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La violencia que no deja de ensañarse con Arauca tiene múltiples causas y responsables. Si bien la muerte de 27 personas y el desplazamiento de 52 familias por cuenta de supuestos enfrentamientos entre disidencias de las Farc y la guerrilla del Eln tienen hoy al departamento en el foco mediático y estatal, lo cierto es que es apenas una muestra de la violencia que padece su población desde hace décadas. Y aunque son diversos los actores y varios los factores detrás de las confrontaciones, conflictos y muertos, hay un ámbito sustancial que ayuda a comprender el fenómeno: la dinámica electoral de la región y las actuaciones de su clase política.
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Basta con decir que el actual gobernador, José Facundo Castillo, permanece detenido en la cárcel La Picota en medio de una investigación por presuntos nexos nada menos que con la guerrilla del Eln. Según la Fiscalía, tanto el actual mandatario como su predecesor, Ricardo Alvarado -quien gobernó entre 2016 y 2019, y heredó el caudal electoral de Castillo-, llegaron a entablar acuerdos económicos y administrativos con el frente Domingo Laín Sáenz. Si se considera que el hoy gobernador ocupó ese cargo también entre 2012 y 2015, no sería erróneo concluir que el Eln permeó el más alto gobierno regional desde hace al menos una década.
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Sin embargo, esa relación con la subversión no deja de ser llamativa si se tiene en cuenta que los partidos que le han dado la bendición tanto a Alvarado como a Castillo generalmente han sido de un corte de centroderecha, un sector distante e indiferente históricamente a la lucha guerrillera. En su primera administración, el actual mandatario fue avalado por el Partido de la U. Posteriormente, su sucesor logró nuevamente el apoyo de la U, pero también de Cambio Radical y el Partido Conservador, con la novedad de sumar a la Alianza Verde y a la Alianza Social Indígena (mucho más de centro). Luego, para los comicios de 2019, Castillo nuevamente repitió con la U y Cambio Radical, pero también con el respaldo de MAIS y Colombia Renaciente.
“Hay dos grandes momentos de la política en Arauca en los últimos 30 años. El primero se cuenta desde el proceso de elección popular de gobernadores. Al principio, la hegemonía fue liberal con Alfredo Colmenares Chía, José Vicente Lozano, Gustavo Castellanos o Federico Gallardo. El segundo momento implicó un quiebre con Julio Acosta Bernal que, aunque también era liberal, terminó afiliado a Cambio Radical. Aquí aparece el actual gobernador Facundo Castillo, que creció al lado de Acosta Bernal”, explica Luis Eduardo Celis, analista del conflicto armado y asesor de la Fundación Paz y Reconciliación.
Si bien la U y Cambio Radical parecen mandar la movida electoralen el departamento, hay otra colectividad que también se ha ido abriendo espacio, en línea con la centroderecha: el Centro Democrático, del expresidente Álvaro Uribe, que hoy goza de tener uno de los dos representantes a la Cámara de la región: José Vicente Carreño (el otro es un liberal: Nevardo Rincón).
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“Cuando Uribe llega en 2002 Cambio Radical se volvió el partido más fuerte, porque tenía un discurso muy enérgico contra todo el tema subversivo. Luego, con (Juan Manuel) Santos ese partido hace bisagra y la U pasa a ser el más fuerte porque se articula con el tema de paz y seguridad. Pero si se analiza, Cambio Radical y la U son un complemento del otro. Luego aparece el Centro Democrático, que se ha venido fortaleciendo, sumando alcaldías, concejales y diputados, especialmente en sectores urbanos”, explica a su turno el politólogo y analista araucano Simón Eduardo Cedeño.
No obstante, la izquierda también ha tenido participación en el escenario político y electoral. Según Celis, en su momento la Unión Patriótica (UP) logró representación en municipios como Arauquita o Tame; sin embargo, “la guerra igualmente hizo de las suyas y, por ejemplo, en 2001 hizo renunciar al alcalde de Arauquita”. En ello coincide Cedeño, quien destaca el arraigo de las facciones políticas de izquierda señalando que a la región, con el intento de reforma agraria en los años 60, llegaron campesinos de Santander, Norte de Santander y Boyacá, quienes promovían una visión más liberal y progresista que escaló hasta la izquierda.
“En los 80 y 90 Arauca era uno de los grandes potenciales de la UP. Aunque había hechos de violencia y presencia de guerrillas, no se sentía un espiral tan alto. Sin embargo, con las tomas guerrilleras de finales del siglo XX cambia la percepción y mucha gente se alinea con el discurso uribista”, declara Cedeño. Justamente, ese tipo de acciones y el ascenso político de Uribe dieron nacimiento a una nueva clase dirigente en la región, articulada por políticos de Cambio Radical y la U, mientras que los sectores alternativos quedaron ligados a planos más locales como asambleas, concejos o juntas de acción comunal, según Simón Cedeño.
No obstante, Mauricio Vela, coordinador del observatorio político-electoral de la MOE (Misión de Observación Electoral), aclara también que, aunque la izquierda por medio de los movimientos campesinos tuvo un rol protagónico durante los 80 y 90, igualmente fue víctima de represión violenta. “Los actores armados han tenido una fuerte influencia tanto apoyando como impidiendo la libre votación”.
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Vela precisa además que si bien hay cierto predominio, en Arauca no existe una identidad ideológica tan fuerte de los partidos, por lo que no necesariamente todos los candidatos de una colectividad de derecha tienen esa tendencia ideológica, así como sucede con un aspirante de un partido alternativo. “Acá las élites locales han cumplido un rol importante en apoyar distintos partidos políticos, y cambian sus apoyos dependiendo de las circunstancias. La izquierda ha tenido importantes triunfos como con la Alcaldía de Fortul en 2015, y partidos como la ASI o el Verde han tenido protagonismo en elecciones locales”.
En lo que coinciden los analistas es que, al margen de la orilla ideológica, Arauca es un territorio en el que cuesta hacer política y muchas veces no hay garantías para ese ejercicio. “Para lanzarse hay presiones de grupos armados que dicen ‘no nos pueden ignorar’”, agrega Cedeño. “Aquí hay tres Estados: el formal, el que ha formado el Eln y el de las Farc”, dice a su turno Luis Celis. “Los líderes sociales, políticos y comunales han sido fuertemente desincentivados a participar de la política por la violencia en la región”, precisa Mauricio Vela.
JAVIER GONZÁLEZ PENAGOS
TWITTER: @Currinche