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Innovar en la política es un ejercicio que es cercano a las mujeres, quienes en la mayoría de la historia de la humanidad estuvieron vedadas de esa actividad por su condición de género. Solo desde el siglo pasado, estas lograron hacer entender que su rol en la sociedad iba más allá de ser madres e hijas, que tenían, al igual que los hombres, una tarea y un compromiso con sus países y era ese papel de ciudadanas, de potenciales electoras y elegidas en una democracia.
Para poder entrar en el sistema electoral las mujeres tuvieron que aplicar formas diferentes de hacer la política, de acercarse con la gente, de hacer promesas, de convencerla de por qué votar por ella o, más bien, por ellas, apelando a la frase de Michelle Bachelet: “cuando una mujer ingresa a la política, ella cambia, pero cuando muchas ingresan, la política cambia”.
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Precisamente con esta frase se introduce la investigación regional Electas, mujeres en la política, liderada desde Brasil por el Instituto Update y acompañada por diferentes organizaciones de México, Chile, Argentina, Bolivia y Colombia, donde puntualmente participaron Artemisas y Extituto de Política Abierta. En este estudio, que se remonta desde 2019 y una buena parte de la pandemia en 2020, se trata de tejer entre las diferentes nacionalidades esas coincidencias sobre cómo las mujeres están innovando para hacer política.
El punto de encuentro de las mujeres que están innovando en la política es la conciencia de género y eso no quiere decir que todas las mujeres se autorreconocen como feministas, sino que coinciden en un entendimiento sobre las brechas que, pese a leyes de igualdad con los hombres, aún las aleja de ese ideal y les genera más obstáculos para llegar a ese lugar.
“Las mujeres cuando llegan al poder mantienen una relación con la ciudadanía y la ciudadanía organizada para mantenerse cercanas a sus agendas. Hay otra tendencia de comportamiento y es la empatía. En el estudio hablamos de una empatía pragmática. Las mujeres no están escuchando a la gente o articulándose a partir de la empatía porque son seres iluminados, sino porque entienden que la función de la política es escuchar y que es una manera de construir poder. Es decir, construir poder a partir de la colectividad a partir de una idea de poder con y no poder sobre”, ilustró sobre esas características de innovación Beatriz Pedreira, del Instituto Update y coordinadora de la investigación.
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Todas estas características tienen un fin último, que es a la vez el motor que las impulsa a llegar a puestos de incidencia, y es resolver los problemas de las personas. “No es que las mujeres no desean el poder, obviamente lo desean, pero cuando están ahí es principalmente con la misión de resolver las cosas, y para resolver las cosas hay que articularse y hay que escuchar”, puntualiza Pedreira.
En la región, aunque no lo vemos, abundan ejemplos de cómo las mujeres están innovando y están logrando cambios para las mujeres de sus países y para otras poblaciones con las que se conecta. En México, congresistas de diferentes partidos se unieron para que en 2019 se tramitara la Ley de Paridad, con que aseguraron que en las tres ramas del poder y en todos los niveles se aplicara este principio. Esto fue posible a un trabajo que venía caminando la organización social de mujeres de ese país.
En Argentina, Las Sororas vieron sus frutos a finales de 2020, cuando el Congreso de ese país aprobó la despenalización del aborto hasta la semana 14. Dos años atrás se habían organizado a través de un grupo en WhatsApp para hacer incidencia dentro del Legislativo y la sociedad. En esa ocasión, la Cámara de Diputados aprobó el proyecto, pero en Senado se hundió. Sin embargo, la conversación se instaló en todas las mesas de los y las argentinas. Y esa conversación trascendió a un aborto libre y seguro.
Igualmente ocurrió en Bolivia, en el proceso constituyente de 2006, en el que las mujeres fueron un tercio de los y las designatarias, donde se consagró la paridad en el Legislativo, Ejecutivo y Judicial, gracias a la coalición “Mujeres presentes en la historia”, que reunió a más de 25.000 bolivianas.
Un resultado similar vivió en Chile, que el fin de semana pasado eligió en paridad los y las delegatarias que cambiarán la Constitución herencia de Augusto Pinochet gracias a la movilización social y a la exigencia de las mujeres de exigir una constituyente 50-50.
Así mismo, Brasil tiene procesos innovadores que han inspirado a organizaciones políticas colombianas como Estamos Listas, que fue el primer movimiento feminista en el país en lograr una curul en el Concejo de Medellín, en 2019, a través de círculos de confianza y una forma de hacer política descentralizada y colectiva.
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En Brasil hay experiencias como las de Juntas, que son cinco mujeres que comparten curul en la Asamblea Legislativa del Estado de Pernambuco, al noreste del país. O Gabinetona, en el que cuatro parlamentarias trabajan en estrategias compartidas a nivel nacional, regional y local, gracias a una tecnología llamada Mapa de Luchas con el que pueden rastrear agendas urgentes. Y por último se exalta Mandata Quilombo, nombre que recibió la oficina de la diputada provincial de Sao Paulo, Érica Malunguinho, primera mujer negra y trans en ocupar ese cargo en la Asamblea. De allí nace una escuela política, con la que su equipo aprende, capacita y se entera de las necesidades de la comunidad.
“Las mujeres estamos hablando de las tendencias y aquí estamos hablando de una mirada inspiracional, no aspiracional. Eso que vimos en común es una estética distinta, esta estética de hacer política, no es solo visual, sino del hacer. Una ética de hacer distinta la política y una estética de organización que tiene que ver con una más colectiva y no jerárquica”, reitera Pedreira sobre esos procesos logrados en cada uno de los países que sirvieron de escenario para la investigación.
Aunque hay logros y avances, aún falta mucho para que las mujeres sigan protagonizando y buscando soluciones a los problemas que viven a diario, como las violencias doméstica, sexual y política, la sobrecarga de los trabajos del cuidado, la precarización laboral, la imposición de una maternidad no deseada, la discriminación, por mencionar algunos de los temas a resolver.
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A la vez, esta realidad le sigue ofreciendo a las mujeres una oportunidad, para continuar innovando, apelando a la creatividad y encontrando nuevas fórmulas, alejándose de la política tradicional, para lograr verdaderas transformaciones que beneficien a todos y todas. Ese es el cambio que preve la expresidente chilena Bachelet cuando decía que muchas mujeres en la política logran el cambio de la política.