La violencia contra las mujeres no para ni en los debates en el Congreso
Bastó que se diera el primer debate sobre el proyecto que crearía el Ministerio de la Igualdad para que salieran a flote frases sexistas y discriminatorias. En el 25N se repitió el ataque pero, esta vez, digital.
La violencia contra las mujeres no para, ni siquiera en el Congreso de la República. Bastó que el legislativo abriera la discusión sobre el proyecto que busca crear el Ministerio de la Igualdad para que nuevos ataques y formas discriminatorias contra las congresistas y otros liderazgos femeninos fueran escuchados en el recinto del Senado y retransmitidos a través del enlace de Youtube.
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La violencia contra las mujeres no para, ni siquiera en el Congreso de la República. Bastó que el legislativo abriera la discusión sobre el proyecto que busca crear el Ministerio de la Igualdad para que nuevos ataques y formas discriminatorias contra las congresistas y otros liderazgos femeninos fueran escuchados en el recinto del Senado y retransmitidos a través del enlace de Youtube.
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El pasado jueves, un día antes del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres, se desarrollaba apenas el primer debate de los tres que debe surtir esta iniciativa, por llevar mensaje de urgencia del Gobierno. Crear el Ministerio de Igualdad es una promesa con la que se comprometieron el presidente Gustavo Petro y la vicepresidenta Francia Márquez con los colectivos feministas cuando estaban en campaña, y es, también, uno de los temas que más escozor genera en los sectores de derecha porque, en medio de confusiones conceptuales, afirman que es imposible alcanzar la igualdad entre hombres, mujeres y grupos históricamente excluidos.
En medio del enfrentamiento entre gobiernistas y opositores de las comisiones primeras de Senado y Cámara, afloró la violencia política. La senadora María Fernanda Cabal expulsó el primer dardo. Mientras exponía sus argumentos sobre por qué le parecía innecesaria una nueva cartera, trajo a colación el caso de España y se fue en contra de Irene Montero, ministra de Igualdad del país europeo. “Les encanta confundir a los niños en la etapa de formación de su propia identidad para generar ansiedades tempranas frente al conocimiento sexual que debe ser enseñado en etapas posteriores. Escuchemos a la ministra de Igualdad que no tiene ningún mérito. Su único mérito es ser la esposa de Pablo Iglesias [exvicepresidente de España]”.
La frase de Cabal es machista pues reduce los logros de Montero, que ha construido una carrera política por sí misma, a los de su pareja. Es un comentario que refuerza la idea que se ha mantenido en ámbitos conservadores y que dice que el éxito de una mujer depende de su compañero sentimental. Además, Cabal repite la estigmatización que ha utilizado VOX: “el único mérito de Montero es estudiar a profundidad a Pablo Iglesias”, dijo una diputada del partido de derechas contra la ministra de Igualdad. El vicepresidente del Congreso español pidió retirar la alusión y Montero solicitó “que se incorpore al diario de sesiones la violencia política”.
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La senadora María Fernanda Cabal también manifestó, en reiteradas ocasiones, que el Ministerio de Igualdad será un “cheque en blanco” para que la vicepresidenta pueda, supuestamente, repartir subsidios. “Esta propuesta busca crearle su deseo a la vicepresidenta: a la emperatriz le quieren crear su propio palacio”, aseguró la congresista del Centro Democrático. Aunque la frase no es un insulto directo y tampoco es peyorativo contra Márquez por su género y condición de mujer racializada, lo cierto es que suma no solo a los irrespetos que ha vivido la vicepresidenta desde que llegó al poder, sino que también intensifica el imaginario de que la búsqueda por la igualdad entre sectores sociales excluidos se traduce en beneficios y favores clientelares en la institucionalidad cuando, en realidad, un Ministerio de la Igualdad intenta generar acciones afirmativas en poblaciones como mujeres en todas sus diversidades, disidencias genéricas y sexuales (LGBT+), pueblos afrodescendientes, habitantes de calle, personas en condición de discapacidad y sus cuidadores, entre otros.
La senadora María José Pizarro (Pacto Histórico) exigió respeto por la vicepresidenta - “aquí no hay reyezuelos, aquí todos somos iguales, así les moleste”, dijo- y también por la representante Luz María Múnera (Pacto Histórico), ponente coordinadora del proyecto del Ministerio de la Igualdad, a quien le dijeron que dijeron que le fallaban los oídos por ser mayor de edad. “La representante Luz María Múnera no tiene por qué ser calificada por su edad. Por su capacidad y experiencia está acá, fue electa por los colombianos. No podemos aceptar que acá vengan a violentarla por su edad y adultez. Pongamos unos límites, el debate es por las ideas”, expresó Pizarro.
Más allá de que a algunos usuarios de Twitter les parezca inofensivo el comentario a Múnera, este tiene que ver, justamente, con los calificativos sobre la edad, estética, y corporalidad de las mujeres, normalizando las exigencias que por años se les ha hecho a responder a ciertos estereotipos de cómo experimentar su género.
Las desacreditaciones no solo las vivieron las congresistas del Pacto Histórico. Los integrantes de las comisiones primeras de Senado y Cámara presenciaron cuando el representante Jorge Alejandro Ocampo (Pacto Histórico) atacó con agresividad a la senadora Paloma Valencia (Centro Democrático). Aunque ese jueves asistió a la sesión y portó un cartel de #SíALaIgualdad, y el 25N expresó que desde su curul “le decimos no a la violencia contra la mujer”, Ocampo se fue lanza en ristre contra Valencia por haber intervenido en el debate. Mientras ella cuestionaba la burocracia que podría surgir por la creación del Ministerio de la Igualdad, el representante Ocampo, con alaridos y señalamientos, interrumpió la intervención y hasta Fabio Amín, presidente de la Comisión Primera del Senado, tuvo que llamarle la atención.
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“La senadora Paloma Valencia estaba inscrita para intervenir y tiene todo el derecho para hacerlo”, afirmó Amín. Por su lado, Ocampo se paró de su puesto y con más gritos se intentó acercar a Valencia. Los ánimos estaban tan caldeados que María José Pizarro se le acercó a pedirle mesura y calma. Las cámaras del Congreso no captaron el encontrón, pero el audio quedó grabado: “Representante Ocampo”, le llamaba Fabio Amín, mientras que Valencia respondía: “yo quiero que el país vea usted cómo es de grosero”.
Las violencias no paran en el Congreso y prueba de ello fue, también el hackeo que ocurrió en la Comisión de la Mujer este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres. La célula congresional adelantaba una audiencia pública sobre la urgencia de declarar una emergencia por la violencia basada en el género cuando, de la nada, apareció en pantalla el video de un hombre masturbándose.
“Esta es una violencia simbólica. Entonces, que el día de hoy que adelantábamos una audiencia para denunciar la grave situación que viven las mujeres se hackee la plataforma, mientras yo estoy haciendo la instalación de la misma, me parece un acto de agravio no solamente contra mí, sino contra todas las senadoras y representantes, y sobre todo contra las mujeres de organizaciones que venían a denunciar”, agregó Pizarro.
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