“El gobierno sacó bandera blanca frente a las instituciones”: Cristo sobre Eljach
El ministro Juan Fernando Cristo, en entrevista para El Espectador, habló de los grandes temas que han copado su agenda en los tres meses que lleva al frente de la cartera del Interior. Se refirió a los retos del acuerdo nacional, a la suspensión del proceso de paz con el ELN -de los que dijo que no entendieron su papel en la historia-, advirtió sobre los riesgos para las presidenciales de 2026 y esbozó lo que sigue en materia legislativa para el Gobierno. También aclaró si está pensando en renunciar o no al ministerio y si existe una ruptura entre los ministros petristas.
Leonardo Botero Fernández
¿En qué está el acuerdo nacional con el que comenzó su trabajo como ministro?
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¿En qué está el acuerdo nacional con el que comenzó su trabajo como ministro?
Nosotros hemos venido hablando con partidos políticos, gremios de la producción, empresariado, organizaciones sociales de ese acuerdo nacional, que yo he llamado un acuerdo de mínimos. No es un acuerdo que pretenda incluir todos los temas del país allí, ni toda la agenda legislativa. Es el ejercicio de demostrar a los colombianos que somos capaces de ponernos de acuerdo en algo. Nos volvimos incapaces de eso. Tal vez el último gran propósito nacional que tuvo el país fue el acuerdo de paz de 2016 y se perdió su oportunidad por las razones que usted quiera. No volvimos a tener un gran propósito nacional.
Aquí yo creo que tenemos que hacer un acuerdo nacional para bajar el nivel de la confrontación, para fortalecer la democracia, un acuerdo nacional contra la violencia y en defensa de la democracia, que tiene mucho que ver con la transformación del territorio, con profundizar la autonomía territorial, con el reconocimiento de que este Estado central fracasó en la solución de los problemas de la gente. Mientras no cerremos esas brechas entre las distintas regiones de Colombia, vamos a seguir teniendo problemas de violencia y problemas de unidad nacional.
Habla de un acuerdo de mínimos, pero en las últimas dos semanas hemos visto que el presidente Gustavo Petro tiene cada vez un discurso más confrontacional. ¿Realmente hay apoyo del presidente para ese acuerdo, que sigue sin anunciarse de manera formal?
Todos tenemos que aportar desde el gobierno y desde la oposición. Tenemos que entender que si seguimos en este escalamiento de la violencia verbal, vamos a tener serios problemas en las elecciones de 2026. Yo estoy muy preocupado. El problema es que en Colombia esos niveles tan altos de confrontación verbal, que está sucediendo en muchas democracias del mundo, tienen un peligro adicional de pasar a las armas. El acuerdo nacional tiene que incluir también un rechazo total y unánime, de todas las fuerzas democráticas e institucionales en este país, a esa interferencia armada en el 2026, un rechazo a candidatos que puedan tener cualquier vínculo con esas organizaciones ilegales.
Ministro, me llama la atención lo que me acaba de decir. ¿Qué cosas concretas han visto respecto a esa interferencia hacia las elecciones de 2026? ¿Qué pistas hay? ¿Qué indicios tiene?
La violencia en Colombia se transformó y hay muchos sectores que todavía no se han dado cuenta. Muchos piensan que la violencia llegó con Petro y se irá con Petro el 7 de agosto de 2026 y eso es absolutamente falso y absurdo. Tenemos serios problemas de violencia, pero una violencia distinta que se transformó. Ya no es la que arrancó en la década de los 60 tratando de cambiar el modelo económico, social y político del país. Ya no hay ningún grupo, tal vez el último con algo de origen político es el ELN, que cada vez se degrada más. Pero el resto son violencias de grupos criminales, de bandas criminales, pretendiendo ejercer control territorial, no para confrontar al Estado, sino para apropiarse de rentas ilegales como la extorsión, el microtráfico, la minería ilegal.
Y entonces estamos asistiendo a esas guerras entre bandas, que muchas veces no confrontan al Estado en varias zonas del país. Esa violencia del Clan del Golfo, de las disidencias de las FARC, para mencionar esos dos grupos, está buscando en varias zonas ejercer control territorial y, también hay que decirlo, tratando de hacer política y de cooptar autoridades locales. Eso es un peligro que está ahí, eso es un riesgo que tenemos que enfrentar todos los colombianos sin distingo de si estamos acompañando al gobierno o estamos ejerciendo la oposición.
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¿Es decir, otra vez lo que ocurrió con la parapolítica?
Es una nueva etapa, 20 años después, de la parapolítica porque estos grupos ya no tienen diferencias ideológicas. Entonces ya no puede decir que entre las disidencias y el Clan del Golfo hay diferencias ideológicas. Están dedicados al crimen, a la extorsión. No tienen jerarquías nacionales, están territorializados. Están dispersos y fragmentados en la distinta geografía nacional. Hay disidencias de las disidencias, hay franquicias del Clan del Golfo.
Es una violencia distinta a la que estábamos acostumbrados y eso requiere una estrategia de seguridad distinta que a decir verdad hasta ahora estamos entendiendo.
Hablando de eso, ¿cómo recibe la suspensión de la mesa con el ELN?
Pues con mucha frustración y con tristeza de ver la oportunidad que está perdiendo el ELN de hacer la paz en Colombia. Los dejó el tren de la historia ya. Yo siempre he creído en la solución negociada al conflicto, en la paz, incluso en el caso del ELN, a pesar de que asesinaron a mi padre hace ya 27 años en Cúcuta. Creo que esa es la salida, pero créame, tengo que confesarlo con franqueza, cada vez soy más pesimista sobre la posibilidad de una negociación, porque ellos, al final, cuando uno mira, no han tomado la decisión de abandonar las armas y dejar la violencia, que es clave para estar sentado en cualquier mesa de negociación.
Ministro, hablemos de política. ¿Cómo fue el tema de la nominación de Gregorio Eljach a la Procuraduría, cuando en un momento no estaba en la lista de la Casa de Nariño?
El gobierno tomó una decisión importante desde el punto de vista institucional. Yo digo que el gobierno sacó bandera blanca frente a las instituciones y eso era importante. ¿En qué sentido? Gregorio Eljach fue uno de los finalistas en la selección de la Corte Suprema de Justicia. Y es una persona que ha trabajado en el Congreso durante mucho tiempo.
Ahora que necesitamos bajar los niveles de confrontación, yo creo que la postulación de Eljach es una oportunidad para hacer ese reconocimiento institucional, tender puentes frente al Congreso, frente a las Cortes, abrir nuevos espacios de diálogo, respetando obviamente la independencia de cada uno de los poderes, pero que podamos trabajar armónicamente en la solución de los problemas del país.
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También se habla de que fue para “frenar” que alguien cercano a Germán Vargas Lleras, un duro opositor del gobierno, llegara a la Procuraduría.
Conozco desde hace tiempo a Luis Felipe Henao, y Germán Varón fue mi compañero de pupitre. Tengo un profundo respeto por sus trayectorias y sus hojas de vida. Estamos en el ejercicio político. El gobierno tenía que tomar una decisión. Y con todos los debates que el presidente ha tenido con la Procuraduría como institución por la destitución que hizo un anterior procurador (Alejandro Ordóñez), él (Petro) siempre nos expresó que quería un procurador independiente, que no persiguiera al gobierno como a él lo habían perseguido como alcalde de Bogotá en su momento. Y evaluó cuál procurador podía ser independiente y yo creo que hay que valorar que no es un candidato del Pacto Histórico.
Ministro, ¿cómo va la agenda de reformas en el Congreso? Se ha dicho que está un poco quedada, se ha hablado de las dificultades para dialogar con las bancadas.
Yo creo que vamos a un buen ritmo. Del afán no queda sino el cansancio, se han socializado mucho las reformas, se cumplió el compromiso del presidente Petro el 20 de julio de que no se presentarían las reformas sin socializar con todas las bancadas. Obviamente no hay consenso ni sobre todos los proyectos ni sobre todo el articulado, pero el gobierno va avanzando. Por ejemplo, la reforma laboral ya este lunes comienza la votación de la ponencia. Yo creo que va a buen ritmo, se tomó todo el tiempo, hay acuerdos del gobierno, de la ministra de Trabajo, con la bancada liberal, con la bancada conservadora en torno a los textos que fueron aprobados en la Comisión Séptima.
La reforma a la salud ya se presentó, nos íbamos demorando un poco también escuchando a todos los sectores. Y con todo y eso, la gente sigue diciendo que no se ha concertado. Una cosa es concertar y escuchar y otra cosa es simplemente llegar a acuerdos definitivos sobre textos que solo se dan la discusión en el Congreso. En jurisdicción agraria, espero que comience la discusión esta semana. Avanzó un quinto debate, un proyecto que es prioritario para el gobierno de reforma constitucional, ya va en segunda vuelta el acto legislativo que fortalece el sistema general de participaciones para la autonomía territorial. Ya terminamos el primer paquete legislativo de esta agenda.
¿Qué nuevos proyectos siguen?
Viene una segunda ola de proyectos que tienen que ver con el compromiso del Gobierno del presidente Petro en Naciones Unidas para la implementación legislativa del acuerdo de paz. Estamos trabajando en un proyecto de reforma política, en un proyecto de ley estatutaria de regulación de la protesta social y en un proyecto de ley que garantice tratamiento penal diferencial a los pequeños cultivadores de coca, que son compromisos del acuerdo de paz.
¿Va a haber fast track?
Es que el fast track no sale como por arte de magia, tiene que tramitar uno. No es que el gobierno dice va a fast track y ya. Eso obviamente hoy es inviable. Presentaremos los proyectos y en el caso que se requiera mensaje de urgencia en determinado momento, se le presentarán.
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Por no haber sido invitado a la presentación de la reforma a la salud se habló de una ruptura entre usted y el ministro de Salud, Guillermo Jaramillo, ¿es así?
Muy divertido me parece, porque venimos trabajando cohesionadamente. Se creó una leyenda, una narrativa falsa de que el problema de los proyectos del Gobierno es que solo quería imponer su visión. Si usted mira, la reforma pensional salió muy distinta al proyecto original que presentó el gobierno. La reforma laboral va muy distinta al proyecto del gobierno. Y la reforma a la salud hoy es muy distinta a la que presentó la ministra de Salud y es más, es fruto de un acuerdo ya con las EPS, que era lo que hace unos meses se le pedía al gobierno.
¿Pero entonces por qué no estuvo en la radicación de la reforma a la salud?
Yo le confieso a usted, el ministro (Jaramillo) quería esperarme, porque yo no estaba en Bogotá, para radicarla el lunes siguiente. Yo le dije: “radique de una vez el viernes”, porque ya estábamos demorados para la radicación. Pero aquí el divertimento de los medios es buscar conflictos en el gabinete o peleas por todas partes. Hace parte de ese clima que estamos viviendo los colombianos, yo creo que podemos avanzar.
Ya casi cumple tres meses en el cargo. Es un momento complejo por el clima político, ¿en algún momento ha pensado en renunciar al ministerio?
Yo me metí en este chicharrón y hay que meterle muela. Mire, yo tomé la decisión de aceptar este desafío, primero porque creo profundamente en que la llegada de un gobierno de izquierda democrática al país es una oportunidad inmensa para normalizar la democracia en este país. Yo creo que un gobierno reformista era lo que necesitaba este país y obviamente hay sectores que no quieren ninguna clase de reforma. Y segundo, porque estuvimos de acuerdo con el presidente en que se necesitaba acelerar la implementación del acuerdo de paz y él quería de alguna manera que yo liderara este proceso de la implementación y eso es un compromiso de vida no podía eludirlo. No es fácil obviamente, está el clima muy encrispado, pero ahí vamos.
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