Juan Carlos Henao, un bacán
Dos expertos de la Universidad Externado de Colombia rinden homenaje al jurista y académico colombiano, quien fue magistrado y presidente de la Corte Constitucional.
Juan Camilo Rodríguez Gómez
Natalia León Soler
Sin lugar a dudas, existe algo en lo que coinciden quienes conocieron a Juan Carlos Henao Pérez en cualquiera de las etapas de su trayectoria vital: su absoluta originalidad. En ello concuerdan sus compañeros y profesores de colegio y de universidad, sus alumnos, sus funcionarios de todo nivel durante su rectoría en la Universidad Externado de Colombia, sus colegas de la Corte Constitucional, también quienes con él abordaron la compleja concepción de la JEP y, en fin, quien lo viera por televisión o lo escuchara en una entrevista. Desde la orilla ideológica que fuera, incluso la de sus contradictores, se le veía como una persona genuina, auténtica, creativa, sin imposturas. Su singularidad se expresaba en todo, donde fuera, con quien fuera y sin temores, recatos ni acomodamientos: en el hablar, el vestir, el administrar justicia y, con particular énfasis, en el pensar, es decir, en el vivir, siempre a su manera.
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Sin lugar a dudas, existe algo en lo que coinciden quienes conocieron a Juan Carlos Henao Pérez en cualquiera de las etapas de su trayectoria vital: su absoluta originalidad. En ello concuerdan sus compañeros y profesores de colegio y de universidad, sus alumnos, sus funcionarios de todo nivel durante su rectoría en la Universidad Externado de Colombia, sus colegas de la Corte Constitucional, también quienes con él abordaron la compleja concepción de la JEP y, en fin, quien lo viera por televisión o lo escuchara en una entrevista. Desde la orilla ideológica que fuera, incluso la de sus contradictores, se le veía como una persona genuina, auténtica, creativa, sin imposturas. Su singularidad se expresaba en todo, donde fuera, con quien fuera y sin temores, recatos ni acomodamientos: en el hablar, el vestir, el administrar justicia y, con particular énfasis, en el pensar, es decir, en el vivir, siempre a su manera.
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En términos coloquiales, muchas personas se referían a Henao con una palabra que él utilizaba con gusto y de forma reiterada: un bacán, o como él mismo se definía, un gocetas de la vida. Extrovertido hasta el extremo, hablaba sin tapujos, vivía sin fingimientos, florituras ni afectaciones. Bailaba y se entregaba a su salsa con toda la destreza. Para algunos se trataba de informalidad, pero visto desde su perspectiva, era un total desprendimiento frente a lo que obnubila a otros: el poder, la trascendencia inmerecida, la inane vanidad. Por eso tampoco le temía a la muerte, y de ahí su acendrada posición laica y descreída. En otros campos, aquellos de la intimidad, también vivía la libertad de acuerdo con su conciencia. En una entrevista de comienzos de su rectoría habló sobre su relación con Vicki Neumann, su compañera, vínculo libre desde un comienzo, pero sostenido sin autoritarismo ni sentido de posesión a lo largo de los años, sin ataduras ni celos, en una perspectiva de libertad en torno al amor, no solo el conyugal, sino el de sus hijas María Emilia y Adelaida.
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La presencia de Juan Carlos Henao como magistrado y presidente de la Corte Constitucional dejó profunda huella. De los temas más sensibles en torno a los cuales se escuchó su palabra y se fijó su presencia en sentencias memorables que introdujeron cambios de fondo en la jurisprudencia colombiana se destacan aquellas vinculadas con la legalización del aborto, de la dosis personal de sustancias alucinógenas y del matrimonio de personas del mismo sexo. También su impronta se encuentra, entre otras, en las relacionadas con una mayor justicia en el disfrute de la licencia de maternidad, condiciones de equidad en la mesada pensional, las obligaciones del Estado en la atención humanitaria a poblaciones desplazadas o el papel de los recicladores en el servicio público de aseo.
La amplia obra jurídica de Juan Carlos Henao es precisamente reflejo de su actitud frente a la vida. Su muy leído y citado libro, El daño, originado en su tesis doctoral realizada en la Universidad Phantéon-Assas, París II, ha sido de un notable impacto en la vida jurídica colombiana y, de paso, en la francesa dado su enfoque comparado. Abordó el delicado y poco estudiado asunto de la responsabilidad del Estado. Como rector del Externado (2012-2021) lideró un novedoso programa de investigación en el que interactuaron las diversas facultades y los más variados investigadores para dar lugar a la colección Así habla el Externado. En ella se publicaron cuatro tomos sobre corrupción en Colombia, cinco alrededor de minería y desarrollo, y cuatro sobre disrupción tecnológica, en los que él fue el editor, y dieron cuenta de parte importante de sus inquietudes académicas.
En el Externado desarrolló la política de “Continuismo ascendente”, fiel al legado de su maestro y antecesor Fernando Hinestrosa, con quien tuvo una prolongada y fraternal amistad. Sus convicciones liberales fueron objeto de permanente exaltación para el estímulo de la esencia de su universidad. Con todo el ímpetu, en 2013 promovió la exposición El liberalismo radical: Colombia y la modernidad en el siglo XIX, con ocasión de los 150 años de la Constitución de 1863, de la que publicó en esa ocasión una edición facsimilar. Luego apoyó la investigación que condujo a un libro sobre la historia del primer Externado, es decir, el de los años 1886-1895.
El respeto y la igualdad fueron parte de su impronta al establecer en la universidad el uso de baños mixtos, para que quienes los necesitaran se sintieran cómodos y tenidos en cuenta.
De su extensa vinculación con el Externado siempre se mencionan sus clases, en las que era un ameno y profundo profesor que despertaba inquietudes entre sus estudiantes, a quienes siempre conmovía con sus conocimientos y reflexiones, nutridas no solo de su bagaje teórico, sino de su propia experiencia profesional.
Luego de la rectoría del Externado se dedicó con especial intensidad a apoyar las negociaciones de paz en La Habana y, particularmente lo relacionado con el Acuerdo de Paz y la justicia transicional. Siempre se han reconocido sus aportes en la estructuración de la filigrana jurídica de tan delicado asunto.
Frente a Juan Carlos Henao no se podía ser indiferente. Con uno de sus profesores en el colegio Berchmans de Cali, un sacerdote católico, en las antípodas de su pensamiento, siempre tuvieron el mayor respeto mutuo. Forjaron una amistad que perduró por toda la vida, a pesar de quienes consideraban imposible tal vínculo. Esta era otra de las muestras de su espíritu tolerante y pluralista. Pero así como era de amable, afable y buena escucha, también era claro y directo en sus opiniones, juicios y reconvenciones. Siempre directo, franco y sin aspavientos.
Con ese Juan Carlos Henao trabajamos y compartimos unos años de vida. Ese es el Henao que conocimos.
Al igual que como en el viejo lema del Externado, la luz de personas como Juan Carlos Henao no se extingue.
*Juan Camilo Rodríguez Gómez es director, Lux non occidat: Museo y Archivo Histórico Universidad Externado de Colombia.
**Natalia León Soler es coordinadora Archivo Histórico.