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Si bien el Gobierno de Iván Duque decidió extender la cuarentena hasta el 11 de mayo —con lo que el país sumaría casi 50 días confinado por cuenta del coronavirus—, en la práctica dio el primer paso para implementar, de a poco, su idea de un “aislamiento inteligente”. Y aunque la decisión de dar vía libre a que la construcción y la manufactura retomen actividades representa un respiro en materia económica, implica también un riesgo en salud que, de salirle mal, podría ser usado políticamente en su contra.
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Detrás de todo están los constantes reparos de quienes ven en el “aislamiento inteligente” una forma de flexibilizar las medidas de protección y cuidado en plena pandemia. Por ello, no dejan de advertir que la liberación de ambos sectores —con todo y que operen “bajo rigurosos criterios de evaluación y responsabilidad”, como argumentó Duque —, implique que miles vuelvan a las calles. ¿La razón? Juntos, construcción y manufactura, emplean a cuatro millones de personas. Es decir, más de la mitad de la población de Bogotá.
Con el Congreso ya formalmente sesionando, así sea a través de la virtualidad, es evidente que más de uno pondrá lupa al asunto. El interrogante es si, sumado a las consideraciones de salud (por supuesto, de primer orden), Duque tiene los respaldos políticos para seguir adelante con su “aislamiento inteligente”, pues cualquier error será cobrado con creces.
Aunque se prevé el peor trimestre económico de la historia de Colombia, tampoco se puede pasar por alto que ya se superó la barrera de los 4.000 infectados y casi 200 muertos. El desafío para la Casa de Nariño es, entonces, poner en la balanza tanto la salud de la población como su bienestar económico, sin que ello implique un falso dilema. En esa línea, el jefe de Estado aseguró que si hay retrocesos con su “aislamiento inteligente”, se endurecerán los controles.
Sin embargo, el reverzaso le costaría en lo político. De allí lo decisivo de una variable: el comportamiento de la curva epidemiológica del nuevo coronavirus, que mide el número de casos en un período. De acuerdo con el ministro de Salud, Fernando Ruiz, por los resultados en el índice de transmisión, “se puede decir que estamos en etapa de supresión; es decir, muy cerca de bajar la curva”.
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Justo aquí es donde arrancan los reparos desde el Congreso de la República, donde algunos legisladores alegan que aún se necesita practicar muchas más pruebas para llegar a tener una lectura más precisa. Hasta ayer, se contaban algo más de 65.169 en Colombia, mientras que otros países —a los que Duque ha citado como ejemplo por la “cuarentena inteligente”— casi que han triplicado esa cifra: Holanda (171.415) o Suiza (227.554), por no hablar de Alemania, que ha aplicado 1,7 millones.
“Estamos atrasados en la recolección de muestras, el número sigue siendo mínimo. Lo urgente es la vida y la salud. No tenemos una estadística real de cuántos están contagiados”, reclama el senador Guillermo García Realpe, del Partido Liberal. “Lo que veo es que, aunque dicen que continúa la cuarentena, se liberaron en verdad millones de trabajadores”, dice, a su turno, su copartidario Luis Fernando Velasco.
Por su parte, Rodrigo Lara, de Cambio Radical —declarados en independencia, así como los liberales—, asegura que se requiere algo más que pruebas. “Lo responsable es tener una capacidad amplia de test y de unidades de cuidado intensivo (UCI), así como millones de máscaras, elementos que han anunciado, pero que no vemos”. Si bien se declara partidario del aislamiento parcial, Lara pregunta: “¿Está el Gobierno preparado? ¿Sí tiene las pruebas, máscaras, tapabocas y alcohol para la gente que saldrá?”.
Desde la oposición, las posturas son más duras. Mientras que la senadora Sandra Ramírez, de FARC, aboga por una “cuarentena continuada, pero con comida, pues ¿de qué sirve la economía sin la fuerza de trabajo”, para Iván Cepeda, del Polo, flexibilizar las restricciones es peligroso. “En otros países, con sistemas de salud y formas de organización más desarrolladas, flexibilizar ha supuesto olas de contagio. No se practican las pruebas que se necesitan y ya el ministro de Salud le admitió al Congreso que la cifra que se informa hoy es tres o cuatro veces inferior a la real”.
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En ello coincide Gustavo Bolívar, senador de la Lista de los Decentes, quien sostiene que sigue siendo incierto el número de contagiados, pues eso solo se sabe con certeza efectuando muchas pruebas. Por ello, insta a que se hagan al menos 10.000 test diarios (ayer solo se hicieron poco menos de 3.300) antes de adoptar alguna medida. “No se ha aplanado la curva porque haya disminuido el contagio, sino porque no sabemos dónde están los contagiados. Se necesitan más laboratorios. Lo inteligente es hacer más pruebas”, recalcó.
Advirtiendo que además se necesita focalizar los contagios, la senadora Angélica Lozano (Alianza Verde) asegura que, pese a la necesidad de una reapertura, es necesario primero que se masifiquen las pruebas, haya más UCI y ventiladores, pero listos para ser usados, “no en bodegas, ni en puertos”.
En los partidos de gobierno, la visión es más optimista. Desde el Centro Democrático, la senadora Paloma Valencia confía en que el presidente Iván Duque adoptará cualquier determinación ceñido a información especializada y la recomendación de los expertos: “Hay sectores muy preocupados, con gente desesperada por la situación, por lo que esperamos que se aplane la curva y haya un aislamiento inteligente”.
Según Efraín Cepeda, del Partido Conservador, si bien se requieren protocolos muy estrictos, era necesaria una flexibilización para no destruir el empleo ni el sector productivo. Por ello, abogaba por “una prueba con algún sector de la economía”. Y en el Partido de la U —oficialista, pero con voces independientes—, el senador Roy Barreras reclama más pruebas aleatorias y masivas “que identifiquen prevalencia e inmunes”.
Aunque las posturas están divididas, más allá de cualquier consideración política deben primar los criterios científicos y médicos. Sin embargo, tampoco puede acallarse la voz de un Congreso ávido de retomar labores en medio de un parón del que también ha resultado afectado. El otro reto, por supuesto menor, es que Duque sume aliados en medio de una crisis en la que cada movimiento es visto con lupa.
jgonzalez@elespctador.com