Publicidad

En las Farc, los delitos de violencia sexual se pagaban con la vida: entrevista con Victoria Sandino

La hoy senadora asegura que el reglamento dentro de la guerrilla era muy estricto y los casos de violaciones a mujeres motivaban una reunión del consejo revolucionario de guerra donde, generalmente, se sancionaba al infractor con la “pena máxima”.

Germán Gómez Polo
31 de julio de 2020 - 10:55 a. m.

La hoy senadora asegura que el reglamento dentro de la guerrilla era muy estricto y los casos de violaciones a mujeres motivaban una reunión del consejo revolucionario de guerra donde, generalmente, se sancionaba al infractor con la “pena máxima”.

Victoria Sandino, senadora del partido FARC.
Victoria Sandino, senadora del partido FARC.
Foto: Cortesía

La senadora Victoria Sandino sorprendió a la opinión pública el jueves cuando, en medio de un caliente debate en la Comisión Legal de la Mujer, en el Congreso, reconoció que en las filas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) hubo violencia sexual, un tema del que poco se hablado desde el partido político que surgió con la desmovilización de esa guerrilla. Lo dicho por Sandino, además, se dio en momentos de molestia en la opinión pública contra dos integrantes de esa colectividad, Sandra Ramírez y Rodrigo Londoño (Timochenko), quienes han negado rotundamente el reclutamiento de menores.

En entrevista con El Espectador, Sandino, quien renunció a la Comisión de la Mujer por considerar que se había convertido en un “riesgo para las conquistas ganadas” de las mujeres, profundizó en sus declaraciones sobre violencia sexual dentro de las Farc y aseguró que esas conductas dentro de la guerrilla eran castigadas con la “pena máxima”. “La violencia sexual no se toleraba en lo más mínimo, y lo digo con toda la convicción que tengo en mi corazón y mi alma. Nadie podía tolerar eso”, dijo.

Le puede interesar: Victoria Sandino reconoce hechos de violencia sexual dentro de las Farc

Si uno revisa el archivo de noticias se encuentra con titulares que dicen que las Farc niegan la violencia sexual en sus filas o su uso como arma de guerra. Ayer usted reconoció hechos de violencia sexual en el interior de la guerrilla. ¿Por qué finalmente hay ese reconocimiento?

Quisiera que habláramos de manera tranquila. Hay varias cosas que hay que entender. Cuando mencionas que no se aceptó que se usara la violencia sexual como arma de guerra, en eso hay razón. Es verdad, y lo digo de corazón, que en las Farc no se utilizó la violencia sexual como un arma de guerra. Eso es distinto. Nunca se dijo que a las mujeres había que someterlas a la fuerza ni que había que violar o maltratar a las mujeres para intimidar a las comunidades. Esa no era la forma. Al contrario, en las Farc existían unas normas rigurosas y existían porque, de alguna u otra manera, se presentaban los hechos. Entonces, a los que cometían esos hechos había que castigarlos. Si no existiera el delito, porque eso fue un delito en las Farc, no existirían esas normas. Lo que yo digo es que la violencia contra las mujeres está en la sociedad, una sociedad machista, patriarcal y que victimiza a las mujeres. Así se ha constituido lamentablemente y esa afectación en el conflicto es mucho más fuerte y afecta de manera desproporcionada a las mujeres y a sus cuerpos. Algo que me dolió de la sesión en la Comisión de la Mujer es que la mayoría de las congresistas fueron con la decisión de defender a las Fuerzas Militares, frente a una cuestión que se ha convertido en sistemática. En el conflicto se afecta el cuerpo de las mujeres, y eso lo comete todo el mundo, en ese sentido, también lo cometieron las Farc. No tengo una relación clara de esos hechos, pero conozco referencias que muchas mujeres nos han hecho llegar en esta etapa.

Negar que hubo esa violencia dentro de Farc es como negar que fue una guerrilla conformada con miembros de una sociedad machista y patriarcal, según le entiendo...

Exacto. Fueron 53 años de confrontación. Quienes llegaban a las Farc eran hombres y mujeres de la sociedad colombiana, de las comunidades. En este país los hombres golpean a las mujeres y las violan, entonces, no se puede pensar que cuando llegaran a las Farc, de entrada, eso iba a quedar atrás. Por supuesto, no estoy diciendo que a las Farc solo llegaban los violadores o que todos los hombres de las Farc eran violadores. Además, había una formación en donde permanentemente se hablaba de la igualdad entre hombres y mujeres y que teníamos los mismos deberes y derechos. Sin embargo, no quiere decir que los hombres dejaron de ser machistas de inmediato dentro de un ejército jerárquico dirigido por hombres.

Cuando usted estuvo en la guerrilla, ¿tuvo conocimiento de hechos de violencia sexual contra mujeres?

No, propiamente no, pero sí de conflictos, de riñas de pareja, de compañeros celosos. Era más fácil que a los hombres se les pasara por alto cualquier indisciplina que a las mujeres. Es como si se nos hubiesen pedido a nosotras mayor rectitud y comportamiento. Yo quiero insistir en que la violencia sexual no fue una política dentro de las Farc, pero no niego, sin justificar la violencia, que hacemos parte de esta sociedad y, en consecuencia, es absurdo decir que no pudo ocurrir ningún hecho de esos.

¿Hoy puede diferenciar si ese tipo de violencia se ejercía en contra de las mujeres de las Farc o en contra de las mujeres de la sociedad civil?

Dentro de nuestro reglamento estaba estipulado, de manera literal, el respeto por la población civil y a las mujeres de la población civil. Siempre se inculcaba mucho que había que respetar a las comunidades, que había que respetar a las compañeras, a los niños y a las niñas. Era un tema de mucha formación porque, gracias a esa población, nosotros estábamos en los territorios. De otra manera, no hubiésemos podido llegar. Cuando estuvimos en La Habana y tuvimos un diálogo más abierto y directo con las mujeres, se planteó que había hechos de violencia y nosotras mismas dijimos que, si había hechos de violencia, el que haya violado a una mujer tenía que responder por eso y no podía ser amnistiado en la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).

¿De qué manera se castigaba la violencia sexual dentro de las Farc?

Había normas rigurosas, tremendamente rigurosas. Había un régimen disciplinario que iba desde sanciones por faltas leves, como un discusión, riña o insulto, una burla. Los delitos que eran de violencia contra las mujeres, la violación, debían ser tratados por el consejo revolucionario de guerra. Eso era una asamblea de guerrilleros y guerrilleras, era un tribunal, y allí se definía la sanción que debía recibir la persona. Repito, la violencia sexual era un delito y generalmente terminaba en pena máxima. Por eso digo que era muy riguroso.

O sea, ¿la violencia sexual en las Farc era una falta tan grave que se pagaba con la vida? ¿Se ejecutaba al guerrillero que lo cometiera?

Sí, claro. Eso era muy grave. La violencia sexual no se toleraba en lo más mínimo, y lo digo con toda la convicción que tengo en mi corazón y mi alma. Nadie podía tolerar eso. La violencia sexual era sancionada con pena máxima. La asamblea definía, pero esa era generalmente la decisión. Además, siempre se insistía el tema del respeto hacia las mujeres en la formación.

Usted dijo que no se prestaba para lavarles la cara a los exguerrilleros. ¿Hay alguien del partido FARC en ese plan hoy de lavarles la cara a los exguerrilleros cuando hay acusaciones?

No, ni más faltaba. Cuando dije eso hice referencia a la actitud que estaban asumiendo algunas integrantes de la Comisión de la Mujer respecto de las Fuerzas Militares. Ese es el debate de fondo. Si aquí condenamos los hechos de violencia que pudo cometer la insurgencia, las guerrillas, los grupos armados o los paramilitares, pero justificamos lo que pasa en las Fuerzas Militares diciendo que son asuntos de manzanas podridas, pues, nunca se va a resolver nada. Nunca se va a abordar el problema como tiene que abordarse en una sociedad que ha vivido un conflicto tan prolongado como el nuestro, en el que a las Fuerzas Militares se les educa sobre el odio o la generación de miedo y ejercer la fuerza. ¿De dónde cree que salen las formaciones que les dan de que se van a beber la sangre de los guerrilleros y las guerrilleras? De eso tenemos casos que seguramente los vamos a dar a conocer tanto en la Comisión de la Verdad como en la JEP.

¿Está de acuerdo con que se abra un macrocaso de violencia sexual en la JEP?

Por supuesto que estoy de acuerdo. De hecho, ese es un compromiso desde que estábamos en La Habana. Lo que ha sucedido es que la violencia sexual en el marco del conflicto hace parte de la impunidad en este país. ¿Cuáles son los casos que están resueltos en la justicia? No hay. Vea lo que pasó con los paramilitares, por ejemplo, en donde sí fue una política de terror y el miedo, pero sobre eso no se ha hecho ni dicho nada. Aquí no se trata de que se ponga un juicio contra una de las partes, sino que todos los que hayan participado de manera directa o indirecta en este conflicto y que hayan causado daño en la población respondan. Aquí, ante la JEP, han pretendido que sea un tribunal contra las Farc y contra quienes estuvimos en la insurgencia y no contra quienes han participado en este conflicto.

Después la firma de la paz, hubo graves acusaciones contra “Raúl Reyes” por violaciones a menore, que fueron negadas por los mismos miembros de Farc.

Hay que tener en cuenta que en la guerra se ha dado, de manera sistemática, el desprestigio hacia la contraparte. Siempre se procuró sembrar que había unos malos y unos héroes, pero la realidad del conflicto se debe desmantelar porque eso ha hecho mucho daño. Ahora, frente a hechos específicos y acusaciones a integrantes de la dirección o comandantes, a mí me queda muy difícil decirte qué fue o no cierto, porque eso hace parte de la mala propaganda también.

Hay denuncias de abortos forzados dentro de las Farc. ¿Eso está dentro de las conductas de violencia sexual que usted ha reconocido?

El tema del aborto es un tema complejo para nosotros porque yo, como mujer feminista y luchadora por los derechos reproductivos de las mujeres, defiendo el derecho a la interrupción del embarazo o a la decisión de las mujeres sobre sus propios cuerpos. La mujer decide si quiere o no tener hijos. Ahora, eso hay que tenerlo en cuenta en el contexto de la guerra. Allí era necesario que nosotras planificáramos. Cuando una entraba a la insurgencia o a la guerrilla, lo primero que le decían era que planificar era una norma, que es una cosa que yo critico, y no ahora, sino que la critiqué siempre. Durante mucho tiempo en las Farc se dijo que la mujer tenía que planificar, yo cuestionaba que por qué no lo hacían los hombres y por qué la planificación no era un asunto de pareja. Al final, la planificación en las Farc se volvió un asunto de pareja y así quedó en las normas. Una mujer no queda embarazada por obra y gracia. Para mí era importante que las mujeres pudieran decidir si tenía una criatura o no. Esa era la generalidad, las mujeres decidían si tenían o no el bebé. Muchas mujeres tuvieron sus hijos y la prueba está en los resultados. Según un censo que hizo la Universidad Nacional cuando toda la gente nuestra llegó, más del 60 % de los miembros de las Farc tenían hijos. ¿Qué significaba eso? Que había decisión de las mujeres de tener sus hijos y los dejaban cuidando con la familia, con una familia protectora, y seguían en la insurgencia porque la guerra no permitía estar con los bebés.

Pero ¿y los abortos?

Ese era un hecho que sí era más problemático. Me refiero a los casos en los que las mujeres no querían interrumpir su embarazo y que las obligaran. Esa situación toca analizarla en el contexto de la guerra y tendremos que mirar cómo será ese asunto ante la Comisión de la Verdad y ante la JEP.

La Corporación Rosa Blanca ha hecho acusaciones contra usted sobre los abortos forzados dentro de las Farc. ¿Qué contesta a esas informaciones?

Yo no descalifico a las víctimas, pero sí a estos fenómenos que buscan el desprestigio de las personas que hemos tenido un compromiso real con la paz, que hemos tenido una apuesta con las mujeres. Yo lo que les he dicho a todas las víctimas es que ahí está la JEP y es donde tienen una gran oportunidad para que planteen sus casos y acusen a las personas. Lo que yo sé, hasta el momento, es que esas personas que usted menciona no han acudido a la JEP. Ahora, tengo que decir que, con toda honestidad, no me prestaría en lo absoluto para hechos como los que han pretendido involucrarme o señalarme.

¿Reconocer la violencia sexual dentro de las Farc le traerá problemas con sus compañeros de partido?

Yo insisto, y quiero que no me saquen de contexto: lo que yo planteé es que, en medio del conflicto, obviamente estos hechos se presentaron seguramente en varios escenarios, producto de una sociedad de la que veníamos y con la que seguimos peleando hoy. Si nosotros retornamos a la vida civil y muchas compañeras han tenido que retornar a los roles tradicionales y algunas han padecido violencia de sus parejas actuales, imagínese cómo no vamos a seguir luchando por las condiciones de desigualdad en las que viven las mujeres. Este es un tema que hemos venido debatiendo en el partido desde hace mucho tiempo. Cuando estábamos en La Habana, como guerrilla, ya lo discutíamos y hemos dicho que vamos a aportar verdad, que vamos a comparecer ante la JEP. Eso es lo que hemos venido haciendo. No creo que genere problemas en el interior del partido, sin negar que hay debates y para eso estamos convertidos en una colectividad.

Respecto a las declaraciones de Sandra Ramírez y Timochencko, quienes negaron el reclutamiento de menores en las Farc, ¿cuál es su posición? ¿Reconoce que hubo reclutamiento de menores?

No enredemos temas. Dejemos el tema de reclutamiento para otra ocasión. Hablamos de eso otro día.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar