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El país la conoce como una lideresa social, pero ella no es más que una mujer que ha puesto su voz y su cuerpo para defender a los suyos y esa tierra que llaman hogar. Sus raíces están más que ancladas en el Cauca, sus montañas y sus ríos, y su descendencia cuenta la historia no de una gente privilegiada, sino de un pueblo esclavizado, marginalizado y olvidado. Ella es Francia Márquez y por estos días de horror y masacres (más de 43 durante este 2020) anunció su deseo de ser presidenta de la República como una alternativa que represente a los excluidos del país. La vida, la paz y la dignidad humana son sus banderas y, como mujer de comunidad, está dispuesta a construir un proyecto político colectivo que una a más fuerzas. Por ahora no se atreve a dar nombres sobre posibles alianzas.
Venir de una familia privilegiada y política ha sido, casi siempre, la fórmula para ser presidente de Colombia. Su aspiración representa todo lo contrario a esto...
No soy hija de una familia privilegiada, no tengo la formación de los herederos de las 40 familias que han gobernado esta nación, al contrario, he estado al otro lado de la historia de este país, el de la exclusión, el de la racialización y el del empobrecimiento. Soy hija de un pueblo que forma parte de la mayoría de la gente y que nos ha tocado ir aprendiendo en el camino. Como mujer negra he aprendido cómo funciona Colombia a partir de las luchas sociales, de enfrentarme a la política de la muerte impuesta por la política tradicional que ha usado como beneficio y ganancia esta lógica. Y no es solo la muerte en el conflicto armado, sino la que vivimos cotidianamente por no tener acceso a la salud o porque nos quitan la esperanza y la oportunidad de educarnos. Este sueño es atrevernos a desafiar el statu quo y a reescribir la historia desde los oprimidos, reescribir la historia desde el otro lado. Darle significado a lo que llamamos un Estado pluriétnico y multicultural.
En las elecciones regionales de 2019, en varias partes no ganaron las maquinarias y el establecimiento, ¿ve oportunidad de que pase lo mismo en 2022?
Estamos en un momento muy difícil, porque la violencia se ha exacerbado, pero ha habido una respuesta de la ciudadanía, de la gente que ama a este país. Ejemplo de ello son los jóvenes que salieron a las calles, exigiendo justicia y parar la matanza contra los líderes sociales y las violencias contra los niños, niñas y mujeres. Creo que esta situación nos permite pensar en que puede haber un cambio, y esa es mi invitación.
Es decir, ¿para usted este escenario de violencias es el propicio para ofrecer un proyecto político de gobernar distinto al país?
A partir de toda esta barbarie que está ocurriendo, y que nos duele profundamente, creemos que es posible construir y poder hacer un llamado de unidad, pero que sea un llamado desde el pueblo, desde la comunidad, desde las aspiraciones colectivas. No es algo pensado en mí o en nosotros, sino en construir un sueño colectivo.
De los nombres que ya se sondean para 2022, ¿con quién ve posible construir ese sueño colectivo?
Eso se resolverá en el mismo proceso. La idea es que colectivamente decidamos cómo y con quiénes lo hacemos, y ojalá esto sea con personas honestas y dispuestas a construir de verdad para la vida y no estén pensando en su propio beneficio particular.
¿Y qué sigue ahora que se lanzó al ruedo con su candidatura?
Lo primero que hemos hecho es difundir esta intención y este sueño de lo que queremos hacer. Hemos empezado a trazar líneas con el equipo con que trabajé cuando fui candidata a la Cámara en 2018. Estamos llamando a personas con experiencia y que tienen el mismo sentir de nosotros para invitarlos a construir desde, con y para el pueblo. Así empezamos a estructurarnos.
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¿Qué le dejó el proceso electoral de 2018 que le servirá para esta aspiración que es más grande y retadora?
Me lancé seis meses antes de las elecciones, y de eso aprendí que debía tomarme más tiempo para emprender estos procesos. También me quedó la gratificación de que se puede construir con la comunidad. En ese entonces no tenía para hacer campaña, pero la gente, la comunidad y las organizaciones me apoyaban para comprar los tiquetes para viajar a los territorios, ponían los refrigerios, ayudaban a elaborar los documentos y hacían los videos para difundir nuestras propuestas. Las redes sociales fueron nuestra estrategia de visibilidad y logramos alrededor de 15 mil votos, de los cuales saqué 10 mil. Ese resultado me dijo que efectivamente hay una necesidad de cambio, que se puede hacer política bajo otras lógicas y principios, sin maquinarias.
¿Alguna vez se ha visualizado como presidenta de Colombia?
Este sueño lo venimos hablando desde hace muchos años, y era una aspiración no de poner el nombre de Francia, sino de una aspiración desde las comunidades y los territorios con la que proponemos a la política no como un lugar exclusivo para la élite, sino que tiene que poner a hablar a los que no tienen voz.
Usted sabe a qué se enfrentan las mujeres cuando someten sus nombres al escrutinio público y electoral, y el hecho de que aspire a la Presidencia es prever que estas situaciones podrían suceder de nuevo. ¿Con qué violencias políticas se topó usted y espera que puedan volver a pasar?
La participación política de las mujeres no es fácil, y más cuando somos mujeres dispuestas a irrumpir ante el statu quo. Pensé en tomar la decisión, porque como mujeres nos infunden miedos que nos limitan, pero desafiar el miedo es parte de acceder a la justicia y es lo que he venido haciendo. Las respuestas han sido positivas de hombres que creen en la necesidad de construir con nosotras, pero también respuestas negativas en el sentido de que “usted no puede”, “usted no conoce”, “usted no sabe”, “usted no es capaz”. Nos ha tocado lidiar con esto, no es fácil, pero tampoco imposible. Este país permitió el derecho al voto a las mujeres hace 60 años, pero nuestro voto no ha estado en función de cerrar las violencias que vivimos, sino a fortalecer el patriarcado que está en función de la política de muerte. Nosotras las mujeres podemos poner a disposición nuestro instinto de cuidado, de amor para poder avanzar como sociedad.
¿2022 es el momento de las mujeres? Digo de las mujeres, sin referirme a aquellas que son parte del sistema y multiplicadoras de las lógicas del patriarcado...
Es el momento de irrumpir, no solamente para que las mujeres lleguen a estas estructuras de poder, sino para proteger la vida. En estos momentos la madre tierra está a punto de desaparecer y como mujeres debemos poner nuestra experiencia en el cuidado para preservar la casa grande, así como ser el puente de reconciliación.