La paz de Colombia, un asunto regional
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe declaró la paz de Colombia como prioritaria y de interés internacional.
Alfredo Molano Jimeno
La Habana se convirtió ayer en el epicentro del encuentro más grande de mandatarios de países latinoamericanos y del Caribe de los últimos tiempos. Treinta jefes de Estado se dieron cita en la capital cubana para buscar caminos de integración regional y discutir mecanismos para la superación de la pobreza, en el marco de la segunda cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac). Pero más allá de esas premisas, el encuentro terminó volcándose sobre el proceso de paz entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las Farc —que justamente se desarrolla en territorio cubano— y las naciones asistentes, tanto individualmente como en conjunto, expresaron su respaldo irrestricto y lo declararon “objetivo regional e internacional”.
La segunda cumbre de la Celac tuvo ingredientes que le dan una trascendencia específica: primero, porque desde el triunfo de la Revolución cubana, en 1959, la isla no había acogido a tantos mandatarios y mucho menos contado con la participación del secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA), y segundo, porque fue Cuba donde hace más de medio siglo triunfó un movimiento insurgente que inspiró la fundación de otras guerrillas en toda la región, como las Farc, que este año cumplen 50 años de creadas y según se cree se acercan al final de su guerra.
Por eso, a su arribo a La Habana, el presidente Santos advirtió de entrada que las negociaciones con esa guerrilla estarían en el centro de la discusión. “Vengo a agradecerles al gobierno cubano y a los cubanos su apoyo al proceso que estamos adelantando aquí. Hemos avanzado, pero también tenemos que reconocer que falta un camino largo por recorrer. El resto de los países de la región nos han venido apoyando también y vine a agradecerles. Su respaldo es muy importante para continuar en este proceso y ponerle fin al único conflicto armado que aún tiene este hemisferio”, expresó el jefe de Estado.
La primera reunión del mandatario fue con el secretario de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, quien respaldó los diálogos con las Farc y afirmó que el presente será el año de la paz de Colombia. “Agradecemos a la Celac su respaldo a todas las cuestiones referentes a la paz. Los conflictos de la región han terminado y falta esperar que el último de ellos se resuelva pronto”, señaló. A su vez, el presidente de República Dominicana, Danilo Medina, hizo un llamado para que la Celac contribuya tanto a la firma de un acuerdo de terminación del conflicto en Colombia como en la fase del posconflicto.
Incluso el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega —con quien el gobierno colombiano sostiene diferencias por cuenta del fallo de la Corte de La Haya sobre el mar territorial en el archipiélago de San Andrés—, dejó de lado las tensiones: “Nuestro llamado es a que apoyemos todos este proceso. Es una demanda del pueblo colombiano, pero también de los pueblos de Latinoamérica y el Caribe, porque este es el último conflicto que queda en la región. A finales del pasado siglo se llegó a acuerdos de paz en El Salvador, Guatemala, Nicaragua, y ahora le toca a Colombia. Me alegra la decisión del presidente Santos de trabajar por la paz, como también de los hermanos de las Farc de buscar una solución dialogada”, dijo.
Ya ante la plenaria de la cumbre, Santos defendió la Alianza del Pacífico —el área de libre comercio que integran Chile, Colombia, Perú y México, creada en 2012—, aclarando que no se trata de un grupo excluyente ni una iniciativa de tipo político, y volvió a referirse a la paz, meta que, según dijo, espera se haya alcanzado para la próxima reunión de la Celac: “Veo que hay voluntad de ambas partes. Por mi parte, la voluntad es total (...) si seguimos como vamos, ojalá en la próxima cumbre en Costa Rica (en enero de 2015) podamos decir que el conflicto armado en Colombia ha terminado”, aseguró.
Se puede decir, entonces, que la segunda cumbre de la Celac versó sobre la resolución de conflictos. Primero, respecto a la relación de Cuba con la OEA, que al parecer avanza hacia la reintegración de esta nación al concierto internacional. Y segundo, frente al proceso de paz en Colombia, que contó con el apoyo de todos los países de la organización. Y no sólo en lo que respecta a las Farc, pues al caer la tarde estaba programada una reunión entre el presidente Santos y su homólogo ecuatoriano, Rafael Correa, en medio de rumores sobre la posibilidad de que el vecino país sea sede para unos eventuales diálogos con el Eln.
Y el mensaje de reconciliación fue más allá. En su declaración final, la Celac proclamó a América Latina y el Caribe como “zona de paz” y los 33 países del bloque renunciaron al uso de la fuerza para resolver disputas con sus vecinos a fin de dejar atrás los conflictos armados. Dicha proclamación es el acuerdo más simbólico de los adoptados durante la cumbre, teniendo en cuenta que varios de los países mantienen disputas limítrofes con sus vecinos, como es el caso de Colombia y Nicaragua. En este sentido, todos asumieron “el compromiso permanente con la solución pacífica de controversias a fin de desterrar para siempre el uso y la amenaza de la fuerza en la región”, expresó el presidente cubano y anfitrión de la cumbre, Raúl Castro.
amolano@elespectador.com
@AlfredoMolanoJi
La Habana se convirtió ayer en el epicentro del encuentro más grande de mandatarios de países latinoamericanos y del Caribe de los últimos tiempos. Treinta jefes de Estado se dieron cita en la capital cubana para buscar caminos de integración regional y discutir mecanismos para la superación de la pobreza, en el marco de la segunda cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac). Pero más allá de esas premisas, el encuentro terminó volcándose sobre el proceso de paz entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las Farc —que justamente se desarrolla en territorio cubano— y las naciones asistentes, tanto individualmente como en conjunto, expresaron su respaldo irrestricto y lo declararon “objetivo regional e internacional”.
La segunda cumbre de la Celac tuvo ingredientes que le dan una trascendencia específica: primero, porque desde el triunfo de la Revolución cubana, en 1959, la isla no había acogido a tantos mandatarios y mucho menos contado con la participación del secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA), y segundo, porque fue Cuba donde hace más de medio siglo triunfó un movimiento insurgente que inspiró la fundación de otras guerrillas en toda la región, como las Farc, que este año cumplen 50 años de creadas y según se cree se acercan al final de su guerra.
Por eso, a su arribo a La Habana, el presidente Santos advirtió de entrada que las negociaciones con esa guerrilla estarían en el centro de la discusión. “Vengo a agradecerles al gobierno cubano y a los cubanos su apoyo al proceso que estamos adelantando aquí. Hemos avanzado, pero también tenemos que reconocer que falta un camino largo por recorrer. El resto de los países de la región nos han venido apoyando también y vine a agradecerles. Su respaldo es muy importante para continuar en este proceso y ponerle fin al único conflicto armado que aún tiene este hemisferio”, expresó el jefe de Estado.
La primera reunión del mandatario fue con el secretario de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, quien respaldó los diálogos con las Farc y afirmó que el presente será el año de la paz de Colombia. “Agradecemos a la Celac su respaldo a todas las cuestiones referentes a la paz. Los conflictos de la región han terminado y falta esperar que el último de ellos se resuelva pronto”, señaló. A su vez, el presidente de República Dominicana, Danilo Medina, hizo un llamado para que la Celac contribuya tanto a la firma de un acuerdo de terminación del conflicto en Colombia como en la fase del posconflicto.
Incluso el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega —con quien el gobierno colombiano sostiene diferencias por cuenta del fallo de la Corte de La Haya sobre el mar territorial en el archipiélago de San Andrés—, dejó de lado las tensiones: “Nuestro llamado es a que apoyemos todos este proceso. Es una demanda del pueblo colombiano, pero también de los pueblos de Latinoamérica y el Caribe, porque este es el último conflicto que queda en la región. A finales del pasado siglo se llegó a acuerdos de paz en El Salvador, Guatemala, Nicaragua, y ahora le toca a Colombia. Me alegra la decisión del presidente Santos de trabajar por la paz, como también de los hermanos de las Farc de buscar una solución dialogada”, dijo.
Ya ante la plenaria de la cumbre, Santos defendió la Alianza del Pacífico —el área de libre comercio que integran Chile, Colombia, Perú y México, creada en 2012—, aclarando que no se trata de un grupo excluyente ni una iniciativa de tipo político, y volvió a referirse a la paz, meta que, según dijo, espera se haya alcanzado para la próxima reunión de la Celac: “Veo que hay voluntad de ambas partes. Por mi parte, la voluntad es total (...) si seguimos como vamos, ojalá en la próxima cumbre en Costa Rica (en enero de 2015) podamos decir que el conflicto armado en Colombia ha terminado”, aseguró.
Se puede decir, entonces, que la segunda cumbre de la Celac versó sobre la resolución de conflictos. Primero, respecto a la relación de Cuba con la OEA, que al parecer avanza hacia la reintegración de esta nación al concierto internacional. Y segundo, frente al proceso de paz en Colombia, que contó con el apoyo de todos los países de la organización. Y no sólo en lo que respecta a las Farc, pues al caer la tarde estaba programada una reunión entre el presidente Santos y su homólogo ecuatoriano, Rafael Correa, en medio de rumores sobre la posibilidad de que el vecino país sea sede para unos eventuales diálogos con el Eln.
Y el mensaje de reconciliación fue más allá. En su declaración final, la Celac proclamó a América Latina y el Caribe como “zona de paz” y los 33 países del bloque renunciaron al uso de la fuerza para resolver disputas con sus vecinos a fin de dejar atrás los conflictos armados. Dicha proclamación es el acuerdo más simbólico de los adoptados durante la cumbre, teniendo en cuenta que varios de los países mantienen disputas limítrofes con sus vecinos, como es el caso de Colombia y Nicaragua. En este sentido, todos asumieron “el compromiso permanente con la solución pacífica de controversias a fin de desterrar para siempre el uso y la amenaza de la fuerza en la región”, expresó el presidente cubano y anfitrión de la cumbre, Raúl Castro.
amolano@elespectador.com
@AlfredoMolanoJi