Las víctimas, Timochenko y Mancuso: verdades en construcción
El excomandante de las Farc y el exjefe de las Auc les hablaron de frente a 18 víctimas sobre detalles de la guerra. Pactos con narcotraficantes y la relación con las Convivir y el Estado fueron puntos claves.
La verdad del conflicto armado en Colombia ha llegado en cantidades dosificadas y para conocer la participación de los victimarios, directos e indirectos, de los crímenes de lesa humanidad cometidos contra los colombianos, la Comisión de la Verdad ha sido crucial. Ayer, después de varios encuentros preparatorios realizados por esta entidad, Rodrigo Londoño, excomandante de las Farc y conocido en la guerra como Timochenko, y Salvatore Mancuso, quien fue el máximo jefe de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), hablaron públicamente sobre sus responsabilidades en la prolongación y degradación de la violencia de los últimos 60 años.
El encuentro fue conducido por el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión, y a pesar de que los dos dieron su testimonio a distancia, en una videollamada, hablaron de cara a 18 víctimas presentes. Estas, si bien valoran la contribución de ambos, no idealizan el proceso e insisten en que todavía falta mucha verdad por conocer.
Fue una sesión de más de tres horas, en las que Timochenko y Mancuso dieron detalles sobre las razones que los condujeron a protagonizar un conflicto armado en el que fueron enemigos, como también datos sobre el accionar del Estado, las Convivir y los narcotraficantes. “Fui el comisario político encargado de crear las autodefensas a través de las Convivir. Por medio de esa figura se recaudaron los recursos que proveía el Estado, y por medio de las poblaciones se recaudó información (sobre los rumbos de la guerrilla) que se les transmitió a las autoridades”, afirmó Mancuso, recalcando que ese actor legal que fueron las Convivir sirvieron como engranaje para que el Estado se articulara con las autodefensas y les delegara a estas la confrontación armada directa contra las Farc.
Entre otras cosas, el exjefe paramilitar, quien se encuentra recluido en una cárcel en Estados Unidos, aseguró que fue el Estado el que lo empujó a participar en la guerra, en una época en la que él se acercó a las autoridades para pedir protección. Desde ese momento, contó, las Auc se expandieron en un trabajo articulado con el propio Estado, vínculo que se gestó en oficinas, despachos, hoteles y clubes. No obstante, aseveró durante toda su intervención que las Auc no estuvieron al servicio de una clase política tradicional ni de gremios económicos. “La vinculación al tema político fue para tener poder y darles solución a los problemas de la zona (de Tierralta, Córdoba). Ahora, hubo personas que utilizaron a las autodefensas y se aprovecharon de ellas”, insistió.
(Vea: “Desde una celda en EE.UU. no puedo aportar a la justicia restaurativa”: Mancuso)
Por su parte, Londoño puntualizó sobre los ataques a la población civil, accionar de las Farc que se desbordó en ríos de sangre y en contra de su fin principal: luchar por la justicia social. El ensañamiento en atacar puestos policiales y militares dentro de la población, dijo, terminó siendo un gran error, porque los más afectados terminaron siendo los civiles. “La línea era destruir el puesto de policía, que cada vez era más reforzado, por eso necesitaba más explosivos y afectaba a los alrededores. Eso jamás debió pasar”, agregó.
Enfatizó también que la causa de la violencia ha sido la propia violencia ejercida por el Estado. “Las guerrillas existieron como forma de resistencia a ello”. En este caso, fue más vocal en el impacto que tuvo su participación como guerrillero en la población: “No vengo como un pecador a la redención. Llego como un revolucionario que viene a asumir sus consecuencias. Cometimos crímenes que iban en contravía de la ética y que dejaron profundas heridas”, recalcó. Él, al igual que Mancuso, reflexionaron sobre los crímenes cometidos. Sobre el arrepentimiento, el padre De Roux distinguió que ambos se acercan, de a poco, a la autocrítica desde el corazón: “Hay un deseo muy grande en oírlos a ustedes como seres humanos ante esta realidad que es la que marcó la guerra, con sufrimientos muy hondos por todas partes”, indicó.
Sobre todo, De Roux reconoció la grandeza de las víctimas presentes que encarnan los más de nueve millones que dejó el conflicto armado. “Gracias por su coraje, por haber tenido la grandeza de poner la cara delante del país para hacer sentir que su voz tenía que ser escuchada en todas partes”, resaltó, dejando en claro que la verdad explicativa (entregada por los responsables del conflicto), y la verdad del dolor humano, juntas, podrán quedar al descubierto gracias a la participación de todos los que se vieron afectados por los intereses económicos, políticos y militares de la guerra en Colombia.
Sobre la contribución de Mancuso y Londoño, algunas víctimas se pronunciaron. Para Lesley Orozco, representante de la organización Mujeres Víctimas Construyendo Paz, de los Montes de María, si bien aún falta mucho por conocer de boca de quienes fueron sus victimarios, el momento de reconocimiento de la verdad es único. “Llegó un proceso de paz, una Jurisdicción Especial para la Paz y una Comisión de la Verdad. Fue lo más importante que se pudo crear para que los que estuvimos callados o silenciados pudiéramos escuchar y ver a los victimarios. Este es un espacio único, histórico. Nunca lo habíamos visto, ni siquiera en Justicia y Paz. Es la primera vez que las mujeres vemos a los dos victimarios gracias a este espacio. Justicia y Paz nunca nos permitió estar en una audiencia de estas”, expresó.
(Vea también: “Las víctimas lo fortalecen a uno para seguir trabajando por la paz”: Timochenko)
Por su lado, Paola García, hija de José Rodrigo García Orozco y María Mercedes Méndez, dirigentes de la UP asesinados por paramilitares en 1992, señaló que siente aún preocupación, pero también valora estos espacios. “Siento mucha tristeza al imaginarme a tantas víctimas queriendo acudir en búsqueda de protección, con todo el horror que puede significar estar amenazados y ver que estaban pariendo su muerte encima. Me duele saber que quien debió protegerlos fue el mismo que los vulneró. Esa parte es muy dolorosa. Pero para la construcción de país me parece muy valioso. Nosotros veníamos hace muchos años trabajando en la tesis de la convivencia del Estado con el paramilitarismo, pero es diferente que lo digan las víctimas a que lo diga el directo responsable y el máximo responsable de ese fenómeno”, concluyó.
La verdad del conflicto armado en Colombia ha llegado en cantidades dosificadas y para conocer la participación de los victimarios, directos e indirectos, de los crímenes de lesa humanidad cometidos contra los colombianos, la Comisión de la Verdad ha sido crucial. Ayer, después de varios encuentros preparatorios realizados por esta entidad, Rodrigo Londoño, excomandante de las Farc y conocido en la guerra como Timochenko, y Salvatore Mancuso, quien fue el máximo jefe de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), hablaron públicamente sobre sus responsabilidades en la prolongación y degradación de la violencia de los últimos 60 años.
El encuentro fue conducido por el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión, y a pesar de que los dos dieron su testimonio a distancia, en una videollamada, hablaron de cara a 18 víctimas presentes. Estas, si bien valoran la contribución de ambos, no idealizan el proceso e insisten en que todavía falta mucha verdad por conocer.
Fue una sesión de más de tres horas, en las que Timochenko y Mancuso dieron detalles sobre las razones que los condujeron a protagonizar un conflicto armado en el que fueron enemigos, como también datos sobre el accionar del Estado, las Convivir y los narcotraficantes. “Fui el comisario político encargado de crear las autodefensas a través de las Convivir. Por medio de esa figura se recaudaron los recursos que proveía el Estado, y por medio de las poblaciones se recaudó información (sobre los rumbos de la guerrilla) que se les transmitió a las autoridades”, afirmó Mancuso, recalcando que ese actor legal que fueron las Convivir sirvieron como engranaje para que el Estado se articulara con las autodefensas y les delegara a estas la confrontación armada directa contra las Farc.
Entre otras cosas, el exjefe paramilitar, quien se encuentra recluido en una cárcel en Estados Unidos, aseguró que fue el Estado el que lo empujó a participar en la guerra, en una época en la que él se acercó a las autoridades para pedir protección. Desde ese momento, contó, las Auc se expandieron en un trabajo articulado con el propio Estado, vínculo que se gestó en oficinas, despachos, hoteles y clubes. No obstante, aseveró durante toda su intervención que las Auc no estuvieron al servicio de una clase política tradicional ni de gremios económicos. “La vinculación al tema político fue para tener poder y darles solución a los problemas de la zona (de Tierralta, Córdoba). Ahora, hubo personas que utilizaron a las autodefensas y se aprovecharon de ellas”, insistió.
(Vea: “Desde una celda en EE.UU. no puedo aportar a la justicia restaurativa”: Mancuso)
Por su parte, Londoño puntualizó sobre los ataques a la población civil, accionar de las Farc que se desbordó en ríos de sangre y en contra de su fin principal: luchar por la justicia social. El ensañamiento en atacar puestos policiales y militares dentro de la población, dijo, terminó siendo un gran error, porque los más afectados terminaron siendo los civiles. “La línea era destruir el puesto de policía, que cada vez era más reforzado, por eso necesitaba más explosivos y afectaba a los alrededores. Eso jamás debió pasar”, agregó.
Enfatizó también que la causa de la violencia ha sido la propia violencia ejercida por el Estado. “Las guerrillas existieron como forma de resistencia a ello”. En este caso, fue más vocal en el impacto que tuvo su participación como guerrillero en la población: “No vengo como un pecador a la redención. Llego como un revolucionario que viene a asumir sus consecuencias. Cometimos crímenes que iban en contravía de la ética y que dejaron profundas heridas”, recalcó. Él, al igual que Mancuso, reflexionaron sobre los crímenes cometidos. Sobre el arrepentimiento, el padre De Roux distinguió que ambos se acercan, de a poco, a la autocrítica desde el corazón: “Hay un deseo muy grande en oírlos a ustedes como seres humanos ante esta realidad que es la que marcó la guerra, con sufrimientos muy hondos por todas partes”, indicó.
Sobre todo, De Roux reconoció la grandeza de las víctimas presentes que encarnan los más de nueve millones que dejó el conflicto armado. “Gracias por su coraje, por haber tenido la grandeza de poner la cara delante del país para hacer sentir que su voz tenía que ser escuchada en todas partes”, resaltó, dejando en claro que la verdad explicativa (entregada por los responsables del conflicto), y la verdad del dolor humano, juntas, podrán quedar al descubierto gracias a la participación de todos los que se vieron afectados por los intereses económicos, políticos y militares de la guerra en Colombia.
Sobre la contribución de Mancuso y Londoño, algunas víctimas se pronunciaron. Para Lesley Orozco, representante de la organización Mujeres Víctimas Construyendo Paz, de los Montes de María, si bien aún falta mucho por conocer de boca de quienes fueron sus victimarios, el momento de reconocimiento de la verdad es único. “Llegó un proceso de paz, una Jurisdicción Especial para la Paz y una Comisión de la Verdad. Fue lo más importante que se pudo crear para que los que estuvimos callados o silenciados pudiéramos escuchar y ver a los victimarios. Este es un espacio único, histórico. Nunca lo habíamos visto, ni siquiera en Justicia y Paz. Es la primera vez que las mujeres vemos a los dos victimarios gracias a este espacio. Justicia y Paz nunca nos permitió estar en una audiencia de estas”, expresó.
(Vea también: “Las víctimas lo fortalecen a uno para seguir trabajando por la paz”: Timochenko)
Por su lado, Paola García, hija de José Rodrigo García Orozco y María Mercedes Méndez, dirigentes de la UP asesinados por paramilitares en 1992, señaló que siente aún preocupación, pero también valora estos espacios. “Siento mucha tristeza al imaginarme a tantas víctimas queriendo acudir en búsqueda de protección, con todo el horror que puede significar estar amenazados y ver que estaban pariendo su muerte encima. Me duele saber que quien debió protegerlos fue el mismo que los vulneró. Esa parte es muy dolorosa. Pero para la construcción de país me parece muy valioso. Nosotros veníamos hace muchos años trabajando en la tesis de la convivencia del Estado con el paramilitarismo, pero es diferente que lo digan las víctimas a que lo diga el directo responsable y el máximo responsable de ese fenómeno”, concluyó.