Ganadores y perdedores del transfuguismo
Más allá del Congreso, el pulso entre uribismo y oposición se libró en las regiones.
El Espectador
Desde 2003, con la reforma política aprobada en su primer gobierno, el presidente Álvaro Uribe dejó entrever su intención de modificar el sistema de partidos existente en Colombia. Muchos de sus críticos denunciaron que lo que buscaba era acabar con los movimientos políticos y darles un golpe al pluralismo y a las minorías para fortalecer su entorno. El Gobierno, en cambio, argumentó que lo que se pretendía era mejorar la gobernabilidad, la representación a nivel de las instituciones públicas y la responsabilidad de los elegidos frente a sus electores, fortaleciendo los partidos, reduciendo el fraccionamiento y aumentando la coherencia interna a nivel nacional.
En ese entonces, de más de 70 partidos y movimientos políticos existentes en el país, quedaron apenas 16. Hoy, seis años después, gracias a un parágrafo transitorio (por dos meses) incluido en una nueva reforma política impulsada también desde el Ejecutivo —esta vez con el pretexto de cerrarle el paso a la injerencia de grupos armados ilegales—, el sistema de partidos sufrió un nuevo revolcón al autorizarse el transfuguismo o ‘voltiarepismo’. Según dicha norma, con vigencia hasta ayer, una persona podía cambiarse de partido, por una sola vez, sin que ello fuera sancionado como doble militancia.
Una vez más, la oposición acusó al uribismo de querer “sonsacarle” a congresistas, diputados y concejales. Y la verdad es que a la hora de los balances, fueron los partidos afines al jefe de Estado los más beneficiados, así sus adversarios digan que no se vieron muy afectados: el Partido de la U, por ejemplo, se quedó con 74 congresistas (30 senadores y 44 representantes a la Cámara), convirtiéndose en la fuerza más poderosa del Legislativo. Pero más allá del orden nacional y de cara a las elecciones de marzo próximo, no cabe duda de que el pulso uribismo-oposición por el transfuguismo se vivió en las regiones, donde en verdad se juegan los votos.
Y allí la U siguió ganando, porque hasta antes de que se acabara el plazo para el transfuguismo, ayer a las 6:00 de la tarde, se hablaba de haber consolidado 1.830 concejales y 89 diputados en todo el país. Parte de victoria que entregó también el Partido Conservador a través de su presidente, el senador Efraín Cepeda, quien aseguró que recibieron 11 congresistas (de Equipo Colombia, la U y Convergencia Ciudadana), 750 concejales y 80 alcaldes, cifra última que les permitió llegar a 338 administraciones locales en todo el país, 115 más que los liberales.
Mientras tanto, en Convergencia Ciudadana todavía se hacen cuentas sobre la gente que se le ‘volteó’ hacia los partidos grandes. “Cambiarse de partido le ha hecho mucho daño a la democracia, porque la gente votó por un partido y los elegidos terminaron representando a otros. Esto no es sano y será la Corte Constitucional la encargada de revisar si ese parágrafo fue legal o no”, dijo el senador Samuel Arrieta, presidente de la colectividad.
Por los lados de la oposición, el reporte parcial del Partido Liberal indica que hasta ayer, antes de las 6:00 p.m., habían entrado alrededor de 189 personas entre concejales, diputados y parlamentarios, mientras que 47 se fueron de la colectividad. En la Cámara, el liberalismo pasó de 36 a 39 representantes y en el Senado se mantuvo la bancada de 18 integrantes. “Nosotros nunca apoyamos el travestismo, que es la palabra más adecuada, porque la gente se cambio de partido como cambiarse de vestido”, opinó el senador Juan Manuel Galán.
En cuanto a Cambio Radical, del que se dice fue el más afectado, su presidente Germán Vargas Lleras entregó un parte de satisfacción y aunque no dio cifras concretas, señaló que los que se quedaron son los que verdaderamente están comprometidos con la causa y apoyan su candidatura. Sin embargo, la nota polémica corrió por cuenta del senador de esa colectividad Jorge Enrique Vélez, quien denunció que una fracción liderada por el ex senador Rubén Darío Quintero —hoy detenido por la parapolítica—, les pidió $250 millones para mantener su vinculación en Antioquia, “chantaje que rechazamos”, dijo.
Por último, el secretario del Polo Democrático, Carlos Bula, indicó que antes que verse afectados, el transfuguismo les permitió ganar a nivel regional. “A nosotros no nos pasó nada, nadie se fue en el Congreso, pero entraron diputados y concejales de Norte de Santander, Antioquia y Magdalena, sin haberlos buscado. Eso del transfuguismo es otra vulgaridad del uribismo”, enfatizó.
Desde 2003, con la reforma política aprobada en su primer gobierno, el presidente Álvaro Uribe dejó entrever su intención de modificar el sistema de partidos existente en Colombia. Muchos de sus críticos denunciaron que lo que buscaba era acabar con los movimientos políticos y darles un golpe al pluralismo y a las minorías para fortalecer su entorno. El Gobierno, en cambio, argumentó que lo que se pretendía era mejorar la gobernabilidad, la representación a nivel de las instituciones públicas y la responsabilidad de los elegidos frente a sus electores, fortaleciendo los partidos, reduciendo el fraccionamiento y aumentando la coherencia interna a nivel nacional.
En ese entonces, de más de 70 partidos y movimientos políticos existentes en el país, quedaron apenas 16. Hoy, seis años después, gracias a un parágrafo transitorio (por dos meses) incluido en una nueva reforma política impulsada también desde el Ejecutivo —esta vez con el pretexto de cerrarle el paso a la injerencia de grupos armados ilegales—, el sistema de partidos sufrió un nuevo revolcón al autorizarse el transfuguismo o ‘voltiarepismo’. Según dicha norma, con vigencia hasta ayer, una persona podía cambiarse de partido, por una sola vez, sin que ello fuera sancionado como doble militancia.
Una vez más, la oposición acusó al uribismo de querer “sonsacarle” a congresistas, diputados y concejales. Y la verdad es que a la hora de los balances, fueron los partidos afines al jefe de Estado los más beneficiados, así sus adversarios digan que no se vieron muy afectados: el Partido de la U, por ejemplo, se quedó con 74 congresistas (30 senadores y 44 representantes a la Cámara), convirtiéndose en la fuerza más poderosa del Legislativo. Pero más allá del orden nacional y de cara a las elecciones de marzo próximo, no cabe duda de que el pulso uribismo-oposición por el transfuguismo se vivió en las regiones, donde en verdad se juegan los votos.
Y allí la U siguió ganando, porque hasta antes de que se acabara el plazo para el transfuguismo, ayer a las 6:00 de la tarde, se hablaba de haber consolidado 1.830 concejales y 89 diputados en todo el país. Parte de victoria que entregó también el Partido Conservador a través de su presidente, el senador Efraín Cepeda, quien aseguró que recibieron 11 congresistas (de Equipo Colombia, la U y Convergencia Ciudadana), 750 concejales y 80 alcaldes, cifra última que les permitió llegar a 338 administraciones locales en todo el país, 115 más que los liberales.
Mientras tanto, en Convergencia Ciudadana todavía se hacen cuentas sobre la gente que se le ‘volteó’ hacia los partidos grandes. “Cambiarse de partido le ha hecho mucho daño a la democracia, porque la gente votó por un partido y los elegidos terminaron representando a otros. Esto no es sano y será la Corte Constitucional la encargada de revisar si ese parágrafo fue legal o no”, dijo el senador Samuel Arrieta, presidente de la colectividad.
Por los lados de la oposición, el reporte parcial del Partido Liberal indica que hasta ayer, antes de las 6:00 p.m., habían entrado alrededor de 189 personas entre concejales, diputados y parlamentarios, mientras que 47 se fueron de la colectividad. En la Cámara, el liberalismo pasó de 36 a 39 representantes y en el Senado se mantuvo la bancada de 18 integrantes. “Nosotros nunca apoyamos el travestismo, que es la palabra más adecuada, porque la gente se cambio de partido como cambiarse de vestido”, opinó el senador Juan Manuel Galán.
En cuanto a Cambio Radical, del que se dice fue el más afectado, su presidente Germán Vargas Lleras entregó un parte de satisfacción y aunque no dio cifras concretas, señaló que los que se quedaron son los que verdaderamente están comprometidos con la causa y apoyan su candidatura. Sin embargo, la nota polémica corrió por cuenta del senador de esa colectividad Jorge Enrique Vélez, quien denunció que una fracción liderada por el ex senador Rubén Darío Quintero —hoy detenido por la parapolítica—, les pidió $250 millones para mantener su vinculación en Antioquia, “chantaje que rechazamos”, dijo.
Por último, el secretario del Polo Democrático, Carlos Bula, indicó que antes que verse afectados, el transfuguismo les permitió ganar a nivel regional. “A nosotros no nos pasó nada, nadie se fue en el Congreso, pero entraron diputados y concejales de Norte de Santander, Antioquia y Magdalena, sin haberlos buscado. Eso del transfuguismo es otra vulgaridad del uribismo”, enfatizó.