La resurrección de las curules de paz
Después de hundido el proyecto que creaba 16 curules para las víctimas, surgió un salvavidas que podría revivirlo: la mayoría absoluta se calcula con 99 y no con 102 senadores, pues tres de ellos están suspendidos.
Germán Gómez Polo - Twitter: @TresEnMil
Cuando se acabó el tiempo reglamentario para la votación de la conciliación del proyecto que creaba las 16 circunscripciones de paz hubo gritos de júbilo en el Senado. Carlos Felipe Mejía, del Centro Democrático, levantaba los brazos en señal de victoria y Viviane Morales, del Partido Liberal, aplaudía. La celebración era porque la iniciativa, por un solo voto, no alcanzaba las mayorías necesarias. En ese momento se esfumó la esperanza de que las víctimas del conflicto tuvieran la oportunidad de acceder a una curul en la Cámara de Representantes durante los próximos dos períodos legislativos.
Vea cuáles son los territorios que serían Circunscripciones Especiales de Paz
Las pantallas mostraban 50 votos a favor y siete en contra. Se necesitaban 51. Hubo desconcierto. El senador Roy Barreras, de la U, lamentaba que el Gobierno no hubiese tenido la fuerza para lograr las mayorías sin problema y culpaba al Centro Democrático, a Cambio Radical y a gran parte de los conservadores por negarles a las víctimas “la posibilidad de acceder a una forma de reparación por aguantar tantos años de guerra”. Al mismo tiempo le exigía al presidente Juan Manuel Santos que proveyera a las víctimas con las curules a través de un Estado de excepción. Por su parte, el ministro del Interior, Guillermo Rivera, evidentemente frustrado, se iba con todo contra quienes se le atravesaron al proyecto.
“Un grupo de senadores le falló a la paz en Colombia. Esta es una afrenta contra las víctimas. El Congreso tenía un compromiso de Estado que cumplir y lo ha incumplido. Deploro al grupo de senadores que votaron negativamente, a los que no quisieron votar y a quienes votaron la JEP, pero no este proyecto, porque lo que hicieron fue borrar con el codo lo que hicieron con la mano”, dijo Rivera. Desde otras esquinas del salón social del Senado, Iván Cepeda, del Polo, se solidarizaba con las víctimas y calificaba de “chantajistas profesionales” a varios parlamentarios del Partido Conservador. Odorico Guerra, presidente de la Mesa Nacional de Víctimas, señalaba que ellas no eran importantes para el país y que tanto el Gobierno como el Congreso las habían utilizado; y Jairo Estrada, miembro de Voces de Paz, calificaba el hundimiento de las circunscripciones como el “incumplimiento craso del Acuerdo por parte del Estado”.
Sin embargo, en medio del ruido y el tumulto, Barreras empezó a comentar una hipótesis con algunos periodistas. Hacía cuentas y concluía que la mayoría absoluta se debía decidir sobre 99 senadores y no sobre 102, cifra legal que compone a dicha corporación. ¿La razón? Los suspendidos de su propia colectividad: Musa Besaile, Bernardo Ñoño Elías y Martín Morales, además de ostentar esta condición, están presos. De inmediato agarró su celular y tuiteó: “¡Ojo! ¡Alerta! El quórum de víctimas no era sobre 102 sino sobre 99. ¡Sí se aprobaron las curules de las víctimas!”.
Más aún, para explicar por qué no se tienen en cuenta los votos de los miembros de la U presos, trajo a colación lo aprobado en la reforma al equilibrio de poderes de 2015, en donde se amplió la figura de la silla vacía. “El Senado está compuesto por 102 integrantes, tres de ellos privados de la libertad, que son casos en los que opera la silla vacía. Una reforma constitucional de 2015 estableció que cuando haya silla vacía, el quórum se conformaría a partir del número de miembros que estén asistiendo, es decir, descontando las sillas vacías”. Por eso radicó una carta en la presidencia del Senado en la que solicita que el proyecto, considerado por el Gobierno como aprobado, sea remitido a la Presidencia de la República para su promulgación y pase a revisión automática de la Corte Constitucional. En caso de que no se acoja la tesis, sería ese tribunal el que dimitiría la diferencia.
Por supuesto, tanto para la oposición como para quienes votaron negativamente, el Gobierno prepara un “nuevo robo”. Para el senador Ernesto Macías, del Centro Democrático, hizo votar algo “que ya estaba hundido y ahora pretende cambiar las matemáticas diciendo que la mitad más uno de 99 es 50”. Por su parte, Jorge Hernando Pedraza, conservador y quien votó no, calificó la acción del Gobierno como un “conejazo” y rechazó que Rivera los calificara como enemigos de la paz. “Hemos apoyado el proceso, pero en este proyecto teníamos reservas. Lo que ocurrió hoy divide y confronta más al país”, apuntó.
Cuando se acabó el tiempo reglamentario para la votación de la conciliación del proyecto que creaba las 16 circunscripciones de paz hubo gritos de júbilo en el Senado. Carlos Felipe Mejía, del Centro Democrático, levantaba los brazos en señal de victoria y Viviane Morales, del Partido Liberal, aplaudía. La celebración era porque la iniciativa, por un solo voto, no alcanzaba las mayorías necesarias. En ese momento se esfumó la esperanza de que las víctimas del conflicto tuvieran la oportunidad de acceder a una curul en la Cámara de Representantes durante los próximos dos períodos legislativos.
Vea cuáles son los territorios que serían Circunscripciones Especiales de Paz
Las pantallas mostraban 50 votos a favor y siete en contra. Se necesitaban 51. Hubo desconcierto. El senador Roy Barreras, de la U, lamentaba que el Gobierno no hubiese tenido la fuerza para lograr las mayorías sin problema y culpaba al Centro Democrático, a Cambio Radical y a gran parte de los conservadores por negarles a las víctimas “la posibilidad de acceder a una forma de reparación por aguantar tantos años de guerra”. Al mismo tiempo le exigía al presidente Juan Manuel Santos que proveyera a las víctimas con las curules a través de un Estado de excepción. Por su parte, el ministro del Interior, Guillermo Rivera, evidentemente frustrado, se iba con todo contra quienes se le atravesaron al proyecto.
“Un grupo de senadores le falló a la paz en Colombia. Esta es una afrenta contra las víctimas. El Congreso tenía un compromiso de Estado que cumplir y lo ha incumplido. Deploro al grupo de senadores que votaron negativamente, a los que no quisieron votar y a quienes votaron la JEP, pero no este proyecto, porque lo que hicieron fue borrar con el codo lo que hicieron con la mano”, dijo Rivera. Desde otras esquinas del salón social del Senado, Iván Cepeda, del Polo, se solidarizaba con las víctimas y calificaba de “chantajistas profesionales” a varios parlamentarios del Partido Conservador. Odorico Guerra, presidente de la Mesa Nacional de Víctimas, señalaba que ellas no eran importantes para el país y que tanto el Gobierno como el Congreso las habían utilizado; y Jairo Estrada, miembro de Voces de Paz, calificaba el hundimiento de las circunscripciones como el “incumplimiento craso del Acuerdo por parte del Estado”.
Sin embargo, en medio del ruido y el tumulto, Barreras empezó a comentar una hipótesis con algunos periodistas. Hacía cuentas y concluía que la mayoría absoluta se debía decidir sobre 99 senadores y no sobre 102, cifra legal que compone a dicha corporación. ¿La razón? Los suspendidos de su propia colectividad: Musa Besaile, Bernardo Ñoño Elías y Martín Morales, además de ostentar esta condición, están presos. De inmediato agarró su celular y tuiteó: “¡Ojo! ¡Alerta! El quórum de víctimas no era sobre 102 sino sobre 99. ¡Sí se aprobaron las curules de las víctimas!”.
Más aún, para explicar por qué no se tienen en cuenta los votos de los miembros de la U presos, trajo a colación lo aprobado en la reforma al equilibrio de poderes de 2015, en donde se amplió la figura de la silla vacía. “El Senado está compuesto por 102 integrantes, tres de ellos privados de la libertad, que son casos en los que opera la silla vacía. Una reforma constitucional de 2015 estableció que cuando haya silla vacía, el quórum se conformaría a partir del número de miembros que estén asistiendo, es decir, descontando las sillas vacías”. Por eso radicó una carta en la presidencia del Senado en la que solicita que el proyecto, considerado por el Gobierno como aprobado, sea remitido a la Presidencia de la República para su promulgación y pase a revisión automática de la Corte Constitucional. En caso de que no se acoja la tesis, sería ese tribunal el que dimitiría la diferencia.
Por supuesto, tanto para la oposición como para quienes votaron negativamente, el Gobierno prepara un “nuevo robo”. Para el senador Ernesto Macías, del Centro Democrático, hizo votar algo “que ya estaba hundido y ahora pretende cambiar las matemáticas diciendo que la mitad más uno de 99 es 50”. Por su parte, Jorge Hernando Pedraza, conservador y quien votó no, calificó la acción del Gobierno como un “conejazo” y rechazó que Rivera los calificara como enemigos de la paz. “Hemos apoyado el proceso, pero en este proyecto teníamos reservas. Lo que ocurrió hoy divide y confronta más al país”, apuntó.