Se libra una silenciosa guerra por controlar las mesas directivas en el Congreso
El pulso más duro es por la presidencia de la Cámara, donde el gobierno Petro ya tomó partido. Y si bien la cúpula del Senado está casi definida, las jefaturas de las comisiones de todo el Capitolio aún están en juego. Hay alerta porque se rompan los acuerdos.
Leonardo Botero Fernández
Sin que hayan empezado aún las sesiones, ya hay movimiento en los corredores de los edificios del Congreso. Reuniones de bancadas, comentarios, encuentros y llamadas hacen parte del día a día de los parlamentarios con el fin de definir cómo quedarán las mesas directivas para la tercera legislatura, un año clave para la agenda progresista del presidente Gustavo Petro.
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Sin que hayan empezado aún las sesiones, ya hay movimiento en los corredores de los edificios del Congreso. Reuniones de bancadas, comentarios, encuentros y llamadas hacen parte del día a día de los parlamentarios con el fin de definir cómo quedarán las mesas directivas para la tercera legislatura, un año clave para la agenda progresista del presidente Gustavo Petro.
Aunque pareciera un asunto de formas, hay interés en tener la sartén por el mango y controlar las cúpulas de Senado y Cámara, al igual que algunas comisiones claves, toda vez que son los presidentes de estas instancias los que deciden el orden del día. Y ese poder es, precisamente, el que puede ayudar a que avance o no un proyecto de ley o reforma constitucional.
La mirada también está puesta desde el Gobierno, aunque niegue cualquier injerencia, puesto que este año ya anunció que tiene una batería importante de reformas que quiere pasar.
La pelea más sonada, hasta el momento, es la de la Cámara de Representantes. Aunque se respetará el acuerdo de 2022 entre las bancadas para que la presidencia sea de la Alianza Verde, el partido está dividido internamente entre los representantes gobiernistas y los de oposición. Los segundos, acompañados también por la alianza Centro Esperanza (que reúne a Dignidad y Compromiso, a Verde Oxígeno y al Nuevo Liberalismo) quieren que Katherine Miranda sea la presidenta. Sin embargo, entre los petristas, y con guiño de la Casa de Nariño, un nombre se ha convertido en la ficha fuerte: el boyacense Jaime Raúl Salamanca.
La candidatura de Salamanca sorprendió, porque sonaba más Marta Alfonso, quien fue la ponente de la recién sancionada reforma pensional. No obstante, esa cercanía tan evidente al Gobierno, al final, sepultó sus intereses, toda vez que no era un nombre atractivo para los congresistas de independientes y de oposición.
“Marta puede tener muy buen consenso dentro de nosotros, pero no tanto con conservadores o liberales. Jaime Raúl podría generar más unidad entre los diferentes a los del Pacto”, dijo un integrante del Pacto Histórico, quien pidió hablar en reserva.
Fue así que se consolidó la candidatura de Salamanca, quien desde hace varias semanas viene moviéndose para conseguir los votos necesarios, como confirmaron fuentes de su propio círculo.
Este lunes, por ejemplo, se reunió con la bancada del Pacto Histórico y allí decidieron apoyarlo. La semana pasada, luego de que su nombre se consolidara para el cargo, fue citado junto con la facción petrista de los verdes a una reunión a Casa de Nariño en la que estuvieron el presidente Petro y el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo.
Esa reunión generó suspicacias. La misma Miranda criticó que solo estuviera una parte de los representantes de su partido. Y congresistas de otras colectividades criticaron que el Gobierno quiera intervenir en una decisión autónoma del Legislativo.
“Es evidente que el Gobierno Nacional está metiendo las manos, que el gobernador de Boyacá (Carlos Amaya) está haciendo lobby para que quede Salamanca”, dijo el representante uribista Juan Espinal. La mención a Amaya es porque Salamanca es de su grupo político, y, aunque no hay confirmada una alianza entre Petro y él -quien apoyó en segunda vuelta a Rodolfo Hernández-, sí se sabe que ha habido coqueteos. Por su parte, Cristo, luego del encuentro en Casa de Nariño, dijo que el interés del Gobierno no es influir en esa elección, sino buscar respaldo para la agenda legislativa oficialista de 2024 - 2025.
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En todo caso, lo único que está resuelto en la pelea por la Presidencia de la Cámara es que el próximo sábado, Miranda y Salamanca se enfrentarán a voto limpio. Este miércoles, Duvalier Sánchez, Liliana Rodríguez, Santiago Osorio, Olga Lucía Velásquez, Juan Camilo Londoño, Wilmer Castellano, Alfonso y Salamanca se reunieron y publicaron una carta.
El documento generó dudas porque tenía el membrete de la Alianza Verde y decía que “el partido ya tiene candidato único”, refiriéndose a Salamanca. Ante esto, Miranda y la Coalición Centro Esperanza sacaron otro comunicado aseverando que ella sigue en la pelea. Por su parte, desde el partido aclararon que esa se trataba de una decisión autónoma de parte de la bancada y que la institucionalidad no intervendría en la elección.
En contraste, en el Senado los vientos son más tranquilos, al menos para la presidencia de la corporación. Desde hace ya varias semanas, el conservador Efraín Cepeda pareciera contar con el beneplácito de sus copartidarios e, incluso, para ocupar el cargo, renunciaría a la presidencia de su partido para ser sucedido por Nadia Biel. La senadora, además, suena fuerte para quedar en la presidencia de la Comisión Séptima, que en esta legislatura podría ser protagónica si el Gobierno decide presentar la reforma a la salud, que se hundió hace poco y a la que ella ya se había opuesto; además, por allí deberá pasar la sobreviviente reforma laboral.
Ahora, no quiere decir que todo esté resuelto en las siete comisiones del Senado. En la Primera ya hay un pulso cantado, aunque varios parlamentarios confirmaron que las negociaciones empezarán en forma el próximo martes, 23 de julio. Por los acuerdos, la presidencia de esa comisión -que es por donde pasan los proyectos de reforma constitucional, como el del fast track- le corresponde a la Alianza Verde. El llamado a ocupar el cargo sería Ariel Ávila, pero su nombre genera resistencia.
El Espectador pudo confirmar que se estaría preparando una jugada para que llegue un senador no solo de otro partido, sino que sea opositor, sonando nombres como el también verde, pero contradictor, JP Hernández, o Alfredo Deluque, de La U. En esta comisión, hay que recordar, ya se había roto el acuerdo de las presidencias. En la segunda legislatura, esta le correspondía al Pacto Histórico, pero los partidos de oposición lograron poner al conservador Germán Blanco.
En la Comisión Tercera del Senado, que define los temas económicos como una eventual reforma tributaria y el presupuesto del Gobierno -que el Ministerio de Hacienda radicará en las próximas semanas-, también hay pelea. Se sabe que la presidencia será para un liberal; sin embargo, allá hay dos grupos de este partido: uno progobierno, con Karin Espinosa y Juan Diego Echavarría, y otro marcadamente opositor, con Mauricio Gómez Amín y Juan Pablo Gallo. Este último salió salpicado en la declaración juramentada de Olmedo López, revelada por Noticias Caracol, quien dijo que Gallo habría asistido a los “cónclaves” en los que se habrían definido supuestos sobornos.
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En las siete comisiones de la Cámara hay también dudas que, según dicen varios representantes, empezarán a resolverse desde la próxima semana.
La Comisión Segunda, que trata temas de relaciones internacionales y seguridad, no suele ser muy mediática, pero en este gobierno por la relación con Venezuela y Nicolás Maduro y por las polémicas que hay alrededor de nombramientos en la Cancillería, ha tomado relevancia. Es seguro que la presidencia la ocupará alguien del Pacto Histórico. El nombre fuerte es el del paisa, y aliado cercano de Daniel Quintero, Alejandro Toro. Pero su copartidaria María Anne Perdomo decidió no firmar un pronunciamiento para respaldar a Toro, toda vez que ella quiere ocupar el cargo.
Además, en la Comisión Quinta hay otro pulso. Por los acuerdos, a las curules de paz les corresponde tanto la presidencia de esa comisión como la primera vicepresidencia en la mesa directiva de la Cámara, pero ese interés podría verse afectado por una decisión de la legislatura pasada.
El año anterior le correspondía al representante del Pacto Erick Velasco. Pero al final, gracias a un acuerdo con la oposición, quedó con el cargo el representante de la curul de paz Luis Ramiro Ricardo. Ahora, desde la coalición de Gobierno tienen dudas de si respetar el acuerdo de la vicepresidencia. Se resolvería, según indicaron a este medio, si el Pacto queda al frente de la Comisión Quinta.
Germán Montaño, de la curul de paz correspondiente a Nariño, aseguró que el “hecho de que se haya cometido un error en la legislatura pasada, no quiere decir que ahora no se vayan a cumplir los compromisos establecidos. En esa medida, lo que hemos planteado desde las curules de paz es que se respete que nos corresponde la primera vicepresidencia”.
La carta de las curules de paz, después de un proceso de elección interna, es John Fredy Nuñez. Karen Manrique había dicho que quería postularse, pero esas aspiraciones se vieron afectadas luego de que Olmedo López también la mencionara a ella como una de las congresistas implicadas en el escándalo de corrupción en la UNGRD.
El pulso silencioso que ya está en el Congreso llega en un momento en el que Petro tiene la mirada en el Legislativo. Durante la sanción de la reforma pensional lanzó varios sablazos al Senado. Refiriéndose a Iván Name, saliente presidente de la corporación, dijo que había engavetado durante 13 meses la reforma pensional con la intención de hundirla. Y sobre la reforma a la salud aseguró: “El Senado ya había hundido la reforma a la salud y querían hundir la pensional, pero la Cámara actuó con sabiduría”.
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Lo que pase, entonces, en las próximas semanas será clave para Petro. No quedar con aliados en la Cámara o en las comisiones podría entorpecer el trámite de proyectos claves, como el del fast track que, al ser un acto legislativo, necesita de ocho debates, de la reforma a la educación y de la reforma a la salud.
Así, decisiones que en otra ocasión podrían entenderse como un mero trámite, mostrarán cómo se reparten las fuerzas en el Congreso y qué tanta influencia tendrá un Ejecutivo que ya entra su segundo tiempo.
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