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El expresidente y Nobel de la Paz Juan Manuel Santos dijo en España que las víctimas del conflicto armado colombiano le enseñaron que “la condición humana es, básicamente, buena” y que a menudo los que más han sufrido son los más predispuestos a perdonar.
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Santos protagonizó el viernes 17 de septiembre uno de los eventos del Hay Festival Segovia junto a la politóloga y activista por los derechos humanos Íngrid Betancourt, quien estuvo seis años secuestrada por las FARC, a razón del libro recientemente publicado por Planeta ‘Una conversación pendiente’.
En sus 543 páginas, el escritor Juan Carlos Torres recoge cuarenta horas de grabación de veinte sesiones de diálogos, en los que ambos políticos recuerdan episodios clave en la historia del país, como la traumática experiencia vivida por Betancourt a partir del 23 de febrero de 2002.
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Durante el encuentro, la excandidata presidencial colombiana ha relatado cómo fue para ella aquel día, en el que había salido de Bogotá y se dirigía a otra ciudad para ir a un acto de campaña de su partido Verde Oxígeno, en un momento en el que se habían roto los diálogos de paz.
Betancourt ha narrado que viajaba sin escolta porque el entonces presidente Andrés Pastrana se la había retirado y se encontró lo que parecía ser un retén militar y lo primero que hizo fue mirar las botas que llevaban puestas aquellos hombres armados, tal y como le habían enseñado.
“Esas botas eran botas de caucho, y las del Ejército colombiano eran botas de cuero, entonces yo sabía que eso eran las FARC”, ha relatado Betancourt sobre aquel instante en el que comenzó aquella “pesadilla” que duraría seis años.
De aquellos tiempos ha contado otras anécdotas terribles, como los momentos en los que la obligaban a escalar pareces verticales con otra persona encadenada al cuello de forma que, si uno caía, el otro también, o a cruzar un río por un tronco en las mismas condiciones, por las que, si alguno caía y no lo hacían del mismo lado, morían ahorcados.
Por su parte, Juan Manuel Santos, ha contado algunos detalles acerca de cómo vivió el rescate de la política desde la llamada Operación Jaque como ministro de Defensa de Colombia del Gobierno de Uribe, como el momento en que prometió a la madre de la víctima que no descansaría hasta liberarla.
El galardonado con el Premio Nobel por su labor para conseguir la paz tras más de cincuenta años de conflicto armado ha comentado que, cuando se gestó el acuerdo, en un primer momento pensó que las víctimas serían las que más se iban a oponer por las “concesiones” que eran necesarias, pero ocurrió lo contrario.
“Las víctimas me enseñaron que la condición humana, básicamente, es buena”, ha apuntado el ex presidente, quien dice haberse llevado “una lección de vida maravillosa” al darse cuenta de que a menudo las personas que más han sufrido son las más generosas porque no quieren que otras pasen por lo mismo.
Ha señalado como un ejemplo paradigmático de esto a Íngrid Betancourt, quien en otro momento de la charla ha asegurado ser “una enamorada de la condición humana, del ser humano, de sus capacidades, su fuerza, sus miedos y sus dudas”: “Soy optimista. Vivo de la esperanza. Tengo fe”, ha señalado.