La mala hora: análisis de Rodrigo Pardo
El momento difícil que atraviesa el Gobierno tras menos de un año de comenzar, es más el resultado de eventos externos que de acciones del mandatario.
Rodrigo Pardo @RPardoGP / Especial para El Espectador
Al presidente Petro le llegó un mal momento. Precipitado, sin duda, porque en la tradición se pensaba que el primer año de los mandatarios era de luna de miel, apoyo popular y alta capacidad de gestión. Es el tiempo del presidente, se decía, y al final del cuatrienio se construía el período de la oposición: el sol en las espaldas del saliente y las esperanzas acumuladas en los aspirantes que competirían por llegar a lo más alto y reemplazar al vigente.
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Al presidente Petro le llegó un mal momento. Precipitado, sin duda, porque en la tradición se pensaba que el primer año de los mandatarios era de luna de miel, apoyo popular y alta capacidad de gestión. Es el tiempo del presidente, se decía, y al final del cuatrienio se construía el período de la oposición: el sol en las espaldas del saliente y las esperanzas acumuladas en los aspirantes que competirían por llegar a lo más alto y reemplazar al vigente.
En el caso de Petro hubo un desgaste acelerado. Los acontecimientos de las últimas dos semanas y la salida anticipada de Armando Benedetti y Laura Sarabia precipitaron un momento difícil para el Gobierno. El actual mandatario no ha llegado al primer año de gobierno y los hechos de las últimas semanas han golpeado su popularidad en las encuestas, han generado manifestaciones diversas y críticas en contra de la administración, y han creado un clima adverso para el Gobierno y para su jefe.
La pregunta es si Petro logrará recuperar la gobernabilidad. Al fin y al cabo, su mandato -afectado por los últimos eventos- tenía características diferentes a las de sus antecesores, sobre todo por su breve paso por el M-19, pero también por la notabilidad de su trabajo en el Congreso (Senado y Cámara) y en la Alcaldía de Bogotá. Una carrera intempestiva que culminó con la votación más alta en la historia del país: 11,2 millones de votos.
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Al mandatario, además, le corresponderá gobernar en un clima adverso para la economía. En varios países los efectos de la reciente pandemia se han traducido en desaceleraciones y recesiones. En Colombia no ha llegado un crecimiento negativo, pero sí una desaceleración como esas que en el pasado se asociaban con momentos de desesperanza y desilusión. Habría que ver si el presidente Petro logra recuperar esperanzas y optimismo. Lo cual, normalmente, ha sido difícil en el pasado en momentos como los actuales.
Una coyuntura, en fin, compleja y hasta parecida a la de otros países en los que los efectos de la pandemia han llevado desesperanza, incertidumbre y temores casi generalizados. Para el presidente Gustavo Petro los efectos de la pandemia -desaceleración, miedo y desesperanzas-, sumados a la crisis generada por el caso Benedetti-Sarabia, han agudizado el sentimiento de desesperanza y pesimismo. El ambiente extendido entre la opinión pública se ha deteriorado más rápidamente que lo acostumbrado.
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Al gobierno de Gustavo Petro le falta mucho tiempo: tres años largos. Y la pregunta, por supuesto, es si logrará recuperarse. La más reciente encuesta de Invamer le da un 57 % de desaprobación, el más alto desde que llegó a la Casa de Nariño. Un panorama, en fin, que no invita al optimismo ni a la esperanza, porque el entorno en general es adverso para el mandatario y su gobierno.
Y en el ambiente hay muchas inquietudes sobre la forma como Petro ha enfrentado, hasta ahora, el momento difícil que le llegó. El manejo de las comunicaciones desde palacio es errático. El mandatario tiene una habilidad sorprendente para improvisar sus discursos e intervenciones, pero en una situación como la presente le convendría echar manos de los instrumentos que hoy se usan con frecuencia en el mundo para comunicar. Moderar sus intervenciones con lenguaje más claro, por ejemplo, y montar un equipo de comunicadores que lo apoyen y le ayude a escribirlas. Así es la comunicación moderna en la política en todas partes. Y a Petro se le va la mano en improvisación y falta de claridad. ¿Y acaso en el número de intervenciones?
La verdad es que el momento difícil que atraviesa el Gobierno tras menos de un año de comenzar, es más el resultado de eventos externos que de acciones del mandatario. Pero se necesitará creatividad para corregir el rumbo y recuperar la capacidad de acción. ¿Será superable esta mala hora?
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