Iván Duque y la oportunidad de un nuevo rumbo

Analistas identifican cuáles fueron los errores del Gobierno en el primer semestre de mandato, cómo debería definir la relación con el Congreso y cuáles son los temas que deben ser prioritarios en su agenda para conectarse mejor con el país.

Germán Gómez Polo - @TresEnMil y Natalia Tamayo - @nataliatg13
06 de enero de 2019 - 02:00 a. m.
Según algunos analistas, Duque debe definir un tema duro en la agenda que logre conectarlo con la ciudadanía. / AFP
Según algunos analistas, Duque debe definir un tema duro en la agenda que logre conectarlo con la ciudadanía. / AFP
Foto: AFP - JUAN BARRETO
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El arranque del gobierno de Iván Duque Márquez fue complejo. A pesar de contar con el apoyo del expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien sin duda sigue siendo una figura política importante en un amplio sector de la sociedad colombiana y de su partido, rápidamente la agenda legislativa propuesta por el Gobierno —en la que se menciona con decisión la llamada ley de financiamiento y sus pretensiones de gravar numerosos elementos de la actividad económica en el país, hasta el punto de intentar ponerles IVA a productos de la canasta familiar— y la sensación en los sectores políticos de la falta de un norte claro empezaron a minar la popularidad del mandatario.

La última encuesta de Gallup de 2018, que se conoció a mediados de diciembre, arrojaba resultados para nada esperanzadores para el recién posesionado presidente. El 64 % de los colombianos encuestados desaprobaron su gestión, lo que significaba una caída de 24 puntos respecto de la medición anterior que se había publicado en octubre. Mientras eso sucedía, el Gobierno afrontaba un potente paro estudiantil que bloqueó el país con las marchas, en medio de la exigencia de más plata para la financiación de la educación superior. Una tempestad que terminó el 14 de diciembre con un acuerdo puntual con los estudiantes para aumentar en $4,5 billones el presupuesto para la educación superior entre 2019 y 2022.

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Pero las afugias para el Ejecutivo también llegaban por otros costados. Una nueva forma de relacionamiento con el Congreso planteada por Duque, en la que se prescindiría de la denominada “mermelada”, intentaría pasar proyectos y reformas a punta de debate y deliberación. Sin duda fue uno de los factores que dificultaron el trámite de varias iniciativas legislativas y que les dieron la estocada a proyectos, como el de la reforma a la justicia, al desvalijamiento de la reforma política, que pasó sin la lista cerrada —que era su alma— y al aplazamiento de la discusión de la ley de modernización del sector TIC para este año, con fuertes críticas ante las posibilidades de censura que planteaba y los efectos económicos que tendría, por ejemplo, para la televisión pública.

Llegó el respiro de fin de año, que era más que necesario, y el Gobierno se apresta a recuperar parte del camino perdido, sobre todo en el Congreso de la República. La primera movida será una reunión con los partidos de gobierno e independientes, que fue convocada para el próximo 28 de enero, con un objetivo claro: recomponer la coalición y comprometer a los partidos que tienen mayor afinidad con el Ejecutivo a tramitar una agenda en común. Y ese es precisamente uno de los puntos que los analistas consideran cruciales para que el presidente Duque logre más margen de maniobra y gobernabilidad.

“Creo que uno de los grandes problemas es el que el Gobierno está un poco prisionero de la relación que le ha planteado al Congreso, sin ser muy preciso en lo que implica su discurso de ‘cero mermelada’. Sobre todo, porque no ha sido capaz de mostrar una alternativa”, comenta Yann Basset, director del Observatorio de Procesos Electorales de la Universidad del Rosario. Y con el no ser preciso se refiere a que el Ejecutivo, de todos modos, ha distribuido puestos en la administración pública. “El Gobierno tiene que definir un método, tratar de ampliar su coalición. Lo del gobierno técnico no basta y necesita un gabinete que sea capaz de conectarse con la opinión pública, con las regiones y con los sectores más populares. Eso se hace haciendo política”, anota Basset.

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Una alternativa para hacer frente a la decisión de Duque frente al Congreso, según el analista Jorge Restrepo, integrante de la mesa de RCN Radio, estará en la capacidad que tenga el presidente para encontrar apoyo en los sectores externos al Congreso y en sus intereses, como exportadores, grandes inversionistas y el sector financiero. “Se debe hacer ese acercamiento a los grupos externos. Hago énfasis en la ley de financiamiento, que a mi juicio ha sido la única iniciativa de importancia que ha logrado salir. Las características que tuvo esa reforma tributaria responden más a los intereses del Gobierno y a esos grupos de interés que lograron hacer un cabildeo exitoso en el Congreso”, dice Restrepo.

Por otra parte, para el experto en comunicación Carlos Andrés Arias, uno de los primeros errores de Duque fue que no supo dar el paso de candidato a gobernante. “Se quedó haciendo campaña y no desempeñó el rol de estadista y la capacidad gerencial que requiere cualquier gobernante”, manifestó. Eso, sumado a que se equivocó, políticamente hablando, cuando optó por dejar en su Gobierno a varios funcionarios que pertenecieron a la administración de Juan Manuel Santos, entre ellos la cúpula militar, algunos viceministros y servidores de entidades descentralizadas. “Ese hecho provocó inconformidad de los políticos regionales que fueron los que verdaderamente lo llevaron a la Presidencia (…). Uno gobierna con la gente que lo llevó al poder”, sostiene.

En tercer lugar, anota que los ministros no están actuando a favor de las clases medias y bajas, sino de los principales capitales del país y empresarios: “Eso genera una desconexión con el país real y ocasiona un gran problema de comunicación”. La consecuencia, por supuesto grave, se ha visto reflejada en las cifras de las encuestas y los niveles de desaprobación. “Es el mayor bajonazo que ha tenido un presidente en la historia republicana. Ni siquiera Santos, que tuvo unas desaprobaciones tan altas, presentó una caída tan dramática en una sola medición”, apunta Arias, quien argumenta que si bien la favorabilidad puede ir de manera independiente a la gobernabilidad, sí tendría un efecto político en un año electoral como lo es 2019, pues “la gente no le va a hacer caso a un presidente que no tiene una muy buena imagen. Eso, electoralmente, se lo van a cobrar al Centro Democrático, que necesita hacerse al poder en las regiones”.

¿Cuál es el norte de Duque?

Los tropiezos en el Legislativo, para Basset, dan la sensación de incertidumbre y urge definir un norte claro a través del que se pueda tener una conexión con la ciudadanía: “Necesita un gran tema de agenda, que no puede ser la economía naranja, sino algo más llamativo para convencer a la opinión de apoyarlo y, de paso, moverla en el Congreso. Esa agenda no está clara, por lo menos en el primer semestre”.

En contraste, el analista Jorge Restrepo, integrante de la mesa de RCN Radio, asegura que el Gobierno tiene definidos los temas que marcan su rumbo: equidad, legalidad y empresariedad. Y que el gran problema que hay es que Colombia no estaba acostumbrada a una agenda de gobierno que se estableciera por fuera del conflicto armado interno. “Al terminarse el conflicto armado, particularmente con las Farc y los grupos de autodefensa, la agenda tiene que cambiar. Ese, más que un problema solo del Gobierno, es una disonancia entre la ciudadanía políticamente activa y el Gobierno en sí”, comenta Restrepo.

Lo que sí considera como un error del Ejecutivo es la dificultad para comunicar objetivos de política pública, como los que ha planteado el presidente Duque. “Ha sido muy difícil para el Gobierno lograr sintonizarse, en medio de la disonancia, con la opinión pública, política y los grupos de interés. En Colombia estamos muy acostumbrados a tener líderes patriarcales fuertes, contundentes, organizados y estratégicos, y ahora tenemos un liderazgo que apenas comienza a emerger, muy desconocido, dialogante y concertador, y eso es difícil de leer para el país”.

Arias apunta como una medida urgente que el Gobierno comience a comunicar en vez de informar, haciendo pedagogía. Esto, según lo explica, permitiría la consolidación de los consensos con la opinión pública que tanto necesita Duque en el Congreso para que su agenda legislativa avance. “Cuando me refiero a la opinión pública no es al microcosmos de Twitter, sino al ciudadano de a pie que hoy está mucho más enterado de la política y más pendiente de las movidas de sus gobernantes por medio de las redes sociales”. Otra de las estrategias que tendrá que redireccionar, según el experto, es abandonar las viejas técnicas de utilización de medios de comunicación para atraer a la opinión pública.

El papel de Uribe

Contrario a lo que sucedió cuando Santos ganó las elecciones en 2010, Iván Duque no ha logrado utilizar a su favor la popularidad de Uribe y su influencia política, a pesar de que el expresidente y senador es uno de sus más grandes defensores públicos. Según Basset, el dilema es que el presidente está en una especie de laberinto en el que debe decidir si desmarcarse de Uribe y de los sectores más radicales del Centro Democrático y no posar como su “prisionero” o no abandonarlo y dar la impresión de que deja insatisfecho al sector político que lo llevó al poder. “El Gobierno, sin embargo, ha sido muy reacio a meterse en política, desconociendo que el Congreso también fue electo y representa a una parte de la opinión pública del país. No puede satisfacer a todos y tiene que gobernar con una coalición que no se limite al Centro Democrático”, expresa Basset.

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Sobre ese asunto, Restrepo indica que la cercanía del presidente con el senador no lo ha ayudado mucho, porque “Duque no es un subalterno de Uribe”. “En segundo lugar, por las mismas dificultades que tiene el expresidente Uribe en términos de su imagen pública, bastante asociadas a los problemas judiciales. Eso hace aquí lo que tiene para endosar Uribe a Duque, en término de apoyo político no es mucho y en algunos casos es negativo. En tercer lugar, que tanto el Centro Democrático como Álvaro Uribe son un partido más en un Congreso fragmentado. No tienen capacidad de construir una coalición y es un grupo político que es relativamente radical”.

Por eso coincide con Arias, quien resalta que la popularidad de Uribe, contrario a los años anteriores, está decayendo. “Es histórico lo que le está pasando a Uribe, que va para abajo en las encuestas. El efecto teflón que tenía el expresidente, en el que sus ministros eran investigados y a él nunca le pasaba nada, ya no está funcionando”.

Tres asuntos urgentes

En el inicio del nuevo año, sin embargo, se espera que el presidente pueda hacer las correcciones necesarias, logre mejorar su favorabilidad en las encuestas y, por supuesto, se consolide políticamente en el Congreso. Teniendo en cuenta eso, Restrepo considera necesario que Duque debe enfocarse en lo económico, no tanto en las reformas —aunque cree que debe haber una reforma tributaria en 2020—, si no en aspectos coyunturales que han tenido efectos negativos, como la pérdida de puestos de trabajo, sobre todo cuando no hay señales de crecimiento importantes y hay una pérdida de confianza tanto en consumidores como en inversionistas, que deben convertirse en asuntos de urgencia para el Gobierno.

En segundo lugar, se debe atender la migración venezolana que, explica Restrepo, se mantiene en niveles altos. “Hay una economía que no está creciendo lo suficiente para absorber toda esa mano de obra y, por supuesto, el problema político regional con Venezuela es preocupante”. Ante este panorama, el escenario es complejo, pues el Grupo de Lima, del que forma parte Colombia, anunció el viernes que no reconocerá a Nicolás Maduro, quien se posesionará el 10 de enero en su segundo mandato como presidente de Venezuela. En efecto, la tensión se vivió en el instante, con una respuesta por parte del gobierno bolivariano en la que acusó a los países miembros de ese grupo de “alentar” un golpe de Estado con el apoyo de Estados Unidos.

Por último, el analista mete entre los temas que deben ser prioridad para el Gobierno la seguridad urbana y todo lo que se relaciona con acciones de policía en contra de delitos como el hurto. El momento es crucial para que el presidente logre conectarse con los intereses principales de los colombianos. Si bien las encuestas arrojan resultados poco favorables, lo que es real, explica Basset, es que las mediciones no dan datos sobre la intensidad de la impopularidad. Por eso cree que aunque la gente está decepcionada ante la incertidumbre, no significa que el de Duque sea un gobierno sobre el que la ciudadanía no quiere saber nada y le dejará abierto el beneficio de la duda.

ggomezp@elespectador.com
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Por Germán Gómez Polo - @TresEnMil y Natalia Tamayo - @nataliatg13

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