“Buscamos que juventudes del estallido social no sean tratadas como criminales”

¿Por qué la ejecución del Ministerio de la Igualdad sigue siendo tan baja?

¿Por qué la ejecución del Ministerio de la Igualdad sigue siendo tan baja?

Hay diferentes razones, pero todas muy entendibles. Aquí nos estamos tomando el tiempo correspondiente para cumplir con los procedimientos que tiene la Función Pública. De hecho, hemos corrido bastante entendiendo que no empezamos con un ministerio previamente montado. Ahora, esto se hace en el marco de una responsabilidad jurídica y administrativa. Desde el Viceministerio de Juventudes acabamos de firmar y tener el acta de inicio en uno de los primeros convenios más grandes de Ministerio de Igualdad, por $174.000 millones, y que se junta con el convenio para implementar Jóvenes en Paz. Los resultados y el tiempo nos van dando la razón.

¿Ya se terminó el empalme con lo que fue la Consejería de Juventudes?

Hace rato la Consejería se suprimió oficialmente y ese proceso ya se surtió. Pero obviamente pues nosotros teníamos el reto gigante. No teníamos tantas manos como la Consejería, que además tenía enlaces regionales, departamentales, un montón de cosas que ya en un ministerio funcionan de una manera totalmente distinta. Han sido unos retos grandes, como el convenio de $137.000 millones para tener 49.000 jóvenes en paz. Eso es un cambio gigante de cómo nos vemos nosotros como Gobierno de las juventudes.

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¿Cómo va Jóvenes en Paz, ya desembolsaron los primeros pagos?

Ahí hemos tenido diferentes fases. Una, que también muestra que nosotros no nos quedamos quietos, fue la articulación con Fondo Paz, porque tampoco podíamos llegar y sacar un montón de recursos. Había que crear el Fondo para la Superación de Brechas, que se llama Fondo de Igualdad. Eso nos permitió llegar a los primeros seis territorios en los que tenemos Jóvenes en Paz: Guachené, Puerto Tejada, Buenaventura, Quibdó, Medellín y Bogotá. También con los retos alrededor de ser varias entidades las que están en un programa. Pero nos posicionamos en octubre pasado y en enero ya estábamos contratando a las primeras personas para operar Jóvenes en Paz; en febrero ya estaban entrando los primeros chicos.

Pero, viceministro, ¿ya hay desembolsos?

Pues veníamos de un retraso de una cohorte de 6.360 jóvenes que se habían propuesto para el 2023, antes de que nosotros llegáramos. De esa, ya van 3.000 jóvenes y el resto pues estamos en esos procesos actuales de contratación para llegar a esos 6.360. Y con este nuevo convenio que acabamos de firmar, pues nos expandiremos a 49.000 jóvenes en todo el territorio nacional en este año.

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¿Todos los jóvenes se han mantenido en el programa?

Las cifras de seguimiento nos dicen que tenemos a 3.000 jóvenes que firmaron el acuerdo de corresponsabilidad, que están asistiendo y desde hace más o menos dos meses empezaron a recibir transferencias. El proceso de las transferencias sucede a través de Prosperidad Social. Los chicos están ahí, firmes con el programa.

¿Se siente respaldado por otras entidades para materializar este programa?

Sí, pero yo creo que a todo el Gobierno le ha pasado algo y es que los sectores populares no crearon toda la institucionalidad. Entonces, hay una institucionalidad que fue creada por otros sectores de derechas, poderosos, magnates, ricos, que diseñaron procesos que les sirven perfectamente a ellos. Crear un programa diferente y de transformación social, y ha pasado en todo el Gobierno, es difícil. A veces, por ejemplo, toca ver cómo se le dejan los recursos a la gente en territorio, lo cual es muy difícil.

¿La articulación con el Ministerio de Justicia para evitar que la criminalidad reclute a estos jóvenes avanza?

Sí. El programa tiene un componente transversal, que es un acompañamiento socio-jurídico. El Ministerio está pendiente de acompañar y asesorar a los chicos en muchos temas. Ahí hemos también hemos ido avanzando con eso.

¿Qué pasó con la promesa de sacar de las cárceles a los capturados de la llamada Primera Línea?

Primero, a mí me gustaría que Jóvenes en Paz pudiera estar en las cárceles, porque son lugares en donde la mayoría de los jóvenes presos son vulnerables, empobrecidos, que están ahí por condiciones históricamente de exclusión. Yo creo que esa es una apuesta a la que esperamos poder llegar en este segundo momento. Pero el tema de las cárceles es difícil, porque se escapa a veces de nosotros, del Presidente mismo, ya que tiene que ver con otra rama del poder. Hay casos en los que se movieron muy rápido para condenar a los chicos hasta por 14 años. Y cuando apelan las condenas, pues eso sí no se mueve.

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Pero, viceministro, ¿qué va a pasar con esos muchachos?

Nosotros esperamos que la nueva Fiscalía mire con dignidad y con humanidad a los jóvenes, pero es un tema bastante complicado, delicado. Nosotros seguimos apostándole para que las juventudes del estallido social, porque no fueron solamente de primeras líneas, no sean tratadas como delincuentes o criminales. Esperamos también que a nivel internacional se le ponga un ojo a eso y que haya otros mecanismos para que estas juventudes puedan recuperar su libertad.

¿Cómo están manejando la protección de líderes juveniles?

También es un tema delicado, muy difícil. Nosotros estamos generando unas mesas con la Unidad Nacional de Protección (UNP) y con el ICBF, alrededor de cómo proteger a los jóvenes. Es muy difícil, porque también los recursos a veces son muy complicados. La Procuraduría también está en este tema. La idea es generar una ruta de atención a los jóvenes. Más allá de los consejeros y las plataformas, hay al menos 6.000 jóvenes que están muriendo de manera violenta al año.

El presidente y otros sectores del Ejecutivo hablan de “infiltrados en el Gobierno”. ¿Es partidario de esa denuncia?

Es un tema complicado, pero estamos haciendo una tarea ardua por hacer cambios. Cambiar a un país que ha sido construido así en los últimos 200 años no es fácil, pero pues el presidente también lo ha anunciado; antes de que nosotros llegáramos aquí, esto estaba lleno de un montón de funcionarios con otros intereses, de derechas, que les funcionaban otras formas y no las nuestras. Y no tanto desde el Ministerio de Igualdad, porque es nuevo y se está creando desde las izquierdas. Aquí todo el mundo está poniendo su corazón.

O sea, viceministro, ¿sí hay “infiltrados”?

En otras entidades donde no estábamos antes hay personas que llevan años, que no son nuestras, y llevan ejecutando formas politiqueras. Se disfrazan de centro, de derecha y hasta de izquierda, de lo que sea, para lograr meterse en los espacios y boicotear también al mismo Gobierno. Pero hay que seguir capacitando a la gente de izquierdas para asumir la Función Pública y que ocupe esos espacios.

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¿Le augura un futuro político al progresismo en el 2026?

Nuestra apuesta en estos dos años es ejecutar, pero no para de cualquier manera. Queremos hacer una transformación social y lo vamos a lograr. La gente lo está viendo y creo que lo estamos haciendo bien. Yo creo que vamos a ganar en 2026 y que va a haber un proyecto progresista en 2026, con continuidad de lo que estamos haciendo.

Ya siendo Gobierno, ¿mantiene su postura crítica por el accionar del Esmad cuando hay protestas que requieren de su intervención?

Tenemos que avanzar en dar garantías y derechos, porque tenemos que poder, como país, resolver las cosas con diálogo y no con violencia. Pero, desde mi posición en la institucionalidad, lo que tengo que dejar claro: a los jóvenes no se les puede maltratar ni golpear ni disparar.

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