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Mientras el país está en dos orillas opuestas, el Gobierno y su defensa por la reforma tributaria, y la ciudadanía activa y en movilización en contra de la tributara, la Conferencia Episcopal lanzó un mensaje para que todos, especialmente el Ejecutivo, haga un pare en el camino y reflexione sobre la situación actual que llevó a las personas a las calles en el peor momento de la pandemia.
“Es imperativo que, en este momento tan complejo en todos los niveles de la vida del país, se tome conciencia de la gravedad de los problemas que afrontamos y, sobre todo, de las implicaciones que tendrían las reformas planteadas para los sectores más pobres y vulnerables, en medio de una profunda crisis sanitaria, económica y social”, fue el mensaje inicial, haciendo una invitación a que se llegue a un pacto.
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Ese consenso y diálogo, dicen los obispos, debe pensar en el desempleo, la pobreza, la falta de acceso a servicios básicos de salud, agua y luz, la marginación, la inequidad, y, especialmente, en las personas más afectadas por la violencia, como las comunidades indígenas, afro, campesinas, obreros, entre otros.
Poniendo a estas personas en el centro de la discusión, la Iglesia pide traer a colación los conceptos de economía solidarias, la inversión social, la ética, la austeridad en el gasto público y la previsión, pues, señalaron, “hay medidas tributarias que no harían más que agravar las condiciones de las personas menos favorecidas y acrecentar el número de ellas”.
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De la solución a la convulsión social, advirtieron que “de una crisis no se sale igual. O salimos mejores o salimos peores. Por ello, en esta coyuntura crítica el deber es repensar el futuro de nuestra nación y emprender juntos la tarea de realizar un proyecto común para el país”.