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El camino para la suscripción de un acuerdo definitivo de paz entre el Estado colombiano y las guerrillas de las Farc fue largo y tortuoso. Estuvo lleno de frustraciones durante el gobierno de Belisario Betancur y durante el de César Gaviria, por ejemplo. En el primero de ellos, lo máximo que se logró fue una tregua cuyo desenlace resultó desastroso como consecuencia de los problemas en temas como la verificación del cumplimiento de la misma por ambos bandos. En el Gobierno de César Gaviria tuvieron lugar los diálogos en Caracas (Venezuela) y Tlaxcala (México), que también se rompieron por el secuestro y posterior asesinato en cautiverio del exministro de Obras Públicas, Argelino Durán Quintero.
Siete años después, el país veía con ilusión un nuevo intento de paz con esa guerrilla, esta vez en el proceso adelantado por el Gobierno de Andrés Pastrana, iniciativa que tuvo como sede cuatro municipios del Meta (Vistahermosa, Macarena, Uribe y Mesetas) y uno del Caquetá (San Vicente del Caguán). Dicho proceso también tuvo un estrepitoso final el 20 de febrero de 2002 y fue sucedido por una etapa de acción militar decidida del Estado colombiano contra las Farc que se mantuvo hasta 2010, cuando el presidente Juan Manuel Santos decidió retomar la vía de la negociación hasta concretarla y lograr que las Farc sean hoy un partido político y no una guerrilla en armas como lo hicieron durante medio siglo.
Pero, ¿cómo fue que se rompió el proceso entre las Farc y el presidente Pastrana hace exactamente 16 años? El detonante fue el secuestro del avión HK 3951X de Aires, en el que viajaba el entonces senador Jorge Eduardo Gechem Turbay, el 20 de febrero de 2002, en horas de la mañana. No era el primer abuso organizado por las Farc contra la población civil desde la zona de distensión de 42.139 kilómetros cuadrados que se creó en noviembre de 1998 para que la guerrilla se concentrara allí mientras se desarrollaban los diálogos. En vez de usar esa zona para la paz, la guerrilla la convirtió en un imperio de cultivos de coca, escondite para los militares y civiles secuestrados y plataforma de lanzamiento de operaciones militares contra otras regiones del país.
El secuestro de Gechem se conviritó así en la "gota que rebosó la copa de la indignación", tal y como lo informó El Espectador en la edición extraordinaria que circuló el 21 de febrero de 2002, apenas unas horas después de que Pastrana anunciara en alocución nocturna radiotelevisada que a partir de ese momento daba por terminado el proceso de paz.
"Manuel Marulanda, yo le di mi palabra y la cumplí, siempre la cumplí, pero usted me ha asaltado en mi buena fe, y no sólo a mí, sino a todos los colombianos. Desde el primer momento usted dejó vacía la silla del diálogo cuando yo estuve ahí, custodiado por sus propios hombres, listo para hablar. Decretamos una zona para sostener unas negociaciones, cumplimos con despejarla de la presencia de las Fuerzas Armadas, y usted la ha convertido en una guarida de secuestradores, en un laboratorio de drogas ilícitas, en un depósito de armas, dinamita y carros robados. Yo le ofrecí y le cumplí con el plazo de las 48 horas, pero usted, y su grupo, no han hecho otra cosa que burlarse del país", dijo Pastrana en la alocución presidencial.
Facsímil de la edición de El Espectador del 21 de febrero de 2002, a propósito de la reunión entre Andrés Pastrana y la cúpula militar para definir la suspensión del proceso de paz del Caguán.
La terminación de los diálogos significó también que las Farc perderían de inmediato el estatus político concedido por Pastrana durante la negociación y se convertirían en objetivo militar estatal con un elemento que no se debía perder de vista. Justo por esa época tuvo lugar el más grande episodio de respaldo económico y en equipos de Estados Unidos para las Fuerzas Armadas del país. Se llamó el Plan Colombia y permitió la llegada de miles de millones de dólares en apoyo militar destinados a combartir a la insurgencia.
El fracaso del proceso y la falta de voluntad de paz de las Farc fueron la bandera de la campaña presidencial "mano firme, corazón grande" de Álvaro Uribe Vélez, uno de los candidatos que más criticó los acuerdos entre la administración Pastrana y el grupo guerrillero. Durante su mandato puso en jaque a los líderes de esa guerrilla. En operativos militares murieron Luis Édgar Devia Silva, alias Raúl Reyes, Tomás Medina Caracas, alias Negro Acacio, Manuel de Jesús Muñoz Ortiz, alias Iván Ríos, entre otros.
En este facsímil de la edición de El Espectador de 21 de febrero de 2002, se escudriñan las posibilidades que quedaban en su momento para un nuevo acuerdo entre Gobierno y las Farc.
Tuvieron que pasar 14 años luego del revés ocurrido durante el Gobierno de Pastrana para que Colombia presenciara la firma de un pacto que le puso fin a 52 años de guerra con las Farc, el 24 de noviembre de 2016.
La iniciativa la lideró Juan Manuel Santos desde 2012. Se tenía previsto que los diálogos durarían dos años, pero las dificultades que se fueron presentando en el camino impidieron cumplir con el tiempo establecido en un principio. Algunos sucesos que hicieron flaquear el proceso fueron el asesinato de nueve militares en abril de 2015 en Buenos Aires, Cauca, el secuestro del general Rubén Darío Alzate, quien fue liberado 15 días después; y el incumplimiento del cese al fuego por parte de las Farc.
Después de un año de la firma, las Farc han entregado sus armas y avanzan en la consolidación como partido político. No obstante, sigue pendiente la implementación de algunos compromisos del Estado y el grupo exguerrillero. Por parte del Gobierno no se han creado las curules de paz para las víctimas del conflicto y no se han erradicado los cultivos ilícitos en todo el territorio nacional, mientras que las Farc incumplieron tras la refrendación con la entrega de los menores de edad que hacían parte de sus filas para el primer semestre de 2017.