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El presidente electo, Gustavo Petro, se enfrentará a un escenario complejo en el Congreso. Si bien todavía no finaliza el escrutinio de las legislativas, se prevé que el Pacto Histórico tenga una bancada aproximada de 47 congresistas entre Senado y Cámara. Se les pueden sumar los 10 congresistas del Partido Comunes, nueve de los 16 representantes de las curules de paz y unos 10 congresistas de Alianza Verde y el Partido Liberal que decidieron apoyar su candidatura en la segunda vuelta presidencial, pero aún así no alcanza a ser la mayoría de un Congreso en el que, sumados, dominan los partidos tradicionales (Conservador, Liberal, Partido de la U, Cambio Radical y Centro Democrático).
Además de las cuentas, vale recordar que cuando Petro fue alcalde de Bogotá no tuvo una buena relación con los concejales de la capital y por eso no le tramitaron la mayoría de sus proyectos, lo que generó buena parte de las críticas sobre la baja ejecución de obras y otras grandes iniciativas que prometió en campaña que, si quiere que no se repitan, tendrá que acudir de forma inevitable a negociar con ciertos sectores.
La negociación será, por supuesto, con los congresistas con los que pueda tener algo de sintonía en cuanto a temas y programas para las regiones en las que Petro ganó. Por lo demás, el nuevo presidente tendrá una fuerte oposición encabezada por el Centro Democrático, que desde ayer anunció que tendrá todos los ojos puestos en la gestión. “Aquí estoy y soy oposición. No los voy a abandonar. Los socialistas solo saben destruir y nuestra obligación es defender la libertad”, escribió ayer la senadora María Fernanda Cabal, la más votada de esa colectividad.
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El programa de gobierno de Petro contiene varias reformas que direccionan al cambio que prometió, y para que no le ocurra lo mismo que en Bogotá tendrá que poner a prueba su capacidad de generar consensos para adelantar los proyectos que dependen del Legislativo. Según analistas, en este punto serán claves colectividades como el Partido Liberal, la Centro Esperanza y Alianza Verde. Los congresistas de estos partidos se dividieron entre ambas campañas, y aunque algunos se declararon en independencia, todo se definirá cuando inicien las sesiones y empiecen las negociaciones.
“No va a ser fácil porque su programa de gobierno tiene muchos cambios fuertes”, destacó el docente Yan Basset, del Grupo de Estudios Políticos de la Universidad del Rosario. Para el analista, Petro y su bancada tendrán que negociar con un Congreso en el que no tienen mayorías y que por lo mismo “no está dispuesto a aceptarle todo”.
Una opinión similar emitió la politóloga Isabel González, gerente de la consultora Búho, quien considera que la relación entre Petro y el nuevo Congreso será “la ponderación perfecta” y habrá un gran equilibrio. Eso aplacaría ciertas situaciones que el voto antipetrista planteó en campaña, como la posibilidad de una reelección u otros temas densos cuya votación se terminaría definiendo, como en esta elección presidencial, por un margen estrecho. “Se enfrentará a un Congreso donde se mantendrán un balance y la democracia”.
Acá es donde el mensaje de unidad y de acuerdo nacional que desde la recta final de la campaña viene repitiendo Petro se pondrá a prueba. Para Basset, desde la campaña mostraron que están listos para negociar no solo con congresistas, sino incluso con sectores empresariales. “Será tenso, porque no es común que tengamos un presidente de izquierda y con un programa de cambio, pero hay buena disposición para negociar”.
Para ambos analistas, el acercamiento con otras fuerzas podría no necesariamente ser ideológico. Petro ganó en las costas Caribe y Pacífica, y en el sur del país, así que la lógica regional podría también ser clave en esa búsqueda de consensos.