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El presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, dejó este viernes en manos de Cuba la decisión de mantenerse como sede para reiniciar las negociaciones de paz con la guerrilla del Eln, tras la ruptura de los diálogos en la isla bajo el saliente gobierno colombiano.
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“El gobierno cubano será el que diga si quiere mantenerse como anfitrión”, dijo a periodistas Petro, quien asumirá el poder en Colombia el 7 agosto. Durante su presidencia, Juan Manuel Santos (2010-2018) sostuvo diálogos de paz con el Ejército de Liberación Nacional (Eln), pero su sucesor, el saliente mandatario Iván Duque, los sepultó tras un atentado contra una escuela de la Policía que dejó 22 muertos, además del agresor.
Desde entonces Duque exigió a esta guerrilla -la última reconocida en el país tras el desarme de las FARC- que cesara sus ataques para retomar las conversaciones que se sostenían en La Habana.
Tras la elección de Petro el 19 de junio, el dirigente propuso a los rebeldes un cese al fuego bilateral, luego de que la organización manifestara su “plena disposición” para negociar con el primer gobierno de izquierda en la historia de Colombia.
Duque presionó a Cuba para que capturara y entregara el equipo negociador del ELN. Pero La Habana apeló a los protocolos firmados por las partes para garantizar el retorno de los rebeldes a su país si fracasaba el proceso de paz, lo que derivó en un deterioro de las relaciones bilaterales. Noruega era garante de esas tratativas.
Petro, quien militó en la extinta guerrilla M-19, aseguró que hay disposición de otras naciones como España y Chile para contribuir a las negociaciones de paz. Aunque el acuerdo que desmovilizó a las Farc en 2017 alivió la violencia política, Colombia vive un agudo rebrote por cuenta de grupos armados que se lucran del narcotráfico y la minería ilegal.
Petro planteó también un “desmantelamiento pacífico” para otras organizaciones como el Clan del Golfo, la mayor banda narcotraficante del país, pero por la vía de un sometimiento a la justicia.