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El gobierno de Gustavo Petro avanza a toda prisa en la búsqueda de la llamada “paz total”. Aún así, mientras que su equipo negociador está en Venezuela con el Ejército de Liberación Nacional (Eln) buscando la terminación del conflicto con esa guerrilla, en territorio colombiano espera por solución y respuestas la región del Catatumbo, región que históricamente ha vivido la violencia armada. En esa parte del país, la economía principalmente se mueve por la producción de hoja de coca, uno de los principales insumos del clorhidrato de cocaína o cocaína en polvo, y por décadas ha sido controlada y comercializada por grupos al margen de la ley, algunos de los cuales, con la nueva administración nacional, ha mostrado la voluntad de dejar las armas. Aún así, a esta lucrativa fuente de financiamiento no se le ha puesto la lupa ni se le ha dado la importancia que requiere para que la paz, como quiere Petro, sea total.
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La región del Catatumbo está conformada por 11 municipios: Ábrego, Convención, El Carmen, El Tarra, Hacarí, La Playa, Ocaña, San Calixto, Sardinata, Teorama y Tibú. Allí, a lo largo de su historia, han hecho presencia el Eln, las extintas FARC, el Epl y grupos paramilitares, entre otros. Con la llegada del primer gobierno de izquierda progresista a Colombia, y la promesa de que todos los esfuerzos gubernamentales estarán enfocados a acabar con el conflicto armado en Colombia, esta zona fronteriza con Venezuela se convierte en un pilar fundamental para que esa apuesta se cumpla. Con conocimiento de la importancia del Catatumbo, dicen pobladores y líderes sociales, el gobierno ha dejado de lado en sus primeros meses el debate sobre la legalidad del cultivo de la hoja de coca que tapiza el paisaje de la región.
El próximo 16 y 17 de diciembre, el municipio de El Tarra (Norte de Santander) será la sede de un encuentro de cocaleros, en el que esperan la participación del gobierno Petro para que de la mano busquen salidas a los problemas que trae la economía ilegal. Aunque la fe se mantiene en que con la nueva administración nacional la situación para ellos cambie de una manera favorable, muchos de ellos se mantienen escépticos, pues en el pasado creyeron en promesas de nuevas maneras de trabajo que, hasta el momento, siguen sin cumplirse. “Es que acá no nos han escuchado, anuncian y anuncian, pero de trabajo en esta zona no se ha visto mucho”, manifiesta uno de los líderes sociales de la región que por motivos de seguridad pide que no se revele su identidad.
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Buscar en este momento la paz con el Eln, la última guerrilla activa en América Latina, aunque genera expectativas positivas, trae a la mente de los habitantes de Catatumbo el recuerdo de lo que fue el proceso de paz con las extintas Farc que culminó con la firma del Acuerdo de Paz de 2016. Con ese documento, que marcó el final del conflicto con ese grupo armado, se dio paso también al Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito (PNIS) en el que el Catatumbo sería la región con mayor participación por sus numerosas plantaciones de hoja de coca. Seis años después, el panorama sigue siendo el mismo que en aquel entonces, pues el PNIS no ha sido efectivo y los actores armados que persisten en la región siguen lucrándose de la actividad.
El panorama de la región en cuanto a la sustitución de cultivos no parece dar muchas luces de cambio; sin embargo, actualmente hay una recesión en la economía ilegal que le permitiría al presidente Gustavo Petro hacer el cambio dentro de su apuesta de “paz total”. En la región, dicho por los mismos habitantes y cultivadores, cada vez hay menos personas que compren coca, por lo cual los cultivos muchas veces se están perdiendo. La razón de que esto esté ocurriendo no es solo una, sino un cúmulo de incertidumbres en la que los grupos armados y los narcotraficantes están dejando un vacío que podría aprovechar el gobierno para que la región cambie su economía.
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“Una de las razones fue la captura de Otoniel, porque lo agarraron y no se sabe qué ha contado, si entregó rutas o nombres, entonces la gente que comercia con la coca, sobre todo los narcos, han preferido quedarse quietos”, asegura uno de los líderes sociales del Catatumbo. Igualmente, señalan que la retoma de relaciones entre Colombia y Venezuela ha sido un obstáculo para sacar la coca del país y pasarla por las fronteras, haciendo que se complique el negocio para los actores armados que se lucran de esta actividad. Con esto así, los cocaleros esperan que en la reunión que se tendrá a mediados de diciembre de este año, el gobierno se presente y escuche las propuestas que tiene los productores y líderes de la zona, porque, según ellos, “mientras que haya una economía ilegal fuerte en el Catatumbo, no va a haber paz en Colombia por más anunciaos que haga el gobierno”.
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