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El presidente Iván Duque llamó al diálogo nacional y esa convocatoria, para las clases sociales, debe atravesar a todos los sectores, no solo al país político. En otras palabras, en la mesa deben estar indígenas, afros, campesinos, excombatientes, mujeres, jóvenes, estudiantes, academia, empresariado, gremios y, por supuesto, los partidos políticos.
El Espectador habló con Francia Márquez, lideresa ambiental y precandidata presidencial, que ha participado activamente del paro nacional y quien le recuerda al Gobierno cómo es una verdadera conversación: diversa, democrática, divergente.
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¿Qué le parece que el Gobierno haya convocado la conversación nacional para el 10 de mayo?
Está bien que haya convocado para el 10, sin embargo, la pregunta es a quién está convocando.
¿A qué se refiere?
Si la convocatoria es solo para sectores afines y con los que puede llegar a coincidir, o si es una convocatoria para todos los movimientos sociales y sectores políticos de oposición, con los cuales el Gobierno no tiene la misma visión. La convocatoria implica una construcción en la diferencia, en donde gana el país. Eso es lo que buscamos el país marginado, el país de las periferias, porque hay un país de la élite, de una supremacía, de los blancos. El otro país necesita que gane. Eso implica una convocatoria amplia para todos los sectores.
¿A las poblaciones afro, líderes y lideresas o víctimas del conflicto los han convocado a esa conversación?
No nos han convocado a los pueblos afro, indígenas, comunidades campesinas, mujeres ni a los sectores ambientales. Tampoco a la población joven y los estudiantes no han sido convocados. Los que han sido convocados son los partidos políticos con los que el Gobierno puede hacer acuerdo a punto de mermelada. Así mismo, como pueblos étnicos, el Ejecutivo, en estos tres años, no ha tenido la disposición de dialogar con los diferentes sectores.
Acuérdense que fuimos a Bogotá en una minga y no sirvió para nada. Seguimos insistiendo en ese diálogo, que es muy importante, que las voces sean escuchadas, para que planteen sus agendas y demandas. Ese es parte del desafío para llegar a un consenso como país donde gane la vida y los derechos de la gente mas empobrecida y violentada.
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¿Qué se debe poner sobre la mesa? ¿Las agendas de los sectores sociales?
Es necesario poner sobre la mesa hechos de crímenes de lesa humanidad cometidos durante el paro. Eso es una necesidad. También es indispensable que el país atienda la crisis humanitaria que estamos viviendo en muchos territorios, que asuma su papel. Al Gobierno le queda un año para avanzar en el Acuerdo de Paz y detener las muertes de líderes sociales y excombatientes. Es obligatorio que el Gobierno se reivindique y escuche el grito desesperado de los territorios que piden avanzar en propuestas para salir del conflicto armado.
¿Y la reforma tributaria para asegurar los programas sociales?
Es necesario trabajar en una reforma, pero una reforma que evite que continúe la evasión de impuestos, una justicia tributaria, que se piense en términos de eliminar las exenciones tributarias que dan a grandes sectores empresariales, especialmente al minero energético. Al pueblo es al que le ponen la responsabilidad del hueco fiscal, el bolsillo de los pobres va en detrimento, estos son situaciones que hay poner sobre la mesa también.
Tras el retiro de la reforma tributaria, ¿qué pasa con peticiones de que se retire también la reforma a la salud?
La reforma que está planteando el Gobierno es una donde la vida no importa, es un negocio. En esta precariedad no podemos permitir esto. También son puntos que hay que discutir y buscar una salida conjunta y colectiva, en la que gane el pueblo.
Usted ha estado en las movilizaciones en Cali, ¿cómo está la situación allá?
Ha estado muy difícil por la criminalización que se le ha hecho a la protesta, eso de mirar a todo el mundo como terrorista es justificar la masacre y hacer una apología a la criminalidad. En Cali no ha sido la horrible noche, sino las muchas horribles noches. La exigencia es que para establecer el diálogo es necesaria la desmilitarización de las ciudades. Esa es una condición básica y mínima.
¿Qué le dice al Gobierno?
El mensaje es que no tengan miedo de dialogar con el pueblo, que tengan la disposición sin ningún problema y sin temor alguno.
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