Experiencia y transparencia
Dos propuestas parecen dominar hoy el escenario político colombiano que, según una equivocada visión que predomina en los medios de comunicación, explican el apoyo de los electores a los candidatos favorecidos por las encuestas: la seguridad y la transparencia.
El Espectador
Creo representar de manera legítima estos dos anhelos. Fui la primera en afirmar que en seguridad democrática debemos mantener lo conseguido por el presidente Uribe. Pero al mismo tiempo conseguiré lo que falta. Extenderé a las ciudades y sus alrededores la seguridad que ya existe en las carreteras y en las zonas rurales. Es necesario también restituir el fuero militar para proteger a las Fuerzas Armadas de la guerra jurídica.
En cuanto a la transparencia, nunca se me ha visto ligada al clientelismo político y sus turbios manejos. Tengo una hoja de vida irreprochable. Soy una candidata distinta, me formé en el sector privado. Aprendí allí, como ejecutiva, a no ofrecer lo que no pueda cumplir, a ser juzgada por los resultados. En mi caso, las palabras y la acción van siempre juntas. Lo que pienso es lo que digo y lo que digo es lo que hago.
Soy, entre los candidatos, la única mujer. ¿Es una desventaja? No falta quien lo crea. Pero se equivoca. El carácter y la firmeza no son monopolio de los hombres. Calificadas mujeres han sido jefes de Estado, y la gran mayoría de ellas han gobernado con firmeza y con éxito. Para nosotras, cualquier responsabilidad es un reto.
Estamos más cerca de la gente común, de sus inquietudes y de sus desventuras. Solemos manejar los fondos públicos con más escrúpulo.
Las dificultades que compartí con los míos durante mi juventud me han servido para comprender a los millones de colombianos que viven la angustia de no encontrar un empleo y los apuros inevitables de todo fin de mes. Por eso sé que con mi liderazgo derrotaremos la miseria y la pobreza.
Dicen que tengo mucho carácter. Lo tengo. He denunciado y seguiré denunciando las injusticias contra los desprotegidos. Muchos de los que, atrapados por el engaño del voto útil se resignaban hace algunas semanas a votar por quienes parecían favorecidos en las encuestas, descubren en estos momentos que nada está resuelto. Y que para votar es necesario reflexionar y decidir en conciencia por la mejor opción y hacer realidad un verdadero cambio: una mujer en la Presidencia para cambiarle el rumbo a Colombia.
Creo representar de manera legítima estos dos anhelos. Fui la primera en afirmar que en seguridad democrática debemos mantener lo conseguido por el presidente Uribe. Pero al mismo tiempo conseguiré lo que falta. Extenderé a las ciudades y sus alrededores la seguridad que ya existe en las carreteras y en las zonas rurales. Es necesario también restituir el fuero militar para proteger a las Fuerzas Armadas de la guerra jurídica.
En cuanto a la transparencia, nunca se me ha visto ligada al clientelismo político y sus turbios manejos. Tengo una hoja de vida irreprochable. Soy una candidata distinta, me formé en el sector privado. Aprendí allí, como ejecutiva, a no ofrecer lo que no pueda cumplir, a ser juzgada por los resultados. En mi caso, las palabras y la acción van siempre juntas. Lo que pienso es lo que digo y lo que digo es lo que hago.
Soy, entre los candidatos, la única mujer. ¿Es una desventaja? No falta quien lo crea. Pero se equivoca. El carácter y la firmeza no son monopolio de los hombres. Calificadas mujeres han sido jefes de Estado, y la gran mayoría de ellas han gobernado con firmeza y con éxito. Para nosotras, cualquier responsabilidad es un reto.
Estamos más cerca de la gente común, de sus inquietudes y de sus desventuras. Solemos manejar los fondos públicos con más escrúpulo.
Las dificultades que compartí con los míos durante mi juventud me han servido para comprender a los millones de colombianos que viven la angustia de no encontrar un empleo y los apuros inevitables de todo fin de mes. Por eso sé que con mi liderazgo derrotaremos la miseria y la pobreza.
Dicen que tengo mucho carácter. Lo tengo. He denunciado y seguiré denunciando las injusticias contra los desprotegidos. Muchos de los que, atrapados por el engaño del voto útil se resignaban hace algunas semanas a votar por quienes parecían favorecidos en las encuestas, descubren en estos momentos que nada está resuelto. Y que para votar es necesario reflexionar y decidir en conciencia por la mejor opción y hacer realidad un verdadero cambio: una mujer en la Presidencia para cambiarle el rumbo a Colombia.