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El escándalo alrededor del hallazgo de un laboratorio para el procesamiento de cocaína en una finca de la familia de Fernando Sanclemente Alzate en Guasca (Cundinamarca), no solo atañe al hoy embajador de Colombia en Uruguay, sino que afecta también a una de las familias más prominentes del campo político y gubernamental del país, particularmente en el siglo XX. ¿Quiénes son y cuál es su legado histórico?
En contexto: Finca con laboratorio para coca es de la familia del embajador en Uruguay
Sanclemente –quien además trae a cuestas el haber sido cabeza de diferentes entidades del orden nacional– es nieto del líder político Gilberto Alzate Avendaño, célebre caudillo conservador y uno de los personajes más representativos de esa vertiente en el siglo pasado. Alzate Avendaño no solo fue diputado en la Asamblea de Caldas, sino que sus ideas lo llevaron a escalar al Congreso de la República, donde fue representante y luego senador. También se desempeñó como periodista y, al igual que su nieto, fue embajador, pero en representación de Colombia en España.
En un perfil realizado por la Revista Dinero en 2012, a propósito de su nombramiento como gerente de Transmilenio durante la administración de Gustavo Petro, Sanclemente admitió que, aunque no conoció a su abuelo materno, se sentía orgulloso de él. Quizá la misma admiración que experimenta por su padre, el fallecido abogado y economista Fernando Sanclemente Molina.
Si bien Fernando padre estuvo en el sector privado, fue notable su huella en la vida pública a partir de mediados de siglo, primero como concejal de Bogotá y luego como diputado en la Asamblea de Cundinamarca, para llegar finalmente al Congreso. Inicialmente fue representante bajo la sombrilla del Partido Conservador y después aterrizó al Senado, entre 1982 y 1986, con un movimiento propio: el denominado Conservatismo Popular. Su influencia y pensamiento político lo hicieron también presidente del Directorio Nacional Conservador en 1984.
La pasión que sentía Sanclemente Molina por la política se combinaba con su gusto por la ganadería, una vocación a la que dedicó gran parte de su vida, incluso en las postrimerías de muerte en 1988. Lo anterior permite explicar por qué la familia ha conservado la finca en Guasca –donde fue hallado el laboratorio de coca– durante casi cinco décadas. En el predio se han adelantado por años labores relacionadas con la cría de caballos de carrera, lechería y ganado.
Tras el fallecimiento de Sanclemente Molina, sus banderas las terminó heredando su hermano Francisco Sanclemente, quien hizo política al lado de Andrés Pastrana Arango –siendo su secretario de Salud en la Alcaldía de Bogotá (entre 1988 y 1989)–, además de hacerse elegir concejal y representante a la Cámara. Siguiendo la tradición familiar, fue embajador de Colombia en Suecia, Finlandia, Islandia, Dinamarca y, más recientemente, en Guatemala, este último bajo el mandato del expresidente Juan Manuel Santos.
Todo este legado familiar es el que trae a cuestas Fernando Sanclemente hijo, un abogado que –bajo un perfil administrativo, ligado al transporte y la infraestructura– ha logrado mantenerse avante en distintas orillas políticas. Durante el mandato de Andrés Pastrana en la Presidencia fue superintendente de Puertos y Transporte, cargo que conservó hasta 2005, cuando –ya siendo Álvaro Uribe primer mandatario– aterrizó en la dirección de la Aeronáutica Civil, donde permaneció hasta 2010. Luego fue gerente de la Terminal de Transporte de Bogotá y, desde allí, saltó a la Gerencia de Transmilenio (entre 2012 y 2014) en el mandato Petro.
Aunque después fungió como contratista, se enganchó nuevamente a la política con el hoy presidente Iván Duque. Antes de que este asumiera como jefe de Estado, Sanclemente conformó el equipo que hizo empalme con la saliente administración de Juan Manuel Santos. ¿Su papel? Por supuesto, el transporte. Posteriormente, en marzo de 2019, el presidente lo designó embajador en Uruguay, cargo que conserva hasta hoy.
El escándalo
El pasado miércoles, la Dijín de la Policía encontró un laboratorio para procesar cocaína en una finca de Guasca. Tras el operativo, salió a la luz que la infraestructura ilícita se había montado en terrenos de la familia Sanclemente. Admitiendo que se trataba de una situación “delicada e incómoda”, el embajador salió a dar explicaciones.
El diplomático corroboró que la finca ha sido de propiedad de su familia durante 44 años y señaló que en 1987 se constituyó como sociedad con la Familia Spiwack, reconocido grupo propietario de la organización hotelera Dann. Ambas familias negaron cualquier relación con los laboratorios de procesamiento de drogas que fueron encontrados.
“Hemos dedicado esa finca a la actividad de la crianza de caballos, lechería y, hoy por hoy, ganadería. En 1987, un año antes de morir mi padre, se constituyó una sociedad con la organización Dann y ese predio quedó 50 % en cabeza de la familia Sanclemente y 50 % de ellos”, argumentó Sanclemente a Blu Radio.
En esa línea, declaró que los terrenos donde se estaba haciendo la actividad ilícita son los que corresponden a su familia y que están ubicados en un bosque frondoso, insistiendo en que aún es incierto cómo operó allí un laboratorio de coca. De hecho, antes de asumir como embajador, fue Sanclemente quien estuvo bajo la supervisión de la finca, representación legal que hoy está en cabeza de su hermano, Gilberto Sanclemente Alzate.
“Desde el 15 de junio de 2017 hasta junio de 2020, la Sociedad ‘Colinas de Guasca Ltda’ ha entregado en arriendo un globo de terreno de 36 fanegadas de la finca en cuestión. No se ha tenido acceso a la documentación o acta que contiene los pormenores de la diligencia y en consecuencia, la sociedad no ha podido pronunciarse con los suficientes elementos de juicio sobre el particular”, agregó Sanclemente en un comunicado.
Si bien tras el episodio el diplomático dijo que su familia y la organización Dann son “víctimas de los eventuales hallazgos”, manifestó que prestarán el correspondiente apoyo a las autoridades para “esclarecer esta penosa situación”. A cuestas está su legado familiar, así como su futuro político. La investigación está en manos de las autoridades.