Hablemos de Navidad, pólvora y normativa
En el Congreso cursan dos proyectos para mejorar la Ley 670 de 2001. Uno busca generar una regulación a escala nacional y un fondo para atender a quemados. El otro tiene un enfoque pensando en los animales.
Hablemos de cifras para identificar el problema. De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud, entre 2007 y 2019 se registraron 13.000 víctimas por pólvora. En 2020, en temporada de Navidad, los quemados fueron 538, de los cuales cinco murieron. Y antes del Día de las Velitas de este año se contaron, al menos, treinta casos. A la fecha de hoy el número se ha multiplicado por diez. Aún no termina el año y el 24 y 31 de diciembre son dos fechas en las que es usual escuchar el cielo tronar.
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Hablemos de cifras para identificar el problema. De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud, entre 2007 y 2019 se registraron 13.000 víctimas por pólvora. En 2020, en temporada de Navidad, los quemados fueron 538, de los cuales cinco murieron. Y antes del Día de las Velitas de este año se contaron, al menos, treinta casos. A la fecha de hoy el número se ha multiplicado por diez. Aún no termina el año y el 24 y 31 de diciembre son dos fechas en las que es usual escuchar el cielo tronar.
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Pero las víctimas no son solo humanas, también están los animales. En Medellín aumentaron las solicitudes de exequias para mascotas de compañía, como perros, gatos y conejos. La organización Funeral Pet informó que pasó de atender en promedio cinco casos diariamente en meses anteriores a diciembre y que ese número, desde la temporada navideña, ha aumentado a veinte. Y la explicación que le encuentran es el uso indiscriminado de pólvora en la ciudad.
Además de riesgo de muerte, otros síntomas que pueden presentar los animales expuestos a la pólvora son aturdimiento, desorientación, pánico, estrés intenso, miedo, temblor, inmovilidad, salivación excesiva, vómito, orina, heces, náuseas, taquicardia y comportamiento agresivo. Y los animales silvestres, como las aves, pueden abandonar sus nidos, con una alta probabilidad de no poder regresar.
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En Colombia, se expidió una ley (670) que reglamentó el uso de la pólvora hace veinte años, dejándole el control sobre la prohibición o aceptación a la discrecionalidad de los alcaldes de turno. “En ciudades capitales podemos encontrar una regulación con relación al tema, pero en los otros municipios del país no, porque para los alcaldes no es un tema prioritario. Por ejemplo, en Bogotá está prohibida la venta, pero se sale vía La Calera y ahí la encuentran”, señaló la representante Katherine Miranda (Alianza Verde), que es coautora de una propuesta que venía trabajando junto a Antanas Mockus, antes de que el Consejo de Estado declarara la nulidad de su elección como senador por el mismo partido.
En estos veinte años se han presentado en varias ocasiones proyectos para hacerle mejoras a la ley y ninguno ha salido con éxito del Congreso, debido a las presiones de la industria polvorera del país. Por lo que las iniciativas terminan hundiéndose por falta de trámite, mientras las cifras de quemados aumentan cada año y las campañas para desincentivar su uso, poniendo en el centro a las mascotas, parecen infructuosas.
Sin embargo, para Miranda la situación puede ser diferente esta vez. Primero hay que detallar a qué le apunta el proyecto de la representante y Mockus. “Lo que buscamos es que haya una regulación única en el territorio nacional frente al uso, fabricación, manipulación y transporte de la pólvora. Con esto, los entes territoriales no impondrían sus reglas a su discrecionalidad, sino que tendrían que cumplir las pautas nacionales”, cuenta la representante, a rasgos generales, el proyecto.
Las expectativas de que esta iniciativa sí saldrá adelante radican en dos sentidos. El primero, dice Miranda, es que la propuesta fue concertada con el gremio polvorero, víctimas y Gobierno Nacional, entre otros actores. El segundo aspecto es que el proyecto había sido radicado en la Cámara cuando Mockus aún hacía parte del Congreso, fue aprobado en los dos debates de esta Cámara y se hundió en el primer semestre de 2020, cuando el Legislativo tuvo que transitar a lo virtual por la pandemia del covid-19 y el Senado estaba enfrascado en una discusión jurídica acerca de si era constitucional o no aprobar un proyecto a través de una plataforma como Zoom, por lo que la iniciativa se hundió y volvió a ser presentada.
En el último intento, el proyecto fue radicado en Senado, donde ya surtió los dos debates y le restan los dos de Cámara, donde espera que la disposición de sus compañeros, en Comisión Primera y plenaria, sea la misma de cuando se aprobó por primera vez. La iniciativa de la Alianza Verde no solo contempla una regulación nacional, sino la creación del Fondo Cuenta. “Este tiene dos objetivos. Uno, proveer los recursos destinados a la inversión social, pero todos con el fin de garantizar financiación de planes y programas con enfoque en la prevención y sensibilización. Segundo, destinar recursos para ayudar a las personas quemadas”, explicó Miranda.
Para esta iniciativa, por ejemplo, quedarían prohibidos para el uso particular recreativo los totes y voladores. Según cifras que comparte el proyecto, en 2019 se registraron 826 casos de lesiones por pólvora. El 27 % de las víctimas fue por manipulación de totes y el 13 % de voladores. También se exige que la manipulación de juegos pirotécnicos está en manos de expertos, que los productos deben llevar un etiquetado con las recomendaciones de uso e implementos necesarios, campañas de pedagogía que no estarán desplegadas solo en noviembre y diciembre, sino todo el año.
“Nosotros queremos que la gente disfrute de los juegos pirotécnicos, pero que estos estén bajo manipulación de expertos en el tema. Y que este tipo de pólvora no afecte la vida ni la tranquilidad de los humanos y los animales”, insiste Miranda. Aunque la representante manifiesta la intención, en la ponencia radicada para tercer debate en Comisión Primera de Cámara no se hace referencia a animales y mascotas. Por eso, el representante Juan Carlos Losada (Partido Liberal) cree que su iniciativa complementa la propuesta de Miranda, puesto que tiene un enfoque de protección de los derechos de los animales.
A diferencia del proyecto de Miranda, este no ha surtido su primer debate y también está dentro del grueso de iniciativas que debe discutir la Comisión Primera de la Cámara. Ya había sido radicado por Losada y el representante Fabián Díaz Plata (Alianza Verde), pero se hundió. “Es clarísimo que uno de los principales afectados, en términos de pólvora, son los animales. No solamente los de compañía, sino la fauna silvestre, que es la que más sufre y de la que menos se habla”, señala el representante, uno de los protagonistas de la iniciativa.
Esta, a diferencia de la de Miranda, crea una nueva categoría que ya estipula la Ley 670 de 2001, y es la de productos sonoros, que son los que más afectaciones generan en los animales. Entonces no sería solamente la categoría uno, que presenta un riesgo reducido en manipulación; categoría dos, riesgo medio; y categoría tres, que es un riesgo alto y debe ser usado en espacios abiertos por profesionales; sino la sonora, que podría entrecruzarse con las otras. Es decir, que un producto sea sonoro y de categoría alta, media o baja.
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En el caso de esta iniciativa, sí se contempla una prohibición progresiva a partir de 2024, bajo el estándar de un límite de sonido de 80 decibeles. Es decir, los productos que superen este valor comenzarán a ser inhabilitados desde el año señalado. El rango margen donde el oído humano siente incomodidad es 85 decibeles, sin ninguna condición especial. Por ejemplo, 80 decibeles es el sonido de un timbre. De ahí para arriba los sonidos pueden ser los de la maquinaria de una fábrica, una banda de música tocando en vivo, el pito de un carro y los juegos pirotécnicos, que generan 110 decibeles. Los perros pueden escuchar hasta tres veces más el sonido y los gatos aún más.
“El proyecto tendrá que proponer una transición a la actividad productiva de los polvoreros, por eso se propone que la prohibición parcial comience a partir de 2024. Esto llama también a la innovación, para que la industria busque fórmulas que logren reducir el ruido a un límite de 80 decibeles”, comentó Losada. En esta víspera de Navidad, ambos representantes le envían un mensaje al país, bien sea pensando en los niños o en los animales. O ambos a la vez: celebrar esta fecha en familia, alrededor de la mesa. Y que la luz que los acompañe sea la del árbol o el pesebre, y el ruido el de la música, que invita a bailar.