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Aunque la Semana Santa comenzó con domingo de Ramos, los próximos días son los que invitan más a la reflexión, el diálogo y la reconciliación. Por eso, la Iglesia católica tiene un mensaje para esta fecha, especialmente cuando el país vive una coyuntura electoral en la que se definirá el futuro político y social del país. El padre Raúl Ortiz Toro, director del Departamento de Doctrina y Promoción de la Unidad y del Diálogo de la Conferencia Episcopal, les hace una invitación a los creyentes y candidatos que se disputan la primera vuelta presidencial, y es a actuar bajo la doctrina social, que comprende los principios de asertividad, bien común y trascendencia.
¿Cuál es el mensaje de la Iglesia para esta Semana Santa en la actual coyuntura nacional e internacional?
El mensaje es a vivir unos días santos de mucha reflexión y, sobre todo, de discernimiento, porque ayudan a aclarar las ideas, a considerar lo que es mejor para nuestras vidas. Ahora en la coyuntura tan especial que estamos, la reflexión que se haga en Semana Santa ayudará también a saber tomar muy buenas decisiones y a saber elegir, de acuerdo con el mensaje que los señores obispos dieron con motivo de las elecciones pasadas, pero que también es muy válido para las elecciones presidenciales.
Este año, la situación de pandemia es muy diferente a la de 2020 y 2021, hay aperturas de todos los sectores y hasta se puede caminar en la calle sin tapabocas, ¿esta Semana Santa se vivirá a como se hacía antes del Covid-19, por supuesto, cumpliendo con los protocolos establecidos?
De parte de la Congregación para el Culto Divino, que es una instancia del Vaticano, han llegado unas orientaciones y estas van encaminadas a que se celebre la Semana Santa con todos los protocolos de bioseguridad, sin descuidar ninguna de las prácticas que ya conocemos muy bien. Todavía debemos tener en cuenta que estamos en período de pandemia. Por eso, desde el Vaticano, las directrices que dieron son precisamente tener cuidado, pero no por eso dejar de celebrar. Dentro de esas directrices se nos pide de manera especial que, en la oración del Viernes Santo, en la pasión del Señor, se haga una mención por el fin de la guerra entre Ucrania y Rusia.
Ya que menciona lo que está pasando en Ucrania, en Colombia la gente ha pedido que se mire hacia dentro, hacia los problemas de violencia que vivimos. Ustedes están distribuidos por todo el país y en zonas en las que a veces no hay presencia del Estado. ¿Qué diagnóstico hacen en esas regiones?
Desde el mes de febrero, en la asamblea del Episcopado colombiano, los señores obispos dieron a conocer la situación tan difícil que hay en ciertas zonas de Colombia, como Chocó, Cauca, Nariño y Arauca. Muchas veces las visiones desde la capital no coinciden con las de los obispos que sí están en los territorios. La Iglesia está en muchos lugares donde al Estado se le hace difícil llegar. Por eso la línea de los obispos es denunciar que hay situaciones deplorables en contra de los derechos humanos, primero por parte de los actores armados y segundo por la inequidad social. Esos son los dos factores que generan estas dinámicas de pobreza y exclusión en las regiones.
¿Consideran que la respuesta del Estado ha sido tardía con relación a casos trágicos en el país?
El Estado tiene diferentes modos de reaccionar, las inmediatas, generalmente, son de implementación de seguridad; otras son más a largo plazo, que es la inversión social. Estas son más perdurables y duraderas y transforman a una sociedad, y, por lo general, son las que más tardan en plantearse. El Estado llega, en principio, con la Fuerza Pública. Es algo que se espera, pero los territorios también esperan inversión social y superación de la inequidad.
De todas las situaciones del país que afectan gravemente a las personas, ¿cuál es la que más les preocupa?
La inequidad social. Es muy lamentable que se haya particularizado y generalizado tanto la injusticia. Y hemos caído, a tal punto, en indiferencia y mal obrar. Esto ha generado que muchas personas estén experimentando un cansancio de hacer el bien. Cuando esto pasa, se normaliza el mal, la corrupción, la violencia, las vías de hecho. Por eso la invitación de la Iglesia es a vivir el humanismo cristiano.
Como Iglesia, ¿seguirán insistiendo en negociar y acordar la paz con el Eln, una vez se elija nuevo gobierno?
Estamos en una coyuntura nacional por el cambio de presidente, pero también lo está la Comisión de Conciliación Nacional de la Conferencia Episcopal, que cambiará a su secretario general. Independiente de todo eso, los diálogos de paz son un tema que para la Iglesia en Colombia son importantes, para facilitar un encuentro con este actor armado.
¿El gobierno Duque no hizo lo suficiente para tratar de negociar con el Eln?
Los procesos de paz son complejos, por eso se les llama procesos. Desde el lado del Gobierno Nacional no sabría decir si se hizo o no lo suficiente, porque se desconocen detalles que, por lo general, son confidenciales.
Antes y durante las elecciones se presentan más hechos de violencia. Como Iglesia, ¿tienen temor a que estos se exacerben por cuenta de los ánimos caldeados y por la polarización que hay?
La Iglesia, previendo que tal vez pueda exacerbarse la violencia, ha emprendido una serie de diálogos con cada uno de los candidatos a la Presidencia. Hasta el momento, han pasado dos. En estas conversaciones que se están haciendo está, sobre todo, el compromiso de que sean protagonistas y fomentadores de la paz. En eso la Iglesia está muy comprometida.
¿Con quiénes han conversado?
Monseñor Luis José Rueda, monseñor Ómar Alberto Sánchez y monseñor Luis Manuel Alí se han reunido con Íngrid Betancourt y John Milton Rodríguez, y tienen encuentros programados con los otros seis candidatos. Con todos se entablará un diálogo privado sobre la situación del país y la perspectiva que tiene la Iglesia, sobre el país que se sueña y cómo puede contribuir a que se logre eso que soñamos en términos de justicia, promoción de la paz y equidad social. No se firma ningún acta de compromiso, sino que los obispos simplemente escuchan y dialogan, cada uno con su palabra y conciencia, de acuerdo con lo que proponen, cada uno responde por sus ideas. No hay firma de compromisos.
Gustavo Petro, el candidato que puntea en las encuestas, habla de un cambio y, por ejemplo, apoya la despenalización del aborto y la eutanasia, ¿cómo serían las relaciones con él, si gana?
Independiente de cuál sea el panorama futuro, cuál sea el candidato que gane la Presidencia, siempre la Iglesia continuará anunciando lo que se llama el evangelio de la vida y denunciando los atentados contra la dignidad de la vida humana. Hemos visto en la historia reciente de Colombia cómo han pasado por la casa presidencial muchas personas que en los pasados 50 años se han definido como católicos, pero que, en algunos casos, ha habido silencio sobre disposiciones en contra de la vida humana y a favor de la eutanasia o el aborto. En el caso de que una persona que esté abiertamente a favor de la eutanasia y el aborto sea electa, la Iglesia continuará con su tarea de promoción y defensa de la vida de los más vulnerables, que son los niños en el vientre materno o los ancianos en fase terminal. Seguiremos impulsando los cuidados paliativos, afectivos y espirituales. Toda una cultura de la vida independientemente quién sea el próximo presidente de Colombia.
¿Qué invitación hace la Iglesia a los electos que llegarán al poder, tanto en Presidencia como en Congreso?
La Iglesia les propone a todos los que salen victoriosos en las elecciones a Congreso, Presidencia y Vicepresidencia la doctrina social, que es clara: la asertividad, la cercanía con la gente y la trascendencia. Esto, por supuesto, debe ir de la mano con un reconocimiento de los orígenes y de quienes los eligieron. Cuando hay memoria y agradecimiento a las personas a las que les debemos, esto ayuda a que se tomen buenas decisiones.