La consulta anticorrupción: una derrota con sabor a victoria

Análisis detallado sobre el proceso y los resultados de la votación, que arroja luces clarísimas sobre las fuerzas limpias y las fuerzas menos limpias que se mueven en la política colombiana.

Javier Duque*
29 de agosto de 2018 - 11:56 a. m.
Claudia López, promotora de la consulta anticorrupción.  / AFP
Claudia López, promotora de la consulta anticorrupción. / AFP
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Una larga demora

Los políticos se resisten a hacer reformas que les afecten en sus ingresos, su estatus o su influencia. Por eso aunque el Congreso es el escenario central para expedir las leyes, las constituciones establecen mecanismos de participación ciudadana para proponer cambios que cuenten con el apoyo masivo de la población.

La consulta anticorrupción fue sin embargo iniciativa de algunos líderes políticos -el Partido Alianza Verde- acompañados de organizaciones sociales. Muy pronto se unieron el Polo Democrático, Colombia Humana y los congresistas de Decentes, así como sectores minoritarios de los partidos Liberal, Conservador y Cambio Radical. Se recurrió a los medios de comunicación, a las redes sociales y a centenares de personas que se sumaron a la propuesta. Hubo hasta un reggaetón para animar a los jóvenes.

Es la primera consulta popular nacional en 27 años de vigencia de la Constitución. Su artículo 104 establece que el presidente, previo concepto del Senado, puede consultar al pueblo sobre decisiones de trascendencia nacional. Los impulsores debían presentar el respaldo equivalente al menos el cinco por ciento del censo electoral (36.421.026) y finalmente se lograron recoger 4.236.681 firmas, de las cuales la Registraduría avaló 3.092.138.

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La consulta estuvo en vilo por la demora del Consejo Nacional Electoral (CNE). La congresista Angélica Lozano declaró que el Consejo “tenía secuestradas las firmas y retenida  la certificación de cómo se recogieron. Le están haciendo el mandado a la clase política”. Hubo protestas en las redes, declaraciones y movilizaciones, también un plantón frente al CNE, que tuvo efecto: el 23 de enero fueron certificadas las firmas y las cuentas. Faltaba que los ciudadanos se movilizaran. Y lo hicieron, pero no alcanzó.

Los resultados

Según la Ley 1757 de 2015, cada pregunta debería obtener el voto afirmativo de la mitad más uno de los sufragios válidos, siempre y cuando hubiera participado al menos la tercera parte de los electores que componen el censo electoral. Esto implicaba un mínimo de 12.261.314 personas votos  en cada pregunta, de los cuales al menos 6.130.658 tendrían que ser afirmativos.

Se trataba entonces de una altísima votación, mayor aún que la del presidente Duque (10.398.689 votos) y de la que obtuvieron en conjunto el Centro Democrático, Cambio Radical, los partidos Conservador, Liberal y de la U, MIRA, Colombia Justa Libre en las pasadas elecciones de Congreso.  Y así sucedió: con el 99, 98 por ciento de las mesas escrutadas, la consulta logró  11.671.420 votos. Con varios hechos relevantes:

La Consulta no alcanzó el umbral por menos del 1 por ciento, y una gran mayoría de votantes lo hizo a favor la Consulta y en bloque: todas las preguntas obtuvieron más del 99 por ciento, con muy leves variaciones entre preguntas.

En la votación por departamentos se pueden distinguir tres situaciones:

-Hay 15 departamentos (incluida Bogotá) donde sí se superó el umbral o sea que ganó la Consulta.  Con excepción de Putumayo (de donde es Guillermo Rivera, el último Ministro del Interior de Santos, quien impulsó la Consulta) todos quedan en la región andina, están muy interconectados, hay mayor densidad de organizaciones sociales y el voto urbano es más importante que el rural. En la mayoría de estas entidades territoriales hubo Comités por el Si, lo que contribuyó a movilizar los electores. Un dato muy importante: estas quince entidades suman el 58,7 por ciento del total de la población del país. De forma ponderada, en donde vive la mayoría de colombianos la consulta pasó el umbral.

-Los departamentos de la Costa Atlántica y el Chocó compartieron un patrón: fueron en promedio los de más bajos porcentajes del país (19,6 por ciento). Estos departamentos se caracterizan por situaciones extendidas de corrupción política y administrativa. Resalta que sea la Guajira, en donde la corrupción es superlativa, el departamento con menor porcentaje de votación de todo el país.

-Entre los otros nueve departamentos donde la Consulta no superó el umbral sobresale Antioquia, fortín político y electoral de Álvaro Uribe y del Centro Democrático. Fue el único de los grandes departamentos del país donde no se superó el umbral. También figuran en este grupo la mayoría de los departamentos marginales, aislados y rurales del país, donde la presencia del Estado ha sido muy deficiente donde predomina la población rural y dispersa (Amazonas, Arauca, Caquetá, Guainía, Vichada, Vaupés y Guaviare).

En las 17 ciudades más pobladas la Consulta superó el umbral, incluso en Medellín, santuario uribista (Cuadro 3).  La excepción fue Barranquilla, lo cual es consistente con lo dicho a propósito de los departamentos y capitales de la Costa Atlántica, donde se presentó una muy baja votación. Así sucedió también en las capitales de los departamentos marginales, aislados y con predominio de población rural.

Hay una clara relación entre el predominio de la población urbana, la mayor interconexión, la mayor densidad en organizaciones sociales, la presencia de universidades y medios de comunicación con las más altas votaciones por la Consulta. Tal vez una campaña publicitaria más activa, una mayor divulgación, una financiación adecuada para facilitar el transporte y un mayor número de comités de respaldo hubieran permitido obtener el uno por ciento faltante.

En algunas ciudades hubo mayor influencia de algunos líderes que impulsaron la Consulta, como Claudia López, Gustavo Petro, Antonio Navarro, Angélica Lozano, Antanas Mockus (Bogotá), Jorge Iván Ospina (Cali), Luis Fernando Velasco (Popayán), Rodrigo Lara (Neiva), Ciro Ramírez (Tunja), Camilo Romero y Antonio Navarro (Pasto), Sergio Fajardo y Federico Gutiérrez (Medellín).

Movilización ciudadana (casi) contra todos

Las personas participan en la vida política por distintas razones. A algunas las impulsa el sentido del deber ciudadano y el compromiso con la democracia, expresan un sentir colectivo de indignación frente a hechos que consideran inaceptables, como la corrupción. Otras solo acuden a las urnas cuando obtienen algo a cambio, incentivos materiales o de estatus -aunque en muchos casos es solo una expectativa o una falsa promesa-. Otras personas obedecen a líderes o políticos nacionales o locales que tienen influencia sobre sus decisiones. Otros se movilizan cuando son convocados por personas o partidos con quienes tienen afinidad, aprecio, incluso admiración, y rechazan las causas o propuestas que identifican como contrarias a estas. Tampoco faltan los “gorrones” –los que comparten la convocatoria y votarían a su favor- pero se abstienen esperando que otros hagan el esfuerzo, de cuyos resultados esperan favorecerse. 

¿Qué ocurrió en la votación por la Consulta? Un análisis inicial sobre sus resultados sugiere algunos hechos de interés:

1. La mayoría de los partidos no respaldaron la Consulta. Solo se inscribieron como partidos políticos promotores el Polo Democrático Alternativo, la Alianza Verde y el Movimiento Colombia Humana (lista de los Decentes), los cuales obtuvieron en las elecciones de Congreso cerca de 2.560.000. Esta cifra era muy pequeña en relación con la que requería la Consulta; incluso si se piensa en el caudal que obtuvo Petro en la segunda vuelta (8.040.450 votos), quedaban faltando votantes. Había que movilizar más de 4 millones de votos adicionales, básicamente entre electores motivados por el deber ciudadano y los indignados. Difícil misión.

2. Los partidos mayoritarios aprobaron la propuesta en el Senado (al menos no votaron en contra), pero no la apoyaron. Algunos de los líderes de estos partidos hicieron campaña contra de la Consulta. Este fue el caso de Roy Barreras, del Partido de La U, quien se retiró del recinto para no quedar como el único voto en contra y justificó su oposición diciendo que “lo que hacía falta era una verdadera reforma política que combatiera la corrupción”, que las preguntas eran inútiles y costaban demasiado. También se opuso Germán Vargas Lleras alegando el costo de una consulta  que consideraba inoficiosa. Aunque los senadores de su partido Cambio Radical no se opusieron a la aprobación en el Senado, solo Rodrigo Lara la apoyó públicamente. Igualmente se opuso Álvaro Uribe. Por conveniencia electoral en plena campaña presidencial eludió oponerse en el Senado a la propuesta (se abstuvo) y afirmó que votaría a favor, pero, como suele ocurrir, cambió su posición y después atacó la convocatoria hasta el último momento. Amplio conocedor de la política y sus negociaciones expresó que prefería el trámite de las normas a través del Congreso, sin mencionar los numerosos casos en que esta vía ha fracasado.

La mayoría del Centro Democrático (con la excepción de los senadores Paloma Valencia y Ciro Ramírez) y de los partidos Liberal (César Gaviria no movió un dedo, aunque algunos congresistas liberales la respaldaron), Conservador (su presidente la respaldó formalmente, pero no hubo una convocatoria oficial a votar a favor), Opción Ciudadana, el MIRA (su presidente expresó que la decisión estaba en manos de los ciudadanos, sin invitación a votar) y Causa Justa Libre también se opusieron a la Consulta o manifestaron un ambiguo respaldo. Los resultados indican que no movilizaron sus huestes. El grueso de los electores colombianos motivados por incentivos, o integrados en redes de clientelas, o que se orientan según las indicaciones de ciertos líderes influyentes, rechazaron la Consulta. No salieron a votar.

3. Mientras el “presidente eterno” madrugaba a despotricar contra la consulta, el presidente temporal Iván Duque votó a favor de esta y envió a última hora un mensaje de compromiso: “Vinimos a cumplirle a la democracia colombiana. Esta es una jornada muy importante, donde hemos votado para expresar nuestro rechazo a la corrupción". A Iván Duque le resultaba muy difícil oponerse a la Consulta, optó por un tibio apoyo, sin mensajes contundentes y amplios a través de los medios, sin alocuciones convocantes.

4. Aunque hubo un gran movimiento y circulación de mensajes a través de las redes sociales (incluidas las ya consabidas noticias falsas), no hubo espacios institucionales de debate o de difusión y pedagogía sobre la Consulta, y el acceso a los canales y emisoras comerciales fue limitado. Asimismo, la financiación para la campaña fue casi cero, no hubo respaldo de empresarios, ni recursos para pagar logística de quienes promovían la Consulta. Fue una campaña basada exclusivamente en el voluntariado y esto limitó sustancialmente sus alcances.

5. El abstencionismo sigue siendo superlativo en Colombia. Por diversos motivos, un amplio sector de la ciudadanía se refugia en el fácil pragmatismo de suponer que otros harán aprobar algo que también a ellos les favorece. Otros no alcanzan a captar la importancia de la participación, o están absortos en ganar el pan de cada día y sienten que los asuntos colectivos no tienen que ver con ellos.

¿Y…fue un fracaso?

Faltó menos del 1 por ciento de votos para superar el umbral, todas las preguntas recibieron más del 99 por ciento de respaldo, en quince departamentos se superó el umbral, y la mayoría de la población vive en estos departamentos donde ganó la Consulta.

El faltante legal impide que la Consulta tenga los efectos jurídicos que establecen las normas, pero los resultados no tienen precedentes en la historia de Colombia: al Congreso y al poder Ejecutivo les va a resultar difícil desconocerlos.

Además de los tres proyectos que el presidente se anticipó a presentar al Congreso (con efectos ambiguos sobre la motivación de los votantes potenciales), los promotores ya anunciaron que tienen listos los siete proyectos para ser tramitados ante el mismo Congreso.

Como al Congreso entra una cosa y sale otra muy distinta, queda esperar que los siete puntos de la Consulta y otros que la amplían y la desarrollan logren salir adelante sin muchas mutilaciones y distorsiones. Los 11.671.420 ciudadanos así lo esperan.

*Politólogo, Ph.D., profesor de la Universidad del Valle.

Esta publicación es posible gracias a una alianza entre El Espectador y Razón Pública. Lea el artículo original aquí. 

Por Javier Duque*

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