¿Ser primera dama? La autonomía de las parejas de los candidatos
Mientras Verónica Alcocer hace su propia campaña política, Margarita Gómez dice que está “al ladito” de Fico Gutiérrez, María Ángela Holguín volantea en las calles y Socorro Olivero prefiere mantener un bajo perfil. ¿Qué se espera de ellas y cuál es su aspiración en caso de que su pareja gane la Presidencia?
Verónica Alcocer no está aspirando a un cargo de elección popular, pero sí está haciendo política. Hace 22 años desposó al senador Gustavo Petro y hoy, en el tercer intento de su marido de llegar a la Casa de Nariño como la opción de izquierda, ella dio el salto a la escena pública como una protagonista más en la contienda electoral. A la par, la excanciller María Ángela Holguín reforzó la “remontada” de su novio, el aspirante de centro Sergio Fajardo, volanteando en las calles de Bogotá, y Margarita Gómez dice no hablar de política, “solo de familia”, y se ve a sí misma como compañera del sueño de su cónyuge, el candidato de derecha Federico Gutiérrez. ¿Cómo se proyectan en la carrera presidencial? ¿Qué se espera de ellas en caso de llegar a ser la primera dama?
Una de ellas, en conjunto con Socorro Oliveros -esposa de Rodolfo Hernández-, quien se encuentra al margen de la campaña, se convertirá en la mujer número 20 en ostentar la denominación de “primera dama de la nación”. El título se comenzó a aplicar en el país en 1934, cuando María Michelsen, esposa del presidente Alfonso López Pumarejo, estrenó el término protocolar. Al parecer, este respondía a las necesidades de la época de construir una imagen para las mujeres cercanas al poder. Y no cualquier imagen, sino una recubierta de distinción, discreción y prudencia, con “desenvolvimiento en la vida doméstica y familiar, y protagonismo en obras de asistencia y caridad”, como señala el Banco de la República en un artículo sobre la función social del concepto. “Las esposas de los presidentes están siendo llamadas a encamar el rol definido para las mujeres adultas a ser damas, en la versión moderna del siglo XX”, recalca la revista Credencial Historia, edición 80, que guarda la red cultural del banco.
Ochenta y ocho años después, muchas cosas han cambiado en relación con lo que se espera de las compañeras de los candidatos, gracias a los caminos que ha abierto el movimiento social de mujeres, con luchas que aún buscan una participación política amplia de estas en su diversidad. No obstante, como dice la politóloga Karol Solís Menco, la sociedad colombiana sigue siendo conservadora en varios aspectos. Por ese detalle, la figura de primera dama (en un país cuyo máximo puesto del poder Ejecutivo ha estado únicamente en manos de hombres, que es un patrón que se repetirá en esta contienda electoral) sigue siendo un papel que sirve en campaña para que el candidato sea visto como un “hombre de familia”, en el cuadro de la “familia nuclear tradicional”, compuesta por un hombre, una mujer e hijos.
“Si en la esfera más íntima el candidato puede proyectar estabilidad y unión, se busca trasladar esa imagen y mensaje a lo público para demostrar su capacidad de gobernar el país”, expresó Solís Menco. En estas elecciones de 2022, las campañas de Federico Gutiérrez y Gustavo Petro, los dos perfilados a pasar a segunda vuelta, según las más recientes encuestas, han implementado dicha estrategia. De hecho, en el caso de Petro se ve una amplia diferencia entre su aspiración de 2018 y la de 2022: si bien hace cuatro años Verónica Alcocer estuvo en la escena pública y dio varias entrevistas hablando de su vida y su esposo, en esta ocasión la sincelejana ha tomado la batuta y ha lanzado una fuerte campaña propia.
Con un estilo desparpajado, fresco y muy cercano a la gente de a pie, Alcocer ha recorrido por su cuenta varias regiones y lidera el proyecto de contar historias positivas de Colombia, centrando sus apariciones en ello. Eso sí, sin desamparar el modelo de “esposa, madre y gestora social” que enmarca el ser primera dama acá, pues ante los medios ha dicho que, en caso de quedar electo su esposo, trabajará por la niñez y las mujeres, centrándose en programas contra el maltrato infantil y el abuso sexual.
Por otro lado, Margarita Gómez se ha mantenido en el papel de acompañar a Gutiérrez, impulsando y reforzando uno de los mensajes del candidato: la familia tradicional. “Estoy convencido de que la institución más importante de la sociedad es la familia, y por eso el rol más importante de mi vida lo desempeño todos los días junto a mi esposa Margarita: ser el papá de Emilio y Pedro”, dice la biografía en su página oficial de campaña. Aunque Gómez ha tenido una menor participación pública que Alcocer, cada vez está más presente.
La primera foto en su perfil de Instagram data del 4 de abril, y su contenido se centra en hablar de la familia, la infancia y la campaña de su esposo, que es también el proyecto de su núcleo actualmente. “Aquí la estrella es Fico. Yo estoy al ladito, acompañándolo con todo el cariño, con todo el amor. Quiero darles las gracias porque como familia esto es un proyecto muy retador. Él, hace más de un año, me decía que esto lo hacía para que nuestros hijos y los niños de Colombia podamos quedarnos acá. Está en juego la democracia. Fico me ha enseñado el amor por Colombia”, afirmó Gómez en un evento, en la última semana de abril.
¿Son instrumentalizadas?
Si bien la participación de ellas no es fortuita, sino que responde a los intereses de cada campaña, Juliana Hernández de la Torre, directora ejecutiva de Artemisas, cree que la voz de Alcocer, Gómez y Holguín va más allá de los deseos de los candidatos y por eso no se pueden catalogar simplemente como figuras instrumentalizadas por las campañas. “Cuando uno habla de instrumentalización de las mujeres también les quita un poco la agencia, porque el punto de partida de esta idea es que son los sujetos los que toman las decisiones para que una mujer haga o no haga. Es exactamente el mismo discurso que le aplicaron a Francia Márquez cuando se lanzó como vicepresidenta, pues el argumento era que Gustavo Petro la estaba usando e instrumentalizando. Ese tipo de manifestaciones borran lo que una mujer quiere cuando participa en política y se disputa el poder”, señaló Hernández.
Asimismo, agregó que las posibles primeras damas para el período 2022-2026 tienen su propio carácter, y eso también marca su paso por la campaña. “Verónica Alcocer es conocida en su círculo como una mujer muy fuerte e inteligente. Más allá de eso, hay que entender este momento como uno en que la historia pide que las mujeres sean protagonistas. Una campaña de un hombre que no tenga una mujer a su lado (no detrás de él), hoy cuando los feminismos y el movimiento de mujeres han cogido tanta fuerza a la hora de reivindicar la presencia de nosotras en los espacios de toma de decisiones, casi que deslegitima cualquier aspiración”, enfatizó, destacando no solo el rol de Alcocer, sino de Sofía Petro, hija del candidato, quien en su Twitter ha resaltado su individualidad y la diferencia de pensamiento con su padre en algunos temas.
Sobre María Ángela Holguín, quien fue canciller durante los ocho años del gobierno de Juan Manuel Santos, Hernández destacó que si bien aparece un poco tarde en la carrera presidencial actual, su llegada le suma a Fajardo, porque ella es una figura política importante. De hecho, la campaña del candidato de centro le confirmó a este diario que Holguín tiene una función estratégica en la “remontada”, pues es quien le habla al oído en temas cruciales. “No tiene un rol designado, pero su experiencia en el sector público es el aporte que le hace al candidato. Recuerdo que ante el fallo de La Haya en el caso San Andrés, todos en el equipo pedimos su mirada, revisó documentos. Hace unas semanas tomó la decisión de salir más al público y de acompañarlo en reuniones con el Consejo Gremial y volanteando en las calles, algo que es un sello de su campaña”, nos contó una fuente cercana a la candidatura de Sergio Fajardo.
Autonomía: tema central
Más allá de cómo se ha dado la participación de Alcocer, Gómez y Holguín, el fondo del asunto es que el país reflexione sobre la autonomía que tendrá quien llegue con su marido a la Presidencia. Esto es central, porque, como dice Paola Silva, cofundadora del colectivo feminista Siete Polas y economista con maestría en ciencias políticas de los Andes, el papel de la primera dama en Colombia siempre se ha ligado a los estereotipos endilgados a las mujeres y del cuidado que se espera que ellas realicen. Así las cosas, la autonomía de quien quede determinará cómo asume ese rol, que históricamente ha sido impuesto y entendido bajo unos paradigmas sociales, pero que no es obligación cumplir, pues la primera dama no es servidora pública y, por lo tanto, tampoco le genera un sueldo por la labor a realizar.
“María Clemencia de Santos, por ejemplo, se dedicó a sacar adelante la Ley 1804 de 2016, que impulsó la política de Estado para el desarrollo integral de la primera infancia, llamada “De cero a siempre”. No obstante, algunas mujeres han realizado otras labores estando en ese cargo. Está el caso de Bertha Hernández de Ospina, esposa de Mariano Ospina Pérez (presidente entre 1946 y 1950), quien fue muy importante para lograr el voto femenino, algo que va más allá de las tareas del cuidado y que tenía que ver con el contexto de la época. Ella, siendo conservadora, ayudó a sacar adelante una idea liberal”, comentó Silva.
A estas alturas, cabe la posibilidad de preguntarse: ¿qué pasa si la esposa del próximo mandatario no quiere asumir el trabajo que se espera de la primera dama de la nación? “La carga de este rol a nivel presidencial exige que las primeras damas sí actúen de cierta manera y se pronuncien si hubo algún abuso a un niño y cómo pueden presionar. Pero, por ejemplo, a nivel municipal podemos ver que Daniela Reina, primera dama de Palmira, ha enfocado su trabajo en las relaciones internacionales del municipio y cómo atraer recursos mediante ellas, esto porque ella es especialista en eso y Palmira ya tenía un Departamento de Gestión Social. También vemos el caso de Bogotá: Angélica Lozano es senadora y no funge como primera dama”, destacó la maestra en ciencias políticas.
“Esto se debe hablar desde la individualidad de las mujeres y qué quieren hacer con su vida. En este momento no sabemos si las parejas de los candidatos presidenciales van a ser realmente activas o no en ese rol. Tendríamos que ver qué quiere la que eventualmente llegue. Son especulaciones que no tienen mucho sentido, sino ver más bien el papel que ellas han decidido tener en las campañas de sus parejas. Quien llegue tendrá la opción de hacer algo o no hacer nada, y eso también está bien. El cargo se está transformando en términos de que hay más individualidad de escoger qué temas trabajar. Aunque sigue siendo algo estereotipado y con una visión conservadora, pasar de llamarlas primeras damas a gestoras sociales es un paso hacia el cambio de lo que se espera de ellas en un trabajo que hacen y por el que no les están pagando”, concluyó Paola Silva.
Verónica Alcocer no está aspirando a un cargo de elección popular, pero sí está haciendo política. Hace 22 años desposó al senador Gustavo Petro y hoy, en el tercer intento de su marido de llegar a la Casa de Nariño como la opción de izquierda, ella dio el salto a la escena pública como una protagonista más en la contienda electoral. A la par, la excanciller María Ángela Holguín reforzó la “remontada” de su novio, el aspirante de centro Sergio Fajardo, volanteando en las calles de Bogotá, y Margarita Gómez dice no hablar de política, “solo de familia”, y se ve a sí misma como compañera del sueño de su cónyuge, el candidato de derecha Federico Gutiérrez. ¿Cómo se proyectan en la carrera presidencial? ¿Qué se espera de ellas en caso de llegar a ser la primera dama?
Una de ellas, en conjunto con Socorro Oliveros -esposa de Rodolfo Hernández-, quien se encuentra al margen de la campaña, se convertirá en la mujer número 20 en ostentar la denominación de “primera dama de la nación”. El título se comenzó a aplicar en el país en 1934, cuando María Michelsen, esposa del presidente Alfonso López Pumarejo, estrenó el término protocolar. Al parecer, este respondía a las necesidades de la época de construir una imagen para las mujeres cercanas al poder. Y no cualquier imagen, sino una recubierta de distinción, discreción y prudencia, con “desenvolvimiento en la vida doméstica y familiar, y protagonismo en obras de asistencia y caridad”, como señala el Banco de la República en un artículo sobre la función social del concepto. “Las esposas de los presidentes están siendo llamadas a encamar el rol definido para las mujeres adultas a ser damas, en la versión moderna del siglo XX”, recalca la revista Credencial Historia, edición 80, que guarda la red cultural del banco.
Ochenta y ocho años después, muchas cosas han cambiado en relación con lo que se espera de las compañeras de los candidatos, gracias a los caminos que ha abierto el movimiento social de mujeres, con luchas que aún buscan una participación política amplia de estas en su diversidad. No obstante, como dice la politóloga Karol Solís Menco, la sociedad colombiana sigue siendo conservadora en varios aspectos. Por ese detalle, la figura de primera dama (en un país cuyo máximo puesto del poder Ejecutivo ha estado únicamente en manos de hombres, que es un patrón que se repetirá en esta contienda electoral) sigue siendo un papel que sirve en campaña para que el candidato sea visto como un “hombre de familia”, en el cuadro de la “familia nuclear tradicional”, compuesta por un hombre, una mujer e hijos.
“Si en la esfera más íntima el candidato puede proyectar estabilidad y unión, se busca trasladar esa imagen y mensaje a lo público para demostrar su capacidad de gobernar el país”, expresó Solís Menco. En estas elecciones de 2022, las campañas de Federico Gutiérrez y Gustavo Petro, los dos perfilados a pasar a segunda vuelta, según las más recientes encuestas, han implementado dicha estrategia. De hecho, en el caso de Petro se ve una amplia diferencia entre su aspiración de 2018 y la de 2022: si bien hace cuatro años Verónica Alcocer estuvo en la escena pública y dio varias entrevistas hablando de su vida y su esposo, en esta ocasión la sincelejana ha tomado la batuta y ha lanzado una fuerte campaña propia.
Con un estilo desparpajado, fresco y muy cercano a la gente de a pie, Alcocer ha recorrido por su cuenta varias regiones y lidera el proyecto de contar historias positivas de Colombia, centrando sus apariciones en ello. Eso sí, sin desamparar el modelo de “esposa, madre y gestora social” que enmarca el ser primera dama acá, pues ante los medios ha dicho que, en caso de quedar electo su esposo, trabajará por la niñez y las mujeres, centrándose en programas contra el maltrato infantil y el abuso sexual.
Por otro lado, Margarita Gómez se ha mantenido en el papel de acompañar a Gutiérrez, impulsando y reforzando uno de los mensajes del candidato: la familia tradicional. “Estoy convencido de que la institución más importante de la sociedad es la familia, y por eso el rol más importante de mi vida lo desempeño todos los días junto a mi esposa Margarita: ser el papá de Emilio y Pedro”, dice la biografía en su página oficial de campaña. Aunque Gómez ha tenido una menor participación pública que Alcocer, cada vez está más presente.
La primera foto en su perfil de Instagram data del 4 de abril, y su contenido se centra en hablar de la familia, la infancia y la campaña de su esposo, que es también el proyecto de su núcleo actualmente. “Aquí la estrella es Fico. Yo estoy al ladito, acompañándolo con todo el cariño, con todo el amor. Quiero darles las gracias porque como familia esto es un proyecto muy retador. Él, hace más de un año, me decía que esto lo hacía para que nuestros hijos y los niños de Colombia podamos quedarnos acá. Está en juego la democracia. Fico me ha enseñado el amor por Colombia”, afirmó Gómez en un evento, en la última semana de abril.
¿Son instrumentalizadas?
Si bien la participación de ellas no es fortuita, sino que responde a los intereses de cada campaña, Juliana Hernández de la Torre, directora ejecutiva de Artemisas, cree que la voz de Alcocer, Gómez y Holguín va más allá de los deseos de los candidatos y por eso no se pueden catalogar simplemente como figuras instrumentalizadas por las campañas. “Cuando uno habla de instrumentalización de las mujeres también les quita un poco la agencia, porque el punto de partida de esta idea es que son los sujetos los que toman las decisiones para que una mujer haga o no haga. Es exactamente el mismo discurso que le aplicaron a Francia Márquez cuando se lanzó como vicepresidenta, pues el argumento era que Gustavo Petro la estaba usando e instrumentalizando. Ese tipo de manifestaciones borran lo que una mujer quiere cuando participa en política y se disputa el poder”, señaló Hernández.
Asimismo, agregó que las posibles primeras damas para el período 2022-2026 tienen su propio carácter, y eso también marca su paso por la campaña. “Verónica Alcocer es conocida en su círculo como una mujer muy fuerte e inteligente. Más allá de eso, hay que entender este momento como uno en que la historia pide que las mujeres sean protagonistas. Una campaña de un hombre que no tenga una mujer a su lado (no detrás de él), hoy cuando los feminismos y el movimiento de mujeres han cogido tanta fuerza a la hora de reivindicar la presencia de nosotras en los espacios de toma de decisiones, casi que deslegitima cualquier aspiración”, enfatizó, destacando no solo el rol de Alcocer, sino de Sofía Petro, hija del candidato, quien en su Twitter ha resaltado su individualidad y la diferencia de pensamiento con su padre en algunos temas.
Sobre María Ángela Holguín, quien fue canciller durante los ocho años del gobierno de Juan Manuel Santos, Hernández destacó que si bien aparece un poco tarde en la carrera presidencial actual, su llegada le suma a Fajardo, porque ella es una figura política importante. De hecho, la campaña del candidato de centro le confirmó a este diario que Holguín tiene una función estratégica en la “remontada”, pues es quien le habla al oído en temas cruciales. “No tiene un rol designado, pero su experiencia en el sector público es el aporte que le hace al candidato. Recuerdo que ante el fallo de La Haya en el caso San Andrés, todos en el equipo pedimos su mirada, revisó documentos. Hace unas semanas tomó la decisión de salir más al público y de acompañarlo en reuniones con el Consejo Gremial y volanteando en las calles, algo que es un sello de su campaña”, nos contó una fuente cercana a la candidatura de Sergio Fajardo.
Autonomía: tema central
Más allá de cómo se ha dado la participación de Alcocer, Gómez y Holguín, el fondo del asunto es que el país reflexione sobre la autonomía que tendrá quien llegue con su marido a la Presidencia. Esto es central, porque, como dice Paola Silva, cofundadora del colectivo feminista Siete Polas y economista con maestría en ciencias políticas de los Andes, el papel de la primera dama en Colombia siempre se ha ligado a los estereotipos endilgados a las mujeres y del cuidado que se espera que ellas realicen. Así las cosas, la autonomía de quien quede determinará cómo asume ese rol, que históricamente ha sido impuesto y entendido bajo unos paradigmas sociales, pero que no es obligación cumplir, pues la primera dama no es servidora pública y, por lo tanto, tampoco le genera un sueldo por la labor a realizar.
“María Clemencia de Santos, por ejemplo, se dedicó a sacar adelante la Ley 1804 de 2016, que impulsó la política de Estado para el desarrollo integral de la primera infancia, llamada “De cero a siempre”. No obstante, algunas mujeres han realizado otras labores estando en ese cargo. Está el caso de Bertha Hernández de Ospina, esposa de Mariano Ospina Pérez (presidente entre 1946 y 1950), quien fue muy importante para lograr el voto femenino, algo que va más allá de las tareas del cuidado y que tenía que ver con el contexto de la época. Ella, siendo conservadora, ayudó a sacar adelante una idea liberal”, comentó Silva.
A estas alturas, cabe la posibilidad de preguntarse: ¿qué pasa si la esposa del próximo mandatario no quiere asumir el trabajo que se espera de la primera dama de la nación? “La carga de este rol a nivel presidencial exige que las primeras damas sí actúen de cierta manera y se pronuncien si hubo algún abuso a un niño y cómo pueden presionar. Pero, por ejemplo, a nivel municipal podemos ver que Daniela Reina, primera dama de Palmira, ha enfocado su trabajo en las relaciones internacionales del municipio y cómo atraer recursos mediante ellas, esto porque ella es especialista en eso y Palmira ya tenía un Departamento de Gestión Social. También vemos el caso de Bogotá: Angélica Lozano es senadora y no funge como primera dama”, destacó la maestra en ciencias políticas.
“Esto se debe hablar desde la individualidad de las mujeres y qué quieren hacer con su vida. En este momento no sabemos si las parejas de los candidatos presidenciales van a ser realmente activas o no en ese rol. Tendríamos que ver qué quiere la que eventualmente llegue. Son especulaciones que no tienen mucho sentido, sino ver más bien el papel que ellas han decidido tener en las campañas de sus parejas. Quien llegue tendrá la opción de hacer algo o no hacer nada, y eso también está bien. El cargo se está transformando en términos de que hay más individualidad de escoger qué temas trabajar. Aunque sigue siendo algo estereotipado y con una visión conservadora, pasar de llamarlas primeras damas a gestoras sociales es un paso hacia el cambio de lo que se espera de ellas en un trabajo que hacen y por el que no les están pagando”, concluyó Paola Silva.