Los bandos que se decantan en la centroizquierda y el desafío que viene
Se formalizaron los dos espectros políticos de la centroizquierda con miras a una eventual alianza. Sin embargo, de por medio hay diferencias que ponen a tambalear la tan anhelada unidad. Hablan sus protagonistas.
En medio de tensiones, reacomodamientos y rencillas políticas que se acentúan con el paso de los días, comienzan a decantarse los bloques y las tendencias que guiarán el espectro de la denominada centroizquierda con miras a las presidenciales. Este jueves las vertientes que buscan hacerse a un lugar en el partidor de 2022 dieron, cada una por su lado, otro paso en el afianzamiento de sus fuerzas. Si bien hoy el abanico de precandidatos es de casi una veintena –entre ellos viejos conocidos que insisten en reencaucharse, como Gustavo Petro o Sergio Fajardo–, persiste la duda alrededor de si lograrán la tan anhelada y esquiva unidad.
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Uno de esos bloques se formalizó entre la Colombia Humana de Petro, el Polo Democrático, el Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS) y la Unión Patriótica (UP), quienes aglutinan también a independientes como la exministra Clara López o la líder Francia Márquez. Madrugándoles a las elecciones y como cuota inicial en la carrera por la Casa de Nariño, plantearon la conformación de listas conjuntas al Congreso bajo una sombrilla que llamaron 55-86, ideada para hacerse a mayorías con 55 senadores y 86 representantes.
Sin embargo, y casi en paralelo, la otra tendencia que domina en el escenario de la centroizquierda -conformada por Sergio Fajardo, Humberto de la Calle, Jorge Robledo, Juan Fernando Cristo, Juan Manuel Galán y la Alianza Verde-, dio otro palo al anunciar el arribo de la excandidata vicepresidencial Ángela María Robledo. La actual representante llega a ese bloque semanas después de renunciar a la Colombia Humana, alegando que le cerraron los espacios de participación y se desconoció su voz.
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Aunque parece que son más los asuntos que los unen que los que los dividen –la consigna de llegar unidos para hacerle frente a la derecha, la defensa del Acuerdo de Paz o el énfasis de una agenda social y ecológica–, hoy ambos espectros siguen divididos. De fondo, una vez más está la rencilla que sostienen Fajardo y Petro, distanciados desde 2018 luego de que el primero se inclinara por el voto en blanco en segunda vuelta, en lugar de respaldar al exalcalde de Bogotá. Una afrenta que no perdona Petro y una postura que el exgobernador defiende.
Si bien parece una disputa irreconciliable, esta misma semana se abrió una ventana de diálogo luego de que el representante Inti Asprilla, de la Alianza Verde, revelara que su partido autorizó el “inicio de diálogos exploratorios con el Polo y Colombia Humana”. Paradójicamente, esa determinación abrió una fisura en el interior de los verdes, entre quienes consideran que Petro no tiene cabida en una alianza –puntualmente por su feroz oposición a Claudia López– y aquellos que lo consideran un jugador decisivo en el escenario electoral.
En medio de la pugna, de antaño, pero que ha ido subiendo de tono, quedan otros actores determinantes de cara a 2022 y a quienes ambas facciones le coquetean. El más visible de ellos es el exministro Alejandro Gaviria, aunque también figuran el exalcalde Rodolfo Hernández, el exprocurador Fernando Carrillo, el senador Rodrigo Lara (que reivindicó no hacer parte de la centroizquierda, y se proclamó como un liberal socialdemócrata) o Roy Barreras. Estos últimos integrantes de la autodenominada bancada de los liberales socialdemócratas (LSD), que han hecho parte de la política tradicional, pero que hoy lideran propuestas de corte progresista.
“El objetivo es oírnos. Y es todo, por ahora”, respondió escuetamente a este diario el presidente de la Alianza Verde, Antonio Navarro. “Hoy no veo un ambiente propicio y un escenario válido para que se puedan juntar todas las fuerzas de oposición. Pero hasta ahora está comenzando el año. Eso sí, no puede haber vetos”, decía recientemente el exministro Cristo frente a una eventual coalición con Petro. Consultado por ese mismo tema, el senador Jorge Robledo le aseguró a El Espectador que su coalición “irá tomando sus determinaciones y en este momento solo (estamos) los que estamos y Petro está armando otro proyecto”.
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Desde la otra orilla, Petro ha expresado preocupación porque se repita la división que les costó llegar a Palacio en 2018, reconociendo que la victoria del hoy presidente Iván Duque fue posible gracias a que Fajardo y él no llegaron juntos. Según el parlamentario, se mantienen abiertas las puertas al diálogo y la invitación está hecha para hacer coalición. Pese a ello, Fajardo ha dicho que con “Petro no voy a participar en una consulta”, advirtiendo que, más allá de egos, hay diferencias en la concepción de la sociedad.
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Los escuderos de Petro, como Gustavo Bolívar o el senador Iván Cepeda (Polo Democrático), reiteraron este jueves que en cualquier alianza no puede haber cabida para vetos y que el propósito es consolidar mayorías basadas en ejes programáticos, como la implementación de la paz o una agenda ecológica. “Las fuerzas políticas estamos buscando un cambio. No hemos estado quietas, ni con los brazos cruzados. Estamos en un trabajo intenso para lograr una gran convergencia política”, sostuvo Cepeda.
El parlamentario celebró los diálogos con los verdes, buscando que “todas las fuerzas del centro político logremos una gran consulta para quien nos represente a la Presidencia”. A su turno, el senador Alexánder López, quien es el precandidato presidencial del Polo, insistió en que “no tenemos vetos para los demócratas de este país. Esta es una propuesta que no tiene caudillos. Ir fracturados en 2022 es complicado y difícil”, señaló tras la convergencia con la Colombia Humana.
Para Juan Federico Pino, profesor de ciencias políticas de la Universidad Javeriana, “lo que está sucediendo se explica en la lógica de las coaliciones, pues los partidos ya no son tan grandes (como lo fueron los liberales o conservadores), por eso se ve la diversidad de tendencias que se expresan de forma multipartidista”. Según el académico, las fracciones que se evidencian son fruto del reacomodamiento de sectores políticos e incluso es normal que ahora, comenzando, estén divididos. “Ahora se viene el momento de medir el apoyo político que tiene cada fuerza para la consulta”, agrega.
Otro punto que debe tenerse en cuenta en medio de la eventual alianza –y que ha pasado por alto por cuenta de la rencilla Petro-Fajardo–, es el rol que va a cumplir el Partido Comunes, otrora Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC). Si bien todos dicen respaldar el Acuerdo de Paz, que consagró la vida política de aquellos que empuñaron las armas, hoy los ven con recelo y coinciden que, en lugar de aportar, restan y una unión implicaría un lastre que les costaría en las urnas. “No se ha discutido ese tema. Creo que va a ser difícil”, admite el exministro Cristo.
Para el analista político Héctor Riveros, los excombatientes hoy están aislados en la arena política y serán intrascendentes. “Los van a ignorar. Es muy costosa una alianza con ellos. Quizás en 10 años”. En esa línea, el profesor Pino llamó la atención por el legado de desprestigio que trae el movimiento y el poco poder electoral que demostraron en las elecciones de 2019. “No los rechazan políticamente, los repelen por el costo electoral. Pueden llegar a restar”, dijo.
Resta poco más de un año para las elecciones y la disposición de diálogo, así los acercamientos, son un buen síntoma en las pretensiones de los bloques de centroizquierda de llegar unidos a 2022. Sin embargo, el proceso aún está biche y se requerirán verdadera voluntad y ánimo de reconciliación para poder competir. La pelota está en su campo.
jgonzalez@elespectador.com
En medio de tensiones, reacomodamientos y rencillas políticas que se acentúan con el paso de los días, comienzan a decantarse los bloques y las tendencias que guiarán el espectro de la denominada centroizquierda con miras a las presidenciales. Este jueves las vertientes que buscan hacerse a un lugar en el partidor de 2022 dieron, cada una por su lado, otro paso en el afianzamiento de sus fuerzas. Si bien hoy el abanico de precandidatos es de casi una veintena –entre ellos viejos conocidos que insisten en reencaucharse, como Gustavo Petro o Sergio Fajardo–, persiste la duda alrededor de si lograrán la tan anhelada y esquiva unidad.
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Uno de esos bloques se formalizó entre la Colombia Humana de Petro, el Polo Democrático, el Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS) y la Unión Patriótica (UP), quienes aglutinan también a independientes como la exministra Clara López o la líder Francia Márquez. Madrugándoles a las elecciones y como cuota inicial en la carrera por la Casa de Nariño, plantearon la conformación de listas conjuntas al Congreso bajo una sombrilla que llamaron 55-86, ideada para hacerse a mayorías con 55 senadores y 86 representantes.
Sin embargo, y casi en paralelo, la otra tendencia que domina en el escenario de la centroizquierda -conformada por Sergio Fajardo, Humberto de la Calle, Jorge Robledo, Juan Fernando Cristo, Juan Manuel Galán y la Alianza Verde-, dio otro palo al anunciar el arribo de la excandidata vicepresidencial Ángela María Robledo. La actual representante llega a ese bloque semanas después de renunciar a la Colombia Humana, alegando que le cerraron los espacios de participación y se desconoció su voz.
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Aunque parece que son más los asuntos que los unen que los que los dividen –la consigna de llegar unidos para hacerle frente a la derecha, la defensa del Acuerdo de Paz o el énfasis de una agenda social y ecológica–, hoy ambos espectros siguen divididos. De fondo, una vez más está la rencilla que sostienen Fajardo y Petro, distanciados desde 2018 luego de que el primero se inclinara por el voto en blanco en segunda vuelta, en lugar de respaldar al exalcalde de Bogotá. Una afrenta que no perdona Petro y una postura que el exgobernador defiende.
Si bien parece una disputa irreconciliable, esta misma semana se abrió una ventana de diálogo luego de que el representante Inti Asprilla, de la Alianza Verde, revelara que su partido autorizó el “inicio de diálogos exploratorios con el Polo y Colombia Humana”. Paradójicamente, esa determinación abrió una fisura en el interior de los verdes, entre quienes consideran que Petro no tiene cabida en una alianza –puntualmente por su feroz oposición a Claudia López– y aquellos que lo consideran un jugador decisivo en el escenario electoral.
En medio de la pugna, de antaño, pero que ha ido subiendo de tono, quedan otros actores determinantes de cara a 2022 y a quienes ambas facciones le coquetean. El más visible de ellos es el exministro Alejandro Gaviria, aunque también figuran el exalcalde Rodolfo Hernández, el exprocurador Fernando Carrillo, el senador Rodrigo Lara (que reivindicó no hacer parte de la centroizquierda, y se proclamó como un liberal socialdemócrata) o Roy Barreras. Estos últimos integrantes de la autodenominada bancada de los liberales socialdemócratas (LSD), que han hecho parte de la política tradicional, pero que hoy lideran propuestas de corte progresista.
“El objetivo es oírnos. Y es todo, por ahora”, respondió escuetamente a este diario el presidente de la Alianza Verde, Antonio Navarro. “Hoy no veo un ambiente propicio y un escenario válido para que se puedan juntar todas las fuerzas de oposición. Pero hasta ahora está comenzando el año. Eso sí, no puede haber vetos”, decía recientemente el exministro Cristo frente a una eventual coalición con Petro. Consultado por ese mismo tema, el senador Jorge Robledo le aseguró a El Espectador que su coalición “irá tomando sus determinaciones y en este momento solo (estamos) los que estamos y Petro está armando otro proyecto”.
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Desde la otra orilla, Petro ha expresado preocupación porque se repita la división que les costó llegar a Palacio en 2018, reconociendo que la victoria del hoy presidente Iván Duque fue posible gracias a que Fajardo y él no llegaron juntos. Según el parlamentario, se mantienen abiertas las puertas al diálogo y la invitación está hecha para hacer coalición. Pese a ello, Fajardo ha dicho que con “Petro no voy a participar en una consulta”, advirtiendo que, más allá de egos, hay diferencias en la concepción de la sociedad.
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Los escuderos de Petro, como Gustavo Bolívar o el senador Iván Cepeda (Polo Democrático), reiteraron este jueves que en cualquier alianza no puede haber cabida para vetos y que el propósito es consolidar mayorías basadas en ejes programáticos, como la implementación de la paz o una agenda ecológica. “Las fuerzas políticas estamos buscando un cambio. No hemos estado quietas, ni con los brazos cruzados. Estamos en un trabajo intenso para lograr una gran convergencia política”, sostuvo Cepeda.
El parlamentario celebró los diálogos con los verdes, buscando que “todas las fuerzas del centro político logremos una gran consulta para quien nos represente a la Presidencia”. A su turno, el senador Alexánder López, quien es el precandidato presidencial del Polo, insistió en que “no tenemos vetos para los demócratas de este país. Esta es una propuesta que no tiene caudillos. Ir fracturados en 2022 es complicado y difícil”, señaló tras la convergencia con la Colombia Humana.
Para Juan Federico Pino, profesor de ciencias políticas de la Universidad Javeriana, “lo que está sucediendo se explica en la lógica de las coaliciones, pues los partidos ya no son tan grandes (como lo fueron los liberales o conservadores), por eso se ve la diversidad de tendencias que se expresan de forma multipartidista”. Según el académico, las fracciones que se evidencian son fruto del reacomodamiento de sectores políticos e incluso es normal que ahora, comenzando, estén divididos. “Ahora se viene el momento de medir el apoyo político que tiene cada fuerza para la consulta”, agrega.
Otro punto que debe tenerse en cuenta en medio de la eventual alianza –y que ha pasado por alto por cuenta de la rencilla Petro-Fajardo–, es el rol que va a cumplir el Partido Comunes, otrora Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC). Si bien todos dicen respaldar el Acuerdo de Paz, que consagró la vida política de aquellos que empuñaron las armas, hoy los ven con recelo y coinciden que, en lugar de aportar, restan y una unión implicaría un lastre que les costaría en las urnas. “No se ha discutido ese tema. Creo que va a ser difícil”, admite el exministro Cristo.
Para el analista político Héctor Riveros, los excombatientes hoy están aislados en la arena política y serán intrascendentes. “Los van a ignorar. Es muy costosa una alianza con ellos. Quizás en 10 años”. En esa línea, el profesor Pino llamó la atención por el legado de desprestigio que trae el movimiento y el poco poder electoral que demostraron en las elecciones de 2019. “No los rechazan políticamente, los repelen por el costo electoral. Pueden llegar a restar”, dijo.
Resta poco más de un año para las elecciones y la disposición de diálogo, así los acercamientos, son un buen síntoma en las pretensiones de los bloques de centroizquierda de llegar unidos a 2022. Sin embargo, el proceso aún está biche y se requerirán verdadera voluntad y ánimo de reconciliación para poder competir. La pelota está en su campo.
jgonzalez@elespectador.com