Las acrobacias narrativas del gobierno Petro para reconocer a Maduro (análisis)
¿Cómo afecta el giro en la postura de Petro sobre Venezuela su liderazgo interno y regional? Una decisión compleja que enfrenta rechazo popular y tensiones diplomáticas.
Ronal Rodríguez*
Después de la reunión del G-20 el presidente Gustavo Petro empezó a cambiar sus narrativas frente a los resultados de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio en Venezuela. De su propuesta de un gobierno de cohabitación entre la oposición y el chavismo para la resolución de la crisis, ha empezado a cuestionar todo el proceso electoral como carente de libertad y a subrayar el efecto de las sanciones internacionales contra Venezuela y las cabezas del régimen.
El presidente colombiano toma la senda que México y Brasil recorrieron con el caso venezolano, al pasar de una postura que exigía la publicación de todas las actas a la de una negociación entre las partes, hasta finalmente decantarse por el argumento de que ese es un tema de Venezuela y los venezolanos y la no injerencia en los asuntos internos de otro país. Sin embargo, al presidente Gustavo Petro le resultará más difícil realizar la acrobacia narrativa con la que Claudia Sheinbaum y Luis Inácio Lula da Silva le están lavando la cara a Nicolás Maduro.
El 90 % de los colombianos encuestados entre el 25 de octubre y el 19 de noviembre en las ciudades de Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, en el módulo de la Encuesta Polimétrica de Cifras y Conceptos, para la Universidad del Rosario, la Fundación Konrad Adenauer y la Casa Editorial El Tiempo, están en desacuerdo con que el gobierno colombiano reconozca a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela el próximo 10 de enero.
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La opinión pública colombiana, a diferencia de la mexicana y la brasileña, está más informada y es más consciente del fraude perpetrado por Nicolás Maduro; los 2 807 205 venezolanos que viven en el país son una caja de resonancia ante lo sucedido. Así como de la violación sistemática de derechos humanos con la que el régimen pretende silenciar a la población, como lo muestran los testimonios de los cientos de venezolanos que han llegado en los últimos meses huyendo de la persecución.
Al preguntarles a los colombianos por el reconocimiento de Nicolás Maduro el próximo 10 de enero por parte del Gobierno, la respuesta es contundente: el 90 % está en desacuerdo con el reconocimiento, el 3 % No Sabe/No Responde (NS/NR) y sólo el 7 % está de acuerdo con que el presidente Petro reconozca a la cabeza del régimen venezolano como presidente para el período (2025-2031).
El módulo sobre Venezuela incluido en la Encuesta Polimétrica de Cifras y Conceptos por la Universidad del Rosario, la Fundación Konrad Adenauer y la Casa Editorial El Tiempo también permite ver las variaciones cuando el que responde la encuesta se identifica ideológicamente como de izquierda, centro o derecha.
Para la encuesta, el 55 % se identifica ideológicamente como de centro, mientras que el 28 % como de derecha y sólo el 17 % como de izquierda. Sin embargo, en la encuesta la opinión desfavorable del presidente disminuye del 59 % al 53 % y la opinión favorable sube del 38 % al 43 %, respecto de la medición anterior en junio de 2024. Es una encuesta que en términos generales le es favorable al presidente Petro.
El 95 % de las personas encuestadas y que se identifican como de derecha están en desacuerdo con el reconocimiento de Nicolás Maduro, baja al 91 % con los que se identifican como de centro, y los de izquierda son el 81 %. A pesar de que Maduro suele alardear sobre los amigos y aliados con los que cuenta en Colombia, la realidad es que sólo el 14 % de los que se identifican como de izquierda apoyan el reconocimiento después del fraude electoral y la ola de represión.
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La encuesta se desarrolló entre el 25 de octubre y el 19 de noviembre en las ciudades de Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, entre hombres y mujeres mayores de 18 años que son identificados como votantes activos, es decir, que han votado en los últimos cinco años en alguna elección. Lo que implica un mayor impacto político porque son actores que muy seguramente participarán en las próximas elecciones en Colombia.
El presidente Petro tiene una cercanía con el presidente Maduro, como se evidenció en los siete encuentros que tuvieron lugar entre noviembre de 2022 y noviembre de 2023, cinco bilaterales y dos en espacios multilaterales, siendo uno de los años más dinámicos de la relación entre un presidente colombiano y uno venezolano en la historia. Y aunque las agendas abordadas y las declaraciones resultantes son bastante grises, no se puede negar la empatía entre los mandatarios.
De hecho, se cuestiona la falta de negociación con la cual se retomó la relación después de la ruptura entre Duque y Maduro, no hubo un plan por parte del Estado colombiano. El afán del presidente Petro por recuperar la relación con Venezuela no permitió que se establecieran protocolos y acuerdos para la recuperación de la relación o para la reapertura de la frontera. No se puede olvidar que la primera noche de reapertura parcial de la frontera, mientras Venezuela tenía todos los cuerpos de seguridad apostados en su lado de la línea divisoria, Colombia delegó toda la responsabilidad en un celador con un revólver.
Poco más de dos años después de la recuperación de las relaciones y la reapertura de la frontera, muchas de las expectativas no se han cumplido. El intercambio comercial entre los dos países cerró 2021 en 391 millones de dólares; para 2022, cuando llegó Petro, quedó alrededor de 600 millones; en 2023 cerró en 561 millones, y entre los meses de enero y septiembre de 2024 va en 786 millones, tres veces más de lo que estuvo en 2020 durante el gobierno de Duque, el peor momento del comercio bilateral y año de pandemia, pero nueve veces menos de lo que estuvo en 2008, el mejor año de la historia.
El comercio bilateral en lo que va de 2024 es apenas poco más de la tercera parte del promedio desde que llegó el proyecto chavista al poder en Venezuela. Paradójicamente, el segundo gobierno de Álvaro Uribe Vélez, el de mayor confrontación con Chávez, sigue siendo el gobierno en el que se dio el mayor intercambio comercial.
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Hace dos años los colombianos exigían la recuperación de la relación con Venezuela, y solo un candidato a las elecciones presidenciales de 2022 se negaba a la recuperación de las relaciones diplomáticas, comerciales, consulares y a la reapertura de la frontera; de hecho, los dos que pasaron a segunda vuelta estaban convencidos de la necesidad de recuperar la relación.
Hoy eso ha cambiado, el 51 % de los encuestados está totalmente en desacuerdo en mantener las relaciones diplomáticas, comerciales y consulares con Venezuela, por los cuestionamientos y la falta de legitimidad del gobierno de Nicolás Maduro. El 20 % tiene una posición neutra frente al tema y solo el 28 % está de acuerdo en mantener la relación.
Dos elementos que no se pueden pasar por alto: el primero, la encuesta se realizó en Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, no hay ninguna ciudad de la zona de frontera o de los siete departamentos que limitan con Venezuela, donde muy seguramente la opinión de la población del territorio es diferente.
Y el segundo y más complejo, el no reconocimiento de Nicolás Maduro muy seguramente signifique la ruptura de relaciones diplomáticas, consulares, comerciales, y nuevamente el cierre de la frontera. Porque a pesar de que diferentes sectores le insistieron al presidente Petro en la reinstitucionalización de la relación entre los dos Estados, el manejo discrecional y poco transparente no permitió que se avanzara en esa dirección.
Por el contrario, la relación entre los dos países se maneja con tales niveles de discrecionalidad por parte de los mandatarios, tanto de Colombia como de Venezuela, que Maduro no le perdonaría a Petro que no lo reconociera, y, al igual que pasó con Juan Manuel Santos, lo gradúe de enemigo de Venezuela y enemigo personal; quizá llegue incluso a acusarlo de ser parte de algún plan para sacarlo del poder.
El presidente Gustavo Petro y su canciller, Luis Gilberto Murillo, quien siempre expresó una posición más firme frente a la necesidad de publicar todas las actas, lo que le ha valido las arremetidas del régimen tanto por parte de Diosdado Cabello como del canciller Yván Gil, hoy tratan de construir la narrativa para reconocer a Maduro como presidente.
Petro y Murillo no la tienen fácil, el costo político interno será alto, incluso le dará a la oposición argumentos contra el Gobierno, y con el nivel de violación de derechos humanos del régimen venezolano, de llegar a reconocer a Nicolás Maduro como presidente para el período (2025-2031), también tendrá costos internacionales, pero sobre todo regionales. El liderazgo internacional con el que fantasea el presidente Petro se esfumaría al apoyar la continuación de una dictadura que no tiene el menor recato en agredir niños, niñas y adolescentes, y la cual la historia no absolverá.
*Profesor e investigador del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario. @ronalfrodriguez
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Después de la reunión del G-20 el presidente Gustavo Petro empezó a cambiar sus narrativas frente a los resultados de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio en Venezuela. De su propuesta de un gobierno de cohabitación entre la oposición y el chavismo para la resolución de la crisis, ha empezado a cuestionar todo el proceso electoral como carente de libertad y a subrayar el efecto de las sanciones internacionales contra Venezuela y las cabezas del régimen.
El presidente colombiano toma la senda que México y Brasil recorrieron con el caso venezolano, al pasar de una postura que exigía la publicación de todas las actas a la de una negociación entre las partes, hasta finalmente decantarse por el argumento de que ese es un tema de Venezuela y los venezolanos y la no injerencia en los asuntos internos de otro país. Sin embargo, al presidente Gustavo Petro le resultará más difícil realizar la acrobacia narrativa con la que Claudia Sheinbaum y Luis Inácio Lula da Silva le están lavando la cara a Nicolás Maduro.
El 90 % de los colombianos encuestados entre el 25 de octubre y el 19 de noviembre en las ciudades de Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, en el módulo de la Encuesta Polimétrica de Cifras y Conceptos, para la Universidad del Rosario, la Fundación Konrad Adenauer y la Casa Editorial El Tiempo, están en desacuerdo con que el gobierno colombiano reconozca a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela el próximo 10 de enero.
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La opinión pública colombiana, a diferencia de la mexicana y la brasileña, está más informada y es más consciente del fraude perpetrado por Nicolás Maduro; los 2 807 205 venezolanos que viven en el país son una caja de resonancia ante lo sucedido. Así como de la violación sistemática de derechos humanos con la que el régimen pretende silenciar a la población, como lo muestran los testimonios de los cientos de venezolanos que han llegado en los últimos meses huyendo de la persecución.
Al preguntarles a los colombianos por el reconocimiento de Nicolás Maduro el próximo 10 de enero por parte del Gobierno, la respuesta es contundente: el 90 % está en desacuerdo con el reconocimiento, el 3 % No Sabe/No Responde (NS/NR) y sólo el 7 % está de acuerdo con que el presidente Petro reconozca a la cabeza del régimen venezolano como presidente para el período (2025-2031).
El módulo sobre Venezuela incluido en la Encuesta Polimétrica de Cifras y Conceptos por la Universidad del Rosario, la Fundación Konrad Adenauer y la Casa Editorial El Tiempo también permite ver las variaciones cuando el que responde la encuesta se identifica ideológicamente como de izquierda, centro o derecha.
Para la encuesta, el 55 % se identifica ideológicamente como de centro, mientras que el 28 % como de derecha y sólo el 17 % como de izquierda. Sin embargo, en la encuesta la opinión desfavorable del presidente disminuye del 59 % al 53 % y la opinión favorable sube del 38 % al 43 %, respecto de la medición anterior en junio de 2024. Es una encuesta que en términos generales le es favorable al presidente Petro.
El 95 % de las personas encuestadas y que se identifican como de derecha están en desacuerdo con el reconocimiento de Nicolás Maduro, baja al 91 % con los que se identifican como de centro, y los de izquierda son el 81 %. A pesar de que Maduro suele alardear sobre los amigos y aliados con los que cuenta en Colombia, la realidad es que sólo el 14 % de los que se identifican como de izquierda apoyan el reconocimiento después del fraude electoral y la ola de represión.
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La encuesta se desarrolló entre el 25 de octubre y el 19 de noviembre en las ciudades de Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, entre hombres y mujeres mayores de 18 años que son identificados como votantes activos, es decir, que han votado en los últimos cinco años en alguna elección. Lo que implica un mayor impacto político porque son actores que muy seguramente participarán en las próximas elecciones en Colombia.
El presidente Petro tiene una cercanía con el presidente Maduro, como se evidenció en los siete encuentros que tuvieron lugar entre noviembre de 2022 y noviembre de 2023, cinco bilaterales y dos en espacios multilaterales, siendo uno de los años más dinámicos de la relación entre un presidente colombiano y uno venezolano en la historia. Y aunque las agendas abordadas y las declaraciones resultantes son bastante grises, no se puede negar la empatía entre los mandatarios.
De hecho, se cuestiona la falta de negociación con la cual se retomó la relación después de la ruptura entre Duque y Maduro, no hubo un plan por parte del Estado colombiano. El afán del presidente Petro por recuperar la relación con Venezuela no permitió que se establecieran protocolos y acuerdos para la recuperación de la relación o para la reapertura de la frontera. No se puede olvidar que la primera noche de reapertura parcial de la frontera, mientras Venezuela tenía todos los cuerpos de seguridad apostados en su lado de la línea divisoria, Colombia delegó toda la responsabilidad en un celador con un revólver.
Poco más de dos años después de la recuperación de las relaciones y la reapertura de la frontera, muchas de las expectativas no se han cumplido. El intercambio comercial entre los dos países cerró 2021 en 391 millones de dólares; para 2022, cuando llegó Petro, quedó alrededor de 600 millones; en 2023 cerró en 561 millones, y entre los meses de enero y septiembre de 2024 va en 786 millones, tres veces más de lo que estuvo en 2020 durante el gobierno de Duque, el peor momento del comercio bilateral y año de pandemia, pero nueve veces menos de lo que estuvo en 2008, el mejor año de la historia.
El comercio bilateral en lo que va de 2024 es apenas poco más de la tercera parte del promedio desde que llegó el proyecto chavista al poder en Venezuela. Paradójicamente, el segundo gobierno de Álvaro Uribe Vélez, el de mayor confrontación con Chávez, sigue siendo el gobierno en el que se dio el mayor intercambio comercial.
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Hace dos años los colombianos exigían la recuperación de la relación con Venezuela, y solo un candidato a las elecciones presidenciales de 2022 se negaba a la recuperación de las relaciones diplomáticas, comerciales, consulares y a la reapertura de la frontera; de hecho, los dos que pasaron a segunda vuelta estaban convencidos de la necesidad de recuperar la relación.
Hoy eso ha cambiado, el 51 % de los encuestados está totalmente en desacuerdo en mantener las relaciones diplomáticas, comerciales y consulares con Venezuela, por los cuestionamientos y la falta de legitimidad del gobierno de Nicolás Maduro. El 20 % tiene una posición neutra frente al tema y solo el 28 % está de acuerdo en mantener la relación.
Dos elementos que no se pueden pasar por alto: el primero, la encuesta se realizó en Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, no hay ninguna ciudad de la zona de frontera o de los siete departamentos que limitan con Venezuela, donde muy seguramente la opinión de la población del territorio es diferente.
Y el segundo y más complejo, el no reconocimiento de Nicolás Maduro muy seguramente signifique la ruptura de relaciones diplomáticas, consulares, comerciales, y nuevamente el cierre de la frontera. Porque a pesar de que diferentes sectores le insistieron al presidente Petro en la reinstitucionalización de la relación entre los dos Estados, el manejo discrecional y poco transparente no permitió que se avanzara en esa dirección.
Por el contrario, la relación entre los dos países se maneja con tales niveles de discrecionalidad por parte de los mandatarios, tanto de Colombia como de Venezuela, que Maduro no le perdonaría a Petro que no lo reconociera, y, al igual que pasó con Juan Manuel Santos, lo gradúe de enemigo de Venezuela y enemigo personal; quizá llegue incluso a acusarlo de ser parte de algún plan para sacarlo del poder.
El presidente Gustavo Petro y su canciller, Luis Gilberto Murillo, quien siempre expresó una posición más firme frente a la necesidad de publicar todas las actas, lo que le ha valido las arremetidas del régimen tanto por parte de Diosdado Cabello como del canciller Yván Gil, hoy tratan de construir la narrativa para reconocer a Maduro como presidente.
Petro y Murillo no la tienen fácil, el costo político interno será alto, incluso le dará a la oposición argumentos contra el Gobierno, y con el nivel de violación de derechos humanos del régimen venezolano, de llegar a reconocer a Nicolás Maduro como presidente para el período (2025-2031), también tendrá costos internacionales, pero sobre todo regionales. El liderazgo internacional con el que fantasea el presidente Petro se esfumaría al apoyar la continuación de una dictadura que no tiene el menor recato en agredir niños, niñas y adolescentes, y la cual la historia no absolverá.
*Profesor e investigador del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario. @ronalfrodriguez
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