Las coincidencias entre Suárez y Duque, separados por cien años
Marco Fidel Suárez e Iván Duque son los únicos presidentes de la historia democrática de Colombia a quienes las circunstancias los llevaron a liderar el país en medio de la crisis mundial por cuenta de una pandemia.
“En la historia de nuestro país, a dos presidentes les ha tocado enfrentar una pandemia. Hace 102 años a Marco Fidel Suárez y ahora nos toca a nosotros”. Lo dijo Iván Duque durante una entrevista para una emisora local de Bogotá. Se refirió a la gripe española de 1918, que les costó la vida a más de cuarenta millones de personas en el mundo y que en Colombia dejó unos 4.200 fallecidos, la mayoría de ellos en Bogotá y Boyacá.
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“En la historia de nuestro país, a dos presidentes les ha tocado enfrentar una pandemia. Hace 102 años a Marco Fidel Suárez y ahora nos toca a nosotros”. Lo dijo Iván Duque durante una entrevista para una emisora local de Bogotá. Se refirió a la gripe española de 1918, que les costó la vida a más de cuarenta millones de personas en el mundo y que en Colombia dejó unos 4.200 fallecidos, la mayoría de ellos en Bogotá y Boyacá.
Cuenta la historia que, a sus 63 años, el presidente Suárez, en medio del temor general, se encerró en su despacho para que no lo alcanzara el virus. Ahora, el presidente Duque, de 43 años, sale todos los días en televisión a insistir en el aislamiento social y en lavarse las manos, ha regulado la salida a la calle para los mayores de setenta , y el coronavirus, hasta la fecha, ha causado la muerte a más de 7.600 colombianos.
Pero no es lo único en que coinciden Marco Fidel Suárez e Iván Duque, con cien años de diferencia. El primero se posesionó en 1918 y Duque lo hizo en 2018. A cada uno le correspondió el honor de liderar los centenarios de la Independencia de Colombia. Marco Fidel Suárez celebró el centenario y fue criticado por el centralismo, porque los actos se concentraron en Tunja y Bogotá. Con Duque, los homenajes empezaron en Pore (Casanare) y todavía continúan.
La diferencia entre ambos agasajos es que el de Marco Fidel Suárez terminó en tragedia. El detonante fue la decisión de encomendar a la industria de Estados Unidos la confección de nuevos uniformes de la Guardia Presidencial para la conmemoración del 7 de agosto de 1919. Los sastres nacionales protestaron por la preferencia hacia la manufactura norteamericana, y el asunto se convirtió en una ola de manifestaciones que en marzo de ese año llegó a su punto de ebullición.
El día 16, una muchedumbre de artesanos y trabajadores de otras manufacturas se concentraron en los alrededores de la casa de gobierno para reclamarle al presidente Suárez. Este intentó explicar la situación a los artesanos, y entre empujones a los miembros de la Guardia Presidencial y el Ejército, y las provocaciones entre unos y otros, la tropa disparó y provocó un desastre: veinte manifestantes murieron, 18 quedaron heridos y hubo más de 300 detenidos.
Además de la masacre de los sastres, el ambiente político ya venía caldeado por otro asunto, que es también coincidencia entre ambos presidentes. Desde su discurso de posesión, Suárez les pidió a los colombianos mirar hacia la estrella polar de Estados Unidos. El problema es que en ese momento, las relaciones entre Colombia y Washington seguían rotas, a raíz de la separación de Panamá, en noviembre de 1903, provocada por el deseo expansionista de EE. UU .
Un año antes de su posesión había triunfado la Revolución bolchevique en Rusia, que instauró el primer régimen socialista del mundo, y el sentimiento antinorteamericano se había transformado en la creación de un sinnúmero de organizaciones sindicales y obreras. En esas condiciones, proponer una mirada hacia el norte, enfocando la política exterior en reanudar las relaciones con Estados Unidos, causó más dificultades a un mandatario señalado por todo.
En el caso de Iván Duque, también vivió de entrada una larga ola de protestas, que solo fue interrumpida por la emergencia del nuevo coronavirus y las medidas de confinamiento, con abusos de la fuerza pública que siguen causando reclamos y hasta con proceso penal por el caso de la muerte del joven Dilan Cruz, en el centro de Bogotá. A pesar de la cuarentena, las exigencias siguen y la nueva demanda tiene nombre propio: renta básica de emergencia.
En cuanto a Estados Unidos, desde el primer día Duque dejó claro que quiere convertirse en su gran aliado en el continente. Sobran las demostraciones. En noviembre de 2019, por primera vez Colombia no quiso votar contra el bloqueo económico a Cuba impuesto desde Washington. Esta vez se abstuvo y, según el analista internacional Mauricio Jaramillo Jassir, buscando alinearse con EE. UU. , el gobierno Duque sacrificó su política exterior.
Y no es el único ejemplo. En contra de las directrices del proceso de paz de La Habana, el gobierno Duque ha hecho lo posible por regresar a la fumigación con glifosato, atendiendo directrices de Estados Unidos. En la actualidad, una tutela en curso tiene en suspenso la última alianza entre Bogotá y Washington: la presencia de una brigada de asistencia y fuerza de seguridad estadounidense para desarrollar misiones de asesoría en territorios cocaleros, agregando una pieza más a la delicada situación diplomática con Venezuela.
La historia cuenta que al final, Marco Fidel Suárez renunció en noviembre de 1921, agobiado por la crisis económica; vapuleado por el senador Laureano Gómez, quien lo acusó de indignidad por vender su salario al Banco Mercantil Americano de Colombia para obtener un préstamo. Un paso al costado, además, dado para facilitar la aprobación en el Congreso del tratado Urrutia-Thompson, encaminado a restablecer las relaciones con Estados Unidos. Apenas él se fue, aprobaron el pacto.
Sin encontrar la fórmula para tener ministros estables porque todos le renunciaron, y porque la última crisis de gabinete ya era la número quince, Suárez dejó el mando. Al año siguiente hubo elecciones y llegó al poder el conservador Pedro Nel Ospina, quien recibió la millonaria indemnización pagada por los estadounidenses para restablecer las relaciones, y fue la danza de los millones, celosamente vigilada por la Misión Kemmerer, que llegó a ordenar las finanzas.
En cuanto al presidente Iván Duque, el próximo 7 de agosto ajusta su segundo año de mandato, con apremios en el Congreso porque apenas tiene el respaldo de unas apretadas mayorías y enfrenta una oposición fortalecida, que espera que pase la pandemia para volver a la protesta. No vienen tiempos fáciles, muchas familias van a quedar en bancarrota después de la emergencia, y a los costos económicos seguramente se sumarán los efectos políticos.
“Hace 102 años, el país no tenía sistema de salud con capacidad para atender una situación como esta. El propio Marco Fidel Suárez tuvo que vivir una situación muy difícil en lo personal, porque su hijo, que vivía en Estados Unidos, en la ciudad de Pittsburgh, murió por la fiebre española”, contó el primer mandatario en la entrevista radial con La Voz de Bogotá. “Pero Colombia salió adelante con patriotismo”, anotó Duque, a quien le esperan días tan candentes como los que pasaron hace un siglo.