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“No tengo ningún interés personal en esto. Soy senador de la Alianza Verde. Lo hago con una profunda convicción de demócrata, de que lo justo con esta sociedad es que esas personas que quieren reivindicar esa lucha, esas ideas, tengan la oportunidad y el derecho que les quitaron las armas”. Los asistentes se pusieron de pie para aplaudir a Iván Marulanda a pocos minutos de que terminara su declaración en la audiencia pública convocada por el magistrado Luis Guillermo Pérez, del Consejo Nacional Electoral (CNE), para estudiar las posibilidades de que el Nuevo Liberalismo, el movimiento que fundó el inmolado Luis Carlos Galán Sarmiento, recupere la personería jurídica y vuelva a hacer parte del espectro político legal en Colombia.
El testimonio de Marulanda, en una de las primeras acciones que se hacen dentro del proceso para que esa disidencia liberal surgida a finales de los años 70 regrese a la arena política, resulta fundamental porque precisamente fue uno de los cofundadores, junto con Galán y Rodrigo Lara Bonilla, de una manifestación que se convertiría en una de las piedras en el zapato para el fenómeno del narcotráfico que lideró Pablo Escobar Gaviria y que cobró, incluso, las vidas de Bonilla, en 1984, y Galán, en 1989, cuando este último se perfilaba casi inevitablemente como el presidente de Colombia. Un episodio oscuro de la historia del país en el que, para el hoy senador, hubo claramente una participación estatal.
“Eso se lee en los actos de la propia justicia. Hay un protagonista que se llama Alberto Santofimio, condenado por el asesinato de Luis Carlos Galán. Fue ministro de Estado, ministro de Justicia, senador de la República. También hay un general retirado de la República condenado, que fungió como director del DAS en todos estos episodios, que es Miguel Alfredo Maza Márquez. Era un Estado penetrado por la criminalidad organizada, tanto en la Fuerza Pública como en la política. Nosotros los enfrentamos en condiciones de desigualdad y terminaron por aniquilarnos como fuerza política”, enfatizó Marulanda ante el CNE.
Foto: Luis Carlos Galán, líder del Nuevo Liberalismo, fue asesinado el 18 de agosto de 1989. - Archivo
En conclusión, para él, lo que ocurrió con el Nuevo Liberalismo fue un genocidio, el asesinato sistemático para destruir esa expresión política, porque “nadie dudaba en este país de que Galán iba a ser el presidente. Asesinaron a quien iba a ser el ungido por la voluntad popular. Por eso lo asesinaron, porque era inevitable que llegara al poder”. Horas después de su declaración, hacia las 2:00 de la tarde, Juan Lozano, miembro también de esa corriente política disidente entonces del liberalismo oficial, fue el citado a la audiencia y quien asemejó la situación vivida por ellos a lo que padecieron los integrantes de la Unión Patriótica (UP). “Creo que es algo similar a lo que sintieron las personas de la UP. Había partidos en los que podían participar y ofrecían avales, pero cuando escuché el discurso de Aída Avella, luego de que le devolvieran la personería jurídica a la UP, sentí que era el discurso de quien volvía a sentir que lo suyo adquiría de nuevo una razón de ser”, expresó Lozano.
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“Nos quitaron nuestro espacio político. Nos sentimos arrimados. Yo me sentí arrimado en otras colectividades (…) nos demolieron la casa y no hemos encontrado un techo político. Los miembros del Nuevo Liberalismo hemos estado dispersos, coincidimos en algunas cosas con unos partidos, pero ninguno es nuestra casa”, concluyó. Lo ocurrido ayer parece ser favorable para las intenciones, principalmente, de los hermanos Juan Manuel y Carlos Fernando Galán, quienes aspiran no solo a participar desde ese movimiento en las elecciones locales de 2019, sino a conformar un “partido político moderno”.
El objetivo, según Juan Manuel Galán, exsenador liberal, es reivindicar las causas que fueron olvidadas por los actuales directivos del trapo rojo, a través de una pedagogía política que forme nuevas expresiones y candidaturas. Y aprovechó para hacer críticas al expresidente César Gaviria, quien resultó candidato a la Presidencia en 1990 retomando las banderas de Luis Carlos Galán y hoy dirige las riendas de los liberales: “Es dramático, lamentable y patético lo que ha pasado con el Partido Liberal. No entendió que la política en Colombia ha cambiado, que los ciudadanos están hartos del clientelismo y de ser excluidos de las decisiones. Traicionaron los principios al apoyar a un candidato presidencial que representa a la derecha, que persigue a los consumidores de sustancias psicoactivas, que persigue a los campesinos con fumigaciones, que incauta la dosis mínima y echa por la borda el proceso de paz”.
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Incluso acusó a Gaviria de exiliar durante su gobierno (1990-1994) a los miembros del Nuevo Liberalismo al enviarlos a las embajadas en varios lugares del mundo. “Es una incoherencia profunda. El Partido Liberal le incumplió al Nuevo Liberalismo”, subrayó. Las intenciones para revivir la colectividad parecen loables y algunos líderes políticos, como el expresidente Belisario Betancur, le han pedido al CNE que, ante el “exterminio moral y físico implacable del Nuevo Liberalismo (…) tiene pleno derecho de recuperar su personería jurídica”. La decisión definitiva se tomaría el próximo mes de noviembre.
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