Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
“Para ser popular hay que ser mediocre”, me decía siempre mi padre, el embajador Julio Riaño, cuando citaba a Oscar Wilde, cada vez que hacía referencia a dar siempre lo mejor en lo que uno hace y desligarse de los vagos conocimientos. La palabra ‘mediocridad’ viene del latín ‘mediocris’, que significa ‘medio’. Y muchos pseudo-expertos en lenguaje corporal se han dedicado a realizar análisis a medias, para no decir mediocres, sin tener el conocimiento sobre el tema, mucho menos la experiencia sobre esto y dudosas credenciales que los respalden.
Es muy fácil leer un libro sobre comunicación no-verbal y hacer un copiar-pegar de esta información, con el fin de hablar acerca de los gestos, los ademanes y la corporalidad en general. Sería irresponsable de mi parte “vender humo” a los lectores por leer un libro de administración y escribir o hablar con propiedad sobre dicho tema. Por ello el objetivo de este artículo tiene como misión desmitificar muchos análisis a medias y brindar algo más profundo y serio.
Algo que he aprendido durante años de mis profesores de la C.I.A, marines y sobre todo de mi mentor, quien fue un alto directivo y funcionario del F.B.I, es que el lenguaje corporal no es una ciencia exacta, es una ciencia interpretativa que agrupa cinco diferentes ciencias, y se requiere de muchos años de estudio para profundizar en ellas, para así poder hablar con propiedad del tema. Pero, sobre todo, esta ciencia interpretativa es netamente inconsciente y que gran parte puede hacerse consciente y, el inconsciente, siendo el que maneja entre un 80 al 90 % de nuestras decisiones, pensamientos y emociones diarias, puede reflejar no verbalmente de los candidatos aspectos que son aparentemente invisibles para los votantes.
Desde la psicología social, siempre buscamos de manera inconsciente líderes que exhiban dos conjuntos de señales no verbales: estatus y calidez. Cuando vemos señales de estatus (movimientos amplios de brazos, altura física, pasos audaces, gestos decisivos, etc.) sentimos que el líder tiene confianza y autoridad. Cuando vemos un lenguaje corporal cálido (sonrisas, cejas levantadas, inclinaciones de la cabeza, gestos suaves, etc.) creemos que el líder es comprensivo y afectuoso.
Además de analizar el estatus y la calidez, analizaremos el aspecto psicológico. Cabe acotar que es un atrevimiento hacer un diagnóstico psicológico sin conocer al individuo. Sin embargo, visto desde los aspectos de perfilación corporal, como los gestos, la línea base de conducta, hasta los aspectos paraverbales (volumen, tonos, ritmos de la voz, etc.), sí se pueden determinar características y rasgos de su comportamiento psicológico.
Lo que se busca en este artículo es construir un análisis objetivo y libre de tinte político. Por ende, toma varios días para realizar un análisis corporal de los candidatos presidenciales, y hay que ser muy cuidadoso en el proceso de observación conductual y psicológico, los cuales terminan manifestándose de manera corporal. Recuerden, como decía Einstein, el aprendizaje es experiencia, todo lo demás es información.
SERGIO FAJARDO
Psicológico:
Fajardo logra transmitir sensatez, calma y prudencia. Pero a veces peca por tanta calma y mesura, construyendo la percepción de una persona sin fuerza ni vigor. Esto puede malinterpretarse como alguien dubitativo, desarticulado, sin carácter o, como muchos dicen, “tibio”.
No-Verbal y Corporal:
Fajardo tiene muchas oportunidades de mejora en la coherencia entre lo que dice verbalmente y corporalmente. Pero esto se ve por ausencia de entrenamiento, o peor, por una mala asesoría que intenta forzarlo a hacer cosas que no van con su personalidad. Él muestra pocas señales de calidez, al igual que pocos signos de autoridad, por lo que la gente lo tilda de blando.
Como buen mediador, evita el conflicto. Y al no saber cómo enfrentar estas confrontaciones, genera en efecto tensiones emocionales que se reflejan corporalmente. Cuando esto sucede, su corporalidad no se define bien y hace que se perciba como ambiguo, dudoso y, más aún, esta impresión se refuerza cuando no logra que su cuerpo vaya al compás de sus mensajes, sin lograr concretar sus ideas y hasta sonar redundante como en alguna de sus ponencias.
Visto desde la imagen política, intenta mostrarse como alguien relajado. Pero según los arquetipos de líder a nivel global, son caracterizados por personas que reflejan cierta autoridad por su indumentaria, ya sea desde lo básico, como una corbata o un traje de dos piezas, entre otros elementos que reflejen una imagen de autoridad. No obstante, al presentarse como un catedrático dentro de la política, puede generar un efecto adverso. Su pelo desalineado como su forma de vestir se percibe como alguien desinteresado por su imagen y eso, inconscientemente, hace que se distinga como algo desalineada la forma y el fondo de su mensaje. No digo que se peine de lado, o vista de corbata, no. Pero sí tener un buen asesor el cual logre mostrar una imagen que entienda los aspectos inconscientes arquetípicos del colombiano mientras conserva su esencia.
Asimismo, su gesto facial más común está en su ceño. Tiene una mala costumbre de fruncirlo con mucha regularidad. Para ser más precisos, son 24 veces en promedio por minuto que lo hace. Y “sin querer queriéndolo” hace que transmita corporalmente los rostros de angustia y malestar.
Siguiendo el área superior (facial), entrecierra demasiado sus ojos, lo cual significa estrés, generando desconfianza con las audiencias. Así mismo, se ve que le cuesta fijar la mirada a la cámara en los debates. Para que él logre reflejar calidez y estatus de una forma más definida, tendrá que mejorar su mirada, que es tímida e insegura.
Bajando al área media (torso), el movimiento de sus brazos es muy impreciso. Los mueve en exceso y no existe un refuerzo de sus manos con el mensaje. Al detallarlo con mayor profundidad, hago un análisis de su IpM (Ilustradores por Minuto), es decir, cuantas veces mueve sus brazos/manos por minuto. Obama habla en promedio unas 26 ilustraciones por minuto y de forma bien definida en los debates finales, a diferencia de Fajardo, que habla con las manos en un promedio de 38 veces por minuto, y no precisamente de forma tan efectiva.
Cuando estaba en Harvard, certificándome en Técnicas Avanzadas de Comunicación y Persuasión en Oratoria, nos compartieron un estudio el cual demuestra que cuando las palabras no son coherentes con lo que dice el cuerpo, la mente detecta un sistema de alarma que denuncia falsedad. Ahora, ¿por qué cuento su IpM? Para medir la efectividad de su discurso entre lo verbal con lo no-verbal. Algo que hace en ciertas ocasiones Fajardo es enumerar con los dedos, mientras se encontraba en silencio, evidenciando con esto más dudas de su discurso y nula simultaneidad con lo verbal y lo no-verbal.
Los mejores oradores hablan con las manos de forma definida, precisa, y no las manotea por manotear. Esto le resta credibilidad y le fortifica el halo de inseguridad que tiene este candidato. Así que la imprecisión de Fajardo en el aspecto verbal refleja de igual forma la imprecisión corporal. Es indispensable para él ser menos expresivo con su ceño, más definido con sus manos a la hora de ilustrar, acompañar su mensaje y una mayor amplitud de los brazos.
Psicología de la Voz:
Las personas en general hablan en el día a día en un rango de 150 a 200 palabras por minuto. El ritmo de las palabras en un discurso puede marcar una gran diferencia frente a sus adversarios, dado que puede generar la persuasión necesaria para denotar que es competente y signos de autoridad.
A la paraverbalidad la denomino como la psicología de la voz. Y la técnica de la voz, es un arte que hay que ‘masterizar’. Esto tiene componentes de ciencia, como de psicología, y consiste en elementos como el volumen, los tonos, ritmos, las repeticiones, entonaciones y hasta el silencio, siendo otro tipo de comunicación. En este caso solo me centraré en el ritmo.
El ritmo en un discurso lo traduzco con PpM: “palabras por minuto”. Dependiendo de las PpM podrá generar diferentes reacciones persuasivas en su audiencia. Y las PpM dependerán de muchas cosas; mensaje; su mantra; intención; tono de discurso y audiencias.
Obama era un maestro en esto porque con sus asesores en discursos se dedicaba fervientemente en practicar, practicar y practicar. En 2004, cuando quería posicionarse para generar la impresión de autoridad y competencia, hablaba en un promedio de 166 palabras por minuto. Luego en el 2008, estando posicionado, hablaba a 146 PpM (12% menos) y mucho después su ritmo llegó a un 112 PpM. Todo esto tiene una intención netamente estratégica y persuasiva.
En las investigaciones que he realizado de diferentes discursos y ponencias, Fajardo habla en un rango de 106 PpM, una cifra nefasta cuando se desea persuadir a las audiencias. Por ende, sus ideas, al ser complejas, debe hablarlas en un lenguaje sencillo a un ritmo de 120 PpM. Cuando desee debatir, sin ideas complejas, debe incrementar el ritmo en un rango entre 150 a 180 PpM. Sus ideas son las que sostienen su excelente discurso, pero su corporalidad sumado a su ritmo paraverbal son su peor enemigo.
GERMÁN VARGAS LLERAS
Psicológico:
Su volumen alto puede connotar ciertas características de egocentrismo, dado que normalmente las personas que desean llamar la atención, tienden a incrementar el volumen de su voz para manifestar al público: “Aquí estoy”.
Contrario a Fajardo, las conductas reactivas, como las de Vargas Lleras, son muy comunes en las personas orgullosas, soberbias y que pasan por arrogantes. Este sentido de superioridad se refuerza en sus intervenciones cuando expone en sus discursos el “yoísmo”. De todos los demás candidatos, es el que más usa la palabra “yo”. De hecho, sólo en el Gran Debate del Pacífico repitió 26 veces expresiones como: “yo soy…”, “yo he hecho…”, “yo he sido…”, entre otras.
Lo que los candidatos deben aprender a incorporar es que, según estudios de psicología discursiva que nos compartieron en clase por un antiguo profesor de Harvard, usar varias veces la palabra “yo” en un discurso mata el nivel de persuasión y conexión con las audiencias. Por ende, le recomiendo al candidato usar más la palabra: “nosotros”.
No-Verbal y Corporal:
Cabe acotar que Vargas Lleras sufrió lamentablemente de un meningioma, que dependiendo de su ubicación puede afectar partes de su motricidad. Viendo los debates, observo que no hay secuelas graves en su motricidad debido a que se desenvuelve bien.
Corporalmente, él demuestra cero calidez y un estatus negativo en cuanto a su patrón no-verbal. Eleva mucho su mentón al hablar, lo cual indica arrogancia y confrontación, reforzando aún más su impulsividad y poco autocontrol. Estas demostraciones corporales no se ven normalmente en líderes cálidos, como Obama, Trudeau, Macron, entre otros.
Además, visto desde la psicología del lenguaje corporal, Vargas Lleras tiende a sonreír mucho en los debates de esta forma: tensionando los labios y escondiendo los dientes. Esta expresión puede ser por estética o significar miedo, timidez, educación y hasta cortesía. Pero conociendo su comportamiento habitual, ninguna de las anteriores coincide. Entonces, ¿qué más puede significar? Desde lo corporal, esconder los dientes equivale a esconder o reservarse ciertos pensamientos. Nada extraño en un político tan reservado y estratega.
Analizando la zona media, vemos como usa terriblemente el movimientos de sus manos. De hecho, utiliza el ilustrador de “Ok” en más del 92% de sus intervenciones. De manera más específica, lo usa 42 veces en promedio por cada 60 segundos. Esto definitivamente es su muletilla corporal, el cual deberá corregir inmediatamente para no verse mecanizado ni “trumpesco”.
En el Debate de Buenaventura, cuando le hicieron la pregunta: ¿Qué propone usted para combatir el racismo estructural que existe en Colombia? En menos de cuatro segundos, su mano izquierda (la menos dominante que usa en sus debates), se rasca la parte trasera de la cabeza, siendo esto un ejemplo de confusión. Como alguno de mis estudiantes de la Universidad de la Sabana, cuando no saben la respuesta de un examen, realizan este mismo gesto.
Psicología de la Voz:
Voces graves como las de Vargas Lleras connotan liderazgo. En el caso de las PpM (palabras por minuto), logra hablar 143 en promedio. Aunque sucede algo muy curioso cuando a este candidato le hacen preguntas de temas emocionales, relacionados a la corrupción, entre otros, que le obligan a salirse de la comodidad de su discurso y hace que baje inmediatamente el ritmo a 92 PpM. ¿Qué significa esto? Aunque es normal bajar el ritmo frente a ciertas preguntas, esto refleja estrés, malestar e incertidumbre.
GUSTAVO PETRO
Psicológico:
Es un hombre hermético, un intelectual con aire de orgullo que pasa por prepotente. Se ve una persona calmada, ágil de pensamiento y astuta pero, sobre todo, alguien muy frío en su expresividad pero cálido con sus votantes. Quizá intenta reflejar, sin lograrlo, una personalidad como la del presidente ruso Vladimir Putin, queriendo fusionar la fiereza con humanidad, firmeza y flexibilidad, frialdad ante sus oponentes, pero cálido con sus votantes. Es común que algunas personas cometan el error de confundir su fortaleza pasiva con timidez, por lo tanto, puedo determinar que Petro es el terco intelectual con dosis de soberbia pero de intenciones ambiguas.
No-Verbal y Corporal:
Petro fue muy bien presentado físicamente con traje y corbata en el primer debate, exhibiéndose como un líder. Y como buen candidato, se presenta de manera tranquila corporalmente, con ideas claras, apuntes firmes sin populismo, ni nada de conductas rebeldes, provocadoras o que inciten miedo como usualmente lo hace.
Desde el plano superior, es muy inexpresivo facialmente, donde pocas veces alza sus cejas para emitir algún tipo de emoción. Pero a diferencia de Vargas Lleras, Gustavo Petro sube y baja en varias ocasiones su mentón. Esto no es como algunos pseudo-expertos interpretan como signo de “sumisión” o “timidez”, no. Hay que saber interpretar tanto el contexto, su línea base y su conducta habitual, alineado con su discurso.
Es absurdo pensar que él sea alguien tímido o sumiso, sabiendo que fue guerrillero. Por ende, en este caso en particular, el candidato hace un equilibrio entre bajar su mentón mientras expone sus ideas claves mirando por encima de sus gafas, como la corporalidad de un boxeador, que baja el mentón en defensa, pero lo eleva justo al lanzar su golpe con algún apunte, tratando de verse más alto, superior e imponente.
En general, Petro logra hablar con sus manos al compás de sus palabras, pero le falta mayor efectividad en su forma de acompañar su discurso con sus manos. No obstante, fue un error hablar con un bolígrafo durante todo el debate de Buenaventura. Pero sus IpM (ilustradores por minuto) indican que hace 24 en promedio, lo cual es buen signo de consciencia corporal a la hora de expresar sus ideas y acompañarlos con el cuerpo, acercándose a grandes oradores como Obama, quien habla a 26 IpM, siendo muy efectivo con sus ilustradores.
Algo que le suma a su presentación es el aspecto semiótico, como el símbolo de la cruz que carga en su muñeca. Esa cruz que muestra tiene la intención de enviar dos mensajes: uno directo que es su afinidad con Dios, y a la vez, el indirecto, que compartió en una entrevista, que fue un regalo de una madre de un hijo víctima de un falso positivo. Un claro ataque directo a uno de sus contrincantes.
Para finalizar el aspecto no-verbal y corporal, al igual que Vargas Lleras, Petro poco interactúa con la cámara y se centra más con el entrevistador y la audiencia invitada en los debates. Pero varios candidatos no reconocen que la cámara es el puente para conectarse con los demás televidentes.
Psicología de la Voz:
Petro tiene tonalidad grave la cual connota liderazgo. En el caso de las PpM, Petro habla a 127, siendo muy bueno a la hora de lograr la persuasión. Es esencial reconocer que cuanto mayor sea la velocidad, menor deberá ser la complejidad de la información, y viceversa. Por eso logra hablar rápido cuando la información no es compleja y alterna la rapidez, dependiendo de la complicación del mensaje.
IVAN DUQUE
Psicológico:
Su volumen es alto, fuerte, muestra presencia y firmeza, haciendo que denote liderazgo también. Es un hombre muy seguro de sí mismo, pero con dosis de reactividad al querer ser provocativo con alguno de sus contrincantes. Porque en el marco idiosincrásico y cultural de Colombia, ciertas audiencias tienen en sus creencias que alguien instigador es alguien con liderazgo.
Últimamente en sus debates se le ha visto falta de coherencia entre sus declaraciones y sus posturas ideológicas frente a determinados temas. Eso puede generar un efecto ‘boomerang’ y costarle mucho en su imagen, viéndose como alguien poco auténtico y con una agenda oculta de terceros. El reto mayor de Iván Duque es aparecer como un hombre que no es maleable, independiente y autónomo en la toma de decisiones.
No-Verbal & Corporal:
Considero a Duque un hombre sobre entrenado. Esto es el error más común de malos asesores cuando entrenan en lenguaje corporal. Intentan adaptar a su candidato en un molde en el cual él no encaja. Y por ello se muestra como alguien inauténtico en ciertos momentos y muy formateado. Esto quieran o no, desconecta con la audiencia.
En el debate de Antioquía, el candidato intentó hacer un buen manejo de brazos y manos, con el fin de ilustrar su mensaje. Pero la forma en como las usa lo hace ver sobreactuado, tanto que hace el gesto del thumbting(pulgar y el índice se juntan), un ilustrador muy característico de Obama, el cual, en el caso de Duque, lo utilizó ese día en un promedio de 11 veces por cada 30 segundos. Es decir, entre el 40 al 50% de su ponencia dedica acompañar su mensaje con este ademán, haciéndolo inefectivo, mecanizado y poco auténtico.
Por otro lado, en el debate de la Universidad del Norte, fue un poco menos mecanizado, más auténtico y suelto corporalmente. Sin embargo, considero que se soltó de más mostrándose sin estructura y agresivo. Todo ese ardor que mostraba se reflejaba en cada agite de brazos en un promedio de dos ilustraciones por segundo. En otras palabras, entre más rápido mueva sus brazos/manos, más frenesí y rabia puede estar transmitiendo. Por lo tanto, si Duque quiere percibirse con esa intensidad y emoción, lo ha logrado.
Él mostraba un promedio de 33 IpM, es decir que el 53% de sus intervenciones agitaba mucho más sus brazos. Pero el candidato cambió el thumbting por el dedo látigo, el índice. Apuntaba vigorosamente su índice a la audiencia, presentándose como un padre que regaña y reprende a sus hijos. Cosa que no recomiendo en lo absoluto, porque connota un discurso de sermón y nadie quiere ser sermoneado en un debate.
Psicología de la Voz:
Duque tiene un excelente manejo de su voz en el sentido paraverbal. Exitosamente logra hablar en un ritmo de 173 PpM, siendo muy bueno a la hora de persuadir con un mensaje muy claro y sin complejidades. Sabe cuándo dar las pausas a su discurso, acentuar sus puntos más importantes y hablar con ideas concisas.
* Experto en Ciencia del Comportamiento. Máster en Comunicaciones y Psicoanálisis. Estudió con Phil Houston, alto directivo de la C.I.A, y con Joe Navarro, exfuncionario y alto directivo del F.B.I. Además de ser dos veces TED speaker, actualmente es entrenador de conferencistas para TED, está certificado por la Universidad de Harvard en Técnicas Avanzadas de Persuasión en Oratoria, conocimiento que aplica hoy en sus Consultorías en Organizaciones y en Marketing Político a nivel internacional.