“Es falso que el galeón San José haya sido saqueado o vulnerado”: minculturas
Entrevista con el ministro de las Culturas, Juan David Correa, sobre su participación en la primera expedición de este gobierno al yacimiento arqueológico del famoso naufragio. Con reforma a la ley general del sector biusca ampliar concepto nacional de cultura.
Nelson Fredy Padilla
Usted estuvo a bordo del ARC Caribe de la Armada Nacional en la exploración del yacimiento arqueológico del galeón San José. ¿Cuál fue el balance?
Pienso que quien debería hacer la entrevista soy yo, porque usted lleva veinte años investigando y escribiendo sobre el tema y ya publicó un libro. Es un tema que nos atraviesa desde hace 40 años y no lo podemos olvidar, debe estar en la discusión pública. Lo que pasó la semana anterior es que un grupo de expertos del Instituto Colombiano de Antropología e Historia y de la Armada, entre los cuales hay historiadores, científicos, arqueólogos y expertos en patrimonio sumergido, fueron al lugar. Yo estuve uno de los ocho días de expedición, hicieron una primera caracterización y la primera noticia es que el pecio está en óptimas condiciones.
¿De qué sirve que al tiempo el Gobierno haya declarado esa zona del mar Caribe donde fue hundido el San José, el 8 de junio de 1708, área arqueológica protegida, la primera de ese tipo en Iberoamérica?
El sitio tiene una declaratoria de patrimonio submarino protegido, que es una cosa inédita que hicimos para formalizar que se considere un bien de interés cultural y no un tesoro; le damos un valor patrimonial y no económico. Eso gracias a que el presidente Petro decidió confiar en nosotros, darle el presupuesto a este trabajo conjunto de los ministerios de las Culturas y de Defensa para hacer juntos esta misión.
¿Cómo se desarrolló la misión y cuáles fueron los hallazgos?
Hicimos observación día y noche y caracterizamos buena parte del pecio, porque es muy grande y la mayoría está bajo el lecho marino.
¿Puede confirmar que el naufragio del San José no ha sido saqueado, como algunos rumoraron e incluso interpusieron demandas para averiguarlo?
Es falso absolutamente que haya sido saqueado o que haya sido vulnerado. Se hicieron comparaciones de videos y fotos con lo que se había hecho en las exploraciones de seguridad de 2022 y 2015 y hubo nuevos hallazgos de objetos que no se habían visto, como una posible ancla, por ejemplo. Hay que destacar el trabajo que ha hecho la Armada porque ha mantenido una vigilancia permanente sobre este lugar. También hay que decir que todo eso que se ha dicho hace parte también de una especie de mitología que se construye alrededor de símbolos como este galeón, un símbolo complejo del colonialismo, de lo que se extraía de este continente.
Estar en el lugar y saber que a 600 metros de profundidad está una cápsula del tiempo que nos puede contar la historia desde la época de la Colonia debe ser impresionante...
Es impresionante no solo el yacimiento sino la fauna marina que ha crecido alrededor del galeón. Si algún día hiciéramos una verdadera audacia, podríamos crear el primer santuario de patrimonio biocultural de la humanidad. A raíz del hundimiento y de los minerales que componen todas las materialidades que están abajo, hay muchas formas de vida; peces alimentándose del hierro de los cañones, especies de erizos, de medusas, una fauna riquísima, incluso vimos un pez espada que embistió en algún momento al robot. Fue muy emocionante observar todo eso a 600 metros de profundidad donde una vida humana no puede llegar, pero sí los equipos robóticos disponibles, que nos permitieron explorar a manera de buceo.
¿Cuando usted habla de un santuario plantea la posibilidad de dejar parte del naufragio allí como un museo submarino?
Por la profundidad, es difícil que sea un museo porque dependeríamos de capacidades submarinas permanentes, pero creo que hay muchas oportunidades para seguir investigando, porque lo que se le hizo fue un barrido con el robot a una altura de unos cinco o seis metros e iba escaneando la superficie para encontrar las diversas cosas que vimos. Estamos hablando, como usted bien lo sabe, de un galeón español que transportaba toneladas de mercancías de oro y plata de varias regiones de América y esta es apenas la primera misión de exploración que va a continuar este año con dos incursiones más que nos van a permitir tomar decisiones definitivas de acuerdo al plan para el próximo año.
¿Qué van a hacer ahora con las miles de fotografías y horas de video que están procesando y cuál es la siguiente fase?
La posibilidad que tenemos hacia el futuro es seguir levantando nueva información y construir con todas estas imágenes un museo virtual en Cartagena. En la próxima misión consideraremos extraer dos o tres materialidades, por ejemplo de una vajilla, para estudiarlas en el laboratorio que estamos dotando en la sede de la Armada en Cartagena y analizar qué le pasa al subirla a la superficie, o a la madera, porque queremos saber si se va a descomponer y saber cuál podríamos extraer. Una vez tengamos claro eso, tomaremos decisiones frente a la intención que tenemos de construir un museo físico con algunas de las piezas rescatadas. Los recursos ya están apropiados y la misión científica-cultural del galeón San José sigue en firme para investigar a fondo el patrimonio sumergido.
¿Van a crear en el corto plazo un fondo para patrimonio subacuático, teniendo en cuenta que usted ya anunció $1.200 millones para estudiar sobre la cultura quimbaya?
Este año apropiamos $16.000 millones para esta primera misión del San José y estamos construyendo el presupuesto del próximo año. La idea es, por supuesto, seguir estudiando, pero dependeremos de las conclusiones que nos arroje la próxima exploración, que se realizará en dos meses, para saber en definitiva que más necesitamos, por ejemplo robots con mayores capacidades de registro. Yo quisiera que hacia el futuro tuviéramos un documento Conpes donde quede trazada una política sobre cuál va a ser el destino investigativo del galeón, para que no dependa de un gobierno.
¿Las siguientes fases implican licitaciones públicas y contratación con empresa privada?
Todo lo estamos haciendo desde lo público, con capacidades del ICANH, de la Armada, de la Agencia de Defensa del Estado, que nos está ayudando en todos los litigios que tiene esto, sobre los cuales no me puedo pronunciar porque es de confidencialidad absoluta, del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes. También está concurriendo el Ministerio de Ciencias. Queremos hacer una capacitación de niños de Cartagena para que se conviertan en vigías del patrimonio sumergido en esa bahía, construir una cultura, porque usted sabe que hay muchos hundimientos: hay más de 30 documentados. Es una gran oportunidad de conocer el patrimonio sumergido y la fauna, la flora, el comportamiento del mar en esta época de cambio climático.
En todo caso, ¿este año se anunciará la extracción de objetos puntuales del San José, por ejemplo monedas?
Simplemente vimos cómo están esos objetos y los que pretendemos extraer, que no pasarán de tres o cuatro, están posados allí. No se trata de excavar, sino de tomarlos a través de unas manos, digamos mecánicas, depositarlos en una suerte de jaula que está conectada por una sonda al barco y subirlos para ver qué les va a pasar. Eso es lo que queremos saber en el laboratorio. Luego de esos estudios tomaremos otro tipo de decisiones.
Hacer parte de ese viaje debió ser como un viaje de ciencia ficción. ¿Qué experiencia le quedó?
Fue muy emocionante. Yo me había acercado al tema por las novelas del mar de Arturo Pérez Reverte, sobre todo La carta esférica, y por las de Julio Verne, por supuesto, y lo que sentí fue estar siendo parte de algo excepcional. No es solo lo espectacular como anécdota personal, sino acercarse al conocimiento que aún no tenemos del fondo del océano, lo que realmente ignoramos. El galeón San José está enterrado y ¿cómo lo vamos a ver? Bueno, tenemos una serie de retos científicos a los que nos enfrentaremos con el profesionalismo de este equipo colombiano que es realmente encomiable.
¿Cómo van a participar en este proceso las universidades con experiencia en arqueología submarina y los científicos colombianos en general?
Quisiera que para la próxima exploración podamos empezar a involucrar a la universidad pública, muchas facultades que tenían especializaciones en patrimonio han desaparecido y eso es dramático. La gente no estaba estudiando, es un oficio que se está perdiendo y yo creo que debe ser todo lo contrario: impulsar la investigación sobre el patrimonio, no como una serie de cosas viejas para restaurar, sino como la posibilidad de asomarnos y conocer la historia de este país. Hay una oportunidad para que toda la comunidad académica participe y para que Cartagena se convierta en un centro de estudios sobre el patrimonio submarino de la humanidad; visión que nos celebraron científicos que invitamos a la ciudad en febrero pasado. Hemos escuchado las críticas de las universidades y, por ejemplo, vamos a abolir el famoso decreto que permite que el patrimonio sea valorado como algo serial y pueda ser comercializado.
¿Cómo van a vincular a los pueblos indígenas y afrocolombianos, víctimas de esa explotación de la Colonia?
Por ahora invitamos a representantes de los pueblos de la Sierra Nevada de Santa Marta y estuvo la gente de San Basilio de Palenque. Son bienvenidos para que esto deje de ser un secreto, un misterio policíaco de un tesoro. Esto tiene que volverse una oportunidad cultural y científica única para los colombianos.
Sí, pero hay muchos intereses internacionales. Por ejemplo, ¿cuál va a ser el papel de España en este caso?
También lo invitamos. El embajador siempre ha estado enterado de todo lo que estamos haciendo. A mí me interesa decirle a toda la comunidad internacional que es bienvenida. En esta primera exploración no pudimos subir gente que no sea colombiana, pero espero que en el futuro podamos atraer inversión académica internacional en esto, porque es una posibilidad para abrirnos también al mundo.
¿Su colega ministro de Cultura de España ya le respondió su reciente carta pidiendo la devolución de la colección quimbaya?
No, pero espero que sea pronto. Ahí estamos abriendo otra conversación y estamos cumpliendo una sentencia de la Corte Constitucional que no se había atendido desde 2017.
¿Dentro de esa política de descolonización de los museos es que también se le va a pedir al Museo Británico que devuelva una manta muisca?
Sí. Es una manta que se presume es del año 1600 y terminó en Inglaterra. Y como el próximo año celebramos 150 años de amistad británica con Colombia, pues la idea es que en un gesto amistoso ocurra la devolución. De ese proyecto de descolonización del Gobierno también hacen parte la Cancillería y la Presidencia de la República, que ya han repatriado en dos años más de 800 piezas, como máscaras y piezas precolombinas. Es un gesto que corresponde a la época, no por hacer demagogia, sino para entablar una relación distinta con el resto del mundo. El problema no es a quién le pertenecen las cosas. El problema es para quien significan más las cosas. En ese sentido la colección quimbaya significa una historia que para nosotros es profundamente dolorosa por la aniquilación, pero también es una oportunidad de dignificar esas culturas.
Hace pocos días anunció el cambio de nombre de la Casa del Inquisidor de Cartagena a centro Benkos Biohó. Más allá de lo simbólico, ¿el tema de fondo es un cambio de relato nacional cultural?
Era la casa donde vivía el inquisidor y así se quedó llamando, lo que produce un efecto simbólico. En esos lugares van a funcionar programas sociales, como una escuela para el turismo cultural de la gente de Cartagena con la pretensión de que la gente de El Cabrero, de Manga, del Pozón vuelva a la zona amurallada y se apropie de otras formas de coexistencia en una ciudad que fue, de alguna manera, tomada por las clases privilegiadas y en donde estas personas fueron bienvenidas solo como empleadas. Queremos cambiar esa correlación diciéndole a los cartageneros: la ciudad es de ustedes, estas edificaciones que son de ustedes se pueden llamar como sus líderes históricos se han llamado.
¿Es la filosofía del Plan Nacional de Cultura 2024-2038 que usted presentó?
Claro. El plan lo que busca también es pensar que el concepto de cultura tiene que ampliarse, dejar de pensar que el Ministerio está para atender las prácticas artísticas y entender que vivimos dentro de una cultura que comparte diversas regiones culturales como La Mojana, el litoral Pacífico, la Amazonia, y eso es lo que hemos llamado dentro del plan territorios bioculturales. Si aprendemos a compartir esas expresiones artísticas, seguramente el cambio cultural permitirá el cambio social, porque dejaremos de estar peleando como enemigos. Si usted va aquí a la subregión del Tequendama, en Cundinamarca, verá que Viotá fue castigado por un siglo porque ahí se creó el Partido Comunista y quedó aislado. En Apulo, que queda a 20 minutos, la gente no compra en la plaza de mercado alimentos que se producen allá. Tenemos que volver a tejer el territorio para aprovechar una oportunidad de oro que es hacer turismo cultural por el país, por esos municipios del Tequendama, donde se fundó el Colegio del Rosario, por las tiendas y las haciendas, por la casa donde vivió el general Reyes, donde hay una estación del tren que queremos recuperar y generar empleo para la gente.
¿Qué le sumará a esto la reforma de la Ley General de Cultura, que usted presentará el 20 de julio al Congreso?
No vamos a quitar ninguna de las conquistas conseguidas desde la Ley del Libro, del 93, y la Ley de la cultura, del 97. Es una reforma sucinta y concreta. No pasará de 18 páginas, porque sabemos que es nuestra única oportunidad para los dos años que nos quedan. Necesitamos equilibrar los sectores, porque hoy solo el cine tiene exenciones altas de impuestos. Se trata de ampliar derechos y hacer una armonización, porque tenemos más o menos 12 legislaciones distintas y si las armonizamos seguramente vamos a poder trabajar de una manera mucho más integral.
Usted hace un año se vivía tranquilamente dedicado a la literatura, ¿diez meses después, ¿cuál es su balance personal de haberse metido en el caos de la política?
Yo estoy profundamente agradecido. Es una oportunidad realmente privilegiada de conocer este país, de conocer el tejido cultural del territorio colombiano. Uno sale de esta ciudad y realmente llega alimentado de la fuerza de la resiliencia, de la belleza, del ejemplo que hay en las comunidades de este país. Hay dolor, por supuesto. Se han producido violencias históricas muy duras, pero en esos territorios en donde más se siente la fuerza de las culturas, la cultura de paz en Colombia. Es la cultura la que ha permitido que el tejido social permanezca a pesar del arrasamiento. Yo realmente he asumido mi trabajo con mucha emoción y pues me llegó el momento de tratar de demostrar que se puede hacer gestión cultural siendo ministro, que se pueden tomar decisiones que beneficien a todo el mundo y no a unos pocos.
Usted estuvo a bordo del ARC Caribe de la Armada Nacional en la exploración del yacimiento arqueológico del galeón San José. ¿Cuál fue el balance?
Pienso que quien debería hacer la entrevista soy yo, porque usted lleva veinte años investigando y escribiendo sobre el tema y ya publicó un libro. Es un tema que nos atraviesa desde hace 40 años y no lo podemos olvidar, debe estar en la discusión pública. Lo que pasó la semana anterior es que un grupo de expertos del Instituto Colombiano de Antropología e Historia y de la Armada, entre los cuales hay historiadores, científicos, arqueólogos y expertos en patrimonio sumergido, fueron al lugar. Yo estuve uno de los ocho días de expedición, hicieron una primera caracterización y la primera noticia es que el pecio está en óptimas condiciones.
¿De qué sirve que al tiempo el Gobierno haya declarado esa zona del mar Caribe donde fue hundido el San José, el 8 de junio de 1708, área arqueológica protegida, la primera de ese tipo en Iberoamérica?
El sitio tiene una declaratoria de patrimonio submarino protegido, que es una cosa inédita que hicimos para formalizar que se considere un bien de interés cultural y no un tesoro; le damos un valor patrimonial y no económico. Eso gracias a que el presidente Petro decidió confiar en nosotros, darle el presupuesto a este trabajo conjunto de los ministerios de las Culturas y de Defensa para hacer juntos esta misión.
¿Cómo se desarrolló la misión y cuáles fueron los hallazgos?
Hicimos observación día y noche y caracterizamos buena parte del pecio, porque es muy grande y la mayoría está bajo el lecho marino.
¿Puede confirmar que el naufragio del San José no ha sido saqueado, como algunos rumoraron e incluso interpusieron demandas para averiguarlo?
Es falso absolutamente que haya sido saqueado o que haya sido vulnerado. Se hicieron comparaciones de videos y fotos con lo que se había hecho en las exploraciones de seguridad de 2022 y 2015 y hubo nuevos hallazgos de objetos que no se habían visto, como una posible ancla, por ejemplo. Hay que destacar el trabajo que ha hecho la Armada porque ha mantenido una vigilancia permanente sobre este lugar. También hay que decir que todo eso que se ha dicho hace parte también de una especie de mitología que se construye alrededor de símbolos como este galeón, un símbolo complejo del colonialismo, de lo que se extraía de este continente.
Estar en el lugar y saber que a 600 metros de profundidad está una cápsula del tiempo que nos puede contar la historia desde la época de la Colonia debe ser impresionante...
Es impresionante no solo el yacimiento sino la fauna marina que ha crecido alrededor del galeón. Si algún día hiciéramos una verdadera audacia, podríamos crear el primer santuario de patrimonio biocultural de la humanidad. A raíz del hundimiento y de los minerales que componen todas las materialidades que están abajo, hay muchas formas de vida; peces alimentándose del hierro de los cañones, especies de erizos, de medusas, una fauna riquísima, incluso vimos un pez espada que embistió en algún momento al robot. Fue muy emocionante observar todo eso a 600 metros de profundidad donde una vida humana no puede llegar, pero sí los equipos robóticos disponibles, que nos permitieron explorar a manera de buceo.
¿Cuando usted habla de un santuario plantea la posibilidad de dejar parte del naufragio allí como un museo submarino?
Por la profundidad, es difícil que sea un museo porque dependeríamos de capacidades submarinas permanentes, pero creo que hay muchas oportunidades para seguir investigando, porque lo que se le hizo fue un barrido con el robot a una altura de unos cinco o seis metros e iba escaneando la superficie para encontrar las diversas cosas que vimos. Estamos hablando, como usted bien lo sabe, de un galeón español que transportaba toneladas de mercancías de oro y plata de varias regiones de América y esta es apenas la primera misión de exploración que va a continuar este año con dos incursiones más que nos van a permitir tomar decisiones definitivas de acuerdo al plan para el próximo año.
¿Qué van a hacer ahora con las miles de fotografías y horas de video que están procesando y cuál es la siguiente fase?
La posibilidad que tenemos hacia el futuro es seguir levantando nueva información y construir con todas estas imágenes un museo virtual en Cartagena. En la próxima misión consideraremos extraer dos o tres materialidades, por ejemplo de una vajilla, para estudiarlas en el laboratorio que estamos dotando en la sede de la Armada en Cartagena y analizar qué le pasa al subirla a la superficie, o a la madera, porque queremos saber si se va a descomponer y saber cuál podríamos extraer. Una vez tengamos claro eso, tomaremos decisiones frente a la intención que tenemos de construir un museo físico con algunas de las piezas rescatadas. Los recursos ya están apropiados y la misión científica-cultural del galeón San José sigue en firme para investigar a fondo el patrimonio sumergido.
¿Van a crear en el corto plazo un fondo para patrimonio subacuático, teniendo en cuenta que usted ya anunció $1.200 millones para estudiar sobre la cultura quimbaya?
Este año apropiamos $16.000 millones para esta primera misión del San José y estamos construyendo el presupuesto del próximo año. La idea es, por supuesto, seguir estudiando, pero dependeremos de las conclusiones que nos arroje la próxima exploración, que se realizará en dos meses, para saber en definitiva que más necesitamos, por ejemplo robots con mayores capacidades de registro. Yo quisiera que hacia el futuro tuviéramos un documento Conpes donde quede trazada una política sobre cuál va a ser el destino investigativo del galeón, para que no dependa de un gobierno.
¿Las siguientes fases implican licitaciones públicas y contratación con empresa privada?
Todo lo estamos haciendo desde lo público, con capacidades del ICANH, de la Armada, de la Agencia de Defensa del Estado, que nos está ayudando en todos los litigios que tiene esto, sobre los cuales no me puedo pronunciar porque es de confidencialidad absoluta, del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes. También está concurriendo el Ministerio de Ciencias. Queremos hacer una capacitación de niños de Cartagena para que se conviertan en vigías del patrimonio sumergido en esa bahía, construir una cultura, porque usted sabe que hay muchos hundimientos: hay más de 30 documentados. Es una gran oportunidad de conocer el patrimonio sumergido y la fauna, la flora, el comportamiento del mar en esta época de cambio climático.
En todo caso, ¿este año se anunciará la extracción de objetos puntuales del San José, por ejemplo monedas?
Simplemente vimos cómo están esos objetos y los que pretendemos extraer, que no pasarán de tres o cuatro, están posados allí. No se trata de excavar, sino de tomarlos a través de unas manos, digamos mecánicas, depositarlos en una suerte de jaula que está conectada por una sonda al barco y subirlos para ver qué les va a pasar. Eso es lo que queremos saber en el laboratorio. Luego de esos estudios tomaremos otro tipo de decisiones.
Hacer parte de ese viaje debió ser como un viaje de ciencia ficción. ¿Qué experiencia le quedó?
Fue muy emocionante. Yo me había acercado al tema por las novelas del mar de Arturo Pérez Reverte, sobre todo La carta esférica, y por las de Julio Verne, por supuesto, y lo que sentí fue estar siendo parte de algo excepcional. No es solo lo espectacular como anécdota personal, sino acercarse al conocimiento que aún no tenemos del fondo del océano, lo que realmente ignoramos. El galeón San José está enterrado y ¿cómo lo vamos a ver? Bueno, tenemos una serie de retos científicos a los que nos enfrentaremos con el profesionalismo de este equipo colombiano que es realmente encomiable.
¿Cómo van a participar en este proceso las universidades con experiencia en arqueología submarina y los científicos colombianos en general?
Quisiera que para la próxima exploración podamos empezar a involucrar a la universidad pública, muchas facultades que tenían especializaciones en patrimonio han desaparecido y eso es dramático. La gente no estaba estudiando, es un oficio que se está perdiendo y yo creo que debe ser todo lo contrario: impulsar la investigación sobre el patrimonio, no como una serie de cosas viejas para restaurar, sino como la posibilidad de asomarnos y conocer la historia de este país. Hay una oportunidad para que toda la comunidad académica participe y para que Cartagena se convierta en un centro de estudios sobre el patrimonio submarino de la humanidad; visión que nos celebraron científicos que invitamos a la ciudad en febrero pasado. Hemos escuchado las críticas de las universidades y, por ejemplo, vamos a abolir el famoso decreto que permite que el patrimonio sea valorado como algo serial y pueda ser comercializado.
¿Cómo van a vincular a los pueblos indígenas y afrocolombianos, víctimas de esa explotación de la Colonia?
Por ahora invitamos a representantes de los pueblos de la Sierra Nevada de Santa Marta y estuvo la gente de San Basilio de Palenque. Son bienvenidos para que esto deje de ser un secreto, un misterio policíaco de un tesoro. Esto tiene que volverse una oportunidad cultural y científica única para los colombianos.
Sí, pero hay muchos intereses internacionales. Por ejemplo, ¿cuál va a ser el papel de España en este caso?
También lo invitamos. El embajador siempre ha estado enterado de todo lo que estamos haciendo. A mí me interesa decirle a toda la comunidad internacional que es bienvenida. En esta primera exploración no pudimos subir gente que no sea colombiana, pero espero que en el futuro podamos atraer inversión académica internacional en esto, porque es una posibilidad para abrirnos también al mundo.
¿Su colega ministro de Cultura de España ya le respondió su reciente carta pidiendo la devolución de la colección quimbaya?
No, pero espero que sea pronto. Ahí estamos abriendo otra conversación y estamos cumpliendo una sentencia de la Corte Constitucional que no se había atendido desde 2017.
¿Dentro de esa política de descolonización de los museos es que también se le va a pedir al Museo Británico que devuelva una manta muisca?
Sí. Es una manta que se presume es del año 1600 y terminó en Inglaterra. Y como el próximo año celebramos 150 años de amistad británica con Colombia, pues la idea es que en un gesto amistoso ocurra la devolución. De ese proyecto de descolonización del Gobierno también hacen parte la Cancillería y la Presidencia de la República, que ya han repatriado en dos años más de 800 piezas, como máscaras y piezas precolombinas. Es un gesto que corresponde a la época, no por hacer demagogia, sino para entablar una relación distinta con el resto del mundo. El problema no es a quién le pertenecen las cosas. El problema es para quien significan más las cosas. En ese sentido la colección quimbaya significa una historia que para nosotros es profundamente dolorosa por la aniquilación, pero también es una oportunidad de dignificar esas culturas.
Hace pocos días anunció el cambio de nombre de la Casa del Inquisidor de Cartagena a centro Benkos Biohó. Más allá de lo simbólico, ¿el tema de fondo es un cambio de relato nacional cultural?
Era la casa donde vivía el inquisidor y así se quedó llamando, lo que produce un efecto simbólico. En esos lugares van a funcionar programas sociales, como una escuela para el turismo cultural de la gente de Cartagena con la pretensión de que la gente de El Cabrero, de Manga, del Pozón vuelva a la zona amurallada y se apropie de otras formas de coexistencia en una ciudad que fue, de alguna manera, tomada por las clases privilegiadas y en donde estas personas fueron bienvenidas solo como empleadas. Queremos cambiar esa correlación diciéndole a los cartageneros: la ciudad es de ustedes, estas edificaciones que son de ustedes se pueden llamar como sus líderes históricos se han llamado.
¿Es la filosofía del Plan Nacional de Cultura 2024-2038 que usted presentó?
Claro. El plan lo que busca también es pensar que el concepto de cultura tiene que ampliarse, dejar de pensar que el Ministerio está para atender las prácticas artísticas y entender que vivimos dentro de una cultura que comparte diversas regiones culturales como La Mojana, el litoral Pacífico, la Amazonia, y eso es lo que hemos llamado dentro del plan territorios bioculturales. Si aprendemos a compartir esas expresiones artísticas, seguramente el cambio cultural permitirá el cambio social, porque dejaremos de estar peleando como enemigos. Si usted va aquí a la subregión del Tequendama, en Cundinamarca, verá que Viotá fue castigado por un siglo porque ahí se creó el Partido Comunista y quedó aislado. En Apulo, que queda a 20 minutos, la gente no compra en la plaza de mercado alimentos que se producen allá. Tenemos que volver a tejer el territorio para aprovechar una oportunidad de oro que es hacer turismo cultural por el país, por esos municipios del Tequendama, donde se fundó el Colegio del Rosario, por las tiendas y las haciendas, por la casa donde vivió el general Reyes, donde hay una estación del tren que queremos recuperar y generar empleo para la gente.
¿Qué le sumará a esto la reforma de la Ley General de Cultura, que usted presentará el 20 de julio al Congreso?
No vamos a quitar ninguna de las conquistas conseguidas desde la Ley del Libro, del 93, y la Ley de la cultura, del 97. Es una reforma sucinta y concreta. No pasará de 18 páginas, porque sabemos que es nuestra única oportunidad para los dos años que nos quedan. Necesitamos equilibrar los sectores, porque hoy solo el cine tiene exenciones altas de impuestos. Se trata de ampliar derechos y hacer una armonización, porque tenemos más o menos 12 legislaciones distintas y si las armonizamos seguramente vamos a poder trabajar de una manera mucho más integral.
Usted hace un año se vivía tranquilamente dedicado a la literatura, ¿diez meses después, ¿cuál es su balance personal de haberse metido en el caos de la política?
Yo estoy profundamente agradecido. Es una oportunidad realmente privilegiada de conocer este país, de conocer el tejido cultural del territorio colombiano. Uno sale de esta ciudad y realmente llega alimentado de la fuerza de la resiliencia, de la belleza, del ejemplo que hay en las comunidades de este país. Hay dolor, por supuesto. Se han producido violencias históricas muy duras, pero en esos territorios en donde más se siente la fuerza de las culturas, la cultura de paz en Colombia. Es la cultura la que ha permitido que el tejido social permanezca a pesar del arrasamiento. Yo realmente he asumido mi trabajo con mucha emoción y pues me llegó el momento de tratar de demostrar que se puede hacer gestión cultural siendo ministro, que se pueden tomar decisiones que beneficien a todo el mundo y no a unos pocos.