Las promesas del gobierno Petro al Pacífico cuestan $200.000 millones
El presidente propuso desde la construcción de una universidad hasta poner en manos del Ejército la ejecución de obras de infraestructura. ¿Qué tan viables son estos proyectos?
Valentina Parada Lugo
El recorrido del “Gobierno con el pueblo” por la Costa Pacífica, programa liderado por el presidente Gustavo Petro, está previsto que tenga este sábado su última jornada en Chocó, pero a lo largo de cinco días ha dado para todo: comenzó la semana regañando a sus ministros -por falta de articulación en las propuestas que llevaron al territorio- y finalizó sellando promesas tan ambiciosas como la de entregarles una parte de la concesión portuaria de Tumaco a las cooperativas de pescadores.
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El recorrido del “Gobierno con el pueblo” por la Costa Pacífica, programa liderado por el presidente Gustavo Petro, está previsto que tenga este sábado su última jornada en Chocó, pero a lo largo de cinco días ha dado para todo: comenzó la semana regañando a sus ministros -por falta de articulación en las propuestas que llevaron al territorio- y finalizó sellando promesas tan ambiciosas como la de entregarles una parte de la concesión portuaria de Tumaco a las cooperativas de pescadores.
Ese primer regaño a su gabinete por falta de coordinación, para Sergio Guzmán, de Colombia Risk Analysis, indicó que el mandatario no conocía la hoja de ruta que se entregaría en el Pacífico antes de aterrizar allá: “El presidente es como el director de la orquesta, se tiene que conocer la partitura antes de ponerla a tocar. Con ese regaño demostró que no hubo planeación de lo que iba a exponer”.
Y eso que las peticiones que hicieron las comunidades en el Pacífico no fueron más que el reclamo por el incumplimiento de sus derechos fundamentales, como el acceso a servicios públicos, a vivienda digna y a educación. Pero materializar las ideas que llevó Petro al territorio requiere una inversión de más de $200.000 millones y tomará mucho más de los casi tres años que le quedan en el poder.
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En el primer día en el territorio, pocas horas después de que el presidente atarrizara en Tumaco, los mismos líderes -de manera indirecta- sentaron una postura en caso de que les incumpliera. “No quisiéramos hacerle un paro al Gobierno del cambio”, dijo William García, de la Organización de Resguardos Indígenas Awá.
Pasaron cuatro días para que el presidente contestara eso, que no pocos vieron como una amenaza. “Aquí hay que estar listos. Incluso, demandar con un paro si no se realizan las agendas que estamos construyendo colectivamente”, señaló este viernes desde Tumaco.
La función del Gobierno, ahora que regresa a Bogotá, será materializar los anuncios oficiales que se hicieron frente a una población que está lejos de ser condescendiente y que guarda un antecedente: haber sostenido un paro cívico en 2017 que frenó por casi un mes el comercio exterior de Colombia.
Además, las promesas que hizo Petro, y a las que ya les designó un rubro en la partida presupuestal, no son menores. Habló de la construcción de una universidad en el municipio de Barbacoas, que beneficiaría a más de 600.000 jóvenes que habitan en la zona del triángulo de Telembí, la implementación de la política antidrogas a través de la Misión Tumaco, el aumento de pie de fuerza para hacerle frente a la criminalidad y, entre otras, potenciar el desminado humanitario.
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En materia de economía regional, por ejemplo, el presidente aseguró que el Ministerio de Comercio abrirá vías internacionales para que el Pacífico exporte mariscos, chontaduro, coco y cacao. Pero advirtió que, antes de dar ese paso, se debe garantizar que haya servicios públicos como energía y agua. “No podemos refrigerar mariscos para exportar si no hay servicio de energía eléctrica”, precisó.
Para el politólogo Mauricio Jaramillo, ese anuncio de Petro es viable y, además, necesario: “Uno puede discutir la viabilidad, pero es indispensable. La riqueza de los países está en las costas por las posibilidades de comercio y exportaciones”. Y afirmó que si bien no están sólidas las bases de esa propuesta, el primer paso será articular los gobiernos locales, departamental y nacional para aterrizarla.
Sin embargo, desde otra orilla, Guzmán aseguró que los riesgos de inversión en esos departamentos son altos y que hay dificultades de base que impiden desarrollar esa idea: “El Pacífico sí tiene un potencial de desarrollo enorme si se mira a Asia como un principal mercado. Pero tiene dificultades en infraestructura, educación, disponibilidad de mano de obra y seguridad, lo que impide que esa promesa sea realidad a corto o mediano plazo”.
Otra de las ideas para avanzar en los proyectos de infraestructura es que el Ejército sea la institución que se encargue de la contratación y ejecución de obras públicas relacionadas con vías y construcciones. Según Petro, el potencial estaría en los batallones de ingeniería.
Para Jaramillo, aunque es una propuesta interesante, también es “arriesgada”, entre otras cosas porque “el Ejército no tiene la experiencia de trabajo comunitario que pueda tener una empresa al saber que se enfrenta a la consulta previa o al consenso”. No obstante, dijo que esa idea va en la misma línea de la “doctrina de seguridad humana”, con la que el presidente busca que las Fuerzas Militares cumplan también con roles civiles.
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Una opinión similar le merece la propuesta de financiar la primera etapa de un proyecto de 1.300 viviendas de interés social en Tumaco. “Es una apuesta valiosa, pero es un número bastante considerable teniendo en cuenta que es un municipio en el que el Estado no ha podido desarrollar proyectos de infraestructura de esa magnitud”, afirmó. Y explicó que el contexto de guerra y enfrentamientos urbanos podrían afectar el proyecto.
Los analistas coinciden en que si bien las ideas del Gobierno pueden ser acertadas, los vacíos que quedan, al menos después de la jornada en el Pacífico, están en la ejecución de esos proyectos, por las partidas presupuestales y el contexto de guerra que los cobija.
El politólogo Jaramillo mencionó que, para este tipo de proyectos, “hace falta la declaratoria de emergencia, que le permitiría al Gobierno que los procesos tengan un manejo eficiente y rápido, pero más allá de asuntos administrativos, el problema más grande es la violencia que puede complicarlo todo”.
Por su parte, Sergio Guzmán es más escéptico en la ejecución de las promesas: “Las ideas me parecen geniales, pero su viabilidad en este momento se me hace cuestionable, por su historial de ejecución. No tenemos sobre la mesa el plan de construcción de lo que anunció o el Conpes para ver la viabilidad”.
Lo cierto es que el gabinete terminará este sábado con más pendientes que certezas, que además podrían verse afectados si el presidente decide, una vez más, relevar ministros, como lo han confirmado fuentes de Casa de Nariño. El “remezón” sería en cuestión de días.
Y aunque la prioridad de gran parte del Gobierno es atender la emergencia ambiental y climática, también hay líos diplomáticos que el presidente deberá resolver apenas aterrice en Bogotá. El Pacífico, sin embargo, estará pendiente a que se cumplan sus palabras.