“Nuestra campaña queda en manos de las mujeres”: Gustavo Petro
A dos semanas de la segunda vuelta presidencial, el candidato del Pacto Histórico habló con El Espectador sobre el futuro de su candidatura, las alianzas políticas que adelanta y sus apuestas para vencer a Rodolfo Hernández el 19 de junio.
Jhordan C. Rodríguez
Analistas dicen que el domingo de los resultados usted no tuvo una actitud triunfalista, porque esperaba competir con Federico Gutiérrez. ¿Cómo asumió lo sucedido?
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Analistas dicen que el domingo de los resultados usted no tuvo una actitud triunfalista, porque esperaba competir con Federico Gutiérrez. ¿Cómo asumió lo sucedido?
Quien sea el competidor no tiene nada que ver. Nosotros veíamos altamente probable que Rodolfo Hernández pasara a segunda vuelta. Lo que pasa es que mucha gente creyó que se podía ganar en primera o estar muy cerca. Entonces, esa expectativa no dejó que el 40 % de la votación a nuestro favor se experimentara como un enorme triunfo, como debía ser.
Inmediatamente, ciertos sectores de la prensa trataron de mostrar que el triunfo había sido una derrota. Es decir, que la victoria fue del que perdió y no del que ganó. Eso tiene una intención política y es generar dudas sobre nuestra capacidad para ganar en segunda vuelta presidencial.
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Nosotros tuvimos una victoria el pasado domingo. Esa victoria me pone cerca de ganar el próximo 19 de junio. El candidato Rodolfo Hernández tiene el oxígeno que le generan las facciones uribistas que se quedaron sin aspirante, pero que cuentan. Nosotros tenemos también unas opciones muy altas de lograr lo que falta. Tenemos entre el 40 % y el 50 % de probabilidades de salir victoriosos. De hecho, los trackings de la campaña, e incluso el que se hace en función de favorecer a Rodolfo, nos muestran que tenemos la intención de voto del 45 %. Es decir, hasta en ese escenario solo nos faltarían cinco puntos, que representan un millón de votos.
¿Y de dónde va a sacar ese millón de votos que le faltan?
Están perfectamente en el mundo de la abstención cercana, porque las zonas que votaron por nosotros tuvieron una alta abstención debido a problemas objetivos, como el transporte el día de las elecciones. Así que vamos muy confiados. Estas semanas, antes de la segunda vuelta, son de descubrimiento que hace la ciudadanía sobre los dos candidatos. Yo he estado muy expuesto desde siempre. El otro candidato era invisible antes y ahora debe ser desnudado por la gente. En ese ensayo de desnudez que hace la ciudadanía sobre sus opciones tenemos una ventaja enorme, porque lo que va resultado es que la lucha contra la corrupción no la puede hacer una persona profundamente sindicada de corrupción, en un estado avanzado del proceso de juicio.
¿Cómo harán para que los abstencionistas voten el 19?
Hubo un abstencionismo relativo. Si usted coge los indicadores de participación electoral de las zonas en las que ganó Rodolfo, se da cuenta de que son altos. En cambio, en las nuestras, son bajos. Hay una alta oportunidad para movilizar ese electorado que no logró llegar a las urnas. Eso es un tema de transporte, básicamente.
¿Qué les dice a los votantes que le tienen miedo por llamarlo “guerrillero” o “castrochavista”?
El tipo de mensaje construido sobre la mentira tiene una audiencia. Y no porque la gente sea boba, sino porque en su mentalidad hay una visión conservadora sobre la vida y el país. Ese es el electorado que votó por Uribe todas las veces que se presentó a la Presidencia, y es también el electorado que votó por el no en el plebiscito de 2016. La misma geografía nacional que votó por el no fue la que votó el domingo pasado por Rodolfo Hernández. No es un electorado falto de información, sino que es un electorado que, por su ubicación geográfica, no le interesa el cambio de Colombia. Me refiero, por ejemplo, a pequeños municipios andinos, poblaciones que quisieran mantener las cosas como están y que son menos excluidas que los municipios caribeños y del Pacífico que votaron por nosotros. Esa población es grande y siempre ha tenido peso en la historia de Colombia. Hoy podríamos decir que el viejo conservatismo y el viejo liberalismo, que ya no se representan en dichos partidos, se reflejan en estas nuevas realidades políticas. Pero la mayoría del pueblo colombiano quiere el cambio. En esa medida, espero obtener la mayoría de los apoyos. Vamos a ver si esto que pienso se vuelve realidad.
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Cómo se gestó el apoyo de Antanas Mockus y otras figuras de centro?
Cuando este bloque sale de la competencia, que se autodestruyó muy lamentablemente, hay toma de posiciones. No quedan sino dos candidatos. Para muchas personas decentes, la selección es fácil: eligen a Petro. Por eso hemos contado con Mockus y Alejandro Gaviria. Casi que todo el partido Alianza Verde está con nosotros. Vamos a ver con los Galán qué sucede. Hay otras personas a las que el ego les superó el interés general, entonces actúan más por venganza que por cualquier otra cosa. Ellos se fueron al otro lado. No obstante, son una minoría.
¿Ve que estas adhesiones pueden sumar los votos que faltan?
No es tanto por la cantidad de votos, pues una persona no se puede valorar por cuántos apoyos tiene, sino por la capacidad que muchas de esas figuras han acumulado, cosa que para el proyecto de gobierno que queremos implementar es clave.
¿Usted le asegura al electorado que parapolíticos y cercanos a esas cuestionadas casas no lo están acompañando? Lo digo por la nota de La Silla Vacía sobre el apoyo de Hugo Rada (que ha sido candidato de “la Gata”), Sandra Villadiego (esposa de Miguel Ángel Rangel) y el clan Montes...
El tema de Sandra Villadiego nosotros lo superamos antes de las elecciones legislativas. Yo me puse en la tarea, cuando salió el falló que anuló la inscripción de la lista a la Cámara de Bolívar. Quedaba muy poco tiempo para las elecciones y fue casi que una experiencia mágica, porque yo me fui a Bolívar y hablé con Cha Dorina Hernández, a quien conocía porque fui muy amigo de su esposo Dionisio. A él siempre le había propuesto ser candidato a la Gobernación de Bolívar, pero él prefería Cartagena.
El caso es que Cha Dorina aceptó la postulación para la Cámara por ese departamento y la lanzamos, algo que tuvo mucho éxito. Esto para decir que nosotros tomamos las decisiones en estas circunstancias. Cuando hay un movimiento tan grande, la capacidad de control disminuye y hay que levantar la guardia en muchas partes. En reuniones que se convocan de pronto llega uno que otro buscando subirse al tren de la victoria, pero nuestra política no se hace en alianza con gente que ha ayudado a asesinar desde el poder. Otros hacen ese tipo de alianzas, pero nosotros no.
¿Cree que Rodolfo Hernández está copiando su mensaje de cambio para aprovecharse de su capital político y confundir?
No es Rodolfo. Pienso que su equipo está en una situación un tanto incoherente. Cuando lees los escritos de ellos, lo que se lee es parte de mi programa. Cuando Rodolfo habla al público en medio de la campaña, ni siquiera imita, sino que más bien plagia las frases efectivas de Andrés Manuel López Obrador (AMLO, presidente de México). Eso es triste porque mientras los contenidos políticos de Andrés Manuel López Obrador —y él mismo— están conmigo, sus frases son utilizadas textualmente por Rodolfo para producir el mismo efecto. Yo nunca lo haría porque un dirigente político debe ser genuino pues, si no lo es, no puede asumir la dirección de un país tan complejo como Colombia. Eso pasó con Duque. Se aprendía de memoria los discursos que daba en televisión, pero que eran hechos por otros, y cuando llegó al poder quedó desnudo. Cuando eso pasa la gente se sorprende y dice: “Ah, ¿ese era por el que votamos?”. Aquí en esta contienda hay una truculencia: unos escriben el discurso del programa imitándonos. El otro plagia a López Obrador para producir efectos en la ciudadanía. Y cuando Rodolfo habla, realmente aparece todo lo contrario a lo que dice en sus discursos. Sí hay un gran poder manipulador en la opinión pública y eso es lamentable. La única propuesta de él que he podido captar como algo diferente a las que hacemos nosotros es muy peligrosa. Su propuesta es cambiar el IVA del 19 % por el impuesto a las ventas, que es del 10 %. Cuando usted ve esos números inmediatamente piensa que van a bajar los impuestos. La gente escucha eso y vota por él, porque cree que va a bajarle los impuestos, pero resulta que es al revés: una cosa es el IVA que se aplica al valor agregado, que es apenas una parte del precio, y el impuesto a las ventas es por la totalidad del precio, lo que quiere decir que el IVA del 19 % resulta siendo menos cobro a los colombianos que el 10 % al impuesto a las ventas. Esto tiene una consecuencia gravísima: cuando se aplica esta idea a los alimentos, eleva el precio. Aquí estamos diciendo que ese es el mismo camino que aplicó el exministro Alberto Carrasquilla cuando pidió elevar el IVA a la canasta básica familiar, que generó el estallido social.
¿Considera que el liderazgo de Rodolfo Hernández, quien no es un político sino un empresario, es peligroso para el país?
Rodolfo es un político. Él fue concejal en la década del 90. Estamos hablando de una larga carrera política, que además fue siempre sancionada por hechos de corrupción. Es decir, es el tipo de político que hace negocios con la política. Fue sancionado antes por la Procuraduría, por usar su condición de concejal para provocar un volteo de tierras en las que él se benefició para empezar su fortuna, y por eso es que actualmente está procesado. Volverse millonario con la política se llama corrupción.
¿Pero cree que su liderazgo es peligroso?
Cuando un ciudadano no se da cuenta de esa condición que describo arriba y actúa por la emoción y no por la razón. El pueblo alemán actuó con emoción sin razón en 1933. Cuando eso pasa crece en el irracionalismo, lo que lleva a las sociedades hacia el abismo. La emoción es importante, pero tiene que ir con la razón.
Digamos, cada vez que las sociedades actúan por omisión, pero sin la razón, crece lo que se llama el irracionalismo y las sociedades van hacia el abismo. La emoción es importante, pero con la razón; nunca le puedes quitar la razón. Estas formas de hacer debates... de hacer debate no, porque el debate precisamente es para generar razón y mira lo que ha pasado. Entramos a un mundo donde el lector no tiene elementos razonables, sino emocionales. Si se quitan los elementos razonables, caemos a un abismo.
Usted estuvo esta semana en el debate feminista. ¿Qué tan comprometido salió usted de ese espacio? ¿Qué aprendió de nuevo?
Nosotros tenemos ya una práctica por la igualdad de las mujeres, no solamente un discurso. Yo lo llamo la emancipación de la mujer, que se mide como en dos grandes perspectivas. El tema de la igualdad, que ha sido discutido en Colombia, que es una sociedad machista patriarcal. La mujer ha sido subordinada tradicionalmente en Colombia: en la política, en la economía, en la familia. Entonces hay un proceso que no viene de ahora, sino que viene de atrás, de emancipación de la mujer en términos de ir ganando igualdad frente al hombre, lo cual ha provocado en sectores masculinos reacciones de violencia. El feminicidio es la expresión de hombres de muy bajo carácter, muy cobardes, pero que reaccionan con violencia ante la liberación de la mujer, no pueden resistir ni aguantar a una mujer independiente, una mujer autónoma. Entonces este es un gran escenario donde nosotros tenemos que incentivar la igualdad salarial, el reconocimiento del trabajo en el hogar para que conmute con el tiempo pensional, porque es un trabajo, el reconocimiento del trabajo en el hogar como parte del producto interno bruto (PIB); el hecho de que no se reciba salario no significa que no sea trabajo. La posibilidad de transformar el Ministerio del Trabajo, sobre todo las inspecciones de trabajo, en inspecciones de igualdad salarial para la mujer. Aquí hay toda una dinámica de igualdad, la posibilidad de más poder político, que en eso también llevamos una práctica, porque la mitad de las curules del Pacto Histórico son mujeres; lo hicimos expresamente, por eso cerramos la lista, la volvimos cremallera. Logramos un éxito grande ahí, es el primer gran éxito de todo este período. Francia como vicepresidenta también al frente del Ministerio de la Igualdad, que pensamos crear con este fin de la igualdad de la mujer en la sociedad colombiana. Entonces aquí toda esta ya es una dimensión que tiene práctica, no solo discurso.
Salí con más reflexiones. Ahora, en el debate, más bien del foro, porque no fue el otro candidato, siempre hay temas con los que un hombre queda sorprendido de construcciones políticas que no conoce. Yo he venido aprendiendo sobre qué significa la sonoridad, que hay feminismos diferentes, la diferencia entre sexo y género, temas que no cualquier ciudadano logra captar. Hay toda una visión que en realidad es construida por las mujeres, que necesitan espacios de poder en nuestro propio gobierno para que se vayan fortaleciendo.
Sara Tufano propuso que esta recta final sea liderada por mujeres, ¿qué opina?
En estas semanas, la campaña queda realmente en manos de la gente. Como candidatos es poco ya lo que podemos generar en términos de hechos políticos nuevos. La fase de primera vuelta es la que permite eso. La segunda vuelta realmente es una fase de la sociedad. Eso sí, nuestra campaña queda en manos de las mujeres, dado que la postura del otro candidato frente a este tema es profundamente retrógrada, casi de talibán. Son las mujeres en su diversidad las que entrarán a decidir la campaña. La pregunta es si la candidatura de mi contrincante las favorecería o no. ¿Cómo puede haber democracia si la mitad de la población está subordinada?
¿Considera cierto que usted se ha equivocado en su tono contestatario?
Ellos atribuyen más la agresión de la que se sienten víctimas no a mis palabras, sino a las palabras de otras personas en la campaña, sobre todo en redes. Incluso de personas que uno no conoce, pero que crean climas de agresión, digamos de tipo verbal, y a ese tipo de circunstancias le achacan sus decisiones. En mi opinión, y sin que deje de reconocer que eso existe en las redes como un bullying de burbujas, las posiciones políticas no se toman según ese tipo de circunstancias. Las decisiones políticas se deben tomar siempre de acuerdo al interés general. Todos tenemos egos, pero jamás el ego se puede poner por encima del interés general de la sociedad.
En este punto, ¿le interesa hacer puentes con el establecimiento que en el pasado ha criticado?
Sí. Estamos ante dos candidatos y ahí la toma de posición se vuelve inmediatamente categórica. Mucha gente tiene que encajarse en dos posiciones a la hora práctica de definir la segunda vuelta. Entonces, gente que nos ha criticado, con los que hemos tenido discusiones alrededor de temas específicos, al final ven que es más lo que coincide de los dos con ellos. Por eso muchos y muchas me apoyan.
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Usted cuenta con varios influencers en su campaña para transmitir su “política del amor”, pero algunos de ellos han salido con actos contradictorios como los de este video:
¿Qué dice de este episodio que protagonizaron algunos de los influencer adheridos a su campaña?
Uribe construyó durante varias décadas, ya dos, una idea política sobre el sectarismo y el odio que tiene esa misma reacción, pero aquí hay una oportunidad y es que cuando sale el uribismo directamente y ahora tiene que meterse a través de cuerpo ajeno para poder mantenerse en el poder, y Rodolfo los necesita, porque sin esa votación pues no me llega ni a la mitad del electorado. Él necesita al uribismo y el uribismo lo quiere, pero hay una oportunidad y es que él realmente no hace parte de los procesos uribistas explícitos. Van a hacer una coalición de fuerzas, pero a Rodolfo eso le permite, y es un tanto mi propuesta sobre el acuerdo nacional, que se pudiera superar el sectarismo y el odio, no que se superen las diferencias políticas, porque esas siempre existirán y es parte de la riqueza de la política, sino que se tramiten las diferencias políticas sin el sectarismo y el odio. Es lo que yo llamo la política del amor, que permite encuentros y desencuentros, pero los desencuentros no deben generar odio. Este tipo de mensajes son herederos de la política de Uribe y se reflejan en acciones de los colombianos, así sean antiuribistas.
¿Cómo interpreta usted entonces este episodio de sus seguidores en el que insultan a una mujer?
Son formas comunicacionales que no coinciden con mi planteamiento. Esto tiene que ver un poco con la heredad de lo que ha sido la política colombiana en el siglo XXI. Es una política que se ha construido por protagonismo de Uribe, que ha sido el dueño del poder en todo este período, con una política de sectarismo y odio. Eso no existía antes. Son acciones que tienen que corregirse a través de la pedagogía. El presidente de la República tiene una gran capacidad pedagoga. Una de las primeras cosas que yo haría siendo presidente es invitar a Rodolfo al Palacio de Nariño a hablar de temas y posibilidades de acuerdos sobre reformas fundamentales para Colombia. Ese simple hecho que, fíjese, no ha sucedido en los gobiernos uribistas con sus oposiciones, nos permitiría cambiar completamente el clima político. Y no es que haya unanimismo. Va a haber diferencias, pero estas no serán usadas para construir sectarismo y odio. Nuestra propuesta es de un cambio real de la política de Colombia.
Ante una eventual pérdida, ¿aceptaría la curul de la oposición?
Ahí entra en un escenario, porque puede haber un recambio político. Hay un período de una bancada nueva que tiene mucha fuerza, pues son más de cincuenta parlamentarios del Pacto Histórico. Esa bancada nueva debe aprender la lógica parlamentaria, que debemos respetar, porque no soy de la tesis de acabar el Congreso. A pesar de sus males, porque recuerden que yo hice coger preso al 35 % del Senado por sus vínculos muy corruptos con el paramilitarismo y el narcotráfico. El Congreso no se puede acabar porque las instituciones se generan porque son la fórmula para construir la paz. Sucede que pierden legitimidad, pero la salida no es acabar la institución, ni burlarse de la Corte Constitucional. Hay que relegitimarlas a partir de que la ciudadanía se vuelva dueña de ellas.
¿Pero aceptaría la curul de la oposición si pierde?
Eso lo pensaría cuando llegue el momento. Por ahora estamos enfocados en ganar.
¿Qué mensaje final le manda al electorado?
Acá hay dos opciones. Yo recomiendo que no se vote pensando en que alguien que ya está enjuiciado por corrupción va a luchar contra ella. Eso sería un error enorme. Que no se piense que el cambio es simplemente la diferencia entre un discurso florido y uno lleno de groserías. Eso no es cambio. El cambio es cuando las personas pobres pueden dejar de ser pobres. Eso implica muchas políticas públicas complejas y pararse en la raya cuando sea necesario. Para ello se necesita mucha autonomía respecto a los grandes poderes económicos tradicionales. En esa medida, creo que la mejor opción que tiene disponible el pueblo colombiano es la que yo represento.