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Jugando con candela: los posibles efectos del estallido social en la perspectiva electoral de 2022

Si algo deja claro este escenario de conflicto es que, de cara al próximo año, los electores tomarán partido por quien represente mejor sus inconformidades y no necesariamente propuestas reales de cambio. ¿Por qué?

Álvaro Benedetti* / Especial para El Espectador
14 de mayo de 2021 - 07:26 p. m.
Jóvenes durante las marchas en Bogotá, el 4 de mayo de 2021.
Jóvenes durante las marchas en Bogotá, el 4 de mayo de 2021.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada
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La mirada del problema no se debe quedar en la espuma de las noticias, ni en las consecuencias inmediatas de los hechos sucedidos en el marco del Paro Nacional 2021, como la infraestructura deteriorada o la pérdida de gobernabilidad en algunas ciudades.

Aunque lo sucedido abrirá varias heridas difíciles de cerrar, todos en la carrera política saben que lo que está en juego son las elecciones al Congreso de 2022. Naturalmente, así lo entienden todos los que surfean en la cresta de la ola. Sin importar el extremo político, todos coinciden en que las consecuencias importan, pero más las soluciones.

El problema es que más allá de apagar el incendio, hoy no se ofrecen soluciones. Colombia estalló hace varios lustros: en indicadores sociales no estamos mejor que a principios de 2000 y las marchas reflejan los variados anhelos de un un pueblo desesperanzado y triste por su irreversible infortunio. Y ante ello, un presidente inexperto, desconocedor de su rol, desconectado de la realidad, sin empatía, ni gracia.

Entretanto, los bloqueos y su inmediata respuesta son una expresión violenta de la polarización. Por supuesto, no me refiero a las movilizaciones pacíficas sino cómo, en paralelo a ellas, un nutrido grupo de ciudadanos comprende que el camino político se agotó y promueve salidas en contravía de ello.

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Ya resulta normal ver cómo en ciudades como Cali se acentuó el sentimiento clasista, racista y xenófobo por parte de las élites económicas y, del lado de “los indignados”, un deseo maquiavélico de justicia, solo saciable con la derrota y el sufrimiento “de los ricos”. Odio, intolerancia e incomprensión en doble vía.

Más allá de la polarización, sin duda las movilizaciones ocurridas en las últimas dos semanas marcan una coyuntura crítica para el país, especialmente por la relevancia internacional que están tomando. Han desnudado el carácter de nuestro régimen presidencial y en el grueso de la opinión nacional quedó la sensación de que al Gobierno Nacional le quedó grande resolverlo. Y a los gobiernos subnacionales también les pasó factura, especialmente en el Pacífico, la del Cauca, Chocó y Nariño, región de la que Cali es epicentro.

El alcalde Jorge Iván Ospina y su administración -por mencionar el ejemplo más visible-, deben responder ante la opinión [y ojalá la justicia] por numerosas acusaciones de malversación de fondos (no solo en su periodo actual de gobierno, sino en el pasado 2012-2015). Ahora tendrá que hacerlo también reconociendo de entrada su absoluta incapacidad de garantizar, en virtud de su autonomía distrital, el orden público durante las manifestaciones. Hoy, como nunca, en la sucursal del cielo reina la anarquía asociada al orden, la movilidad, el abastecimiento de alimentos, combustibles y medicamentos.

¿Un desastre? Sí, sin duda. Y como es una constante, los grandes ganadores de la crisis serán las estructuras del crimen organizado que controlan las economías ilegales, especialmente la cadena del narcotráfico en lo rural y el microtráfico en lo urbano. Mientras la opinión pública esté distraída con la agenda de negociaciones para destrabar el paro, el desabastecimiento por cuenta de los bloqueos y se alargue el pulso entre los promotores del paro, manifestantes y las autoridades, los actores ilegales fortalecerán sus cadenas de valor aprovechando la ausencia de Fuerza Pública en los corredores rurales estratégicos de la droga y la minería ilegal, entre otras microeconomías ilícitas.

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Desinformación y posturas a conveniencia es lo que pulula en las redes sociales. El clima de miedo e incertidumbre se apodera de los ciudadanos. Cuesta creer que se puedan generar consensos a partir de la interpretación de los hechos a discreción en el Twitter de cada líder político. “Marchas sí, bloqueos no”, es la consigna, ¿pero si de las marchas se suscitan bloqueos? ¿Qué es el sin sentido en el que entramos?

Este clima de zozobra fortalecerá las posturas de los extremos, pues políticamente es rentable. Desde la mirada de la izquierda se ahondará el discurso según el cual el Gobierno abandonó las regiones a su suerte, no fue capaz de garantizar la protesta pacífica, no tiene una agenda clara de soluciones estructurales y tampoco ningún líder con la capacidad de movilizar y promover acuerdos de mediano y largo plazo.

Por el lado de la derecha, se condenará con más fervor la combinación de las formas de lucha, la incidencia política de Maduro, la participación armada de las disidencias alineadas al narcotráfico y el Eln en la protesta, además de infundir temor a la ciudadanía con la ‘venezolanización’ del país.

En síntesis, la historia repetida desde tiempos republicanos. ¿Y el centro? Bien, gracias: resolviendo el significado de “esperanza”.

Es altamente probable que este durante este año preelectoral se conserve cierta continuidad frente a intención de voto: quienes vieron afectado su patrimonio por cuenta del vandalismo o gocen de oportunidades y derechos económicos, anhelarán un candidato que refuerce la tesis de mano dura contra la protesta y la delincuencia, posiblemente bajo una línea posuribista y en menoscabo de la divagante y poco coordinada postura del Centro Democrático.

Y por el lado de la izquierda organizada, influenciadores y activistas, muchos de los cuales hoy ven frustrada un camino de cambio político, privilegiarán, ya sin temores y con más fuerza, el giro de 180° posiblemente con el candidato más visible de la coalición histórica, de quien además no resulta difícil entender su protagonismo oculto en la movilización.

Aunque estoy convencido que el debate hacia adelante no debe ser el ideológico sino el programático, por desgracia el momento que vivimos no ayuda para exponer temas fundamentales y ciertamente originales de la movilización nacional, en especial la juvenil: la agenda de recuperación económica, devolver la esperanza a un país con más de 20 millones de ciudadanos por debajo de la línea de pobreza y materializar salidas inmediatas para que un 14% de colombianos cumplan con el mínimo nutricional.

¿Quién le dice a los jóvenes, desempleados o presos de la incertidumbre por ser parte del casi 60% de informalidad económica, que es posible construir un futuro digno, pueden asegurar estabilidad en sus ingresos, incrementar su capacidad de consumo y proyectar su vejez? Si algo deja claro este escenario de conflicto es que, de cara a 2022, los electores tomarán partido por quien represente mejor sus inconformidades y no necesariamente propuestas reales de cambio. Esperemos que haya un giro próximamente.

* politólogo, consultor y profesor universitario. @dialbenedetti

Por Álvaro Benedetti* / Especial para El Espectador

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María(t4elx)14 de mayo de 2021 - 11:39 p. m.
Muy buen análisis. Es obvio que nadie del pueblo estamos de acuerdo con las reformas salvajes. Por eso la protesta pacífica debería existir. El problema es que como bien lo indica el escritor, esto fue manoseado y muy mal, para generar caos, terrorismo y paradógicamente más pobreza, o ya se nos olvidó el añito encerrados sin poder trabajar? los daños causados por los terroristas quién lospaga?
  • María(t4elx)14 de mayo de 2021 - 11:45 p. m.
    Otra cosita, soy indígena, pero no por eso manipulo, chantajeo y hago lo que quiera donde voy, no violento a nadie bajo esa etiqueta. Un verdadero indígena, está en el campo cultivando alimentos y no la droga que causa el sufrimiento y llanto de madres y abuelas.. Gracias.
  • María(t4elx)14 de mayo de 2021 - 11:42 p. m.
    Algo que siempre me pregunto es, qué si hay sobornos detrás de los abusos policiales? Recuerdo que en 2018 un motorizado con un uniforme del Acueducto de Bogotá me robó mi celular. Era él, funcionario del Acueducto? No creo la verdad. Por qué nadie habla de que los líderes de la tragedia en el barrio Siloé de mi ciudad son cabecillas de las FARC?
Culebro59(18501)14 de mayo de 2021 - 11:19 p. m.
¿Quién le dice a los jóvenes, desempleados o presos de la incertidumbre por ser parte del casi 60% de informalidad económica, que es posible construir un futuro digno, pueden asegurar estabilidad en sus ingresos, incrementar su capacidad de consumo y proyectar su vejez?
  • Culebro59(18501)14 de mayo de 2021 - 11:20 p. m.
    Buena pregunta, claro que los "pudientes" de este país, creen que ha quienes se les ha negado todo, es porque lo quieren regalado, no han entendido que es que no han tenido oportunidades, y da igual morir de una balazo en la calle, que de hambre en la casa.
A(31678)14 de mayo de 2021 - 11:06 p. m.
Qué análisis tan c..o. En medio de todas las situaciones echarle agua sucia al alcalde de Cali y afirmar que malversa fondos ahora, y antes también, carece de argumentos. Los políticos terroristas del ala conservadora de Cali hicieron pactos con el mismísimo demonio para que no ganara Ospina, resultado: perdieron. Y es que hasta el periódico rancio El País le declaró la guerra. Ridículo.
Carlos(23210)14 de mayo de 2021 - 11:02 p. m.
Por un lado la izquierda aprovechando para inducir la lucha de clases como siempre ha sido su objetivo. Por el otro, la derecha tratando de crear con su inacción un nuevo enemigo interno que le permita posicionar su matriz de "Ley y Orden". Nosotros los de en medio, que somos mayoría, no debemos permitir ser usados como idiotas útiles de los extremos incendiarios, NO LO PERMITAMOS...
  • Luigi 74(49812)15 de mayo de 2021 - 01:14 a. m.
    Los del medio, terminan siempre de complices de la violencia y el autoritarismo del uribismo, eso explica que siendo la mayoría el uribismo han gobernado por más de 20 años
Antonio(sa3gs)14 de mayo de 2021 - 10:28 p. m.
Hay que hacer propuestas para que los inteligentes se despierten use organicen 2022
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