Gobierno Petro: entre el reformismo y la política tradicional
Los primeros meses del Gobierno han estado bajo un escrutinio minucioso, al ser el primero de izquierda en el país. Por ahora resalta el progresismo de sus proyectos y actuaciones internacionales y se le critica la falta de coordinación y los nombramientos polémicos.
Fue altísima la expectativa que generó la llegada de Gustavo Petro y Francia Márquez a la Presidencia. Desde el pasado 7 de agosto, por primera vez en su historia, Colombia tiene un gobierno con orígenes en la izquierda, con todos los temores que eso implicaba para ciertos sectores que, aún hoy, no dejan de compararlo con las administraciones de dicha tendencia política en la región. Pero, en términos generales, los fantasmas que se posaron sobre la Casa de Nariño se han ido disipando con las acciones y decisiones de un gobierno que por supuesto ha sido de corte reformista, pero para avanzar se ha tenido que contaminar de las prácticas de la política tradicional.
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Fue altísima la expectativa que generó la llegada de Gustavo Petro y Francia Márquez a la Presidencia. Desde el pasado 7 de agosto, por primera vez en su historia, Colombia tiene un gobierno con orígenes en la izquierda, con todos los temores que eso implicaba para ciertos sectores que, aún hoy, no dejan de compararlo con las administraciones de dicha tendencia política en la región. Pero, en términos generales, los fantasmas que se posaron sobre la Casa de Nariño se han ido disipando con las acciones y decisiones de un gobierno que por supuesto ha sido de corte reformista, pero para avanzar se ha tenido que contaminar de las prácticas de la política tradicional.
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Menos de cinco meses es poco tiempo para hacer un análisis detallado de un tipo de gobierno que no tiene antecedentes en el país. Pero es el tiempo preciso para conocer el estilo y las bases que viene cimentando para este cuatrienio. Por ejemplo, ya se sabe que será una presidencia que se la jugará por reformas estructurales, tal como prometió en campaña.
Este año empezó tramitando algunas como la tributaria, necesaria para financiar los programas sociales que prometió, y la política, que cambiará las reglas de juego para los partidos y las contiendas electorales de aquí en adelante. También la creación del Ministerio de la Igualdad, que será la oportunidad de mostrar el papel real que tendrá la vicepresidenta Francia Márquez, ya que por ahora no ha sido una figura rimbombante del Gobierno.
Sí lo han sido algunas figuras del gabinete como los ministros Alfonso Prada (Interior), José Antonio Ocampo (Hacienda) y Álvaro Leyva (Relaciones Exteriores), así como el senador Roy Barreras, que con su experiencia le han al Gobierno la estabilidad que requiere para su arranque. “Armó un equipo bastante diverso y logrando cierto equilibrio entre las personas con experiencia y las personas nuevas, personas de izquierda y partidos tradicionales”, dice al respecto Yann Basset, del Grupo de Estudios Políticos de la Universidad del Rosario.
Equilibrio que le ha servido para tener el buen manejo del Congreso con el que aseguró el trámite de esos primeros proyectos, pero que se pondrá a prueba el próximo año cuando se empiecen a tramitar las reformas estructurales como la pensional, agraria, de la salud y la justicia, así como el Plan Nacional de Desarrollo (PND) que será la hoja de ruta para el Gobierno. También los demás proyectos que, aunque no son propuestas del Gobierno, son progresistas y sus autores esperan un impulso desde la Casa de Nariño, como la regulación del cannabis de uso adulto, el nuevo código minero y la prohibición a las corridas de toros, entre otros.
De acuerdo con Cristina Echeverri, profesora de Ciencia Política de la U. Nacional, en este tipo de proyectos y otros temas redis tributivos se ha podido ver que en efecto, como se prometió en campaña, este gobierno plantea un cambio. “Más allá de todos los trámites legislativos y negociaciones que hay que hacer en política y en los proyectos en el Congreso, es importante que se tramiten temas que durante años han estado en la discusión, pero que no se concretaron”.
Eso no significa que haya tenido una aplanadora en el Congreso. De hecho, a pesar de que crear la coalición de gobierno fue algo relativamente sencillo que estuvo a cargo de Barreras y Prada, mantenerla ha sido un tema complejo debido a las profundas diferencias ideológicas que hay con las bancadas de partidos tradicionales. De ahí que el próximo año, cuando se empiecen a tramitar los proyectos de corte social, para varios miembros del oficialismo se conozca en verdad quiénes estarán con el gobierno Petro.
Esto en realidad es un campanazo de alerta porque desde ya, como señala Viviana Arias, consultora y estratega de Politics180, hay congresistas que apoyaron este gobierno que “se están parando y diciendo que hay cosas que están mal”. Eso, advierte, de todas formas es positivo para que “no se tomen decisiones ideológicas sino en pro de lo que se prometió en campaña”.
Además de tejer una inesperada buena relación con el Legislativo, al gobierno Petro también se le resalta su firmeza en sus banderas de “Paz total” y otros temas como el cierre de brechas o la necesidad de poner el Estado al servicio de las minorías y las clases vulnerables. Son aspectos que, según Echeverri, “marcan diferencia con el gobierno anterior” y se entienden como una prioridad de esta administración de “volver a discutir sobre las negociaciones de paz y la presencia de grupos armados en Colombia”.
Un último tema que se les reconoce a Petro y Márquez en estos primeros meses es su liderazgo internacional en temas de cambio climático y la necesidad de un viraje en la política antidrogas. No han sido pocos los escenarios en los que ambos mandatarios han hablado sobre estos dos temas, llevándose los aplausos de otros mandatarios y liderando un cambio de paradigma en ambos asuntos.
Descoordinación e intransigencia, los pecados
A pesar del arranque positivo, con cifras de aprobación superiores a las primeras partes de anteriores gobiernos, el gobierno Petro se ha visto opacado por la falta de coherencia entre los mensajes que envía el mismo gabinete. Tanto así que desde noviembre se designó al ministro Prada como portavoz del gobierno, para que fuera él quien hiciera los grandes anuncios y evitar que, como venía ocurriendo, por la mañana un ministro hiciera un anuncio, controversial por lo general, y por la tarde lo rectificara Petro o alguno de los ministros de experiencia.
“Se ha visto cierta descoordinación en el gobierno”, resume Angélica Bernal, profesora de la Escuela Superior de administración Pública (ESAP), quien añade que el nombramiento de algunas “figuras problemáticas” en ciertos cargos y la decisión de mantenerles a toda costa ha sido el otro lunar de estos primeros meses. “Se requieren personas que sean mucho más conocedoras de esos sectores”, explica Bernal en referencia a designaciones como las de Concepción Baracaldo en el Instituto de Bienestar Familia (ICBF), Jaime Dussán como presidente de Colpensiones o los nombramientos del servicio diplomático.
Un análisis similar hace Echeverri, profesora de la U. Nacional, para quien esa problemática podría ser un indicador de “la falta de claridad en la forma en que se escogen las personas que están en el gabinete y altos cargos”. Esto, por supuesto pasa por las negociaciones y transacciones políticas que son, dice Echeverri, “muchas veces de tipo clientelar”.