La fotografía política a un mes de elecciones
Las encuestas muestran a Iván Duque y Gustavo Petro encabezando la disputa por la Casa de Nariño. Pero no tienen en cuenta las maquinarias. Los últimos 30 días de campaña suelen ser trascendentales y traen giros inesperados que definen a los ganadores.
Alfredo Molano Jimeno
Queda exactamente un mes para la primera vuelta presidencial, y aunque en 30 días cualquier cosa puede ocurrir, los sondeos de opinión y los analistas coinciden en que el próximo mandatario de los colombianos se definirá en un segundo pulso, el 17 de junio, entre quienes obtengan las dos mejores votaciones. La fotografía del momento que se puede sacar a partir de las múltiples encuestas que cada semana inundan las redes sociales y los medios de comunicación muestra al candidato del uribismo, Iván Duque, con la mayor intención de voto; seguido, en general diez puntos por debajo, por Gustavo Petro, de Colombia Humana. En el tercer lugar de este podio electoral se ubica el candidato de la Coalición Colombia, Sergio Fajardo, mientras que el exvicepresidente Germán Vargas Lleras el exjefe negociador de paz Humberto de la Calle y la exsenadora Viviane Morales, en su orden, ocupan la cola del pelotón, a veces creciendo un poco.
Aun así, es claro que existen variaciones significativas en los porcentajes, según la firma encuestadora. Así como también es evidente que los sondeos de opinión no gozan de suficiente credibilidad. Y el ejemplo de que el comportamiento de los electores no puede ser previsto es lo ocurrido en el plebiscito refrendatorio del Acuerdo de Paz del 2 de octubre de 2016, en el que en todas las mediciones arrojaban que el Sí se impondría con una ventaja significativa, pero la realidad fue que el No triunfó, con escasa ventaja. Esa experiencia, que no es exclusiva en Colombia, pues en Estados Unidos también fallaron los pronósticos, les ha puesto mucha presión a las mismas firmas encuestadoras, que en estas elecciones se juegan su prestigio y, probablemente, su sostenibilidad como negocio hacia el futuro.
Pero, más allá de que las encuestas revelen o no el sentimiento del electorado, lo cierto es que son el único instrumento que existe para medir la temperatura del ambiente político, y no menos cierto es que son cruciales para que los indecisos —ya sean electores comunes y corrientes o políticos de profesión— definan a quién apoyar. Con un ingrediente adicional y es que en esta campaña se estrenó en Colombia un instrumento de medición que, en términos generales, consiste en cruzar indicadores decisivos en la jornada electoral: voto de opinión y la llamada maquinaria. Se denominan modelos de pronóstico y el más conocido fue elaborado por la encuestadora Cifras y Conceptos. El resultado fue que en segunda vuelta los enfrentados serían Iván Duque y Vargas Lleras, dejando por fuera a Petro.
Un pronóstico que, dicen, coincide con los movimientos del mundo político en las últimas dos semanas, pues los dos representantes de la derecha recibieron el respaldo de las referidas maquinarias electorales. Es decir, Duque parte de los 2’500.000 que alcanzó el Centro Democrático en las elecciones al Congreso y Vargas Lleras con los 2’155.000 que puso Cambio Radical el 11 de marzo. A estos “plantes” hay que sumarles las decisiones de los partidos sin candidato. La U, que obtuvo 1’853.000 votos en las legislativas, adhirió a la campaña del exvicepresidente, mientras que el Partido Conservador, más partido que conservador, dejó en libertad a sus militantes para que a su juicio buscaran el árbol que más sombra da. En ese contexto, sus grandes electores, entre ellos 10 de los 17 miembros de su Directorio Nacional, como Efraín Cepeda, David Barguil o Nora García, se fueron con Vargas Lleras, mientras que Hernán Andrade, Juan Diego Gómez o Juan Manuel Corzo apoyarán a Duque.
Pero, como dice el dicho: “Nadie llega a la Presidencia exclusivamente con maquinaria, ni sale elegido a punta de opinión”. Lección que ya fue aprendida por el exalcalde Gustavo Petro, quien se ha dedicado de lleno a recorrer el país. El resultado son plazas llenas por donde pasa y la clara convicción de arrebatarles las bases electorales a los partidos de sus adversarios más próximos, como los militantes y varones electorales, de la Alianza Verde, el Polo Democrático o el Partido Liberal. Los frutos de esta estrategia se ven reflejados en una encuesta interna de la campaña de Humberto de la Calle, en la que la firma Tempo Group consultó a 1.500 personas y el consolidado dio un empate técnico entre Petro y Duque, ambos con el 28 % de la intención de voto. La encuesta también pone a Sergio Fajardo en tercer lugar, con el 14 %, mientras Vargas Lleras y De la Calle empatan con el 9 % y Viviane Morales cierra el cuadro con el 1 %.
En esa misma franja de quienes buscan un equilibrio entre opinión y maquinaria, está el pelotón de la llamada centro-izquierda. Lo encabeza el exgobernador de Antioquia Sergio Fajardo, quien se ha afianzado en su discurso contra la clase política, a la que señala de corrupta y mezquina. Y aunque repunta poco en las encuestas, sus posiciones en los debates presidenciales —que se realizan por doquier— se han vuelto más contundentes y, en general, aparece como el de menor resistencia y mayor posibilidad de crecimiento entre el electorado. Eso sí, de entrada se asigna los más de 2’100.000 votos que alcanzaron el Polo y los Verdes en la jornada electoral de marzo. Pero sería a la vez ingenuo dejar de ver que Fajardo se encuentra en una incómoda posición, pues de encabezar las encuestas en diciembre ha descendido al tercer lugar del podio y posiblemente no le alcanzaría para pasar a segunda vuelta.
Y finalmente, en el fondo de la tabla, y casi sin posibilidad alguna, se encuentran el exjefe negociador de paz Humberto de la Calle y la exfiscal Viviane Morales. El primero, inscrito como candidato oficial del Partido Liberal, ronda el margen de error en las encuestas, y sus aspiraciones presidenciales parecen diluirse en una Colombia bipolar que se la disputan los extremos. En el papel cuenta con 1’900.000 votos que su colectividad obtuvo en las parlamentarias, pero para nadie es un secreto que, ante la poca posibilidad de triunfo, muchos dirigentes liberales se han deslizado hacia el uribismo o el vargasllerismo, mientras las bases de la colectividad ya alistan su voto por Petro o por Fajardo. Sin embargo, este preámbulo de la derrota parece haberlo impulsado en los últimos días para irse al ataque sin aspavientos contra el uribismo.
Por su parte, Viviane Morales, que hace apenas dos semanas recibió la escarapela de candidata por parte del Consejo Nacional Electoral, solo hora prende motores. Ha participado en un debate presidencial en el que, por demás, se le vio incómoda. Lo que sí consiguió fue la adhesión de Colombia Justa-Libres, el movimiento que reúne el voto cristiano y que le pone un “case” de más de 400 mil votos. Pero aun así, en todas los sondeos figura de última, con menos del margen de error, y a todas luces no tiene ninguna opción de llegar a la Casa de Nariño. Así, pues, la fotografía electoral, a un mes de las elecciones, es la de un país dividido por el viejo paradigma de la derecha contra la izquierda, y aunque hay quienes creen que los nombres de quienes se perfilan para la segunda vuelta están claros (Duque-Petro), las últimas cuatro semanas de campaña suelen traer sorpresas que definen las elecciones. Y es ahí donde Fajardo y Vargas Lleras apuntan a voltear la actual tendencia y colarse en la segunda vuelta.
Queda exactamente un mes para la primera vuelta presidencial, y aunque en 30 días cualquier cosa puede ocurrir, los sondeos de opinión y los analistas coinciden en que el próximo mandatario de los colombianos se definirá en un segundo pulso, el 17 de junio, entre quienes obtengan las dos mejores votaciones. La fotografía del momento que se puede sacar a partir de las múltiples encuestas que cada semana inundan las redes sociales y los medios de comunicación muestra al candidato del uribismo, Iván Duque, con la mayor intención de voto; seguido, en general diez puntos por debajo, por Gustavo Petro, de Colombia Humana. En el tercer lugar de este podio electoral se ubica el candidato de la Coalición Colombia, Sergio Fajardo, mientras que el exvicepresidente Germán Vargas Lleras el exjefe negociador de paz Humberto de la Calle y la exsenadora Viviane Morales, en su orden, ocupan la cola del pelotón, a veces creciendo un poco.
Aun así, es claro que existen variaciones significativas en los porcentajes, según la firma encuestadora. Así como también es evidente que los sondeos de opinión no gozan de suficiente credibilidad. Y el ejemplo de que el comportamiento de los electores no puede ser previsto es lo ocurrido en el plebiscito refrendatorio del Acuerdo de Paz del 2 de octubre de 2016, en el que en todas las mediciones arrojaban que el Sí se impondría con una ventaja significativa, pero la realidad fue que el No triunfó, con escasa ventaja. Esa experiencia, que no es exclusiva en Colombia, pues en Estados Unidos también fallaron los pronósticos, les ha puesto mucha presión a las mismas firmas encuestadoras, que en estas elecciones se juegan su prestigio y, probablemente, su sostenibilidad como negocio hacia el futuro.
Pero, más allá de que las encuestas revelen o no el sentimiento del electorado, lo cierto es que son el único instrumento que existe para medir la temperatura del ambiente político, y no menos cierto es que son cruciales para que los indecisos —ya sean electores comunes y corrientes o políticos de profesión— definan a quién apoyar. Con un ingrediente adicional y es que en esta campaña se estrenó en Colombia un instrumento de medición que, en términos generales, consiste en cruzar indicadores decisivos en la jornada electoral: voto de opinión y la llamada maquinaria. Se denominan modelos de pronóstico y el más conocido fue elaborado por la encuestadora Cifras y Conceptos. El resultado fue que en segunda vuelta los enfrentados serían Iván Duque y Vargas Lleras, dejando por fuera a Petro.
Un pronóstico que, dicen, coincide con los movimientos del mundo político en las últimas dos semanas, pues los dos representantes de la derecha recibieron el respaldo de las referidas maquinarias electorales. Es decir, Duque parte de los 2’500.000 que alcanzó el Centro Democrático en las elecciones al Congreso y Vargas Lleras con los 2’155.000 que puso Cambio Radical el 11 de marzo. A estos “plantes” hay que sumarles las decisiones de los partidos sin candidato. La U, que obtuvo 1’853.000 votos en las legislativas, adhirió a la campaña del exvicepresidente, mientras que el Partido Conservador, más partido que conservador, dejó en libertad a sus militantes para que a su juicio buscaran el árbol que más sombra da. En ese contexto, sus grandes electores, entre ellos 10 de los 17 miembros de su Directorio Nacional, como Efraín Cepeda, David Barguil o Nora García, se fueron con Vargas Lleras, mientras que Hernán Andrade, Juan Diego Gómez o Juan Manuel Corzo apoyarán a Duque.
Pero, como dice el dicho: “Nadie llega a la Presidencia exclusivamente con maquinaria, ni sale elegido a punta de opinión”. Lección que ya fue aprendida por el exalcalde Gustavo Petro, quien se ha dedicado de lleno a recorrer el país. El resultado son plazas llenas por donde pasa y la clara convicción de arrebatarles las bases electorales a los partidos de sus adversarios más próximos, como los militantes y varones electorales, de la Alianza Verde, el Polo Democrático o el Partido Liberal. Los frutos de esta estrategia se ven reflejados en una encuesta interna de la campaña de Humberto de la Calle, en la que la firma Tempo Group consultó a 1.500 personas y el consolidado dio un empate técnico entre Petro y Duque, ambos con el 28 % de la intención de voto. La encuesta también pone a Sergio Fajardo en tercer lugar, con el 14 %, mientras Vargas Lleras y De la Calle empatan con el 9 % y Viviane Morales cierra el cuadro con el 1 %.
En esa misma franja de quienes buscan un equilibrio entre opinión y maquinaria, está el pelotón de la llamada centro-izquierda. Lo encabeza el exgobernador de Antioquia Sergio Fajardo, quien se ha afianzado en su discurso contra la clase política, a la que señala de corrupta y mezquina. Y aunque repunta poco en las encuestas, sus posiciones en los debates presidenciales —que se realizan por doquier— se han vuelto más contundentes y, en general, aparece como el de menor resistencia y mayor posibilidad de crecimiento entre el electorado. Eso sí, de entrada se asigna los más de 2’100.000 votos que alcanzaron el Polo y los Verdes en la jornada electoral de marzo. Pero sería a la vez ingenuo dejar de ver que Fajardo se encuentra en una incómoda posición, pues de encabezar las encuestas en diciembre ha descendido al tercer lugar del podio y posiblemente no le alcanzaría para pasar a segunda vuelta.
Y finalmente, en el fondo de la tabla, y casi sin posibilidad alguna, se encuentran el exjefe negociador de paz Humberto de la Calle y la exfiscal Viviane Morales. El primero, inscrito como candidato oficial del Partido Liberal, ronda el margen de error en las encuestas, y sus aspiraciones presidenciales parecen diluirse en una Colombia bipolar que se la disputan los extremos. En el papel cuenta con 1’900.000 votos que su colectividad obtuvo en las parlamentarias, pero para nadie es un secreto que, ante la poca posibilidad de triunfo, muchos dirigentes liberales se han deslizado hacia el uribismo o el vargasllerismo, mientras las bases de la colectividad ya alistan su voto por Petro o por Fajardo. Sin embargo, este preámbulo de la derrota parece haberlo impulsado en los últimos días para irse al ataque sin aspavientos contra el uribismo.
Por su parte, Viviane Morales, que hace apenas dos semanas recibió la escarapela de candidata por parte del Consejo Nacional Electoral, solo hora prende motores. Ha participado en un debate presidencial en el que, por demás, se le vio incómoda. Lo que sí consiguió fue la adhesión de Colombia Justa-Libres, el movimiento que reúne el voto cristiano y que le pone un “case” de más de 400 mil votos. Pero aun así, en todas los sondeos figura de última, con menos del margen de error, y a todas luces no tiene ninguna opción de llegar a la Casa de Nariño. Así, pues, la fotografía electoral, a un mes de las elecciones, es la de un país dividido por el viejo paradigma de la derecha contra la izquierda, y aunque hay quienes creen que los nombres de quienes se perfilan para la segunda vuelta están claros (Duque-Petro), las últimas cuatro semanas de campaña suelen traer sorpresas que definen las elecciones. Y es ahí donde Fajardo y Vargas Lleras apuntan a voltear la actual tendencia y colarse en la segunda vuelta.