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“Mirar hacia el norte”. Esa fue la invitación que hizo Marco Fidel Suárez como presidente (1918-1921), refiriéndose al comienzo de una política exterior colombiana que ha visto en Estados Unidos a su principal aliado. Hoy, 100 años después, como país seguimos mirando hacia allá, sobre todo en esta época en la que la reñida carrera presidencial en Estados Unidos va definiendo un nuevo mandato. Y si allá, a 4.211 kilómetros de distancia, los ánimos están cada vez más crispados entre republicanos y demócratas, acá el círculo político vive su propia tensión derivada de las propias expectativas y preocupaciones que le esperan a Colombia, una vez los electores norteamericanos se decidan por Donald Trump o Joe Biden.
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Las recientes relaciones de Colombia con Estados Unidos, es decir, entre Iván Duque y Trump, quien busca reelegirse, han sido buenas, según la califican los expertos, y ha tenido guiños importantes de parte del Gobierno hacia las posturas norteamericanas. De estos se cuenta, por ejemplo, la abstención de Colombia de condenar el bloqueo económico a Cuba impuesto por Washington siendo la primera vez, después de 27 años, que el país toma esa posición, que terminó más alineada con Estados Unidos. El segundo hecho relevante fue el respaldo que le dio el gobierno Duque al candidato del mandatario republicano para reemplazar a Luis Alberto Moreno, expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Esto rompió un acuerdo tácito regional de elegir solo a aspirantes latinoamericanos, pese a que Mauricio Claver-Carone, actual dirigente del BID, tenga orígenes cubanos.
De hecho, los comicios estadounidenses adquieren más relevancia desde la política nacional después de que el expresidente Juan Manuel Santos alertara sobre presuntas participaciones de funcionarios del gobierno Duque en la campaña de Trump, algo que podría poner en riesgo la relación bipartidista entre ambos países. A raíz de esa señal, el ambiente en el Congreso se puso aún más convulso y la oposición, en cabeza de los senadores Iván Cepeda (Polo) y Antonio Sanguino (Alianza Verde), citó un debate de control político a la canciller Claudia Blum, en el que se pusieron en evidencia unos supuestos encuentros entre Francisco Santos, embajador de Colombia en Washington, con plataformas electorales de latinos a favor de Trump. Para ese sector, es una clara prueba de la injerencia en los comicios extranjeros, que sería violatorio de la Constitución y el derecho internacional.
También se debatió sobre las críticas de congresistas del Centro Democrático al programa de la demócrata Kamala Harris y los ataques al Acuerdo de Paz con las Farc como estrategia pro-Trump, algo que ese partido calificó como una denuncia “inoficiosa” que cercenaba la libertad de expresión. Pero todos esos guiños entre el Gobierno, el uribismo y Trump, y la oposición y Biden (porque también se han presentado), más allá de poner en discusión una posible injerencia en comicios extranjeros, da cuenta de las apuestas particulares que están haciendo los sectores políticos a futuro, dependiendo de qué poder dirija la Casa Blanca, pues tendrá en sus manos, por supuesto, la financiación de programas de cooperación en Colombia, incluyendo el mismo apoyo al Acuerdo de La Habana. ¿Cómo están las apuestas y qué esperan que pase?
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Desde la oposición, Sanguino confirma que su partido quisiera que desde Estados Unidos se mantenga un papel de apoyo a la implementación del Acuerdo, tal como han reclamado John Kerry y Bernard Aronson, exsecretario de Estado y exdelegado en los diálogos con las Farc, en el gobierno Obama. “Que haya un compromiso en materia de derechos humanos, una relación bipartidista, que la financiación no se use para perseguir a la oposición y que el nuevo gobierno no empuje a que Colombia sea hostil con Venezuela”, dijo, deseando que la supuesta molestia demócrata “no pase cuenta de cobro por el uribismo inmiscuirse en sus elecciones”. El Centro Democrático desestima que eso pueda pasar porque, arguyen, la diplomacia la hace el Gobierno y no el Congreso, y la canciller aseguró que desde Palacio no ha habido ninguna muestra pro-Trump.
Sobre las manifestaciones de sus copartidarios, Juan David Vélez (Centro Democrático) aseguró que “se han visto muestras de congresistas apoyando a Biden y otros que estamos respaldando a Trump, esto demuestra un gran diálogo bipartidista y multipartidista de nuestro sector que permite reforzar la relación. De ninguna manera dañarla”. También la senadora Emma Claudia Castellanos (Cambio Radical), que hasta hace poco perteneció a la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, considera que por cuenta de unas opiniones no habrá deterioros de los vínculos entre ambos países, pues son unos que datan desde hace décadas y, dice, están muy consolidados. Eso sí, llamó a la prudencia. “Uno reflexiona hasta qué punto puede el Gobierno interferir en las elecciones norteamericanas y no creo que sea posible, porque es muy diferente la injerencia de EE. UU. a Colombia que viceversa, puesto que esta se rige bajo una situación de poder, en la que el país norteamericano es el fuerte de la relación”, recordó Castellanos.
Frente a los efectos de los comicios, pese a que es un terreno de especulación, Alejandro Bohórquez, docente de relaciones internacionales en la Javeriana, comentó que el vínculo entre los dos Estados es tan asimétrico, que un mal trato hacia los demócratas, si bien no representaría una ruptura inmediata, sí podría reflejarse en reducciones a la inversión. “Si gana Trump, se puede mantener el apoyo. Si gana Biden, un escenario posible es que se frenen los recursos porque no hay garantías, por ejemplo, en la implementación del Acuerdo y defensa de derechos humanos, como pasó con Obama en el período de Uribe, que pospuso la firma del Tratado de Libre Comercio”, conjeturó.
Lo mismo piensa Daniel García Peña, hoy profesor de la Universidad Nacional: “El Gobierno y el Centro Democrático le están apostando a la continuidad de Trump. Si él gana, va a mirar más los temas de narcotráfico y fumigación de cultivos de uso ilícito. Si triunfa Biden, habrá mayor exigencia a que se cumplan los Acuerdos”. Desde el punto de vista de Carolina Jiménez, directora del Departamento de Ciencia Política de la misma institución, las relaciones con EE. UU. siempre han estado signadas por la seguridad y la militarización, sean republicanos o demócratas. Lo que cambiaría, según ella, son los matices que le imprima cada candidato a los textos de La Habana.
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En ese sentido, cree que los matices con Biden serían más amplios y con una apuesta más social, mientras que con Trump sería más de lo mismo. “La continuación del republicano constituiría un riesgo para la estabilidad del proceso, quien se basa en una lógica de fortalecimiento de la militarización a nivel interno, haciendo parte de una estrategia territorial de paz”, comentó.
Asimismo, sobre los supuestos disgustos de los demócratas y en caso de que ganen Presidencia y Congreso, el catedrático de la Universidad Pontificia Javeriana Lawrence Gumbiner considera que no habrá ningún tipo de ruptura de relaciones con Colombia, pero es posible que el ala más progresista del partido “sea más dura y exija más al presidente Duque sobre tema de violencias contra líderes sociales y financiación de pequeños productores”.
Ólmer Muñoz, docente en la Universidad Pontificia Bolivariana, considera que los políticos están “exagerando” el tema, porque lo que pasa acá no está en el centro de la agenda estadounidense. En ese sentido, insistió en que en vez de estar preocupados por quién va a ganar, los políticos deberían procurar mantener la buena relación y crear mayor estabilidad interna. “El Acuerdo le corresponde al Gobierno, más que a las inversiones de Estados Unidos. Y si este país frena la inversión, lo que debe hacer un Estado serio es acudir al multilateralismo, obtener recursos de otros Estados cooperantes y ser menos dependientes”, comentó Muñoz.
Dejando de lado las hipótesis, lo cierto es que el nuevo mandatario norteamericano mediará por otros dos años con la administración Duque, hasta que llegue el nuevo orden político nacional que se definirá en las elecciones de 2022. Teniendo en cuenta que los períodos presidenciales concluyen, las políticas de Estado, en materia de relaciones exteriores, han permanecido en el tiempo, siguiendo el antaño consejo de Marco Fidel Suárez: la importancia de mirar hacia el norte. No obstante, siempre habrá una recomendación que se sincroniza con el mundo globalizado en el que se está y es, en términos de Muñoz, un esfuerzo por ampliar esa mirada.