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Los factores Zuluaga y Nuevo Liberalismo en la campaña 2022

Se trata de dos jugadores de peso que, como pintan las cosas, serán protagonistas de primer orden en el pulso por el poder.

Hugo García Segura
15 de agosto de 2021 - 02:00 a. m.
Por un lado, Óscar Iván Zuluaga dijo tener ya el aval  del expresidente Uribe a su aspiración. Por el otro, Los hermanos Galán, Juan Manuel y Carlos Fernando, líderes del Nuevo Liberalismo.
Por un lado, Óscar Iván Zuluaga dijo tener ya el aval del expresidente Uribe a su aspiración. Por el otro, Los hermanos Galán, Juan Manuel y Carlos Fernando, líderes del Nuevo Liberalismo.
Foto: Óscar Pérez
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La llegada de Óscar Iván Zuluaga a la lista de precandidatos presidenciales del Centro Democrático, o mejor, del uribismo, y la decisión de la Corte Constitucional de otorgarle la personería jurídica al Nuevo Liberalismo marcan un nuevo panorama en la campaña electoral por la primera magistratura del Estado de 2002. Se trata de dos hechos que, de una u otra manera, implicarán el reacomodo de las fichas en el ajedrez político de los mismos partidos y la mirada con expectativa por parte de los demás. Al fin y al cabo son jugadores de peso que apuntan a ser protagonistas de primer orden en el pulso por el poder. Una señal inequívoca de ello, en estos tiempos de redes sociales, son los respaldos y también los ataques que ya se leen y se escuchan desde diferentes esquinas.

(Lea: ¿Hay posibilidades de una escisión en la Alianza Verde de cara a 2022?)

Comencemos por el primero. Exsenador, exministro de Hacienda de Uribe y excandidato presidencial en 2014 -cuando incluso ganó la primera vuelta y perdió contra Juan Manuel Santos en la segunda-, Zuluaga llega con ese bagaje que, creen muchos en el uribismo, se necesita en estos momentos de tanta incertidumbre para la colectividad. Porque para nadie es un secreto que la gestión del presidente Iván Duque tiene sus detractores internos y no falta quienes, en voz baja, digan que fue una equivocación poner a alguien sin experiencia en las lides del manejo de lo público. Además, lo dijo el mismo Zuluaga, ya cuenta con el aval del expresidente Álvaro Uribe, máximo líder del partido: “Él lo ha recibido con optimismo (…) ve con interés que yo esté dispuesto a buscar la candidatura dentro del partido”, reveló.

La verdad es que su nombre venía sonando desde hace rato en medio de todo el tire y afloje preelectoral, y aunque evadía las preguntas relacionadas con su aspiración, se sabía que su postulación era cuestión de tiempo y que solo era esperar a que la Fiscalía archivara el caso de su hijo David, vinculado al proceso del hacker Andrés Sepúlveda y el espionaje al Acuerdo de Paz, precisamente en la campaña de 2014. De hecho, él mismo estuvo vinculado al proceso y en 2015 fue llamado a declarar ante la Corte Suprema de Justicia. Zuluaga siempre ha dicho que se trató de un montaje para impedir su llegada a la Presidencia y ha hablado con nombres propios, responsabilizando a Santos y al exfiscal Eduardo Montealegre. De ahí que su convicción ahora sea recuperar lo que, cree, le “robaron” hace siete años.

(Lea también: Acuerdos de paz deben respetarse, pero deben ajustarse a realidad fiscal: Zuluaga)

No será fácil. Al menos es lo que se ve en las primeras de cambio, pues no fue sino que hiciera el anuncio y entregara unas primeras declaraciones en torno al Acuerdo de Paz firmado con las hoy desmovilizadas Farc, para comenzar a recibir lo que llaman “fuego amigo”. Y es que según dijo Zuluaga, lo pactado hay que respetarlo, con la salvedad de que la implementación debe “estar de acuerdo con las posibilidades fiscales que tiene el país”. En su concepto, deben buscarse nuevas formas de enfrentar a las disidencias por el reto que representan en su nuevo accionar, el terrorismo urbano. Y hay que hacerle frente al narcotráfico, “el gran financiador de la violencia en el país”.

Palabras que no cayeron nada bien en el que es considerado el uribismo radical, ese que sigue con el espejo retrovisor reclamando el triunfo del “No” en el plebiscito por la paz de 2016 y que hasta cuestiona a Duque por no haber hecho “trizas” el Acuerdo. Entre ellos, alguien que está metida de lleno en la lucha por la nominación presidencial del Centro Democrático, la senadora María Fernanda Cabal, quien escribió en su cuenta de Twitter: “Respetar la Constitución y la ley es hacer cumplir el resultado del plebiscito, cuando el pueblo colombiano le dijo No al Acuerdo con las Farc”. Sin duda, una indirecta a Óscar Iván Zuluaga.

Otros uribistas “purasangre” han sido más directos. Como el abogado Abelardo de la Espriella, quien trinó con sarcasmo: “Empezó bien el doctor Óscar Iván Zuluaga”, haciendo referencia a su declaración de que se deben respetar los Acuerdos de La Habana. O como el abogado Jaime Restrepo, “El Patriota” en Twitter, quien sí se fue lanza en ristre contra Zuluaga asegurando que es igual a Juan Manuel Santos, que se dejó robar las elecciones en 2014, que ya cumplió su ciclo y que es “uno más del montón”. “Basta de pendejadas y debilidad ante el narcoterrorismo”, escribió.

Sea como sea, más allá de la calentura y los fanatismos en las redes sociales, es claro que la entrada de Zuuaga al pulso presidencial del uribismo revuelca las fichas. De hecho, la senadora Paola Holguín, quien en algún momento había insinuado intenciones de aspirar, ya no lo hará y sumará fuerzas a la campaña del exministro. Pero otros, como el representante a la Cámara Édward Rodríguez, no están dispuestos dejarle el camino despejado. De hecho, recientemente le contó a El Espectador que le había escuchado a Zuluaga decir que lo que quiere es que todos se bajen del bus y él quede solo. “Le dije que eso no es democrático y que conmigo no cuente”, reveló. Para Rodríguez, es tiempo de nuevos liderazgos y la tarea debe ser unirse alrededor de unas tesis, ganarse el corazón del partido y luego el de los colombianos.

(Conozca: Inicia un nuevo movimiento político liderado por un sector de exFarc)

Hay otro factor a tener en cuenta, y es que quiérase o no, en el Centro Democrático el que dice la última palabra es Álvaro Uribe. Es cierto que el expresidente ha dicho que prefiere ser prudente por sus los líos judiciales, pues puede hacerles daño a los precandidatos, pero su voz sigue siendo la cantante a la hora de tomar decisiones. Es decir, eso de “el que diga Uribe” sigue vigente. Y otro gallo puede cantar una vez su situación jurídica se resuelva, teniendo en cuenta que ya la Fiscalía pidió la preclusión del proceso en su contra por presunta manipulación de testigos. En el Centro Democrático están convencidos de que “el fin de la infamia”, como dicen, servirá para retomar aire e impulsarse en la carrera hacia 2022, no solo en las presidenciales, sino también en las elecciones al Congreso de la República.

Eso sí, por ahora todos hablan de buscar consensos. El mismo Uribe dijo que hay que definir las reglas y el proceso, sobre la base de unas finanzas sanas para el país y la ampliación de la política social. Edward Rodríguez plantea cinco lineamientos: legalidad, emprendimiento, equidad, Estado austero y diálogo permanente con los colombianos. “El que logre entrar en esas tesis, presentando un paquete de propuestas que unifiquen al partido y al país, será el próximo presidente de Colombia”, asegura, proponiendo como mecanismo de escogencia del candidato una consulta directa con las bases, que represente el 30 %, y el otro 70 % con una encuesta de 13 firmas certificadas. Ya lo que venga después, si se hace una coalición de centro-derecha con los conservadores, los cristianos y demás, es cuento aparte.

El Nuevo Liberalismo en escena

Si en el uribismo están más que convencidos de que después de la tempestad llegará la calma, en la Coalición de la Esperanza la expectativa corre frente a los efectos de la personería jurídica otorgada al Nuevo Liberalismo, el movimiento que lideró el asesinado Luis Carlos Galán y que hoy abanderan sus hijos, Juan Manuel y Carlos Fernando. El primero integra esta alianza política de centro, en la que también están Jorge Robledo, Sergio Fajardo, Juan Fernando Cristo y Humberto de la Calle. Por ahora, las dudas en torno a si Juan Manuel Galán optará por armar rancho aparte parecen disipadas. Fuentes cercanas a la Coalición señalan que sigue firme, aunque ha pedido paciencia mientras se surten las decisiones internas en el resucitado partido.

Y son precisamente esas discusiones internas en el Nuevo Liberalismo las que pueden revolcarlo todo. El senador Rodrigo Lara, hijo del asesinado exministro Rodrigo Lara Bonilla, compañero de lucha de Luis Carlos Galán, ha dicho que no le sobran deseos de ser precandidato, aunque cree que primero hay que reunir a todas las bases para tomar la decisión de si van con ficha propia a las presidenciales de 2022. Al tiempo, se conocen conversaciones con Alejandro Gaviria, exministro de Salud y actual rector de la Universidad de los Andes, buscando sumarlo a las filas. Como dice el mismo Lara, falta mucho y todo terminará por definirse en diciembre, pero sin duda el panorama cambiaría para Juan Manuel Galán si en el Nuevo Liberalismo optan por ir solos.

Gaviria parece ser la persona con la que todos quieren. Lo ha buscado el Pacto Histórico y se sabe de diálogos, a título personal, con algunos de los miembros de la Coalición de la Esperanza. Eso sí, lo que en ella dicen es que quien quiera llegar deberá expresarlo abiertamente, pues nadie está autorizado a invitar a nadie. Las definiciones en esta alianza de centro pasan hoy por si se tendrá o no lista única al Senado. Todos coinciden en que así debe ser, pero el tema está crudo y se trabaja en las estrategias para convocar a la gente y hacerla lo suficientemente atractiva para el electorado. Por cierto, aunque en una columna de julio pasado Humberto de la Calle hizo algunas reflexiones en torno a una posible aspiración, todo indica que definitivamente no irá. “Es una opción, no una obsesión”, recalcó en ese entonces.

La mirada de los analistas

Según el profesor Javier Duque Daza, del programa de Estudios Políticos y Resolución de Conflictos de la Universidad del Valle, lo que se vislumbra hasta ahora no deja de ser biche y se trata apenas de un primer tanteo de lo que se viene, bajo el entendido de que lo que pululan son precandidaturas y no candidaturas propiamente en firme. Para el académico, toda elección presidencial abarca no dos vueltas, sino cuatro: la primera consiste en los procesos internos y partidistas para escoger candidatos; la segunda, las consultas con miras a coaliciones; la tercera, la primera vuelta como tal, y la cuarta es la segunda vuelta, en la que se ve un enfrentamiento final entre coaliciones.

(Más noticias sobre política acá)

“Hasta ahora vamos en esa primera vuelta, no hay nada definido. En las pasadas elecciones hubo 56 precandidatos y para esta contienda andamos en las mismas. Lo que está ocurriendo son las definiciones partidistas y el afinar las candidaturas. Solo hasta final de año quizá haya un escenario más decantado. El abanico se cierra en marzo de 2022, luego de las consultas y las elecciones legislativas”, explicó Duque Daza. A su turno, Yann Basset, director del Grupo de Estudios de la Democracia de la Universidad del Rosario, coincide en que el panorama electoral actual no brinda muchas certezas e incluso se evidencian situaciones como que los candidatos que otrora punteaban en las encuestas -caso Gustavo Petro o Sergio Fajardo- ahora parecen ceder terreno.

“No veo a nadie realmente con un repunte sólido. La favorabilidad que se registra no parece confirmar la intención de voto. Estamos muy lejos y hay que esperar a que todo se estructure mucho”, señaló Basset, llamando la atención por casos como el del exsenador Juan Manuel Galán o el exalcalde Rodolfo Hernández, quienes en la reciente encuesta de Invamer, del viernes pasado, presentan saltos destacados y sorpresivos que deberán ser confirmados con el pasar de los meses. Sobre Óscar Iván Zuluaga, aunque reconoce que parece el precandidato uribista con más chances, asegura que, al compararlo con otras figuras, “tampoco es que despegue mucho”.

En este contexto, el profesor Duque Daza agrega que lo que comienza a tomar forma son las estrategias que cada candidato y sus colectividades usarán para asegurarse un cupo en la contienda. A diferencia de las elecciones de 2018, cuando proliferaron candidatos avalados por firmas, sostiene que en esta oportunidad se impondrán las coaliciones como mecanismo para llegar a la Casa de Nariño. “El aval de una consulta interpartidista parece lo más eficiente y adecuado para agregar votos. La peor estrategia será la de buscar firmas, porque es muy costoso y, dada la cantidad de candidatos, no habrá claridad. Además, la experiencia de 2018 fue diciente. Mire el desastre que fue para Germán Vargas Lleras, que enfrentó un abismo frente a las firmas que recogió y los votos que finalmente logró”, concluyó el académico.

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Alvaro(21614)15 de agosto de 2021 - 08:53 p. m.
El partido que la tiene clara es Colombia Humana a través del pacto histórico, se aglutinan varios precandidatos para sacar candidato en las congresionales, la mayor votación es el candidato, la segunda es la fórmula del vice, y según la nueva reforma es 50% mujeres y 50 % hombres, la lista del pacto es cerrada y el precandidato Petro puntea las encuestas con el 30.8 % le lleva al segundo 16 punto
Dario(j1520)15 de agosto de 2021 - 06:50 p. m.
Están tan desesperados q van a reencauchar a Zuluaga jajajajajaja... Esos partidos corruptos no tienen a quien lanzar y solo un suicida o un desconocido se atrevería a izar las banderas de tan detestables sectas.
Franssineth(45014)15 de agosto de 2021 - 12:28 p. m.
Estos periodistas nos quieren meter por los ojos a los delfines Galán, criados con leche de la teta publica, así como también al muñeco del ventrílocuo culebrero. El pueblo ya despertó!
  • Carlos(23210)15 de agosto de 2021 - 02:47 p. m.
    Tranquilo mamerto...tranquilo...
ERWIN(18151)15 de agosto de 2021 - 12:19 p. m.
hmmmm..que sueño
Marco(48443)15 de agosto de 2021 - 09:31 a. m.
Lo analizado en la columna es una óptica en lo operativo, no todavía se analiza un programa de gobierno debidamente estructurado que permita establecer su viabilidad real; lo demás son conjeturas que los precandidatos manifiestan respondiendo a su actividad laboral y ambición; nada nuevo o atractivo dentro de esa política parcialmente contaminada. El círculo del poder igualmente debe ser renovado.
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