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Aunque solo una pequeña parte del país está diariamente en redes sociales como Twitter, sí es posible decir que los que participan de la conversación diaria en esa red social son bastante activos. Y es justamente ese tipo de medios por donde se desplaza, con mucha facilidad, el activismo digital. A diario se puede palpar cómo se desarrolla la protesta y otras formas de participación ciudadana que no obedecen a escenarios convencionales.
Es allí, por ejemplo, donde cobran protagonismo las bastante conocidas peticiones digitales que se promueven a través de la plataforma Change.org, en donde cualquier ciudadano puede iniciar una petición y, a través de las herramientas disponible, recoger firmas digitales ciudadanas para hacer exigencias a gobiernos, empresas, políticos y otras personas con poder.
El pasado viernes, Change.org reveló cuáles han sido las peticiones digitales durante las protestas en Colombia y asegura que, por medio de estas, se han recolectado más de tres millones de firmas que piden distintos asuntos, todos relacionados con las movilizaciones ciudadanas. Y, más allá del conteo de las firmas, también explicó de qué manera se espera que la ciudadanía obtenga respuestas por parte del Gobierno Nacional.
Por ejemplo, una de las más recientes fue #NoALaReformaALaSalud, promovida por Carolina Corcho, médica y vicepresidenta de la Sociedad Médica Colombiana. Esa petición para tumbar la reforma, que el Congreso hundió el miércoles pasado, alcanzó más de 253.000 y fueron radicadas directamente en el Capitolio.
También se cuenta la petición #ReduzcanSueldosDeCongresistas, que hasta hoy recoge más de 307.000 firmas y busca que en el Congreso se apruebe la reducción del número de personas que componen el Legislativo. Esa propuesta ha sido considerada por varios partidos, sin embargo, no ha tenido éxito.
Por otra parte, en medio de la violencia policial que se ha vivido en el paro nacional, también cobró importancia la petición #DesmontenElESMAD, que es promovida por diferentes organizaciones y que fue creada desde septiembre 2020, a raíz de la muerte de nueve jóvenes que protestaron tras el homicidio de Javier Ordóñez a manos de policías en un CAI. Esa petición ha alcanzado, hasta el momento, más de 65.000 firmas.
En la lista también figuran #ReformaPolicialYa, #ElGlifosatoMata, #NoALaCopaAméricaEnColombia y #RenuncieMolano. Esta última coincido con las convocatorias a moción de censura que se han hecho en el Congreso de la República en contra del ministro de Defensa, Diego Molano.
¿Qué pasa con estas peticiones? ¿Tienen algún efecto en los gobiernos? ¿Las firmas digitales son escuchadas por el poder? Jónatan Rodríguez, director de la plataforma en Colombia, señala que detrás de las firmas hay un trabajo de creación de comunidad y la generación de una red entre los interesados. El producto de todo esto es intentar un contacto con el poder.
“Abrimos puertas para que los gobiernos o las entidades dialoguen con la ciudadanía”, dice Rodríguez, quien reconoce que con el gobierno del presidente Iván Duque Márquez “no ha sido fácil la articulación”. “Hemos tenido iniciativas con algunos gobiernos locales, incluso, con el Ministerio del Interior del gobierno pasado tuvimos un contacto en el que el se comprometieron a responder peticiones con más de 20.000 firmas”, dice Rodríguez.
Pone como ejemplo otros gobiernos del mundo, como el de Emmanuel Macron, en Francia, en donde se han activado plataformas para responder a la ciudadanía este tipo de peticiones, o lo que ha ocurrido en parlamentos, como los de Reino Unido o Estados Unidos, en donde se han discutido en sesiones las peticiones de la ciudadanía que llegan a determinado número de firmas en estas plataformas. “Hay que hacer un esfuerzo para que los políticos, los tomadores de decisiones, entiendan estos procesos de participación para reconocer una ciudadanía activa en redes sociales”.
Por último, subraya también las gestiones que se hacen por fuera de la red. “Hacemos activismo ‘offline’. En los cinco años que tenemos en Colombia hemos entregado firmas físicas a diferentes entidades y también estrategias simbólicas para que la ciudadanía se una en los espacios físicos a protestar. Estuvimos en la plenaria del Senado cuando se aprobó, por ejemplo, la Ley de Maltrato Animal”, comenta Rodríguez.