Posibles primeras damas: ¿cómo se proyectan y qué se espera de ellas?
Verónica Alcocer, Margarita Gómez, Socorro Oliveros y María Ángela Holguín son las más opcionadas en convertirse en la próxima primera dama. Más allá de su participación en campaña, quien quede tendrá la autonomía para definir qué rumbo le podrá dar a ese rol, si se mantiene en lo convencional o le da un giro a esa “oficina”.
Colombia está a pocas semanas de elegir un nuevo presidente: el próximo domingo 29 de mayo, las urnas abrirán para que los y las colombianas voten en la primera vuelta presidencial, en la que se medirán siete candidatos, entre ellos Gustavo Petro, Federico Gutiérrez, Rodolfo Hernández y Sergio Fajardo, quienes, según las encuestas, son los que puntean en intención de voto.
Junto a ellos están sus parejas. Verónica Alcocer, quien está casada con Gustavo Petro, Margarita Gómez, con Federico Gutiérrez, Socorro Oliveros, cónyuge de Rodolfo Hernández y María Ángela Holguín, novia de Sergio Fajardo, son algunas que, de quedar electos sus compañeros, cargarán con el título de primera dama de la nación, convirtiéndose en la mujer número 20 en ostentar esta denominación. La primera fue María Michelsen: en 1934 estrenó el término protocolar, luego de que Alfonso López Pumarejo quedara electo como presidente.
En esta contienda electoral, ¿Cómo se proyectan en la carrera presidencial? ¿Qué se espera de ellas en caso de llegar a ser la primera dama? Si bien hace cuatro años Verónica Alcocer estuvo en la escena pública y dio varias entrevistas hablando de su vida y su esposo, en esta ocasión la sincelejana ha tomado la batuta y ha lanzado una fuerte campaña propia, recorriendo las regiones y mostrando el “el lado positivo” de estas. Por su parte, Margarita Gómez se ha mantenido en el papel de acompañar a Gutiérrez, impulsando y reforzando uno de los mensajes del candidato: la familia tradicional. “Estoy convencido de que la institución más importante de la sociedad es la familia, y por eso el rol más importante de mi vida lo desempeño todos los días junto a mi esposa Margarita: ser el papá de Emilio y Pedro”, dice la biografía de Gutiérrez en su página oficial de campaña.
Y mientras Socorro Oliveros se encuentra al margen de la contienda -pues administra la empresa de su familia- la excanciller María Ángela Holguín acompaña a su novio en la “remontada” que está haciendo de cara a la primera vuelta. “No tiene un rol designado, pero su experiencia en el sector público es el aporte que le hace al candidato. Recuerdo que ante el fallo de La Haya en el caso San Andrés, todos en el equipo pedimos su mirada, revisó documentos. Hace unas semanas tomó la decisión de salir más al público y de acompañarlo en reuniones con el Consejo Gremial y volanteando en las calles, algo que es un sello de su campaña”, contó a El Espectador una fuente cercana a la candidatura de Sergio Fajardo.
Además de cómo se proyectan, un tema que se abre paso en la agenda de las elecciones trata de la autonomía de estas mujeres para labrarse un camino para un rol como el de la primera dama, que no es un cargo de servidor público y que tampoco representa un pago.
Si bien la participación de ellas no es fortuita, sino que responde a los intereses de cada campaña, Juliana Hernández de la Torre, directora ejecutiva de Artemisas, cree que la voz de Alcocer, Gómez y Holguín va más allá de los deseos de los candidatos y por eso no se pueden catalogar simplemente como figuras instrumentalizadas por las campañas. “Cuando uno habla de instrumentalización de las mujeres también les quita un poco la agencia, porque el punto de partida de esta idea es que son los sujetos los que toman las decisiones para que una mujer haga o no haga. Es exactamente el mismo discurso que le aplicaron a Francia Márquez cuando se lanzó como vicepresidenta, pues el argumento era que Gustavo Petro la estaba usando e instrumentalizando. Ese tipo de manifestaciones borran lo que una mujer quiere cuando participa en política y se disputa el poder”, señaló Hernández.
A estas alturas, cabe la posibilidad de preguntarse: ¿qué pasa si la esposa del próximo mandatario no quiere asumir el trabajo que se espera de la primera dama de la nación? “Esto se debe hablar desde la individualidad de las mujeres y qué quieren hacer con su vida. En este momento no sabemos si las parejas de los candidatos presidenciales van a ser realmente activas o no en ese rol. Tendríamos que ver qué quiere la que eventualmente llegue. Son especulaciones que no tienen mucho sentido, sino ver más bien el papel que ellas han decidido tener en las campañas de sus parejas. Quien llegue tendrá la opción de hacer algo o no hacer nada, y eso también está bien. El cargo se está transformando en términos de que hay más individualidad de escoger qué temas trabajar. Aunque sigue siendo algo estereotipado y con una visión conservadora, pasar de llamarlas primeras damas a gestoras sociales es un paso hacia el cambio de lo que se espera de ellas en un trabajo que hacen y por el que no les están pagando”, concluyó Paola Silva, cofundadora del colectivo feminista Siete Polas, y maestra en ciencias políticas.
Colombia está a pocas semanas de elegir un nuevo presidente: el próximo domingo 29 de mayo, las urnas abrirán para que los y las colombianas voten en la primera vuelta presidencial, en la que se medirán siete candidatos, entre ellos Gustavo Petro, Federico Gutiérrez, Rodolfo Hernández y Sergio Fajardo, quienes, según las encuestas, son los que puntean en intención de voto.
Junto a ellos están sus parejas. Verónica Alcocer, quien está casada con Gustavo Petro, Margarita Gómez, con Federico Gutiérrez, Socorro Oliveros, cónyuge de Rodolfo Hernández y María Ángela Holguín, novia de Sergio Fajardo, son algunas que, de quedar electos sus compañeros, cargarán con el título de primera dama de la nación, convirtiéndose en la mujer número 20 en ostentar esta denominación. La primera fue María Michelsen: en 1934 estrenó el término protocolar, luego de que Alfonso López Pumarejo quedara electo como presidente.
En esta contienda electoral, ¿Cómo se proyectan en la carrera presidencial? ¿Qué se espera de ellas en caso de llegar a ser la primera dama? Si bien hace cuatro años Verónica Alcocer estuvo en la escena pública y dio varias entrevistas hablando de su vida y su esposo, en esta ocasión la sincelejana ha tomado la batuta y ha lanzado una fuerte campaña propia, recorriendo las regiones y mostrando el “el lado positivo” de estas. Por su parte, Margarita Gómez se ha mantenido en el papel de acompañar a Gutiérrez, impulsando y reforzando uno de los mensajes del candidato: la familia tradicional. “Estoy convencido de que la institución más importante de la sociedad es la familia, y por eso el rol más importante de mi vida lo desempeño todos los días junto a mi esposa Margarita: ser el papá de Emilio y Pedro”, dice la biografía de Gutiérrez en su página oficial de campaña.
Y mientras Socorro Oliveros se encuentra al margen de la contienda -pues administra la empresa de su familia- la excanciller María Ángela Holguín acompaña a su novio en la “remontada” que está haciendo de cara a la primera vuelta. “No tiene un rol designado, pero su experiencia en el sector público es el aporte que le hace al candidato. Recuerdo que ante el fallo de La Haya en el caso San Andrés, todos en el equipo pedimos su mirada, revisó documentos. Hace unas semanas tomó la decisión de salir más al público y de acompañarlo en reuniones con el Consejo Gremial y volanteando en las calles, algo que es un sello de su campaña”, contó a El Espectador una fuente cercana a la candidatura de Sergio Fajardo.
Además de cómo se proyectan, un tema que se abre paso en la agenda de las elecciones trata de la autonomía de estas mujeres para labrarse un camino para un rol como el de la primera dama, que no es un cargo de servidor público y que tampoco representa un pago.
Si bien la participación de ellas no es fortuita, sino que responde a los intereses de cada campaña, Juliana Hernández de la Torre, directora ejecutiva de Artemisas, cree que la voz de Alcocer, Gómez y Holguín va más allá de los deseos de los candidatos y por eso no se pueden catalogar simplemente como figuras instrumentalizadas por las campañas. “Cuando uno habla de instrumentalización de las mujeres también les quita un poco la agencia, porque el punto de partida de esta idea es que son los sujetos los que toman las decisiones para que una mujer haga o no haga. Es exactamente el mismo discurso que le aplicaron a Francia Márquez cuando se lanzó como vicepresidenta, pues el argumento era que Gustavo Petro la estaba usando e instrumentalizando. Ese tipo de manifestaciones borran lo que una mujer quiere cuando participa en política y se disputa el poder”, señaló Hernández.
A estas alturas, cabe la posibilidad de preguntarse: ¿qué pasa si la esposa del próximo mandatario no quiere asumir el trabajo que se espera de la primera dama de la nación? “Esto se debe hablar desde la individualidad de las mujeres y qué quieren hacer con su vida. En este momento no sabemos si las parejas de los candidatos presidenciales van a ser realmente activas o no en ese rol. Tendríamos que ver qué quiere la que eventualmente llegue. Son especulaciones que no tienen mucho sentido, sino ver más bien el papel que ellas han decidido tener en las campañas de sus parejas. Quien llegue tendrá la opción de hacer algo o no hacer nada, y eso también está bien. El cargo se está transformando en términos de que hay más individualidad de escoger qué temas trabajar. Aunque sigue siendo algo estereotipado y con una visión conservadora, pasar de llamarlas primeras damas a gestoras sociales es un paso hacia el cambio de lo que se espera de ellas en un trabajo que hacen y por el que no les están pagando”, concluyó Paola Silva, cofundadora del colectivo feminista Siete Polas, y maestra en ciencias políticas.