puerta de negociación para que el Partido Liberal llegara a la coalición de izquierda. Un indicador de que esa política tradicional está incomodándose por el surgimiento de liderazgos como el de la nueva vicepresidenta. Tampoco guardó silencio frente a Daniel Quintero, alcalde de Medellín, y marcó distancia con su gobierno criticado por corrupción, a diferencia de Petro que ha salido en su defensa.
Como vicepresidenta, Márquez Mina tendrá la primera tarea de crear el Ministerio de la Igualdad, un despacho pensado para cerrar las brechas de desigualdad entre mujeres y hombres, ricos y pobres, campo y la ciudad, entre las periferias y el centro. Otras tareas que asumirá son las de potenciar el litoral Pacífico y los derechos étnicos. “Así que las mujeres de Colombia, los territorios excluidos y los pueblos excluidos por su color de piel o por su ancestro histórico y cultural son las tres funciones que la vicepresidenta va a tener como eje de desarrollo del primer gobierno popular del país”, dijo Petro cuando la introdujo como fórmula.
Aunque él es el presidente, Francia Márquez es la promesa de la diversidad, de la inclusión y de la renovación de un proyecto político que promueve un cambio estructural para el país. “Gracias por haber hecho el camino, por haber sembrado la semilla de la resistencia y la esperanza”, dijo la hoy vicepresidenta electa en su discurso de la victoria, saludando a las mujeres, a los indígenas, a las negritudes, a los jóvenes, a los campesinos, a esa mayoría social invisibilizada y marginalizada. “Como lunas y como soles, / con la certeza de las mareas, / como las esperanzas brincando alto, / así… / yo me levanto (Angelou)”. Mañana, 20 de junio, se levanta un nuevo país.
La poesía y la historia de las negritudes se encuentran y se entretejen. Se susurran mensajes de resistencia y se anuncian hitos alentados por esas voces del pasado. Hoy los versos de poetas negras afroamericanas, como Maya Angelou, son el vestido que cubre de dignidad a la próxima vicepresidenta de Colombia: “De las barracas de vergüenza de la historia / yo me levanto / desde el pasado enraizado en dolor / yo me levanto / soy un negro océano, amplio e inquieto, / manando/ me extiendo, sobre la marea, / dejando atrás noches de temor, de terror, / me levanto, / a un amanecer maravillosamente claro”, escribió Angelou en 1978.
Francia Elena Márquez Mina recoge el caminar de 171 años de la población negra en Colombia. Ella es un eslabón de la cadena, ella es la materialización de una lucha que ya no se hace con vergüenza, ni con dolor. Sí con rabia y mucha reivindicación. La cadena no acaba con ella. La vicepresidenta electa es la promesa de que el poder para el pueblo apenas comienza, se redistribuye y se ensancha. En sus palabras, “de vivir sabroso”.
Lea: “Vamos a reconciliar a esta nación, sin miedo”: Francia Márquez.
Ayer la historia no solo recayó en Gustavo Petro, quien se convertirá en el primer presidente de izquierda de Colombia, sino que la historia también la está marcando la lideresa y abogada de Suárez (Cauca). Ella será la primera persona afrodescendiente en llegar al segundo cargo más importante del país y la que representa todos esos frentes de luchas de la población negra en contra de la pobreza, el hambre, la desigualdad, el olvido estatal, el racismo, el sexismo interseccional, la falta de oportunidades y un no futuro.
Los caminos de la resistencia
Tiene de apellido un título nobiliario, pero nada en su vida le ha sido gratuito. A diferencia del privilegio, Francia Elena Márquez Mina creció en una familia llena de necesidades, en la que los más pequeños debían trabajar. Desde niña conoció la rudeza de las minas y de la vida. Las circunstancias la hicieron lideresa. Al igual que su mamá de joven, tomó la vocería en defensa del río Ovejas, de la vereda de Yolombó. Entendió que el cuidado de la vida es un todo, que la tierra es patria y que la comunidad es tribu, es unión y fuerza.
Se convirtió en madre soltera por primera vez a los 16 años. A sus 21 tuvo su segundo hijo. La joven que soñaba en convertirse en antropóloga y viajar a África tras las pistas de sus antepasados tuvo que reinventarse en la adversidad. Fue empleada doméstica y cuando pudo estudiar se decidió por el derecho. Alguien de la comunidad de La Toma debía ponerles el pecho a la minería ilegal y a la explotación de la tierra por parte de multinacionales con el amén de los gobiernos de turno.
Vea Francia Márquez: “Logramos un gobierno del pueblo”
Mientras estudiaba, tuvo que asumir precozmente el papel de abogada, fue una de las tutelantes en contra del Estado por vulnerar los derechos de identidad e integridad étnica, cultural, social y económica de las comunidades afrodescendientes. Este recurso llegó hasta la Corte Constitucional, que expició la Sentencia T-1045A de 2010, en la que exige la obligatoriedad de la consulta previa en territorios étnicos y ancestrales.
Graduarse para ella significó más esfuerzos y sacrificios. Las necesidades que pasó no la amilanaron, tuvo que suspender semestres, rebuscarse cómo pagar la carrera, hasta que obtuvo su título en 2020 por parte de la Universidad Santiago de Cali. Tras la sentencia de 2010, Márquez, junto a otras mujeres del norte del Cauca, encabezaron la “Marcha de los Turbantes” para exigir el cumplimiento de la jurisprudencia de la Corte.
Este hecho se tradujo en el reconocimiento de la reparación colectiva de 27 consejos comunitarios del norte del Cauca, aquejados por la minería ilegal, las concesiones a multinacionales para explotar los recursos de la tierra, la contaminación de las aguas, la presencia de grupos armados, la pobreza y la desigualdad. Ese liderazgo por el medio ambiente y su comunidad la convirtieron en objetivo de los ilegales, como víctima de desplazamiento y amenazas participó en los diálogos de paz con las Farc, aportando al capítulo étnico que adoptó el Acuerdo de Paz.
En 2018 fue galardonada con el Premio Goldman, considerado el Nobel del Medio Ambiente. “Soy parte de un proceso, de una historia de lucha y resistencia que empezó con mis ancestros traídos en condiciones de esclavitud. Soy parte de la lucha frente al racismo estructural. Soy parte de quienes luchan por seguir pariendo la libertad y la justicia. De quienes conservan la esperanza por un mejor vivir. De aquellas mujeres que usan el amor maternal para cuidar su territorio como espacio de vida. De quienes alzan la voz para parar la destrucción de los ríos, de los bosques y los páramos”, fueron algunas de sus palabras aquel 24 de abril de 2018.
También: Francia Márquez: la primera persona afro en llegar a la Vicepresidencia.
Ese mismo año se lanzó a la política electoral como candidata a una de las curules afros en la Cámara por el Consejo Comunitario del río Yurumanguí. No ganó, pero tampoco perdió, porque desde entonces cosechó, y este domingo recogió los frutos. En 2020 anunció su aspiración a la Presidencia alrededor del proyecto político “Soy porque somos”. En 2021 se unió al Pacto Histórico y en 2022 logró la tercera votación de todas las consultas interpartidistas, con casi 800.000 votos. Ese caudal electoral la puso como la fórmula vicepresidencial de Petro.
La Vicepresidencia
Desde que fue nombrada fórmula de Gustavo Petro, Márquez Mina dio luces sobre la vicepresidenta que sería. Una que no se queda callada y sumisa, que señala el inconformismo y que mete el dedo en la llaga dentro de un sistema político racista, machista y patriarcal, en el que opera el mismo Pacto Histórico. En estos meses de campaña mostró la transición de la lideresa a la política, sin dejar el activismo y la denuncia, de su capacidad de convocar y representar a unas mayorías sociales que poco se identificaban con la política tradicional.
Por sentirse “irrespetado” por ella, César Gaviria cerró toda puerta de negociación para que el Partido Liberal llegara a la coalición de izquierda. Un indicador de que esa política tradicional está incomodándose por el surgimiento de liderazgos como el de la nueva vicepresidenta. Tampoco guardó silencio frente a Daniel Quintero, alcalde de Medellín, y marcó distancia con su gobierno criticado por corrupción, a diferencia de Petro que ha salido en su defensa.
Como vicepresidenta, Márquez Mina tendrá la primera tarea de crear el Ministerio de la Igualdad, un despacho pensado para cerrar las brechas de desigualdad entre mujeres y hombres, ricos y pobres, campo y la ciudad, entre las periferias y el centro. Otras tareas que asumirá son las de potenciar el litoral Pacífico y los derechos étnicos. “Así que las mujeres de Colombia, los territorios excluidos y los pueblos excluidos por su color de piel o por su ancestro histórico y cultural son las tres funciones que la vicepresidenta va a tener como eje de desarrollo del primer gobierno popular del país”, dijo Petro cuando la introdujo como fórmula.
Aunque él es el presidente, Francia Márquez es la promesa de la diversidad, de la inclusión y de la renovación de un proyecto político que promueve un cambio estructural para el país. “Gracias por haber hecho el camino, por haber sembrado la semilla de la resistencia y la esperanza”, dijo la hoy vicepresidenta electa en su discurso de la victoria, saludando a las mujeres, a los indígenas, a las negritudes, a los jóvenes, a los campesinos, a esa mayoría social invisibilizada y marginalizada. “Como lunas y como soles, / con la certeza de las mareas, / como las esperanzas brincando alto, / así… / yo me levanto (Angelou)”. Mañana, 20 de junio, se levanta un nuevo país.